Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La lingüista
norteamericana Deborah Tannen,
especialista en pragmática, dedicó
una de sus obras —¡Lo digo por tu bien!—
al uso del lenguaje en el ámbito familiar, a tratar de explicar cómo lo que
decimos y lo que queremos decir son cosas distintas, con interpretaciones
complicadas en ocasiones, porque deja de existir un contexto inocente. Todo lo
que se dice, se dice en un mundo en el que han ocurrido cosas antes y eso
condiciona y redirige nuestras interpretaciones. El espacio familiar es idóneo
para un estudio de este tipo pues no hay un entorno en el que los sujetos se
conozcan más, manejen más información de unos sobre los otros, que en las
familias. Para explicarlo recurrió a la distinción, establecida previamente por
Gregory Bateson, entre "mensajes" y "metamensajes".
Explicaba Tannen en su obra:
El mensaje
es el significado de las palabras y las frases que se pronuncian, lo que
podemos encontrar en los diccionarios y las gramáticas. Dos personas que
conversan se suelen poner de acuerdo acerca de cuál es el mensaje. El metamensaje es el sentido que no se dice
—al menos no en tantas palabras— pero que se nota en todos los aspectos del
contexto: el modo en que se dice, quién lo dice o el mismo hecho de que se
diga. (35)*
La familia es un marco adecuado para estudiar este nivel en el uso del lenguaje, de gran riqueza, pero no el único, evidentemente. Para que los metamensajes funcionen es necesario que exista un conocimiento previo. Sin ese conocimiento, el metamensaje no se capta o se malinterpreta perdiendo su eficacia comunicativa, produciendo incluso el malentendido.
Por
supuesto, tampoco esto es privativo de las palabras. Podemos comunicar de
muchas maneras. Eso es lo que ha hecho la concejala del PP del ayuntamiento de
Isla Cristina, en Huelva, Gema Isabel Gutiérrez, cuando se ha puesto a hacer labores
de "punto de cruz" durante el pleno. Se necesita cierta información
previa para poder entender el metamensaje de su gesto. Nos explica el diario El Mundo porqué lo ha hecho:
[...] ha querido de este modo mostrar su
rechazo a los comentarios machistas del secretario de Organización del PSOE de
Huelva y parlamentario andaluz, Jesús Fernández Ferrera, que este lunes, en una
valoración sobre los datos del paro, invitaba a la ministra de Empleo, Fátima
Báñez, a retirarse a hacer punto de cruz a su pueblo, San Juan del Puerto.**
Todos, creo, hemos entendido claramente el sentido de su gesto. Por encima de lo obvio —es decir, "lo que está delante de los ojos"— está lo interpretable, lo que podemos entender más allá de lo que vemos, de la misma forma que el metamensaje está por encima de lo que oímos cuando usamos mensaje verbales. A diferencia de los malos modos mostrados por Fernández Ferrera, la concejala ha optado por el "silencio", virtud femenina tradicional en la visión machista del mundo, y por el "acatamiento" inmediato a las órdenes del macho. Ha demostrado que es capaz de utilizar la ironía sin necesidad de mostrarse maleducada ni chillona. También el silencio es metamensaje; también significa frente a la voz grosera. Hay demasiada zafiedad suelta por nuestros campos políticos. Su irónico acto silencioso, tomándole la palabra, es elogiable, eficaz como denuncia y actitud elegante, lo contrario a Fernández Ferrera, que se ha descalificado solo.
Si a un
político inútil le decimos "váyase a su casa" lo entendemos de una
forma diferente a si le decimos lo mismo a una mujer. Los metamensajes son muy
diferentes, aunque los mensajes sean iguales. Y no es suspicacia, sino el
funcionamiento mismo del lenguaje.
La
inteligencia de la concejala Gema Isabel Gutiérrez ha sido dejar en evidencia
con su acto, tomándole la palabra literalmente, el machismo inherente a la
expresión utilizada contra la ministra, de quien podemos tener la opinión que
queramos respecto a su cargo y eficacia, pero que merece el respeto como
persona. En esto se ha dado en muchas ocasiones muestras de solidaridad
política entre las mujeres, que siempre han entendido que lo que se decía desde
el machismo contra una se decía contra todas.
No existe ideología más extendida y enraizada que el "machismo" patriarcal. Aflora en todos los rincones del espectro político al que convierte en condescendiente y paternalista, similar al que estudia Tannen en el ámbito de las relaciones familiares. El patriarcado es una forma pre ideológica, subyacente en las mentalidades antes que en las ideas, que son abstractas y elaboradas. La actitud patriarcal es difícil de erradicar o modificar porque está en lo más hondo, grabada a fuego. No se construye con ideas, sino con acciones, descalificaciones y levantamiento de muros. Todo, como dice el título de Deborah Tannen, "por tu bien" (en inglés, "I only say this because I love"). En ningún sitio dicen proteger más a las mujeres que en los regímenes patriarcales más retrógrados y medievales; nadie se "preocupa" más que ellos. Puede camuflarse, pero es difícil que no salga a través de comentarios, gestos o actitudes. El lenguaje es casi siempre revelador de las mentalidades de quienes lo usan.
El
gesto de la concejala de Isla Cristina es un buen recordatorio, hoy, Día de la
Mujer Trabajadora, de que más allá del "punto de cruz" y el encierro
en el hogar, hay muchas cosas que cambiar, incluidas la mentalidad de algunos
o, si no es posible, la boca.
*
Deborah Tannen (2001). ¡Lo digo por tu
bien! Paidós, Barcelona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.