Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Me
imagino que cuando Julian Assange extendió el plano de Londres y contempló las posibles
embajadas en las que podría refugiarse, se le pasaron muchas cosas por la
cabeza. La primera de ellas, el grado de compromiso que podía esperar del país
elegido. La segunda, el nivel del espectáculo que podía esperarse de la
manipulación de su caso por parte de los receptores. Todo el mundo cobra por el
servicio y Assange debió elegir cuidadosamente un país que no provocara
demasiado a Gran Bretaña y que le interesara adquirir el protagonismo
suficiente como para estar rodeado de micrófonos y cámaras una temporada. Ni un
país que se achante, ni un país que provoque. Y más que elegir un país, se
trataba de elegir un dirigente con afán de protagonismo, que disfrutara sin excesos con la
caja de lápices y la pared en blanco que le iba a poner en bandeja con su caso.
Assange es un jugador de ajedrez, un estratega inteligente que ha sabido
crearse su propia figura ante la opinión pública. Sabía que la elección tenía
que ser muy meditada. Y necesitaba información; no se puede tomar la decisión
adecuada sin información. Ir a ciegas es una locura. Él lo sabe mejor que
nadie.
En su ir
tanchado poco a poco de los nombres de la lista —excluida toda Europa, poco
seguras Asia y África—, solo le quedaban los tres o cuatro candidatos obvios en
América del Sur; países que se lleven lo bastante mal con Estados Unidos como
para acogerle, pero no lo suficiente mal como para provocarles. No eligió a
Rafael Correa en vano. ¿Acertó?
Seguro
que los que le asesoran en español —su abogado estrella es Baltasar Garzón—
conocedores de los gobiernos de la zona, pensaron que Correa era más
recomendable que algunos otros que podrían ser menos cautos y chafar el asunto
con Gran Bretaña, por conflictos ya abiertos —como Argentina, en contencioso
permanente con Reino Unido, en cuyo caso llovería sobre mojado— o con ganas de
abrirlos a la menor ocasión, como es el caso de Chávez, en Venezuela, al que le
hubiera encantado abrazar a Assange en la escalerilla de un avión en Caracas y
cantar con él boleros.
La
elección de Rafael Correa parecía la más adecuada: un país que no tiene grandes
intereses ni conflictos con Reino Unido, cuyo presidente desea el protagonismo
necesario para mantener su imagen ante su país como un adalid de los derechos
humanos —de los que le importan casi todos menos el de expresión, a la vista de
cómo tiene a la prensa allí— y, de paso, en el exterior.
Lo que
no podían esperarse Julian Assange y supongo que Baltasar Garzón es el
despropósito político jurídico en el que se basa la aceptación del asilo, una chapuza de
tal calibre que no resiste la lectura sin llegar a la mitad con una sonrisa.
Expresiones como "no es inverosímil que se le aplique un trato cruel y
degradante" (punto 6), "existen serios indicios de retaliación
[venganza] por parte del país o los países" (6), "existe la certeza
de las autoridades ecuatorianas de que es factible la extradición del señor
Assange a un tercer país" (punto 5), "al tenor de varias
declaraciones públicas y comunicaciones diplomáticas realizadas por
funcionarios de Gran Bretaña, Suecia y Estados Unidos de América, se infiere
que dichos gobiernos no respetarían las convenciones y tratados internacionales"
(punto 10)... Un exceso jurídico y
diplomático en toda regla.
Pero lo
que supone un sarcasmo auténtico son los primeros puntos en los que se realiza
una alabanza de Julian Assange como defensor de la libertad de expresión a
cargo de uno de los políticos mundiales más denunciados por atacar a la prensa
y por reducir los periódicos que le critican a través de la presión de la justicia:
" Julian Assange es un profesional de la comunicación galardonado
internacionalmente por su lucha a favor de la libertad de expresión, la
libertad de prensa y de los derechos humanos en general ". Puede que lo
sea, sin duda. Pero quien no lo es, desde luego, es Rafael Correa, el hombre al
que le gusta romper periódicos públicamente en sus mítines. Espero que a Julian Assange no se le ocurra nunca revelar documentos secretos de Ecuador, por la cuenta que le trae.
En
mayo, en el Día Internacional de la Libertad de Prensa, la ONG ecuatoriana
Fundamedios denunciaba 156 agresiones a la libertad de expresión en 2011 y 53
en 2012. Ecuador, decían "es el país donde más aceleradamente
se están deteriorando las condiciones para ejercer la libertad de
expresión"*, según recogió el diario La
Prensa de Nicaragua. Es demasiado lavado de imagen, desde luego. Puede que
quien informó a Assange sobre dónde pedir asilo, no sepa muy bien dónde le
mandó. O sí.
Se
concluye el escrito justificatorio con la aplicación al caso de todos los
tratados habidos y por haber al respecto:
Todas estas modalidades de asilo y de
protección internacional están justificadas por la necesidad de proteger a esta
persona de una eventual persecución política, o de una posible imputación de
delitos políticos y/o delitos conexos a estos últimos, lo cual, a juicio del
Ecuador, no solamente pondría en peligro al señor Assange, sino que además
representaría una grave injusticia cometida en su contra.*
Esperemos
que los asesores de Assange hayan elegido bien. Debería recordarse el papel que
Gran Bretaña —y Baltasar Garzón— jugó en la detención y retención de Augusto
Pinochet en Londres y que permitió el despegue de la hasta el momento tutelada democracia chilena. Entonces
Reino Unido era la democracia para Garzón y Chile, con su senador Pinochet, la
dictadura. El escrito del gobierno ecuatoriano convierte en dictaduras de las que huir a Estados
Unidos, Gran Bretaña, Suecia y, con ellos por extensión, la Unión Europea al
completo.
