Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las recientes
palabras del Ministro del Interior sobre el espionaje de la
"intimidad" deberían engrosar la larga lista de ocurrencias de los
políticos. Hace apenas unos días, el ministro Fernández Díaz declaraba:
“Lo que conocemos vulgarmente como espionaje
no se puede hacer. No se puede violar la intimidad de nadie y eso debe quedar
garantizado; que ninguna agencia que quiera hacer actividades de detectives
pueda hacer ese tipo de trabajos. Eso debe quedar muy bien tipificado”*
Creo
que se debería exigir que las personas al frente de los ministerios tuvieran un
poco más de sentido de la realidad. Si el ministro del Interior lo fuera de
Economía, probablemente haría declaraciones diciendo que no se debe tolerar la
"doble contabilidad", que hay que ponerle remedio; si de Hacienda,
que defraudar está muy mal; si lo fuera de Educación podría decir que el Estado
debe garantizar que lo que se enseñe sea verdad, y cosas de este tenor.
En esta línea, sus declaraciones sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, cuyos argumentos no deben ser "confesionales", sino "racionales", como la "supervivencia de la especie", le han dejado solo en el gobierno, que se ha desmarcado de su peculiar interpretación de la razón. Lo cierto es que para él es un gran avance plantearlo en esos términos, porque le parecen más modernos que hacerlo sobre los "confesionales". Y eso es lo irritante.
Quizá
crea el señor ministro —y lo cree— que existe un matrimonio
"natural", confundiendo las cosas un poco, pues nada hay en la
naturaleza que sea así, con lanzamiento de arroz o sin él. Nada hay más
"artificial", cultural, que el matrimonio, una "institución" regulada
en cada sociedad con diferentes normas. Por escapar de los argumentos
"confesionales" y usar solo los "racionales", el Ministro
del Interior ha menospreciado a las parejas que adoptan, a las que no tienen
hijos porque no pueden tenerlos, incluso a los célibes, a los que también ha
declarado fuera de la "naturaleza", etc.. Eso sin contar a los ciudadanos
que se han emparejado por su cuenta, sin institución por medio. En su visión "racional",
los seres humanos vinieron al mundo con una "alianza" debajo del
brazo, con un permiso provisional para mantener relaciones sexuales hasta que
se encarrilara lo de la civilización y se regulara el matrimonio, años oscuros
de la evolución de los que es mejor no acordarse. Afortunadamente, ya pasaron. Y todo está muy claro.
En un
mundo sencillo, lo que está bien está bien y todo lo demás está mal. Y él sabe
lo que está bien. Eso no solo le pasa al ministro, claro. Es un defecto
frecuente. Hay que regular, pues, espías y matrimonios, para evitar que unos y
otros se salgan de los cauces honestos y naturales, que son claros, sencillos,
racionales. ¿Por qué la gente se empeña en hacer lo que no debe?
Sinceramente,
prefiero alguien que diga "estoy en contra de esto por motivos
confesionales", son los míos, es lo que creo, etc., a que se intenten
camuflar bajo la capa de la "racionalidad" o de la "naturalidad"
tratando de dejar a todo el mundo como idiotas. El problema del señor Ministro
es que debe discutir en foros donde todos piensan lo mismo y se aceptan sus
ideas con "naturalidad" y asentimiento general. La consecuencia suele
ser la pérdida de sentido de la realidad, además de la imposibilidad de
establecer diálogos reales e inteligentes, no en el sentido que el Ministro le
da, por supuesto.
Tiene el Presidente del Gobierno —y algunos de sus ministros, a quienes se lo ha pegado— la costumbre de utilizar, cuando les preguntan algo, la expresión "No le quepa la menor duda", frase que me parece contraria a la "razón" en cualquiera de sus variantes, de Descartes a Spinoza. Creo que lo saludable es que nos quepan todas las dudas que podamos albergar, porque es la vía más eficaz al diálogo. Con aquel al que no le caben ya dudas no merece la pena debatir; tiene su "realidad" ya cocida y con una banderita decorativa en lo alto, como edificio que ha llegado a la altura final y de ahí no pasa. El que tiene dudas —nada de avergonzarse por ello— pregunta, se informa, se abre, en suma. Ayatolas ya hay bastantes.
La
violación de la intimidad no es algo que solo competa a los espías. Puede hacerse desde muchas instancias, incluido un Ministerio.
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