Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
transformación pudorosa del vestido de Michelle Obama en la entrega de los
premios de la Academia por parte de algún tembloroso artista del retoque
fotográfico, que con delicadeza habría seleccionado la textura a juego para
cubrir hombros y brazos, es un detalle más que añadir a la rocambolesca historia
de la manipulación de la que da cuenta la propia película. Es la
acumulación de una prueba más de lo inexistente.
Si
hablábamos en otro lugar [ver Licencias históricas, licencias poéticas] de la necesidad
de acumular "marcas de veracidad" para crear algo "veraz",
que es por su esencia y presencia "signo", la fotografía de Michelle
es una extraordinaria muestra de que la manipulación es la esencia de los
regímenes que pregonan la "verdad", en la medida en que una mayor
manifestación de ella requiere una mayor cantidad de discursos que la avalen. Siempre se domina en nombre de "la verdad".
Eso
que llamamos la "verdad" no es tanto "lo verdadero", sino
su traducción a discurso; la "verdad" es afirmación sobre algo. Y esa "verdad" se organiza formando series de discursos,
que se avalan y respaldan unos a otros, como garantes de que efectivamente todo es como se dice.
"Argo" es la película sobre una película que nunca existió, pero que
necesitaba de avales para que algunos creyeran en su existencia.
"Argo" es el "esto no es una pipa" en sentido inverso: «Esto es
'Argo'». El cuadro de Magritte es el equivalente al Teorema de Gödel para los
discursos de cualquier tipo.
La
fotografía manipulada puede ser titulada —y así debería ser— "Esta es Michelle Obama" en el mismo
sentido paradójico que el cuadro de Magritte. Donde el pintor quería dejar en evidencia los mecanismos de la representación, el discurso que pretende hacernos pasar por "realidad" lo que no es más que representación se muestra afirmativo.
La Michelle fotográfica es signo,
un elemento mediador que revela y oculta. Decía el filósofo contestatario Paul
Feyerabend en una obra recientemente recuperada al hablar de los mitos y las
representaciones: "[...] un retrato revela tanto los conocimientos y el
temperamento del pintor como el temperamento y el carácter de la persona
retratada" (91)*. La fotografía con la "tela ampliada" revela, en
este caso, la mano y la mente que la guía. Revela además que esa imagen se verá
en unas condiciones y, solo en ellas, por aquellos a quienes está destinada,
que también se reflejan en ese signo modificado. La imagen
se hace para ser vista e implica una regulación, unas condiciones prefijadas
para su recepción, su censura.
Se nos
muestra así su consideración de lo "perverso", representado por
"Michelle Obama" y también su consideración de lo "permisible", de
lo que puede ser visto por aquellos que son 'propiedad' responsable,
el pueblo iraní. La idea misma de un "guía supremo" implica precisamente una
constante y rígida regulación receptiva.
La fotografía,
además, es ilustración de esa "verdad" argumentada, sostenida sobre
las evidencias acumuladas. Si otra mujer, no Michelle Obama, hubiera presentado
el premio, probablemente no se habría mostrado su imagen; no aportaba nada. Sin
embargo, la necesidad de "retocar" la imagen de la mujer del
presidente de los Estados Unidos —su urgencia— viene determinada porque es la
"pieza", una especie de "bosón de Higgs", que complementa y
verifica la "verdad" formulada pendiente de comprobación empírica.
Con la foto todo queda "confirmado": Argo es una conspiración política contra el pueblo iraní; la presencia
de Michelle lo confirma.
Nos
dice el diario El País:
“Esta
película anti-iraní carece de valor artístico”, ha declarado el ministro de
Cultura y Orientación Islámica, Mohamed Hoseini, citado por la agencia oficial
IRNA. Según este responsable iraní, Argo “ha sido elegida para el principal
galardón gracias a una campaña generalizada de financiación y publicidad (…)
destinada a llamar la atención del mundo entero”.
