Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
¿Conseguirá
Donald Trump con sus discursos que el mundo se ponga del lado de Corea del
Norte? Es un riesgo. La BBC califica en su página principal el discurso de
Trump ante la Asamblea General de Naciones Unidas como "discurso de odio":
"Trump's UN hate speech critisiced". En enlace del crítico titular
nos lleva a uno interior menos explosivo: "Trump's first UN speech met
with criticism from some leaders". En una extraña sintonía, muchas
críticas a Trump coinciden dentro y fuera señalando las contradicciones en la
que incurren sus posturas con sus palabras. "Contradictorio" es casi
un regalo para Trump en comparación con lo dicho por los dirigentes de los
países que no son amigos.
A Trump
no se le puede pedir mucho, pero al presidente de los Estados Unidos sí. Las
excusas de que "se ha encontrado un lío" ya no funcionan porque, acto
tras acto, allí donde interviene se traslada el conflicto. Donde ya lo hay se
intensifica, donde no lo hay se crea.
El
artículo de la BBC termina con un pequeño texto de Jonathan Marcus, titulado
"Trump's contradictions", en el que se expresa:
President Trump's speech was an eloquent
exposition of his "America First" doctrine but at the same time
contained some fulsome (and perhaps unexpected) praise for the United Nations
as a body that can bring together sovereign states to tackle the world's
problems.
In contrast to the focus on globalisation that
has driven so much of foreign policy discussion since the 1990s, Mr Trump saw
national sovereignty as the main pillar of the international system.
There was a nod to the old axis-of-evil theme.
His rogues' gallery took in a predictable cast of North Korea, Iran and
Venezuela.
Nonetheless Mr Trump's world view contained
many contradictions. Where exactly is the boundary between national sovereignty
and collective action? And does America's newfound foreign policy pragmatism
extend just to calling for the return of democracy in Iran and Venezuela or
actually for doing something practical about it?*
Creo que es en este último punto en donde se concentra el
problema que Trump ha creado en y a los Estados Unidos desde su llegada.
Su empeño en ser el "negativo" de Barack Obama como guía segura de la
acción al desviar hacia él su odio y el de su electorado, Trump ha perdido el
discurso moral que pueda justificar sus acciones. Y algo más, como señala el
texto: su capacidad de liderazgo. Por expresarlo directamente: yo no quiero que
se le llame el "líder del mundo libre" especialmente porque él ha
reducido el concepto de "libertad" a mínimos, incluidos los propios
Estados Unidos. Por tanto, ni "líder" ni "libre".
No lo puede ser porque su doctrina (lo que llama Marcus
"pragmatismus") del "America First" implica una falta de
solidaridad en la consecución de la libertad de los demás. El liderazgo se pierde
cuando renuncia precisamente a los ideales de libertad para los demás, convirtiéndola
en bien exclusivo. Sus amenazas al mundo pasan a formar parte de ese egoísmo
auto referenciado que convierte la "libertad", la
"democracia", los "derechos humanos", etc., es decir los
"valores de la libertad", en una propiedad norteamericana.
El régimen de Corea del Norte es deleznable y un peligro
internacional, pero ¿es Trump el más adecuado para denunciarlo desde sus planteamientos y amenazando con la
"destrucción total"? Desde que la "doctrina Trump", es decir,
la amenaza militar ha entrado en juego, el mundo necesariamente es más
inseguro. Cuando analizamos los primeros coletazos del "America
First" dijimos que no se trataba de un aislacionismo clásico, sino de una combinación
de imposición hacia el exterior basada en la fuerza. Es lo que estamos viendo
cada día. No hay otro discurso que la amenaza militar. Así ha ocurrido con
Irán, Corea del Norte y Venezuela. Como
resultado, Oriente Medio es un caos, Corea del Norte ha aumentado su
beligerancia con el mundo y es una mayor amenaza para sus vecinos y ha dado
argumentos de soberanía a Maduro para aumentar la represión y militarizar más
el régimen.
En estas condiciones, es necesario que Trump comprenda que
se les retira la confianza del liderazgo. El egoísmo trumpista impide que sea
así por sus propias decisiones. Si en algo coinciden los críticos es
precisamente en el punto sobre la incompatibilidad entre el "America
First" y las alianzas. Por eso es esencial que Europa pueda tener una voz
independiente frente a Estados Unidos porque esta puede ser muy diferente.
