Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En
estos momentos, la marea forense televisiva debe haber aumentado pues es raro
que haya una temporada sin que algún nuevo investigador criminalista se
incorpore al cuadro general. Desayunamos, comemos y cenamos con alguna autopsia
en el televisor y algunos actores nos resultan ya tan familiares por dentro
como por fuera. Hemos aprendido las técnicas tradicionales y las más avanzadas
que los forenses aplican en su búsquedas de evidencias de los crímenes. Les
vemos realizar sus tareas —unos con bata y otros con traje de noche—
desmontando coches, buscando huellas dactilares en sitios insospechados, detectando
restos de pólvora en las manos, analizando lo que comió la víctima el día
anterior, o con su bastoncillo impregnado para ver si aquella mancha asquerosa
es de sangre.
El efecto educativo de la televisión, para bien o para mal, ha sido traer a la primera fila del conocimiento el trabajo de este tipo de investigadores. Lo mismo ocurrió con abogados y médicos cuando las series televisivas nos pusieron de moda sus profesiones a la pantalla. Ellos argumentan que no les gusta que se dé tanta información porque los criminales también aprenden a evitar dejar huellas que los incriminen. Puede que esta notoriedad mediática se vuelva contra ellos cuando se producen errores y tengan que luchar contra su propia imagen.
El efecto educativo de la televisión, para bien o para mal, ha sido traer a la primera fila del conocimiento el trabajo de este tipo de investigadores. Lo mismo ocurrió con abogados y médicos cuando las series televisivas nos pusieron de moda sus profesiones a la pantalla. Ellos argumentan que no les gusta que se dé tanta información porque los criminales también aprenden a evitar dejar huellas que los incriminen. Puede que esta notoriedad mediática se vuelva contra ellos cuando se producen errores y tengan que luchar contra su propia imagen.
La indignación y revuelo que vivimos estos días con la garrafal metedura de pata de la policía científica respecto a los restos óseos encontrados en la finca paterna en los primeros días de la investigación realizada sobre la desaparición de los dos niños, Ruth y José, en Córdoba, hace casi once meses, tiene su fundamento. Además, llueve sobre mojado porque todavía sigue en pie el caso de Marta del Castillo. Entre un cadáver que no aparece (no es el único, pues hay otros menores en igual situación) y otros dos que tenían delante de las narices, pero que desestimaron después de analizar los restos, es lógico que se haya armado tanto revuelo. Los forenses, además, han estado presentes en las controversias, mediáticas y políticas, de caso graves en la reciente historia española. Todo pasa factura.
La
metedura de pata afecta lógicamente a la institución encargada, pero luego
empiezan a salir las circunstancias y todo el mundo comienza a pasarse la
patata caliente por temor a quemarse. Las rivalidades autonómicas (llegaron los de Madrid, dicen), las profesionales
(los diferentes sindicatos policiales y cuerpos), las políticas (los responsables
de Interior de entonces y ahora), etc. entran en juego y al espectáculo
evidente de la ineficacia se suma el habitual del patio de vecindad nacional.
Nos
cuenta el diario El Mundo:
Tres sindicatos policiales, Confederación Española de la Policía
(CEP), Unión Federal de la Policía (UFP) y el Sindicato Policial de la Policía
(SPP), han emitido un comunicado conjunto en el que tachan de
"miserable" la propuesta emitida por el SUP en la que plantea revisar
todas las investigaciones de los últimos años en las que se hayan analizado
restos óseos por parte de la Comisaría General de Policía Científica.
"Este error científico, puntual pero de
indudable trascendencia por la repercusión y gravedad del caso al que afecta,
ha sido aprovechado por el secretario general del SUP, José Manuel Sánchez
Fornet, para abrir, de forma miserable, un juicio general a la labor de toda la
Comisaría General de Policía Científica, poniendo en cuestión el trabajo
desarrollado allí durante un siglo y haciendo un llamamiento público a la
revisión de todos y cada uno de los casos policiales en los que se ha realizado
una pericial sobre restos óseos", dice la nota conjunta.
Parece
—no hay duda— que las "policías" españolas están aquejadas del mismo
mal hispánico, el de la división constante, el de la incapacidad de encontrar
vías de entendimiento para la colaboración, y el aprovechamiento de cualquier
incidente para la lucha, que es nuestro sino como país, según se empeñan en
demostrar en todas las instancias. El llamamiento del SUP es claramente
irresponsable y crearía una situación sin precedentes.
La
credibilidad de los análisis realizados por la policía científica deberían
estar fuera de dudas porque sin ella es imposible que cualquier investigación
avance. En todo campo científico en el que se realizan análisis, es fundamental
el contraste de resultado que es la forma de evitar los errores posibles en
cualquier proceso. El País nos
señalaba lo ocurrido:
Ante el cariz que tomaba la investigación, que apuntaba a un error
garrafal de la policía, el Gobierno decidió tomar cartas en el asunto. La
autoría del informe por parte de Etxeberria, un forense de gran prestigio y muy
conocido por la policía, daba un vuelco a las pesquisas. Etxeberria ha
participado en la mayoría de las exhumaciones de fosas de la Guerra Civil y en
la de los restos de Salvador Allende, en Chile.
