Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
No sé
cuál será la reacción de Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco, ante lo
ocurrido en el debate electoral ocurrido en Alemania entre Angela Merkel y
Martin Schulz. Evidentemente es una forma retórica
de expresarlo porque no creo que nadie tenga ninguna duda en ello. Es
significativo que lo único que se resalta del debate como un acuerdo común es
la idea de que Turquía no va camino de Europa. Es lo que señalan los analistas.
Estas
son las palabras de Angela Merkel tal como las recogen en Euronews:
“Nunca he estado a favor de la integración de
Turquía en la UE. Mis acciones están en sintonía con mis ideas y estoy
totalmente de acuerdo con cortar las ayudas preadhesión. Si somos nosotros o la
propia Turquía la que da el portazo, eso se verá. Pero, mi prioridad es ayudar
a los 12 o 14 ciudadanos alemanes que están encarcelados en Turquía por razones
políticas”*
Por su
parte, Schulz tampoco se ha quedado corto al referirse a la cuestión turca, tal
como ha recogido RTVE:
De la crisis migratoria se ha pasado a las
fuertes tensiones con Turquía, acrecentadas por el encarcelamiento por razones
políticas de doce ciudadanos alemanes, donde Schulz ha marcado la pauta al
sostener que, de llegar a canciller, abogará por romper las negociaciones de
ingreso de ese país en la Unión Europea (UE).
"El único lenguaje que entiende (el
presidente turco, Recep Tayyip) Erdogan es el de la contundencia", ha
dicho Schulz, mientras Merkel le ha recordado que ella, a diferencia de los
socialdemócratas, nunca estuvo a favor de que Turquía ingresara como miembro de
pleno derecho en el bloque comunitario.**
La
reacción de Erdogan se puede establecer por lo que ya ha hecho en este mes
pasado: pedir a "sus ciudadanos" que no voten a ninguno de los dos
partidos mayoritarios, ni a Merkel ni a Schulz. A Erdogan le gusta "personalizar"
la política y su estilo autoritario es bien valorado por sus bases que lo
consideran como el "azote de Occidente". Más que un aliado, Erdogan
en un insulto permanente y un chantaje constante por los problemas que se
canalizan con la cuestión de la inmigración.
Hace
mucho tiempo que Turquía se ha convertido en un doble problema: con sus aliados
—concepto que habría que revisar— y con ella misma. Muy lejos han quedado los
tiempos en los que al comienzo de la Primavera Árabe se ponía a Turquía como
ejemplo positivo de hasta dónde podía llegar un país de mayoría musulmana, una
democracia, aspirante a ingresar en la Unión Europea, miembro de la OTAN,
secularización del estado, etc. ¿Qué ha quedado de aquello? Evidentemente, muy
poco.
Los
mismos agentes en el poder han llevada a cabo un proceso de radicalización que
ha convertido al país en el ejemplo negativo de retroceso a posturas radicales
subvirtiendo sus propios principios. Erdogan ha desmantelado la república para
amoldarla a su proceso de absorción islamista del estado.
Hoy
Turquía es considerada un ejemplo de violación sistemática de los derechos
humanos. Las interminables y excesivas purgas tras el intento de golpe de
estado de julio de 2016 y la persecución en el extranjero mediante órdenes de
búsqueda de los opositores han mostrado su lado más agrio. Igualmente, el
ataque frontal a los medios de comunicación críticos ha sido motivo de denuncia
internacional de las instituciones dedicadas a la defensa del derecho de
expresión e información y a la defensa de los profesionales de los medios.
A
finales de julio de 2016, Al-Monitor escribía dos semanas después del intento
de golpe, sobre los incidentes anteriores y que habían marcado lo que todavía
se llamaba la "deriva autoritaria" de Erdogan:
A little over a year ago, President Recep
Tayyip Erdogan used a memorable argument to fight back against criticism of his
authoritarian tilt and efforts to muzzle critical media. “If I were a
dictator,” he said, “you wouldn’t be able to say all this.”
Two days after he made that statement, the June
7 general elections produced a big shock for Erdogan as his Justice and
Development Party (AKP) lost its parliamentary majority for the first time
since coming to power in 2002. Erdogan blamed the media, and, pushing the
limits of the law, forced a new election for Nov. 1.
In the run-up to the November polls,
stick-wielding and stone-throwing AKP supporters attacked the Hurriyet daily in Istanbul on Sept. 7.
The police chose not to intervene as the mob — led by newly elected AKP deputy
Abdurrahim Boynukalin, the head of the party’s youth branches — shattered the
glass entrance and windows of Turkey’s largest media group. Less than 24 hours
later, the building came under a second attack, along with Hurriyet offices in
Ankara.***
La gran transformación de Erdogan se produjo en el momento
en el que vio que había perdido el poder al perder la mayoría. Abandonó
entonces cualquier asomo democrático y dinamitó la vida del país impidiendo que
se produjeran las condiciones para que la oposición pudiera desbancarle. Desde
ese momento, todo valía para retener el poder en sus manos. Abrió guerras y cerró
periódicos, pidió más poderes y levantó su voz contra todos los países que le
criticaban. Hoy sigue así.
