Joaquín Mª
Aguirre (UCM)
El
diario ABC presenta hoy dos textos complementarios en muchas cosas, la carta
que los ingenieros españoles han enviado al ministro y la entrevista al
presidente de los empresarios españoles, Juan Rossell. Creo que ambas
manifestaciones tienen interés por lo que aportan en cada caso como percepción
de las necesidades y también de las diferencias entre ellas en la valoración de
causas y soluciones.
La
visión de los ingenieros respecto a la de los empresarios es diferente porque
son los segundos los que deberían dar cancha a los primeros. Cuando unos y
otros emigran, lo hacen a distintos sitios y con cosas muy distintas en la
maleta y en sus cabezas.
Los
ingenieros critican sobre todo el modelo de desarrollo español, del que es en
buena medida responsable el sector empresarial que ha apostado por un modelo
diferente en estos años. Los políticos, por otro lado, han escuchado poco a los
ingenieros y suelen reunirse con los empresarios, como ha hecho el Rey ayer
para analizar la crisis económica y mandar una señal de que se está haciendo
algo más que la gresca autonómica cantonal con la que nuestros políticos
demuestran una vez más que les falta altura histórica y sensibilidad social
para los problemas reales. Las chicharras cantan a la hora de más calor.
Los ingenieros son muy claros y rotundos. Comienzan con algo que nos hemos aburrido de repetir aquí, pero que es necesario hacer de nuevo:
España no puede seguir viviendo solo del
turismo. «Un país necesita industria», recuerda Mario Armero vicepresidente de
(Anfac) Asociación de automóviles de España), la principal bandera del sector
industrial de nuestro país con un 10% del PIB en sus manos. Sin embargo, el
Estado se ha resistido a aprenderse la moraleja durante los años de bonanza y
ahora se la encuentra de frente: España necesita producir.*
"Trabajar"
y "producir", aunque popularmente puedan parecer lo mismo no lo son.
Existe un problema del "desempleo" y otro del "empleo". Los
ingenieros ponen el dedo en la diferencia y reclaman un modelo productivo
distinto que genere un empleo también distinto: «La industria es el principal
soporte de nuestras exportaciones, y el empleo que genera es de mayor calidad
que el de los otros sectores»*. La calidad del empleo no solo se debe medir por
la cuantía de los sueldos y por su duración, sino por el resultado productivo
en el conjunto de la economía nacional. Ese es el gran debate ausente:
Los ingenieros españoles temen que la
compleja situación económica de nuestro país haya desplazado a un segundo
término «el importante debate sobre el modelo productivo deseable para la
sociedad española» y así se lo han hecho saber al ministerio de Industria en la
carta que le han enviado.*
Ese,
efectivamente, debería ser el tema puesto permanentemente encima de la mesa.
Sin embargo, no aparece en ningún momento en el centro de la discusión, como
bien temen los ingenieros. Más bien no hay discusión alguna, solo
enfrentamiento. Cero en diálogo.
La ausencia de un modelo productivo —nacional, autonómico, local— significa abandonar a sus propias fuerzas el crecimiento, algo que en la teoría (neoliberal) es muy bonito, pero que en la realidad ha supuesto el desarrollo de un modelo mediocre de crecimiento, basado en el maridaje de ladrillo y turismo, con comercio alrededor, la creación artificial de demanda de construcción y bienes con el consiguiente endeudamiento familiar, y el estallido final de una burbuja que ha arrastrado todo nuestro sistema financiero. Ha sido un crecimiento endeudado y especulativo, un ilusionismo económico del que solo es posible recuperarse mediante el cambio de modelo productivo que cree un crecimiento estable y real.
La desesperación de los ingenieros es que sabiendo su potencial, su capacidad de trabajo, se ven, ante la ceguera institucional y empresarial, obligados a emigrar a lugares que se aprovechen de ello. El mal es doble porque no solo se da a otros la posibilidad barata (nosotros asumimos el gasto de formación) de competir con nosotros con nuestros propios ingenieros desde Alemania, Francia o China, sino que perdemos la capacidad de hacerlo algún día.
Y es
aquí donde entran en conflicto con los empresarios, al menos con los que han
creado el modelo actual basado en la construcción, el turismo, los viajes, el
comercio de importación, etc., es decir, todos aquellos sectores en los que no
hacen falta ingenieros porque no se produce. Los ingenieros distinguen —y hace
bien— dentro del empresariado:
La carta hace especial hincapié en la
necesidad de apostar por el I+D (en volumen de inversión, pero sobre todo en
resultados), ya que «los sectores industriales más intensivos en tecnología
están sensiblemente menos desarrollados que en otros países en niveles
parecidos de renta». Un problema que no responde a su cantidad, sino a su
calidad: «Nuestros empresarios de los sectores intensivos en tecnología son
buenos, muy buenos: lo que ocurre es que son pocos». Por eso es necesario dar
alas a los jóvenes que quieran emprender en el negocio de la ingeniería. Por
ejemplo «hacen falta mecanismos para estimular los «spin offs» (centros
empresariales en universidades o centros de investigación).*
Pocos y
bastante abandonados. Y es esencial que estos sectores punteros se desarrollen
para absorber nuestra desmoralizada y desperdiciada juventud, víctima principal
de esta creación pobre de empleo, poco y de mala calidad, tanto en producción
como en sueldo.
