Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Cuando se lleva mucho tiempo con un blog como este, más de diez años, uno desarrolla un cierto sentido de "día de la marmota", de "déjà vu", de "eterno retorno" o como prefiramos llamarlo según nuestra visión de los ciclos.
Algo
así me sucedió hace un par de días cuando escuché en un noticiario que el
gobierno hacía cambios para "explicar mejor sus logros a la
ciudadanía". En esta frase —ya escuchada— se expresan una serie de
conceptos propios de la política española. El primero de ellos está implícito:
los gobiernos lo hacen muy bien, pero la gente no lo llega a saber con
claridad. El segundo se deriva del primero: todo es comunicación en política.
Tanto
el primero como el segundo son falsos, pero son los que mejor ayudan a explicar
los cambios cuando llegan las vacas flacas. Cuando un gobierno, casi al final
de su legislatura, ve que se van perdiendo elecciones autonómicas una tras
otra, que las encuestas tienen muy mala pinta, saca esas teorías de que la
gente tiene un problema y no comprende la magnitud de los logros alcanzados.
Hay un problema comunicativo.
En RTVE.es leemos hoy sobre los cambios:
Con un PP que lleva tiempo viendo un “cambio de ciclo” y al que las encuestas, incluida el CIS de José Félix Tezanos, dan como vencedor en unas hipotéticas elecciones generales, Sánchez ha optado por cambiar la estrategia de comunicación con dos nuevas caras visibles al frente de sus portavocías. "Fuerza", "carácter", "impulso"... Esto es lo que, según fuentes socialistas, persigue Sánchez con estos cambios. El objetivo es mejorar la coordinación entre el Gobierno y el PSOE y la comunicación a los ciudadanos de la gestión socialista. Y repiten el lema del discurso de Sánchez durante el debate sobre el estado de la nación: "Vamos a por todas".*
El párrafo anterior concentra lo que acabamos de exponer y que hemos comentado las diversas ocasiones en las que en los últimos años de nos ha dado la misma explicación que parte de ese principio implícito de que el electorado/audiencia es idiota o, si se prefiere, tiene dificultades para entender lo que es mejor para ellos o el país.
Se recurre así a personas con "buena imagen", pedagogos políticos, etc. para reparar el fallo comunicativo, la brecha del lenguaje. En política de poco sirve hacer bien las cosas si no se saben contar, algo que tiene un peligroso y tentador principio contrario: no hace falta hacer bien, sino solo contarlo bien. Se cae entonces en esos logros infinitos que, sin embargo, no vemos por ninguna parte. "Lo que se ha hecho es lo que se ha podido, pero queda mucho por hacer", "vóteme si quiere completar el paraíso....", etc. son los mensajes que se envían cuando se ha llegado a un punto crítico en las encuestas.
Pero lo que tenemos es lo que hay. Aquí hemos estado discutiendo si se puede dejar al perro en la puerta de un supermercado mientras los precios del supermercado se disparaban; se ha discutido sobre el consumo de carne cuando la inflación ha hecho que muchos hogares no puedan disfrutar de ella más que de uvas a peras. Por cierto, la fruta está por las nubes.
La "comunicación" forma parte de lo que se llamó la "nueva política". La "utopía auditiva" de Yolanda Sánchez, con toda su buena intención —que no la dudo— es más de lo mismo: todo es un problema de "escuchar" y con una gira se solventa todo. Todo parte de la misma idea, hay un problema de comunicación, cuando el único problema es el propio sistema político que se ha dedicado a priorizar lo que da más popularidad dejando de lado lo sustancial, como lo del consumo de la carne o de las mascotas en la puerta del supermercado.
Decir que hay que consumir menos carnes le sale muy barato al ministro que lo dijo y muy caro al sector. Puede que el ministro vaya a por el voto vegano, pero lo cierto es que ha perdido zonas en las que miles de personas se debaten entre la vida y la extinción. Como todo es comunicación, el presidente sale ante los micrófonos ponderando las virtudes del chuletón en su punto. Y así sucesivamente.
El político eficaz es el que responde con rapidez e ingenio, el que se gana cada día el espacio en los titulares, el que sabe contar, quien dice que "ha llegado el tiempo de la sonrisa" cuando se van a retirar precipitadamente las mascarillas en plena pandemia. El político comunicativo es el que te dice lo que esperas escuchar mientras te mete la papeleta en el bolsillo electoral de tu cabeza. Como en la buena magia, lo que hace una mano distrae de lo que hace la otra. Y la gente ya no está por la magia de la palabra, sino por la eficacia de los hechos.
