Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Más
allá de la Revolución, los cambios que la sociedad egipcia experimenta van en
un sentido claro: el que marca su juventud. Lejos de cualquier tópico, la
revolución no es solo un cambio político, sino un cambio de vida. El impulso
que llevó a muchos a la revolución no fue solo cambiar el poder, sino cambiar
Egipto. Es este aspecto importante el que marca la distancia de unos
revolucionarios con otros. Se quitó a Mubarak; ahora se trata cambiar la
sociedad en sus aspectos más negativos. Y son muchos jóvenes los que tienen esa conciencias del Egipto que no les gusta y no quieren.
Uno de
los problemas más graves con los que se enfrenta Egipto —lo hemos tratadado varias veces aquí— es el acoso sexual.
Como problema, el acoso de disfraza de "costumbre" y se ignora
diciendo que hay cosas más importantes de las que ocuparse. Pero el acoso no es
un problema en una lista de prioridades. Es una prioridad absoluta porque no es
un problema que implique un "cuándo", sino un "cómo".
El
acoso sexual es la parte visible de una forma de entender el mundo, de una
mentalidad social excluyente y agresiva hacia la mujer. Cuando forma parte de la
costumbre, revela una connivencia social que es incompatible con la libertad de
las personas, que se ven afectadas por ella. Cuando el acoso es costumbre significa que es regla social
y, entonces, la sociedad debe cambiar, reconociéndolo como problema y poniendo
todos los medios para resolverlo.
Una
parte de la juventud egipcia está decida a que esto cambie, a que Egipto no tenga
como seña de identidad el acoso. No se trata de una cuestión de
"imagen"; se trata de la propia autoestima social, de la dignidad de
las personas y de su violación permanente por los acosadores y los que los
defiende de forma activa o pasiva. Las declaraciones de una diputada de la
Hermandad diciendo que el acoso era culpa de las mujeres son de un medievalismo
tan extremo que asusta saber que la representación femenina —cinco diputadas—
estuviera en esas manos.
La
fiesta que marca el final del mes de Ramadán se celebra hoy, sábado; es el Eid
al-Fitr. Tradicionalmente se convierte en un fiesta del acoso sexual porque la gente
sale a la calle a hacer vida social y hay mucho movimiento en las calles y el
metro. Es también, desgraciadamente, la fiesta del acoso.
Esa
parte de la juventud egipcia siente que hay que ir más allá de la queja ha
hecho una convocatoria pública reclamando voluntarios para organizar patrullas
en el metro y enfrentarse a los acosadores y denunciarlos. Ayer se reunían los
voluntarios para dar instrucciones sobre cómo actuar en los casos que pudieran
darse en las estaciones de metro que piensan cubrir. Colaborarán con las
autoridades y con los servicios de vigilancia para lograr que el final del
Ramadán sea la fiesta que debe ser y la alegría no se vea perturbada por los
actos vergonzosos de acoso callejero.
La
iniciativa de los jóvenes ha partido del Movimiento
Huella (Imprint Movement) [http://www.facebook.com/Imprint.Movement.eg],
un grupo cuyo objetivo es combatir y erradicar todas esas malas costumbres que
convierten la "normalidad" en un horror para los que son incapaces de
vivirla y renunciar a su dignidad y libertad. Hay veces en que lo espectacular
y dramático de las revoluciones se tiene que traducir en acontecimientos
cotidianos que permitan sentir que algo ha cambiado a mejor.
La película sobre el acoso "Cairo 678" |
El caos y la
inseguridad que siguió a la revolución tras el vacío de poder y autoridad ha
servido a muchos de amparo para seguir con sus violaciones sistemáticas de la
dignidad de las mujeres. Su papel activo en la revolución no era meramente
político, sino un deseo manifiesto de que esa presión social sobre las mujeres
desapareciera. El futuro de Egipto —como el de los demás países árabes— pasa
por el reconocimiento del valor de la mujer, no un valor tópico y retórico de
la "jaula de oro" o la segregación (como acaba de hacer Arabia Saudí,
creando una "ciudad laboral" solo para mujeres), sino respetando sus
derechos y libertad de acción, expresión y decisión. Mientras se la vea de
forma paternalista, no habrá revolución real. Y el paternalismo incluye tanto
el proteccionismo excesivo como el acoso, que son las dos caras de una misma
moneda. El mayor potencial, la mejor reserva de entusiasmo e inteligencia está
en sus mujeres. Cuanto antes se den cuenta, mejor para todos.
La página para la inscripción de voluntarios |
Mientras escribimos esto, en El Cairo esas decenas de jóvenes están tratando de ayudar a los miles de mujeres que hoy se desplazarán usando el transporte público para compartir su alegría con familia y amigos. Tienen desde aquí toda nuestra simpatía y apoyo.
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