Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Ayer contábamos aquí el caso de la hija que demanda a su
padre por "negligencia emocional", aduciendo que habían pasado más de
veinte años del divorcio y que nunca se había dirigido a ella, ni en su boda ni
en su viudez. Era ya el segundo matrimonio de su padre, un conocido político,
que presumiblemente se encontraba en su tercero (al menos). La demanda, decía su
autora, trataba de sacar a la luz uno de los muchos problemas que aquejan a la
sociedad egipcia en lo relativo a la vida familiar, lo que afecta especialmente
a las mujeres, esposas o hijas, casadas, viudas o divorciadas.
El sistema es tan desequilibradamente patriarcal que a muchas
mujeres no les queda más remedio que armarse de valor y tomar decisiones de
este tipo para mostrar su desacuerdo y su deseo de cambio.
Sin embargo, el deseo de cambio de las mujeres trae diversos
tipos de contestaciones y presiones sobre ellas. Vimos no hace mucho cómo
diversas ciudades lucían pancartas en sus calles incitando a los padres a una
mayor vigilancia sobre la vestimenta de sus díscolas hijas. Es la forma habitual
de responsabilidad a las mujeres por el acoso, por los ataques que sufren en
las calles. La prensa daba cuenta hace también pocos días cómo se incluía en
los informes policiales de las denuncias de ataques la descripción de las ropas
que las mujeres llevaban en el momento del ataque, como si esto fuera una
disculpa. La presión sobre el velo se basa en la falsa creencia (según las
estadísticas) y en la mentira sin más de que la mujeres que lo llevan se
perciben como "virtuosas", mientras que las mujeres que no lo llevan
se merecen el ataque porque lo están "pidiendo" tácitamente. La cruda
realidad, como han demostrado gráficamente algunos, es que todas son atacadas
por las hordas callejeras de machos que se escudan tras sus
intenciones "piadosas" correctoras para el magreo y la violación.
El diario AlBawaba nos trae, con el título "" un
muestra de la parte reaccionaria que el movimiento de autonomía de la mujer:
Cairo - “A married woman is fared far better
than the unmarried.” “Sharing a husband is better than never [having one].”
That’s how Mona Abu Shanab, founder of a self-styled ‘Polygamy Campaign,’
explained her pro-polygamy campaign initiative.
Polygamy is the practice or custom of having
more than one wife at the same time.
In this regard, Abu Shanab deprecated family
status law as being "totally unfair to men, women and children, and the
cause of the two chronic, social ills in Egypt, namely spinsterhood and
divorce.
She explained: “The Family Law makes it
difficult for divorced men or women to be given custody of the child in case of
remarriage. That’s why many divorcees resort to common marriage (Urfi) in order
to keep custody of the child or the alimony of the husband.”
In an exclusive statement to the Al-Bawaba News
Portal, Abu Shanab affirmed women still suffer from repression and maltreatment
in society despite the great strides they have made.
She explained: “When in her 40s, I think the
wife is usually led to believe that she is the center of the house, and that
she has the final say in the house. This attitude or mindset makes her a
‘nagging wife’ who is asking for trouble, and nothing seems to please her,
while her husband is looking for inner peace and emotional stability.”*
Es difícil encontrar posiciones más cavernícolas salidas a
la luz. No dudo de que estas opiniones sean compartidas por muchos hombres que
verán explicados en ellas los "problemas" y actitudes que se
encuentran en sus casas. Mona Abu Shanab, por fin, les deja claro, que tienen
razón y que son víctimas de mujeres quejicas que se creen el centro del mundo y
eso va contra el orden del mundo.
Los dos eslóganes con los que arranca el texto son
rompedores: "una mujer casada es mejor que una soltera" y "es
mejor compartir marido que no tener ninguno". Funcionan bien en tuit,
camiseta y banderola. Breves, concisos, directos.
¿Forma parte la sonriente Mona Abu Shanab de alguna
conspiración machista y patriarcal que en las mujeres el tormento de los
hombres? Da igual. Ella es otro ladrillo en el muro del conservadurismo
islamista para el que la poligamia es la solución. Frente a la soltería,
poligamia; frente al divorcio, poligamia. Mejor un mal marido que un emir azul,
que no calientan las noches frías. Mejor saber que tu marido está con su segunda,
tercera o cuarta esposa que no saber dónde está.
Lo que más conmueve es la visión de Mona Abu Shanab de la
evolución separada: los hombres avanzan en busca de la "paz interior"
(inner peace) y la "estabilidad emocional" (emotional stability)
mientras que las mujeres se convierten en "esposas quejicas" y
tienden al desorden emocional. ¿Qué mejor recurso para el hombre que ir
cambiando de esposa según tengan el día?
