Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En el
reportaje del diario Al-Masry Al-Youm
dedicado a la aparición de medios en Egipto*, Fatemah Farag, periodista —fundadora de la edición inglesa del periódico citado— y
miembro, junto con otros profesionales y activistas, de la empresa Welad Elbalad Media Services, dedicada al
fomento de la comunicación a través de nuevas propuestas locales, explica: «There are so many stories to be told that are not told because of the
centralized method with which we produce news in Egypt»*.
Efectivamente, como señala Fatemah Farag, hay muchas
historias que contar. Los medios tienden a crear una "geografía
política" informativa en disonancia con la "geografía real" haciendo
que se centre la atención en lugares y sujetos en detrimento de la mayor parte
de la población. La relación entre poder político y mediático es compleja, pero
acaba por producirse una convergencia de intereses en la concentración temática
y en la reducción de la agenda informativa. La focalización de los medios termina
generando un perfil mediático de la política y un perfil político de los medios,
quienes contribuyen al fortalecimiento de la imagen de grupos y personas,
mandando al olvido al resto.
La periodista Fatemah Farag |
La relación entre lo conocido y lo desconocido se
polariza, quedan entre medias gigantescas bolsas de acontecimientos que no son
recogidas, que son ignoradas por los medios pero que tienen relevancia en otros
niveles de la vida social, relevancia para los ciudadanos. La consecuencia de
la espectacularización de la vida
social, política, artística, deportiva, etc. es la creación de un sistema
"estelar", de un star system,
que busca la mayor rentabilidad comunicativa. Las consecuencias de esto son
grandes en ambos niveles, políticos y comunicativos.
La primera consecuencia es la ocultación de grandes
zonas de la vida cotidiana, de todo aquello que queda perdido como consecuencia
de su falta de "gancho" para atraer a las audiencias. La única forma
de salir de este silencio y oscuridad es "lo anecdótico", categoría
en la que entra todo lo extravagante y circunstancial; son los sujetos o
momentos que nos llegan y desaparecen con la misma velocidad. Se trata de
llamar la atención. La reducción a la efímero es ya una forma política de lo
informativo.
La superposición de "ciudadanos" y "audiencias"
tiende a producir cierta confusión. Sin embargo, los mismos sujetos tienen
dimensiones distintas que pueden ser olvidadas unas en detrimento de otras.
Como "ciudadano" puedo tener una serie de carencias de las que no soy
consciente y, por tanto no demando. Esa suele ser la excusa habitual —la no
demanda— del desvío de la función ciudadana de los medios, su papel en la construcción democrática. El hecho de que yo
no sea consciente de tener un problema no resuelve en absoluto el problema,
incluso lo puede agravar. La buena y fluida información es salud democrática; su bloqueo y perversión, una dictadura o una mala democracia.
En el otro extremo, los focos se centran
permanentemente en los sujetos y acontecimientos, que muchas veces son fabricados
exclusivamente para mantener la atención en una sociedad mediática. El fenómeno
de la agrupación de medios y la rentabilización económica a través de la
convergencia —la información se convierte en "contenido" y circula
entre los diferentes medios con un efecto sinérgico— agrava la situación al
uniformar la comunicación y eliminar la diversidad real.
El interés por romper esa dinámica de abandono y
focalización concentrada tiene también un sentido político. No es casual que se
produzca ahora en Egipto, tras décadas de centralización de la vida política. La
revolución ha tenido mucho que ver. El deseo de tener voz y de poder tener esa
proximidad mediática ha generado muchas iniciativas. La empresa de Fatemah Farag
ya ha sacado a la calle semanarios en Alejandria, Dishna, Mansoura, Fayoum,
Nagaa Hammadi y Marsa Matrouh, otro próximamente en Beni Suef. La información se localiza.
No son los únicos. Surgen nuevos medios con jóvenes
al frente en diferentes ciudades. El cierre de los medios convencionales a las
nuevas generaciones —por problemas de dimensiones de las plantillas, entre otros— lleva a la
salida al espacio público de otros nuevos. Las nuevas tecnologías digitales permite competir con
muy pocos recursos y llegar a públicos que tienen otras demandas y a los que
moldean con sus nuevas propuestas más receptivas. Los jóvenes poseen el dominio
de unas tecnologías que les permiten poner en marcha medios locales, ya sean de
prensa o de radio. Pero el principio básico no es nuevo: hacer que la gente se
sienta recogida en los medios, que se ocupen de los que les ocurre.
La "crisis del periodismo" que algunos
teorizan es la crisis de un modelo basado en la información mercantilizada,
convertida en paquetes. La verdadera tarea del periodista o comunicador no es
"fabricar" mercancías que "atraigan", sino reelaborar, dar
forma a las inquietudes sociales, recuperando y articulando las voces dispersas;
canalizar las propuestas culturales que surgen y no imponerlas; ofrecer debates
y no fomentar el escándalo; ser críticos en nombre de los intereses comunes y
no partidistas asalariados. Las grandes empresas de comunicación, por diversos motivos, se han olvidado de ello.
Lo que ocurre en Egipto, entre el caos reinante,
es precisamente la lucha de la sociedad civil por articularse, por dotarse de
los instrumentos por los que puedan unirse sus voces para sacar a la luz y
resolver sus propios problemas e intereses. Uno de los entrevistados por Al-Masry Al-Youm, fundador de una emisora de radio, señala:
“After
the revolution, we wanted to make a radio [station] for underground music and
issues specific to Alexandria,” explains Ahmed Abdelghani, one of the founders
of Alexandria-based online radio site Radio Tram. “We felt that we needed our
own platform for our voices to be heard.”
[...] “People
want interaction,” he says. “They want to be part of the media. They want to
trust it. Our listeners like what we do. We present in a new way so they can
understand it differently.”
La
interacción de los medios se nos ha quedado, en muchas ocasiones, en foros malhablados y poco más. Ha sido la forma de entender la "interacción" por parte de algunos. La interacción de la que hablamos aquí, más allá del caso de la
emisora o de cualquier otro, es la que proviene de verse reflejados en los medios como realidad y
no como un telón de fondo de unas actuaciones lejanas en guiones escritos por
otros. Es la conexión real entre los afectados por los problemas y el reflejo mediático. La interacción es conexión desde el inicio y no parloteo al final. Es encontrar las historias sin contar.
El
fenómeno no es exclusivo de Egipto, pero es en los lugares en los que el
sistema político se ha tambaleado seriamente y han quedado en evidencia las
fisuras del entramado, donde se manifiesta con más claridad la naturaleza de
los problemas reales y su vertiente comunicativa.
Sí, como
señalaba Fatemah Farag, quedan muchas historias por contar, en
cada rincón, en cada calle de la más pequeña población. Allí donde hay alguien que se siente
escuchado, siempre habrá un lector.
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