martes, 19 de julio de 2022

¡No, no están locos estos ingleses!

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Ayer un canal de televisión nos mostraba, tras las imágenes de incendios y los mapas de calores extremos que estamos padeciendo en nuestras carnes, tras decenas de declaraciones de españoles de todas partes confirmando que "¡hace mucho calor!", "llevo viviendo aquí XX años y nunca he visto algo igual", etc. etc. los efectos de esta ola del calor un poco más arriba en las islas británicas.

A diferencia de los asados españoles, los británicos —se nos mostraba a los londinenses— manifestaban su satisfacción por el calor, por ser la primera vez en su historia que las autoridades del país decretaban una alarma por alta temperatura. "¿Están locos estos ingleses?", se preguntarán viendo el contraste entre la opinión de los que recorren nuestras calles bajo los más de 40 grados a la sombra que nos atacan estos días (y lo que te rondaré) y la de los requemados españoles, asombrados por el intenso calor.

Las imágenes de los londinenses sentados en sus parques tomando el sol tienen su sentido y nos avisan de algo a nosotros, receptores de británicos, alemanes, suecos, etc. Si lo que nos auguran es cierto, que nosotros vamos a la desertización mientras que en el norte de Europa se van a suavizar las temperaturas, ya podemos ir cambiando, como se dice ahora, el "modelo".

La felicidad de los ingleses que se pueden tumbar al sol en un parque es la felicidad del que se va a poner (relativamente moreno) y se va a ahorrar el coste de las vacaciones. Gratis puede salir a pasear por los parques, junto a los ríos y demás parajes que le permitan disfrutar de ese clima inusual.

Durante décadas el turismo del sur de Europa ha vivido de la dureza de los inviernos en Alemania, Suecia y Gran Bretaña, asiduos de nuestra Costa del Sol y, en especial, de Canarias y Baleares, donde los británicos en especial siguen disfrutando de su insularidad pero en bañador. Muchos se jubilan y vienen a vivir a nuestras costas. En el lugar donde yo veraneaba, los primeros en llegar fueron suecos y alemanes. Se jubilaban y se pasaban otoño, invierno y primavera bajo el benéfico clima español. Cuando llegaba el verano, con calor y ruidosos turistas jóvenes deseosos de marcha, ellos cerraban (o alquilaban) sus chalets y se volvían a Suecia a disfrutar de un clima más suave y ver a la familia. Eso se repetía cada año. Se acababan los inviernos fríos y oscuros del norte y se disfrutaba de la buena temperatura (en comparación) del invierno mediterráneo o del atlántico canario.

En Alemania, por ejemplo, cuando un día de invierno o primavera hace una buena temperatura, se suspenden las clases porque les parece una maldad tener a los niños sin que lo disfruten. Es un día de parque y paseos. En un artículo publicado en 2017 en La Voz de Galicia, titulado "Si hace calor, no hay clase", se explicaba: 

Falta un cuarto de hora para las 11, la primera pausa de la mañana. Una multitud sale corriendo al patio, capitaneada por uno de los niños más espabilados de la clase. El objetivo: hacerse con el termómetro que cuelga de la pared y mide la temperatura máxima a la sombra. Saben que a partir de 25 grados, al profesor no le quedará más remedio que darles el día libre. Las escenas como esta se repetían a menudo en las escuelas alemanas de Schleswig-Holstein, en el norte del país, hasta 1998, en virtud de una orden ministerial llamada hitzefrei, cuya traducción significa «sin calor». De origen desconocido, aunque muchos se la atribuyen al pediatra del siglo XIX Adolf Baginsky, la normativa establece el derecho a perder o reducir jornadas lectivas y laborales debido a temperaturas elevadas.