La
ceguera política ha tenido como lazarillos a otro tipo de empresarios, a los
que les ha interesado que les allanaran el camino a sus sectores especulativos.
Lo que los ingenieros piden es necesario y urgente: crear un sector productivo
puntero, competitivo, exportador. Potencial se tiene, pero no es precisamente
el sector que se ha apoyado. Hay que conectar la investigación con la
ingeniería, pero para eso hace falta tener buenos empresarios.
Cuando
leemos la entrevista con Juan Rossell, el presidente de la CEOE, nos
encontramos con coincidencias y divergencias. Rossell tiene una visión política
que nos debería sonar por repetida:
-¿Cómo ha llegado España a esta situación?
-En este siglo España ha sido el país que más
empleo ha creado en Europa, aunque desde el tercer trimestre de 2008 estemos en
una catástrofe de PIB y destrucción de empleo y esa tendencia no sepamos
pararla. No nos dimos cuenta de la enfermedad a tiempo y hemos sido los más
lentos del mundo en tomar medidas contundentes. Entre 2007 y 2009 la diferencia
entre gastos y [sic] ingresos respecto al PIB cayó 13 puntos y de superávit se
pasó a déficit. Los que llevaban el mando no se pusieron en guardia; con
crecimientos brutales de ingresos hubo mucho despilfarro local, estatal y
autonómico. A ello se unió una burbuja crediticia, había dinero para todo y
barato. El sector privado se endeudó muchísimo y la deuda pública evolucionará
hasta el 80% del PIB a final de este año. Aunque, hay que decirlo, es aún
inferior a la de Alemania.**
Este análisis resumido es la versión estándar de nuestra situación, la versión oficial de la "enfermedad". Se repite una y otra vez sin entrar en el problema ni explicar porqué se produce esa caída en picado ni porqué, como dice el propio Rossell, "no sabemos pararla". Sin embargo, la respuesta está implícita en sus palabras: ha sido el endeudamiento —el despilfarro— el que ha actuado como motor del crecimiento. Por eso el parón es absoluto cuando se cierran las puertas por las que salía el dinero, bancos y administración. Es una crisis paralela a la norteamericana —deuda pública más endeudamiento privado por la construcción y el consumo, pérdida de industria— solo que sin haber logrado desarrollar una capacidad productiva como la de los Estados Unidos. Copiamos los defectos, no las virtudes. USA tiene el dólar, que controla y con él a sus deudores, como China; nosotros tenemos el euro, que controla Alemania, y tenemos deudores a los que tampoco controlamos.
Por
contra a lo que opine Rossell, ningún país que tenga una economía sólida se
viene abajo de la forma que lo ha hecho la nuestra y eso solo es posible porque
su "motor" está trucado y se ha fundido. Ese dato repetido de la
creación de empleo no es más que un mecanismo propagandístico de un modelo
obsoleto e impúdico que ha ido viciando todo nuestro sistema, por mucho que
luciera su oropel.
No deja de ser curioso que la mayor parte de la opiniones de nuestros empresarios sobre cómo salir de la crisis se centren en la reforma de la administración y no en la reforma del empresariado, que es donde debrían aportar ideas que, sin embargo, brillan por su ausencia. Mucha crítica pero poca autocrítica. Tras
entrar salomónicamente en la polémica política sobre quién es más
despilfarrador, si las autonomías o la administración central, a Rossell la
hacen la pregunta clave:
- ¿El secreto para España, como Alemania,
está en exportar?
-Si Europa no exporta no tiene futuro, como
España. Y aquí nuestro país sí tiene datos positivos, 120.000 empresas
españolas exportan por todo el mundo. En mayo las exportaciones crecieron un
6,2%, un 2% entre enero y mayo. Con la ventaja de que está cayendo el euro
respecto al dólar a nivel mundial. Exportar es la clave para salir de la
crisis.**
Pues
entonces, estimado señor Rossell, si usted, que es ingeniero, sabe que es la
única receta posible y la única deseable —aunque a una parte de la CEOE y de
los políticos le gusten más otras opciones— es la exportación de lo que se
produce, reclamen al gobierno un modelo de crecimiento productivo acorde con
las necesidades y posibilidades de la sociedad española, un país habitado y
habitable, no solo un país "visitable" por los extranjeros y
"abandonable" por los nacionales, un país que se conozca por nuestros
productos industriales y agrícolas.
Menos "marca
España" y más "made in Spain".
*
"Los ingenieros al gobierno: España necesita producir" ABC
30/08/2012
http://www.abc.es/20120830/economia/abci-ingenieros-recuerdan-gobierno-industria-201208291630.html
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