Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Se ha
desatado el problema previsible de la comida en el "cole" como
consecuencia de la crisis. Cuando éramos ricos, los problemas tenían fácil
solución: se pagaba la factura y santas pascuas. Lo tomas o lo dejas. Es muy
cómodo para todos: padres, profesores, colegio. Como tantas otras cosas, lo que
es una necesidad, comer, se complica y se genera un "sector"
alrededor que tiene sus propios intereses, como es lógico.
La
salida de la Generalitat catalana de querer cobrar el cincuenta por ciento del
coste de la comida en concepto de "gastos de nevera", limpieza y
monitores es una muestra más de la conjunción de intereses. Han hecho su aparición
legiones de expertos que dicen lo negativo* que es que los niños lleven a los
colegios los alimentos preparados desde su casa. La opiniones expertas pueden
ir por donde quieran, pero el hecho incontrovertible es que muchas
familias no tienen el dinero suficiente para pagar los comedores y alimentos
del colegio. Es sencillo de entender. Durante décadas los niños iban al colegio
con su cesta (sí, cesta) de comida. No se había inventado ni el
"tupper". Cada uno llevaba su plato y sus cubiertos, su vaso,
servilleta y la comida, con fruta incluida. Todo esto era en blanco y negro.
Los expertos estaban en otros países y todo el mundo tenía un primo en
Alemania.
Salir diciendo que va a haber más obesidad infantil porque traigan la comida preparada de casa, dada la falta de "especialización" en nutrición o, simplemente, culinaria porque los inútiles adultos no son capaces de ir más allá de un bocadillo, es de una simpleza asombrosa, incluso para un experto. No lo es menos que no van a poder comer "comida caliente" ni legumbres, que tan bien les vienen. Según los expertos se van a producir "atascos" en los comedores porque todos querrán comer a la vez y calentar lo que lleven. Interesante observación. En fin, que casi no merece la pena tener crisis solo por los conflictos escolares desencadenados. Habrá que pedir unos cuantos millones de euros para el rescate de los comedores escolares.
Lo de
la comida caliente se soluciona pasando por cualquier ferretería en la que les
venderán, por una precio relativamente módico y pronto amortizable, un invento
muy antiguo, muy antiguo, que se llama "termo" y que sirve para
llevar las comidas y mantenerlas aisladas de la temperatura ambiente. Lo de la "obesidad"
que atascará la España del futuro ya se ha producido con las comidas actuales, incluidas
las de los coles, que entran y salen por
los mismos sitios que las otras, por lo que se soluciona organizado más
actividades físicas en el patio cuando toque. Pero hacer que los niños jueguen
también se factura aparte, como "actividad extraescolar", interesante
concepto que apareció en los colegios casi a la vez que desapareció la tartera.
Parece
más bien que las presiones para evitar esto vengan de los intereses que se
verán perjudicados porque sean las familias las que lleven las comidas de los
niños. Los primeros, evidentemente, los de las empresas que se dedican a
abastecer a los comedores escolares con sus menús, que verán reducida su
clientela fija hasta el momento. El sector sufrirá como están sufriendo muchos
otros sectores las carencias y limitaciones económicas de muchas familias. El
cobro de tres euros a los niños que se lleven la comida parece más bien un
impuesto abusivo para garantizar que esas explotaciones
sigan siendo rentables para unos y
cómodas para otros. Tiene toda la apariencia de una medida punitiva para
desmotivar que los niños lleven la comida, porque pagar el 50% sin recibir nada
a cambio es realmente un atraco. No se diga que les cobran por el uso de las
instalaciones porque se encuentran en un colegio en el que pasan el día y se
puede habilitar otra zona o que se encarguen ellos mismos de recogerla, que no
es mala medida educativa.
El
sector del catering escolar es grande
y poderoso. Basta con pensar en la cantidad de menús que se preparan cada día
para todos los escolares en nuestro país. Muchas empresas atienden diferentes
colegios y se hacen con contratos importantes. Todo eso está muy bien, pero
para cuando nos lo podemos permitir. Al que no pueda, no se le debe ni forzar
ni asaltar.
Cuando
vas en el tren o en otros trasportes públicos ves a mucha gente que llevan ya
sus termos, tarteras, etc. al trabajo porque no se pueden permitir comer fuera
de casa todos los días. Según piensan las autoridades catalanas (no sé si de
otras autonomías se abonarán a lo del impuesto), los niños sí se lo deben permitir y, además,
obligatoriamente.
La
crisis solo se va a solventar con muchas dosis de solidaridad y dejando que la
gente, además de los recortes —que le vienen de fuera e impuestos— se autorregule
los gastos, decidiendo ellos qué se pueden permitir y qué no. Cuando las
familias deciden que no pueden permitirse pagar el comedor diario de los hijos,
tengan por seguro que es cierto.
Las
autoridades públicas no deben contribuir a crear más problemas de los que ya
existen, que son bastantes. Si la Generalitat grava con tres euros diarios
(multiplique por cada hijo en edad escolar) como "suplemento" estará
cometiendo un gran despropósito y, lo que es peor, una inmoralidad al forzar a
los que no tienen. Esos tres euros parecen más destinados a cubrir al lobby de
la alimentación infantil, expertos incluidos, y cubrirse de la cadena de
responsabilidades que se abre. Si los encargados
no se ocupan de los niños (o solo de los que pagan), solo queda la opción del
profesorado (y esto es abrir una guerra sindical, otra más), a menos que las
asociaciones de familias encuentren una fórmula. Seguro que las hay.
Ya solo
nos queda saber si en esos tres euros va incluida la propina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.