La norma se aplica de forma distinta en cada estado federado a partir de los 25 grados Sin embargo, actualmente no existe una ley alemana del hitzefrei como tal, sino que se aplica de forma distinta según el estado federado. Por ejemplo, en Renania del Norte-Westfalia, la región más poblada del país, para que entre en vigor los termómetros deben superar los 27 grados. No obstante, la decisión final quedará siempre en manos de los directores de los centros educativos, que tienen en cuenta el diseño de su edificio. «Tener 27 grados en un colegio con ventanas de cristal y el sol pegando de frente resulta insoportable, mientras que otro más antiguo con gruesos muros de hormigón garantiza siempre el fresco», explica una portavoz del ministerio de Educación de Baviera.* 

 

Aquí en España, que somos muy modernos, por el contrario, hemos hecho que nuestros cursos comiencen cada vez antes, trasladando al mes de septiembre, muy al principio en nuestras Universidades, institutos y escuelas. Empezando la primera semana de septiembre, podemos encontrarnos con un auténtico drama horneado. En años anteriores ha habido que dar clases ya desde primera hora de la mañana con las puertas y ventanas abiertas (antes del COVID) y vamos, según el panorama, a tener que hacerlo más este años. Se ha invertido mucho en aires acondicionados, con lo que el gasto energético en mantener enormes edificios (pienso en mi facultad), medianamente fresca hará reírse a Putin.

Todos los cambios en nuestros programas educativos se han hecho para ajustarse a otros países sin tener en cuenta que nuestro clima es nuestro y que vamos camino del infierno climático, según todos los datos que nos dan. Los alemanes se pueden permitir varios días al año porque, por ahora, los 27 grados no son frecuentes en el periodo escolar. Pero nosotros no somos Alemania, sino el lugar al que antes venían los alemanes huyendo de un frío que, con el calentamiento global se ha convertido en un recuerdo.

Si todo se acelera, como nos dicen ahora (otra vez) los expertos, y este verano de fuego y calor es solo el principio de una "buena amistad", habrá que empezar a pensar en cambiar el calendario escolar y volver al anterior, es decir, terminar las clases en junio y comenzar a finales de septiembre o primeros de octubre. Ninguna alternativa es buena: 1) morirse de calor y 2) gastar mucho dinero y consumir mucha energía en mantener frescos los espacios.  Hay una tercera que reúne a las dos, es decir, morirse de calor y despilfarrar recurso.

Ayer hablábamos aquí de la rehabilitación de las casas para poder afrontar estos efectos del ya innegable cambio climático. Vamos a tener que ir pensando en algo antes que nos estalle entre las manos. ¿Habrá que suspender las clases como hacen en Alemania cuando se supere una determinada temperatura, pongamos 35-40 grados? Son temperaturas que podremos tener perfectamente en mayo, junio y septiembre. Puede que octubre tenga todavía alguna ola.

La imagen superior no está tomada en algún lugar de Levante, sino, como señala su pie, en un parque londinense. No es frecuente encontrar una imagen así en Reino Unido, pero es que esto no es corriente en forma alguna, aunque sí pasará a ser habitual, según nos auguran.

En un viaje a Egipto, acompañé a una profesora amiga en una reclamación sobre una parte de su sueldo que no le habían abonado correctamente. Pasamos por tres estancias, las que iban del funcionario de la ventanilla al director del centro. "¿Qué has aprendido de esto?", me preguntó desesperada porque no habían servido de nada sus esfuerzos. "Que el funcionario de la ventanilla se muere de calor, que el jefe de su negociado tiene un ventilador y que el jefe de todos tiene aire acondicionado en su despacho". Se rio y me dio la razón.

¿Vamos nosotros a una concepción jerárquica similar del calor? ¿Vamos a ver cómo los que tienen aire acondicionado en sus despachos planifican los sudores de los que están en la calurosa base? Tradúzcanlo a los espacios que quieran. Desgraciadamente, en todos los lugares ocurre lo mismo. Los que están frescos en sus despachos deciden sobre los que no tienen sombra que llevarse a la cabeza.

La contabilidad del calor es muy peculiar. Algunos hablan oficialmente de la "segunda ola", pero no es cierto. Ya en mayo sufrimos una primera ola fuerte de calor. La que tenemos ahora es la tercera. Eliminar la de mayo es desoír a la razón y a la historia y lanzarse de cabeza al infierno climático. En mayo ya se superaron los 40 grados. La opción en mayo ya no es la de irse a la playa o a las piscinas (habrá que modificar calendario y horarios, como se está haciendo en algunos lugares  manteniéndolas hasta la madrugada). Los titulares de la prensa en el mes de mayo eran: "El más intenso de los últimos 20 años. La particular 'ola de calor' de mayo: qué zonas sufrirán más las altas temperaturas" (El confidencial 19/05/2022), "Ola de calor en mayo: cuáles son las ciudades en alerta por las altas temperaturas" (20 minutos 19/05/2022), "España vive una ola de calor récord en mayo" (CNN en Español 22/05/2022). Los 40, sí, se alcanzaron.