A Mona Abu Shanab le da igual que muchas mujeres se enfaden
porque el marido aparece con una segunda (tercera o cuarta) esposa sin
consultar. ¿Para qué consultar? Ellas no comprenden que su marido es el centro
del mundo y que sobre él cae la responsabilidad de los destinos del mundo. No
comprenden, además, su generosidad al acoger mujeres en sus casas evitando que
se conviertan en eternas solteras, que mueran sin conocer varón (re-conocido).
Le preocupa que la gente se case en secreto (mediante el
matrimonio urfí) para evitar así que las divorciadas puedan abusar de su ex
maridos recibiendo pensiones mientras caen en brazos de otros que solo
"consumen", pero no pagan la "consumición".
En fin, Mona Abu Shanab es una mujer preocupada porque las
mujeres no sean un estorbo en la vida de los hombres. Sabedora de que las
mujeres independientes son bastante más molestas que las sumisas o las díscolas
interiores, cuyas formas de reparación están bien claras en la tradición, trata
de evitar de que caigan en la tentación de la soledad. Una mujer sola es un
peligro público y el principio del fin de las civilizaciones.
No lo hemos oído todo de ella. Albawaba recoge más ideas:
She also added that during this age the wife
neglects her self-care, both emotionally and physically. Her overriding concern
becomes how to feed, educate and eventually marry off her children at the
expense of the hapless husband. On the other side, the husband does not even
find a morsel of love, care and attention.
At this critical age, the man finds himself still young enough to engage
in another relationship, whether extramarital or otherwise in his pursuit to
gratify his unbridled desires. That is why I am campaigning for the
reinstatement of the divine ruling of polygamy which has been ordained by God
–Almighty- to specifically solve a set of social, emotional, psychological and
racial problems.*
La mujer que se
descuida porque tiene ya a su marido —¡pobrecito!— bien agarrado se
enfrenta entonces a la llegada a casa de la competencia interna. Ha desatendido
a su marido por fruslerías como los hijos, en los que se ha centrado. Y ahora
llegan nuevas mujeres que lucharán por ser las favoritas, rivalizando en las
atenciones para atraer al huido por aburrimiento o sobrecarga. Así es el
mercado con el centro en el marido consumidor.
Dios dio la poligamia por algo. Los que la atacan, atacan a
Dios y sus designios, especialmente los que se refieren a las mujeres. El varón
piadoso se merece el cielo (y sus beneficios) por atender a tanta mujer que
podría quedar suelta por el mundo con la cabeza llena de tonterías, sin vigilantes.
Como les explican a las familias de los refugiados que huyen
de Siria, ¿dónde van a estar mejor sus hijas que en manos de algún varón de
mediana edad que velará por ellas —al menos una temporadita—? En efecto, la
palabrería con la que se acercan a los campamentos está llena de este tipo de
razonamientos para evitar que haya mujeres
solas. La poligamia es la afortunada institución que permite al varón paciente sortear
el caos acogiendo diversas mujeres que le alejan del pecado aliviando bajos y
le otorgan la paciencia infinita mediante la labor de educación de esas mujeres
a su cargo, cuya tendencia natural es imitar a Eva y traer el pecado al mundo.
Ellos heroicamente lo evitan.
Los políticos buscan soluciones a los problemas que crean
ellos mismos con sus malas leyes, piensa la piadosa promotora de la poligamia:
Abu Shanab asserted that the National Council
for Women pays very little attention to the divorced and [older] single women.
What it provides is only directed to dependent women who are the breadwinners
of their families.
Abu Shanab also pointed out that she was
fiercely attacked by a lot of women when she took her campaign initiative of
polygamy to society, saying: “In the past, the father used to seek a spouse for his daughter, in stark
contrast to what is going on now. Today, families ask for bundles of money in
dowry and jewelry, while losing sight of the disastrous consequences of their
unreasonable conditions on the groom. It might end up that their daughter
becomes what generations of the past would call an 'old maid', making the
parents the real culprits. Similarly, the mother would be tantamount to the
mother of her son-in-law. However, now most divorce cases are blamed on
mother-in-laws.”*
Sin regulaciones de pensiones y sin forma de presionar —una
diputada ha pedido que se asegure una pensión mínima a las mujeres desatendidas
tras el divorcio— a los ex maridos, la extensión de la poligamia es una forma
de crear todavía más conflictos, especialmente porque mediante el divorcio
exprés no hay que dar explicación alguna. Por cada una que entre, el piadoso
marido puede dar salida a otra, reponiendo así el parque matrimonial.
Las ideas de Mona Abu Shanab no son inocentes ni casuales.
Como otras peticiones (test de virginidad para entrar en la Universidad, menos
resistencia a la ablación, rebaja de la edad del matrimonio, etc. que se han
escuchado en el parlamento ante el asombro de muchos, o las campañas de
vigilancia sobre las hijas), todas están enfocadas a un modelo tradicionalista
represivo para la mujer y representan la visión de los islamistas que vuelven a
atacar por la base social, por las costumbres, que es lo que les interesa.
