Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
tensiones —de las que hablamos ya hace meses— por la batalla de la Prensa en
Egipto no decaen. Por el contrario, se incrementan cuando arrecian las críticas
por la polarización que se produce entre una clase política que busca la
adhesión y los que reaccionan a la defensiva ante los ataques directos, las
amenazas a los medios privados o las maniobras administrativas para el control
de la prensa estatal. La cuestión está presente en toda la prensa, que se juega
su futuro con los nuevos marcos legales que se debaten.
Con el título de "A battle for freedom", Al-Ahram
Weekly escribe:
In March the Muslim Brotherhood's Supreme Guide Mohamed Badie attacked
journalists, comparing them to the "Pharaoh's magicians" who
"gathered to bewitch people and turn them away from the true faith".
Salah Eissa, secretary-general of the Supreme Press Council, a
semi-governmental body, says it is now clear the Muslim Brotherhood is seeking
to co-opt the independent press and impose its supporters on state-owned
newspapers.
Mohamed Badie, Guía Supremo |
He warned that the renaissance of the
Mubarak-era's policy towards the press would backfire and turn public opinion
against the FJP. The Muslim Brotherhood, he added, had promised to foster
democracy in Egypt if they were elected yet within less than eight weeks they
have prosecuted two journalists and closed a TV channel.*
La comparación de Mohamed Badie, Guía Supremo de la
Hermandad, de los periodistas con los magos del Faraón revela una visión
estrecha, visionaria y maniquea del papel de la prensa. La idea de que los
periodistas o los medios hechizan al pueblo y lo apartan de la "verdadera
fe" es perversa en sí misma y no es la mejor base para la construcción de
una democracia en Egipto.
Lo primero porque en cuestiones de información no existe una
"verdadera fe". La falacia de convertir las acciones políticas en
parte de planes divinos, inapelables,
no es más que una forma burda, esta vez sí, de hechicería política. La
acción política no es nunca destino, sino responsabilidad; no es sumisión a
ningún plan, sino elección responsable; la política es siempre terrenal. La pretensión de que los que no están
de acuerdo con los fines, los medios o las consecuencias de las acciones son
hechiceros no es democrática en absoluto.
El resultado es la batalla actual por la libertad de prensa
o, si se prefiere de forma más realista, por la limitación y control de los
medios. En Egipto, a los ojos de cualquier autoridad, parece que no "se critica", sino que "se conspira". No sé si alguien ha comenzado y dirige una campaña deliberada y maliciosa contra la Hermandad Musulmana, pero
sí parece que ella la hace contra sí misma al manifestarse de esa forma. En el diario Al-Masry Al-Youm
escriben:
More than a month ago, the Muslim Brotherhood’s mouthpiece newspaper
coined two dichotomous categories of media.
One was “the black media,” or local TV channels and newspapers that
strive “to reproduce the old regime” and “spread lies” about newly elected
Islamists. The other, “the white media,” strives to “pursue the goals of the
revolution” and endorse the Muslim Brotherhood’s Renaissance Project.
Under each category is a list of TV hosts and
newspapers. For many observers, this categorization was instead based on
whether particular media outlets show support or hostility to the nation’s most
influential civilian political force. The discourse has alarmed advocates of
freedom of expression, and underscored the potential of a crackdown on critics
of Islamists.**
Desde que comenzó a reunirse la asamblea nacional, que la
SCAF disolvió posteriormente, una de sus preocupaciones constantes,
manifestadas por los propios diputados —islamistas en un setenta por ciento—,
era el control mediático, incluida, por ejemplo, dejar de transmitir las sesiones
parlamentarias para no "deteriorar" su imagen. Es difícil aceptar el
juego político democrático, que incluye la información crítica, si no se cree
en la libertad de expresión. Y esto es lo que es incompatible con la idea de
esa metafórica (más o menos) de la "verdadera fe". Por supuesto, la
verdadera fe ya tiene adjudicatario, administrador y juez desde el principio de
los tiempos. Cualquier cambio del estado de la opinión será siempre el
resultado del engaño y la manipulación y no de los errores propios o de la
simple libertad de cambiar de pensamiento. Con planteamientos así —ya sea de
forma explícita o tácita—, no es posible el desarrollo hacia una democracia,
como muchos egipcios quieren.
Las dictaduras —entre otras muchas cosas— son escuelas de
malos hábitos de los que cuesta desprenderse con la llegada de la democracia. Tanto el poder como la oposición se acostumbran a una lucha
deformante que, en este caso, se ve agravada por su visión integrista de la
política. Ellos no tienen un programa; tienen una misión.
Si los magos del Faraón eran los periodistas; el Faraón no
puede ser otro más que Mubarak y el antiguo régimen en su conjunto. La
Hermandad sigue dividiendo el mundo en dos, cuando debe —esa es su
responsabilidad política— alejar al pueblo egipcio y a sus instituciones de las
posiciones maximalistas que la dictadura de Mubarak creó para perpetuarse en el
poder, también un mundo maniqueo. Los "medios negros" son los
portavoces del mal. La manifestaciones recientes, rodeando medios críticos con
la Hermandad o el Gobierno para impedir las emisiones, son el resultado de esa
política de señalamiento y asignación de papeles de villanos en la vida
política e informativa egipcia.
La paradoja de que se estén usando las leyes dictatoriales
para aplicárselas a personas que ejercen la crítica en la nueva historia de
Egipto es un ejemplo más de esa especie de "segundo tiempo de la dictadura",
que solo implica el cambio de campo para continuar el juego en su dinámica de
exclusión.
En 2008 era la Hermandad Musulmana la que reclamaba en su web Libertad de Prensa |
Si cada vez que se critica a la Hermandad o a sus líderes se
van a invocar los fantasmas de Mubarak y se transformará a los críticos en
agentes de la dictadura o de potencias internacionales, empeñados todos en
hundir a Egipto, la democracia va a funcionar muy mal hasta que deje,
finalmente, de ser una democracia.
Un punto esencial de la democracia es la libertad de prensa.
Implica la posibilidad de la crítica y no una propaganda repartida entre medios
afines y reconquistados. Pensando en términos de "verdadera fe", de
"black media", "hechiceros", etc., no se va a avanzar mucho
y, por el contrario, se puede perder lo ganado.
* "A
battle for freedom" Al-Ahram Weekly
16-22/08/2012 http://weekly.ahram.org.eg/2012/1111/eg10.htm
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