Para la televisión iraní, la 85ª ceremonia de
los Oscar ha sido “la más política de todos los tiempos”. La información sobre
los premios acusó a Ben Affleck, el director y protagonista de Argo, de haberse
especializado en “la exageración” y le reprochó “sacar las cosas de quicio y
crear escenas falsas”.**
Todo
encaja. Por eso la pretensión de una Historia "objetiva", que pudiera
"satisfacer" a todos, es de una pasmosa ingenuidad que nos llevaría a
la paradoja de que la única objetividad posible del discurso histórico se
produciría si nadie lo "leyera". Es requisito, desgraciadamente, que "alguien"
la escriba y esa es su limitación, su maldición del origen. ¿Es la 'Historia' imposible?
Sí y no. Cualquier intento de comprensión queda limitado por la reducción de
complejidad que es su traducción "documental" (la Historia trabaja
con documentos y testimonios); el documento es siempre "parcial" en los dos
sentidos de la palabra: es solo una 'parte' de lo que ocurrió y ha sido
recogido, seleccionado, por una 'parte' con una intención determinada. Podemos pensar que la
función histórica es otra y que solo recientemente se ha planteado
críticamente su posibilidad. La Historia se hace para ser creída y aceptada. Puede no serlo y ser denunciada y rechazada. Por eso la Historia se reescribe; no solo por ser de naturaleza incompleta, sino porque cambian las condiciones de quienes la reciben. ¿Qué 'Historia' es posible? Aquella en la que hay acuerdo y mientras lo haya.
Un
ejemplo más. La iraní Azar Nafisi, la autora de la magnífica Leer Lolita en Teherán,
escribió en su obra biográfica Cosas que he callado*** (interesante título, por
cierto, para lo que estamos considerando aquí) una ejemplar "historia" relacionada con otra foto, esta vez con la estancia del
Shah en USA:
La Confederación de Estudiantes Iraníes preparó enormes manifestaciones
en Washington, D.C., para el 15 de noviembre de 1977, durante la visita de
estado del Shah a Estados Unidos. Bijan, que acababa de regresar de Francia,
viajó directamente a Washington y yo me reuní allí con él. Casi dos mil
estudiantes se congregaron cerca del jardín de la Casa Blanca, sus voces
ahogadas por nuestras consignas: Muerte al Shah; los agentes de la CIA, los
asesores de Estados Unidos fuera de Irán; Irán el próximo Vietnam; Estados
Unidos fuera de Irán.
Al día siguiente The Washington Post publicó la famosa fotografía del Shah y Carter
en el jardín de la Casa Blanca. Los gases lacrimógenos se habían extendido
hasta el jardín y el Shah, inclinando la cabeza con un pañuelo en los ojos
parecía estar llorando. (256-257)
La
teoría de la conspiración anti-iraní con Michelle Obama como cabeza visible prosperará,
claro; entrará a formar parte de la historia alternativa a la "corriente
principal". En Irán, por supuesto, es la "historia oficial" y
este incidente, como han señalado, ha servido para "hundir el prestigio de
Hollywood", interesante expresión viniendo del régimen iraní en el
prácticamente no se ven las películas norteamericanas, ya sea por escotes,
alcohol o ideas.
Quizá,
dentro de veinte o treinta años, aparecerá una historia
"desclasificada" que cuente cómo se montó toda la operación: cómo el 'lobby
judío' de Hollywood unió su fuerzas para conseguir los votos necesarios para
ganar el premio, cómo los guionistas infiltrados de la gala consiguieron
convencer a los productores de que era la Primera Dama quien debía dar el
premio, y cómo se reunieron en la Casa Blanca con los agentes de la CIA que
debían montar la operación con el consentimiento y supervisión en la fase final
del Presidente, etc.
Y quizá
Hollywood haga una película sobre ello: Esto no es Argo.
* Paul Feyerabend (2013) Filosofía natural. Debate, Barcelona.
** "Irán critica que Michelle Obama entregara el Oscar a ‘Argo’" El País 26/02/2013 http://elpais.com/elpais/2013/02/26/gente/1361897820_510923.html
*** Azar Nafisi (2009) "Cosas que he callado". Duomo, Barcelona.
* Paul Feyerabend (2013) Filosofía natural. Debate, Barcelona.
** "Irán critica que Michelle Obama entregara el Oscar a ‘Argo’" El País 26/02/2013 http://elpais.com/elpais/2013/02/26/gente/1361897820_510923.html
*** Azar Nafisi (2009) "Cosas que he callado". Duomo, Barcelona.
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