Los islamistas desprecian la democracia, un juego
occidental. No hay más que una ley que seguir y ya está hecha. Lo demás son
detalles. Lo que a ellos les interesa es modular la sensibilidad social
haciendo ver, mediante este tipo de críticas a la situación de hombres y
mujeres, que los gobiernos desatienden (o causan) los verdaderos problemas para
los que ya existe una solución: la poligamia en este caso. El desorden del
mundo proviene de la falta de obediencia a la ley divina, que es perfecta,
lógicamente. Los problemas surgen cuando no se cumplen.
Cuando el presidente al-Sisi intenta frenar el divorcio
exprés, que permite al hombre desentenderse, Al-Azhar le contesta que es
conforme a la Sharia. Cuando hay se trata de igualar la herencia de mujeres y
hombres (la propuesta en Túnez), Al-Azhar salta diciendo que va contra la ley
divina. Cuando se habla de que una mujer musulmana se pueda casar con un hombre
que no lo sea, Al-Azhar salta diciendo que un hombre lo puede hacer porque a la
mujer su marido le impone la religión sin rechistar.
Y entonces llega Mona Abu Shanab y su vieja modernidad
dispuesta a solucionar los problemas creados por las mujeres a los hombres y a
ellas mismas, convirtiéndose en "esposas quejicas" que atormentan a
los hombres con sus tonterías en lugar de dejarles llegar a la beatitud.
La solución de Mona Abu Shanab es la estándar, la que
considera que se va del orden al desorden y que solo la aplicación de las
soluciones "contrastadas" salvará al mundo o, en su defecto, a los
que cumplan la ley.
Mientras cientos, miles de mujeres del mundo árabe musulmán
tratan de salir del impase cultural que evita que puedan se autónomas, decidir
y actuar en el mundo de una manera participativa e igualitaria, Mona Abu Shanab
lanza el mensaje contrario porque es la voluntad divina, como ella misma
señala. Hay muchas mujeres que han perdido la vida porque los varones pensaban
que eran sus amos por voluntad divina y eso debe derecho a pensar por ellas,
decidir por ellas y tenerlas a sus servicio cuando se las necesita y lejos, por
no molestar, cuando tratan de encontrar esa "paz interior" que a las
mujeres les está vedada o que solo alcanzan al servicio de los hombres.
El artículo se ilustra con una insólita imagen: un grupo de
mujeres norteamericanas desfilando para reclamar la "poligamia". No,
no es cosa de Trump ni es de hoy. Se les olvida decir que son mormonas y que la
imagen es de 1900, que ha llovido mucho desde entonces (incluso en Egipto). No
ha llovido tanto, en cambio, sobre las calenturientas cabezas de algunos. Y
algunas. La imagen de las mormonas marchando es una manipulación contextual para hacer ver que el mundo avanza hacia la poligamia, que los pueblos del mundo la aceptan y que solo las conspiraciones lo evitan.
Pese a lo que diga, no es mejor estar mal casada que soltera o divorciada; no es mejor tampoco
compartir lo que te toque de un
hombre a no tener ninguno. Lo bueno o lo malo está en el control de tu propio
destino, en encontrar los caminos sin que los demás te los marquen. El
retroceso educativo permite el avance de lo retrógrado y opresivo para la mujer,
como es el caso. Puede que las batallas se ganen en el campo, pero las guerras se
ganan en libros y leyes que marquen el camino claro del progreso.
Sus palabras finales son: “Our society suffers from a sort of disorder in the relationship between men and women in general and there must be proper solutions. She described those who attack her campaign as people who cannot come up with solutions for these social ills within the scope of Islamic law, as her campaign calls for.”* Con esos argumentos, hay poco que decir porque siempre se parte de la superioridad de los islámico. Dudar de ello es pasar a ser sospechoso o algo peor. Mona es la cara amable, pero los que están detrás no lo son tanto.
Las opiniones vertidas no son una extravagancia. Son un bien tejido
conjunto de ideas que los islamistas y otros grupos salafistas difunden a
sabiendas de que dará argumentos y visibilidad a los que las quieren escuchar y seguir. La poligamia es legal en Egipto, pero otra cosa es hacer campaña favoreciéndolo, como ya hicieron los hermanos en época de Morsi. Se trata de evitar lo que más temen: la igualdad de derechos y la autonomía de
la mujer. Para ello responsabilizan a los cambios por los problemas actuales, cuando
estos no son más que el resultado de su resistencia al cambio. El patriarcado
se sigue defendiendo y tratando de hacer retroceder los progresos que tanto
cuestan.
Imaginamos a Mona Abu Shanab felizmente casada en multipropiedad y un feliz marido disfrutando de la paz interior mientras ella se vuelca en sus campañas.
*
"Egypt: 'Polygamy campaign' to combat social stigma attached to
women!" AlBawaba 06/07/2017 http://www.albawabaeg.com/93090
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