La información sobre las temperaturas es muy especial. Son formas de mover a la gente de un lado a otro. Las informaciones europeas hablan del desastre de la subida de las temperaturas, de los incendios y de los desalojados, de los muertos por la ola de calor, que en el caso de España supera los 350, algo que aquí no escuchamos mucho. "Las altas temperaturas han provocado más de 350 muertes en todo el país, 123 solo este viernes "**, escriben en la edición española de Euronews, con datos de EFE.

Los titulares de la edición inglesa de Euronews son más duros, "'Climate change is killing people': Europe's extreme heat continues. More heat records are expected to be broken on Tuesday as the blazing temperatures reach further north and east."*** El titular, curiosamente, se lo ha dado nuestro presidente Pedro Sánchez, cuya palabras se citan: 

“Climate change kills,” Spanish Prime Minister Pedro Sánchez said Monday during a visit to the Extremadura region, the site of three major wildfires. “It kills people, it kills our ecosystems and biodiversity."  

Spain has been in the grip of the suffocating heatwave for more than a week, with almost the entire country under an "extreme risk" fire alert, and temperature highs in many places above +40°C. *** 

Curiosamente el primer comentario a la noticia es claro en sus conclusiones. Un tal "Ho Chi Mi" escribe: "Seems like good news, North Europeans don’t need to go holidays to South Europe no longer, soon there will be 6 months summer in UK"**. Es una interesante coincidencia con lo que habíamos visto en los felices londinenses con la subida de las temperaturas. Ahora que todo está tan caro, es un regalo no tener que ir a buscar el sol del Mediterráneo.

Si las perspectivas más pesimistas o las medianamente pesimistas se cumplen, los españoles tenemos una serie de preocupaciones encadenadas por delante. Si el calor incendia el país habrá que tomar medidas para prevenirlo y es hora de que vayan surgiendo ideas, que no aparecen sobre cómo tratar de vigilar el peligro de los incendios. Hay muchas lamentaciones, pero se ve poca prevención. Los incendios están cada vez más cerca de zonas habitadas por lo que se podrán habilitar medidas de prevención y defensa. Los vecinos de algunas zonas se quejaron de la poca cantidad de efectivos para salvar sus pueblos y zonas. Cuando, como ahora, tenemos incendios por todas partes, habrá que empezar a ver cómo repartir recursos y, sobre todo, prevención. Eso de que "no se limpia el monte" no se puede seguir escuchando.

Si el calor se nos va a meter en mayo y septiembre de forma fuerte, habrá que revisar los calendarios, especialmente los escolares. Habrá que hacer algo más. Tendremos que prever qué ocurre con esos campos esenciales para nuestra economía, los derivados del turismo, si en España se siguen produciendo olas de calor, muertes diversas y se dispara la inflación más de lo que está.

Puede que esos ingleses tan contentos con sus elevadas temperaturas no estén tan locos como se piensa y que el "oracular" Ho Chi Mi vea el ahorro que va a suponer para los británicos pasar los cálidos veranos en casa con unas temperaturas cálidas pero soportables y no entre 40-45 grados como ahora tenemos por aquí. Puede que los ingleses no estén tan locos como pensábamos.

Lo normal será que nuestra habitual ceguera para la prevención, el paso de la pelota de una administración a otra y la tendencia nacional a la queja antes que a la acción nos haga caer una y otra vez en los mismos errores. Me gustaría equivocarme. Sea como sea, lo cierto es que nos va a afectar y mucho.

Se está formando la tormenta perfecta, algo más que un chaparrón veraniego. Mientras, los londinenses se preparan para pasar hoy la noche más calurosa de su historia. 


* Patricia Baelo "Si hace calor, no hay clase" La Voz de Galicia 30/07/2017 https://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2017/07/30/calor-clase/0003_201707G30P36991.htm

** "'Climate change is killing people': Europe's extreme heatwave continues" Euronews 19/07/2022

https://www.euronews.com/2022/07/19/climate-change-is-killing-people-europes-extreme-heatwave-continues

*** "España combate decenas de fuegos en medio de una mortífera ola de calor 17/07/2022 https://es.euronews.com/2022/07/17/espana-combate-decenas-de-fuegos-en-medio-de-una-mortifera-ola-de-calor

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