Las
denuncias de los grupos de derechos humanos contra el gobierno turco son
constantes. La preocupación —como señalaba Angela Merkel en el debate— es el
destino de los detenidos por criticar al gobierno o al propio Erdogan, que son
considerados como "terroristas". La solidaridad democrática debe
prevalecer. Por eso es tan frustrante el caso del detenido en España por una
orden de Interpol, emitida por Turquía, que tiene hasta el 11 de septiembre
para presentar su petición de extradición. Mientras no lo solicite, los jueces
no se pueden manifestar en contra, por lo que es previsible que el gobierno de
Erdogan apure la solicitud de extradición para "castigar" lo más posible
al periodista detenido.
En la
información sobre el caso, el diario El Mundo señalaba el día 24 de agosto:
Los datos que maneja la Federación
Internacional de Periodistas advierten de que Turquía encarceló, en 2016, a 113
periodistas turcos, a 700 les retiró su acreditación y cerró 168 medios de
comunicación.
El Congreso de los Diputados aprobó, este
jueves, pese al rechazo del PP, que el ministro de Justicia, Rafael Catalá,
comparezca para dar explicaciones sobre la posible extradición de Yalçin. La
petición, que fue formulada de manera extraordinaria por Esquerra Republicana
de Catalunya (ERC) y Unidos Podemos, implica que la comparecencia del ministro
tenga que celebrarse antes del 1 de septiembre. Es decir, antes de que empiece
la actividad normal del Congreso.
Precisamente, este jueves, la Plataforma en
Defensa de la Libertad de Información, la Federación Internacional de
Periodistas y la Federación de Sindicatos exigieron a los grupos parlamentarios
que se opongan a la extradición del periodista sueco, así como del otro alemán,
de origen turco, Dogan Alkhandi, que fue detenido en Granada el pasado día 19
de agosto y está en libertad provisional.
La presidenta de la Federación de
Asociaciones de Periodistas de España (Fape), Elsa González, salió en defensa
de Hamza Yalçin, a través de este diario, advirtiendo de que "no debería
estar en la cárcel porque no hay motivos y porque el Gobierno turco no
representa a un país con un sistema democrático".****
Erdogan tiene un sentido propietario de los
ciudadanos: son suyos estén donde estén. Ser "suyos" implica la
ausencia de crítica y que un simple chiste sea considerado como un acto
terrorista. Así actúa quien se cree un enviado.
Es
importante que Alemania tenga claro el caso turco y que el resto de Europa sea
consciente de que los primeros perjudicados son los turcos que desean una
democracia. Las actitudes deben ser firmes y solidarias y deben persistir
mientras la situación no cambie. De otra forma, se le hace el juego a Erdogan y
se siembra la desazón en aquellos que ven en Europa la defensa de la
democracia.
Hay que
evitar dar la sensación a los dictadores que se cede. Ellos —el turco no es el
único caso— deben tener claro que el incumplimiento de los derechos humanos y de
la democracia no puede ser igual que si lo hicieran. Es peligroso dar a
entender que se ignora la democracia y los derechos humanos. Es la "doctrina
Trump" y tienen efectos demoledores, como le recriminaba el otro día The
Washington Post respecto al empeoramiento en Oriente Medio desde su visita. En esto, la defensa de una prensa libre y plural es esencial.
Europa no debe
seguir esa doctrina de ignorar a los dictadores porque no solo les da alas
sino que los trae a la puertas. Ya tenemos algunos candidatos a emuladores de
Erdogan o Trump. Por eso es buena noticia que ambos candidatos alemanes, con sus diferencias, hayan estado de acuerdo en que el caso turco se debe afrontar.
*
"Merkel gana a Schulz el único debate de la campaña electoral"
Euronews 3/09/2017
http://es.euronews.com/2017/09/03/merkel-gana-a-schulz-el-unico-debate-de-la-campana-alemana
**
"Elecciones en Alemania Merkel gana el único debate televisado frente a
Schulz, según las encuestas" RTVE 3/09/2017
http://www.rtve.es/noticias/20170903/merkel-gana-unico-debate-televisado-frente-schulz-segun-encuestas/1608222.shtml
***
"How Erdogan became Turkey’s biggest media boss" Al-Monitor
30/06/2016
http://www.al-monitor.com/pulse/en/originals/2016/06/turkey-erdogan-dictator-onslaught-press-freedom.html
****
"La Audiencia Nacional rechaza dejar en libertad al periodista turco Hamza
Yalçin por riesgo de fuga" El Mundo 24/08/2017
http://www.elmundo.es/espana/2017/08/24/599f0d6522601d1f598b45c4.html
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