Lo ha demostrado Emmanuel Macron en su discurso opuesto al
de Trump pidiendo negociaciones y acuerdos políticos y menos amenazas militares
que pueden llevar al desastre. De nuevo, las críticas europeas al liderazgo se
asemejan a las voces críticas desde dentro de los propios Estados Unidos, donde
el liderazgo de Trump es más cuestionado. Si una parte del mundo rechaza a
Trump como líder por la pérdida de valores democráticos, internos y externos,
no ocurre de otra forma en los propios Estados Unidos, en donde muchos viven
traumáticamente tener por presidente a una persona que no solo ofende el
sentido de las propias instituciones sino que se convierte en apoyo de
dictadores y regímenes autoritarios en el exterior.
La doctrina de la soberanía, que Trump interpreta a su
manera, supone de facto la aceptación de la violación de los derechos humanos
allí donde el principio general del "America First" actúa. Entre
intereses y valores democráticos, Trump apuesta por los intereses. Eso es
renunciar al liderazgo, pues este no puede ser usado para presiones conjuntas
mientras que es rechazado en cuestiones de valores.
En el diario El País, Jan Martínez Ahrens escribe desde
Nueva York tras la intervención de Trump:
El objetivo era convencer al
planeta de que el presidente que retiró a EEUU del pacto contra el cambio
climático, el apóstol del aislacionismo, el mismo político que despreció a la
OTAN, la UE y la propia ONU podía reconciliarse con el mundo sin chocar consigo
mismo. Con este fin, trató de persuadir a su auditorio de que su imperativo
doctrinal, sintetizado en el lema nacionalista América primero, no implicaba
que América quisiera estar sola. Por el contrario, en un gesto destinado a
mostrar su viraje, retomó el guante lanzado el día anterior en su primera
visita a la sede de Naciones Unidas y promovió la transformación del organismo
internacional en un instrumento de acción. Una coalición mundial de naciones
soberanas dispuesta a luchar contra las amenazas.
“Para mí, América estará siempre
en primer lugar, como para cualquier dirigente responsable. Pero no queremos
imponer nuestra forma de vida; no buscamos la expansión territorial, no
pretendemos que todos los países compartan las mismas vocaciones. Queremos
naciones soberanas que trabajen juntas desde el respeto mutuo. El éxito
dependerá de la fortaleza de los miembros. El mundo será más seguro, si las
naciones son poderosas y libres. Buscamos resultados, no ideología. Es
realismo”, clamó el presidente.**
¿"Ideología"? ¿Es la forma en que se puede llamar
a los "derechos humanos, a la "democracia"? Con ello Trump está
dibujando un panorama en el que, basándose en su poder armamentístico, se asegura
su seguridad y la de su sistema, mientras que condena a los demás a vivir bajo
cualquier régimen deplorable pero definido como bueno siempre que sea
favorable. Es la muerte de la democracia y los sistemas de libertades allí
donde no estén asentados, pues bastará a los dictadores hace pública
declaración de fe norteamericana, declararse aliado, para que su régimen sea
bendecido y protegido incluso por los Estados Unidos. El mundo se llenará de
regímenes autocráticos y agresivos hacia sus vecinos.
Es la doctrina Putin. Hagas lo que hagas, soy tu amigo si tú
lo eres mío. A Putin le da igual si eres un demócrata o un dictador. Solo pide
fidelidad y él te defiende contra viento y marea. El caso de Siria es ejemplar.
Lo que pide Trump es similar. El efecto ha sido claro: los países con
libertades repudian a Trump; los dictadores se hacen fotografías con él. Los
que tenían esperanzas de que en sus
países algún día hubiera democracias gracias a las presiones internacionales,
deben abandonarlas.
Lo que Trump hace fuera es lo mismo que dentro:
insolidaridad, autoritarismo, pérdida de voluntad democrática, etc. Sus ataques
a la prensa, por ejemplo, tienen sus versiones trágicas en países como Turquía
o Egipto, perdiendo la posibilidad de criticar a sus regímenes autoritarios.
Con Trump ha comenzado uno de los periodos negros de la
Historia moderna más allá de los Estados Unidos, cuyas heridas tardarán mucho
en cicatrizar. Es el efecto de cuestionar los propios valores y aceptar
acríticamente aquello que sabemos que es negativo. Veremos —algunos ya lo
hacen— imitar a Trump con su concepto de "soberanía" para justificar
tiranías, injusticias y atrocidades. Todo vale; solo la fuerza es importante.
La próxima vez que alguien diga que es el líder del mundo libre, alguien debería
levantarse y decirle con claridad: usted no representa ni lidera porque no
comparte los mismos valores.
*
"Trump's first UN speech met with criticism from some leaders" BBC
20/09/2017 http://www.bbc.com/news/world-us-canada-41327130
** "Trump amenaza en la ONU a Corea del Norte con su
“destrucción total”" El País 19/09/2017
https://elpais.com/internacional/2017/09/19/estados_unidos/1505823652_581710.html
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