lunes, 4 de marzo de 2013

La vaca, los funcionarios y las preguntas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Se pregunta Pablo Pardo, desde Washington, en el diario El mundo "¿cuántos funcionarios hacen falta matar una vaca?"* y señala que, en lo que respecta a los Estados Unidos —según The Washington Post— la respuestas es: «Uno, para certificar que a la vaca no se la sacrifica de manera cruel. Otro, para inspeccionar la carne del animal y comprobar que no tiene enfermedades o parásitos transmisibles al ser humano. Y un tercero para examinar los instrumentos que se han utilizado en el sacrificio y comprobar que cumplen las condiciones higiénicas.»* Hay que especificar que no son los funcionarios los que "matan la vaca", como señala erróneamente la pregunta.
No deja de ser curioso que a estas preguntas no sigan otras como, por ejemplo, "¿cuántos ejecutivos de Wall Street hacen falta para arruinar el sistema financiero?",  "¿cuántos empresarios pueden hundir el empleo?" o "¿cuántos políticos hacen falta para hundir la democracia?". Se me ocurren otras muchas preguntas sobre los problemas y el número de personas que hacen falta para crearlos y resolverlos, pero no vamos a centrarnos en nombres que estarán en la mente de casi todos.


Será mejor que nos centremos en las preguntas y las vacas que es el reto que nos proponen. La primera cuestión es por qué están los funcionarios allí. Pareciera que aparecen allí como una especie de buitres al olor de la muerte. Nada más equivocado. Los funcionarios están allí porque así lo indican las leyes que se ha dado el mismo pueblo que sacrifica animal y se lo comerá posteriormente. Lejos de esa manía tan norteamericana de pensar que los funcionarios del "gobierno" son parásitos y obstáculos para la libertad individual, ellos están allí para garantizar las normas que se hayan aprobado al respecto.
Efectivamente sería estupendo un mundo en el que no hicieran falta, porque eso sería señal de que la gente cumple las normativas. Pero, desgraciadamente, estamos en un mundo en el que algunas personas que habitualmente protestan porque existan controles les da por confundir las vacas con los caballos, hacen cosas raras con las verduras, y dan de comer a los animales parte de sus congéneres en los piensos. Los que hablan de los "funcionarios" de esa manera tan despectiva tienen en mente una especie de película de Robín Hood en la que unos soldados medio borrachos entran a llevarse el trigo, la cerveza y los jamones, apalean a los maridos y manosean a las mozas. Esos son los "funcionarios" de Juan Sin Tierra en la versión de Hollywood.


No digo ni niego que haya lugares en los que ser funcionario incluya ese tipo de acciones. Sin ir más lejos, el que nos muestra el diario El Mundo, metiéndose fajos de billetes en la entrepierna, lugar en el que tiene espacio suficiente, según parece, para albergar su retiro sin esperar la jubilación, que se le quedará en nada. Al igual que las cárceles pueden estar habitadas por presidentes de patronales, miembros gananciales de las monarquías, ministros, sindicalistas urbanizadores, ¿por qué no de funcionarios tramposos? Pues claro que sí.

La pregunta no es pues, ¿cuántos funcionarios hacen falta para matar una vaca? Las preguntas son cuántos hacen falta para evitar que los que no quieren demasiados funcionarios puedan campar a sus anchas dando gato por vaca.
La proliferación de delincuentes y mafiosos, blanqueadores de todas las nacionalidades y divisas, con los que nos hemos sembrado en este país procede precisamente de haber abandonado las administraciones su  verdadera función: estar al servicio del ciudadano, servirle de garantía de buen funcionamiento más que de obstáculo.
La administración se vuelve obstáculo y el funcionario estorbo cuando el crecimiento se produce donde no debe. La administración ha crecido por donde se nos dijo que no iba a crecer para hacer lo que también se había dicho que no iba a ocurrir. Ha crecido más por satisfacer el ego de las instituciones y sus dirigentes que por cumplir sus funciones. Hay partes innecesarias y otras, en cambio, brillan por su ausencia.

La burocracia crece como clientelismo colocador, en con el que los políticos presumen de "tamaño". La administración, en cambio, debe presumir de "eficacia", de tener los funcionarios suficientes para el cumplimiento de las tareas que tiene asignadas por la sociedad. Para eso son esenciales dos cosas: saber cuáles son los puntos débiles que deben ser vigilados y reforzados, y tener la preparación suficiente como para hacer frente a los problemas. Hacer crecer artificialmente la administración solo trae problemas y esta se convierte en obstáculo y no en remedio.
Muchos de los problemas que hoy tenemos encima de la mesa se debe al deterioro de los mecanismos de control que se deben realizar desde la administración. No se pueden realizar si no existen los funcionarios suficientes con la preparación adecuada y el respaldo necesario. El mayor foco de corrupción administrativa es la desmotivación, la falta de sentido. Los buenos funcionarios saben que son importantes, que su tarea es necesaria.
La pregunta no es cuántos funcionarios hay que tener cerca para matar una vaca, sino cuantos delincuentes van a intentar colar fraudulentamente alimentos y los funcionarios necesarios para prevenirlo y defender la salud pública. Donde nos preguntamos por la "vaca", podemos hacerlo por las fronteras, el sistema financiero, Hacienda, el sistema alimentario, educativo, sanitario, etc. Lo demás son anécdotas y chistes.


Dice Pablo Pardo en su artículo: «El problema es que demandamos protección jurídica para más y más cosas, lo que implica que los Estados crezcan y crezcan. Es un problema de solución difícil.» No se cuestiona —como si fuéramos un niño caprichoso— por qué demandamos más "protección jurídica". No es capricho. La demandamos porque, sencillamente, la necesitamos en un mundo en el que como no vigiles a las sardinas se te vuelven tiburones.

* "¿Cuántos funcionarios hacen falta para matar una vaca?" El Mundo 3/03/2013 http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/03/economia/1362292448.html
** "Un vídeo delata a un funcionario robando fajos de billetes que ocultaba en su entrepierna" El Mundo 3/03/2013 http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/02/alicante/1362253708.html




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