Además, el informe de Etxeberria no solo
contradecía a la Policía Científica, sino que ponía en ridículo tantos meses de
búsqueda, tantos trabajos de localización, cuando todo había estado allí desde
el principio. Por ello, se buscó a otro científico de prestigio: José María
Bermúdez de Castro, quien es director de Centro Nacional de Investigación sobre
la Evolución Humana.**
El
procedimiento de análisis paralelos independientes para tratar de verificar
resultados no debería extrañar a nadie, pues solo los políticos están excluidos
del error. Cualquier proceso de análisis puede dar resultados erróneos
dependiendo de muchos factores de los que no se excluyen los humanos, por
supuesto. Por eso se establecen mecanismos correctores, entre los que se
encuentran los análisis independientes. Una sola fuente de información será
siempre un riesgo, más o menos elevado, de error.
La
familia rompió esa inercia porque había muchos indicios que se ignoraban por el
efecto dogmático del error: eliminar todo lo que le lleve la contraria. Es como
el que busca un segundo diagnóstico cuando no está de acuerdo con la enfermedad
que le diagnostican. Lo que hizo el gobierno, con buen criterio, es pedir un
tercero para deshacer el empate.
Es
indudable que este caso va tener transcendencia más allá de sus propias
circunstancias. Ha abierto una brecha en la credibilidad y fiabilidad del
sistema. Independientemente del caso, quedará como parte de los argumentos
posibles en cada nueva circunstancia. No es el primer error policial ni será el
último, pero sí es uno con todas las circunstancias sociales y mediáticas para
cuestionar métodos y estructuras de la investigación policial. Es lo que nos ha
mostrado, la punta del iceberg de la organización policial y sus limitaciones
actuales.
La
Ciencia —se ha insistido mucho en el "error científico"— convive con
el error; es su compañero natural. Pero por eso mismo, gran parte de sus
esfuerzos y recursos están destinado a huir de él, en la medida de lo posible. La
Ciencia es cara, entre otras cosas, porque necesita de múltiples verificaciones
de los análisis y experimentos que realiza. La Ciencia forense necesita también
de presupuestos para poder verificar sus análisis y trabajar en las mejores
condiciones. Sus resultados, a diferencia de otros campos, sí tienen una
incidencia directa sobre las personas a través de sus efectos en la
investigación policial y los juicios en donde se presenten.
En nuestras idílicas series televisivas de CSI, los hemos visto trabajar disparando a sandías o a reses para hacer sus comprobaciones balísticas. Cuestan dinero, claro. Nadie les molesta y hay buen rollito entre ellos. No hay broncas sindicales ni jefes políticos que les presionen cuando hay elecciones, etc. Sí recuerdo, en cambio, la mención en algún episodio de recortes de presupuesto. Ni la ficción se libra de eso.
Las
series no son la realidad, claro. La realidad es más dura. Aquí no hay Horatio con
gafas oscuras ni Grissom. Hay un sistema de investigación científica que falla
y hay que preguntarse por la fórmula más eficaz para que casos como este no se
vuelvan a producir, asegurarse de que un sistema que tiene la exclusiva de la
investigación —los otros análisis han requerido la autorización del juez— no
sea productor de dolor añadido. Por eso las disculpas de la policía, a través
de tres de sus sindicatos, no están de más:
CEP, UFP y SPP asumen que el error pericial
de la Policía Científica que determinó que los restos hallados en la finca de
Las Quemadillas eran de animales y no de humanos "ha contribuido a
prolongar durante meses la angustia de la familia". "Pedimos, en
nombre de toda la Policía, disculpas sinceras", añaden. Pero al mismo
tiempo recuerdan que este error no ha afectado a cuestiones básicas de la
investigación: "Ni se han destruido pruebas ni se ha permitido la huida
del presunto autor del crimen".
Todo el
sistema judicial depende la fiabilidad de la pruebas y esta depende del
prestigio profesional e institucional de quien las pone ante el juez. La
cuestión no es baladí. No hacen falta forenses mediáticos —ya tenemos
bastantes—, sino profesionales eficaces y respetados por todos. Para eso hacen falta buenos profesionales, el tiempo adecuado, las revisiones adecuadas y el presupuesto correcto. No es fácil, pero es importante para todos.
* "El error de la Policía Científica en
el caso de Bretón enfrenta a sindicatos policiales" El Mundo / Europa Press 28/08/2012
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/28/espana/1346175702.html
** "Interior confirma que dos informes
certifican el hallazgo de restos de niños" El País 27/08/2012
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/08/27/actualidad/1346029258_089205.html
abismal metedura de pata..es evidente que pensando en como llegar a fin de mes por lo que cobran, los policias no esten pendientes de su trabajo.
ResponderEliminar