Cameron
es muy suyo y ha amenazado con invadir la sede diplomática. A David Cameron,
por decirlo así, le va la marcha. Ya
lo ha demostrado. En plena forma tras el entrenamiento olímpico, un reto de
este tipo puede motivarle más de la cuenta. Un choque Cameron-Correa puede ser
demasiado para la diplomacia, el derecho y el sentido común. Si Cameron entra
al trapo e invade la embajada, está invalidando el asilo internacional para
muchos otros casos en los que los perseguidos sí se juegan realmente la vida y
no caen, como ahora, en las "terribles y corruptas garras" de los jueces
suecos.
Desconozco
si las acusadoras de Julian Assange mienten o no. Que no quiera ser juzgado por
las filtraciones en Estados Unidos, lo puede entender cualquiera. Que no quiera
ser juzgado en Suecia, es mucho más dudoso. Y que no quiera ser juzgado, a
secas, sospechoso, aunque humano. Ponerse a dudar del sistema sueco de justicia
es un despropósito absoluto. Y que lo haga un Rafael Correa, por escrito, más
todavía. Suecia es un país absolutamente democrático, independiente y soberano,
un estado de derecho, que ha acogido y acoge miles de perseguidos políticos
cada año de todos los países, entre ellos una gran cantidad de latinoamericanos,
incluidos los que ahora les ofenden. Insultarlos no tiene sentido y es lo que han
hecho.
Acusar
a la fiscalía, al sistema judicial sueco en su conjunto, de conspiraciones
contra Julian Assange es dejarse llevar por la paranoia y la demagogia y, lo
peor de todo, arrastrar a un país como Ecuador —que no se lo merece— al
ridículo y a un conflicto del que no va a sacar absolutamente nada más que las
ovaciones y aplausos de algunos países de la zona, que se jalean entre ellos, pero
que respiran tranquilos porque no les ha
caído el muerto del asilo de Assange en sus embajadas.
Un
repaso por la prensa ecuatoriana nos muestra que, una vez más, Correa ha
conseguido dividir a sus ciudadanos entre los que opinan que ya tienen
bastantes problemas como para que su presidente les meta en otros que ni les
van ni les vienen, que solo tendrán consecuencias negativas, mientras que otros
sacan pecho desafiando a las grandes potencias. La mención del anti-USA, del
colonialismo, etc. es siempre una baza segura. Ahora toca ser anti suecos.
El caso
corre el riesgo de convertirse en un spin
off del serial WikiLeaks, con Rafael Correa como protagonista, robándole las
escenas a Assange, y los cameos de
algunos dirigentes en los capítulos sucesivos. Por ahora, el "piloto"
no está mal. Veremos cómo van las audiencias y cuántas temporadas dura.
* "ONG denuncia 156 agresiones contra la
prensa de Ecuador durante 2011" La Prensa (Nicaragua) 3/05/2012
http://www.laprensa.com.ni/2012/05/03/planeta/100203/imprimir
** http://www.elcomercio.com/politica/Declaracion-Gobierno-Republica-Ecuador-Assange_ECMFIL20120816_0001.pdf
Anexo: Los once puntos de la declaración oficial de
Ecuador para conceder el asilo de Julian Assange.
1. Que Julian Assange es un profesional de la
comunicación galardonado internacionalmente por su lucha a favor de la libertad
de expresión, la libertad de prensa y de los derechos humanos en general;
2. Que el señor Assange compartió con el
público global información documental privilegiada que fue generada por
diversas fuentes, y que afectó a funcionarios, países y organizaciones;
3. Que existen serios indicios de retaliación
por parte del país o los países que produjeron la información divulgada por el
señor Assange, represalia que puede poner en riesgo su seguridad, integridad, e
incluso su vida;
4. Que, a pesar de las gestiones diplomáticas
realizadas por el Estado ecuatoriano, los países de los cuales se han requerido
garantías suficientes para proteger la seguridad y la vida del señor Assange,
se han negado a facilitarlas;
5. Que, existe la certeza de las autoridades
ecuatorianas de que es factible la extradición del señor Assange a un tercer
país fuera de la Unión Europea sin las debidas garantías para su seguridad e
integridad personal;
6. Que la evidencia jurídica muestra
claramente que, de darse una extradición a los Estados Unidos de América, el
señor Assange no tendría un juicio justo, podría ser juzgado por tribunales
especiales o militares, y no es inverosímil que se le aplique un trato cruel y
degradante, y se le condene a cadena perpetua o a la pena capital, con lo cual
no serían respetados sus derechos humanos;
7. Que, si bien el señor Assange
debe responder por la investigación abierta en Suecia, el Ecuador está
consciente que la fiscalía sueca ha tenido una actitud contradictoria que
impidió al señor Assange el total ejercicio del legítimo derecho a la defensa;
8. Que el Ecuador está convencido de que se
han menoscabado los derechos procesales del señor Assange durante dicha
investigación;
9. Que el Ecuador ha constatado que el señor
Assange se encuentra sin la debida protección y auxilio que debía recibir de
parte del Estado del cual es ciudadano;
10. Que, al tenor de varias declaraciones
públicas y comunicaciones diplomáticas realizadas por funcionarios de Gran
Bretaña, Suecia y Estados Unidos de América, se infiere que dichos gobiernos no
respetarían las convenciones y tratados internacionales, y darían prioridad a
leyes internas de jerarquía secundaria, contraviniendo normas expresas de
aplicación universal; y,
11. Que, si el señor Assange es reducido a
prisión preventiva en Suecia (tal y como es costumbre en este país), se
iniciaría una cadena de sucesos que impediría que se tomen medidas de
protección ulterior para evitar la posible extradición a un tercer país.
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