El País, 23/07/2022 |
Estamos en una brutal crisis que no es de ahora, sino que lleva arrastrándose tiempo, pese a que no se reconozca como tal. Esta se traduce esencialmente en el drama del empleo, en su precariedad y baja remuneración, en su estacionalidad por el efecto del turismo. Es algo que desencadena una serie de problemas unidos y derivados, de la incapacidad de acceder a la vivienda o construir una familia hasta la despoblación y abandono de regiones enteras que van perdiendo servicios básicos y calidad de vida. Son problemas reales y que se acumulan ante el cortoplacismo político y la negativa a emprender iniciativas reales de transformación. La solución es amplificar lo hecho, por poco o inútil que sea, porque "la gente no lo valora", se nos dice.
Si los políticos tienen que hacer una gira por España para que les cuente los problemas reales, es que la clase política está mucho más encerrada que Buda en su infancia, absolutamente desconectada de la realidad, que es precisamente su obligación, pues no es otra cosa de lo que deben responder sino del estado en que se encuentra la realidad. Irse de gira a escuchar es distanciarse de lo que tenían que haber hecho, una especie de disculpa (comunicativa), decir "yo no soy responsable de lo que hay" cuando la clase política es la responsable de todos y cada uno de nuestros problemas porque esa es la esencia de la política en un sistema democrático, estar en contacto con la realidad ciudadana para que esta mejore y aumente la calidad de vida.
Lo que estamos viviendo estos días, de los incendios imparables a las muertes por golpes de calor de barrenderos, los cierres de fábricas por los precios de las energías y la inflación, etc. es responsabilidad de la clase política por más que el arte de la justificación y de responsabilizar a otros sea una de sus destrezas.
El País 23/07/2022 |
Ser político es ser responsable, no ponerse cada día delante de un micrófono a explicar que no les entienden. ¿Son unos incomprendidos? Más bien lo contrario; muchos han perdido la capacidad esencial de comprender a los ciudadanos, no de forma retórica, como es fácil decir, sino de forma real, anticipándose a los problemas, resolviendo las crisis. No es lo que escuchamos a unos y a otros. Es fácil señalar los errores de los demás en cada espacio político. No es tan fácil, por el contrario, entender que todos —sean del color que sean— son responsables, les guste o no, lo reconozcan o lo nieguen.
Hay muchos que llegan a la política pensando que todo es comunicación, que basta con los cursillos que se les dan para triunfar. El triunfo político es el de los hechos, no el de las palabras; no es el de los aplausos, sino el de una realidad objetivamente mejor, un cambio en la calidad de vida. Pero para eso hay que saber algo más que discutir, que ser ingenioso, que tener fotogenia, etc. las virtudes del político comunicativo. Hay que ser competente en muchos campos, tener experiencia, saber analizar problemas, proyectar mejores futuros, saber dialogar y tener en la cabeza un conjunto de problemas que son condicionantes de nuestras vidas. No es fácil, pero no hay nada que no arregle un buen discurso.
En estos día estamos viendo ejemplos en diversos lugares del mundo, de Sri Lanka a Latinoamérica, de los efectos de la "política" basada en palabras, incapaz de resolver problemas. Son reacciones fruto de años de indefensión frente a clases políticas inútiles y egoístas, "comunicativas". Han hecho muchas giras "escuchando", pero muy pocas "resolviendo". No esperemos a llegar a esos niveles. Merecemos algo mejor y hay que luchar por ello. Lo que significa: hacer mejores leyes, no dejarlas aparcadas para que se pudran, aunar el máximo de voluntades, agilidad y eficacia, menos amigos y familiares, menos comisionistas, más autoexigencia política, menos mirar a las urnas y más a los problemas de la realidad. El problema no es "conservar" el poder, sino qué se debe hacer desde él por el bien general. La falta de eficacia política es la que determina las crisis de credibilidad democrática y el ascenso de los populismos.
La idea de que los electores somos "cortitos" y que nos tienen que explicar las cosas varias veces es muy burda y contraproducente en muchos casos. Pero parece que la cosa no da más de sí. Será que no les entendemos.
* Rocío Gil Grande "Sánchez refuerza su núcleo duro y rearma al PSOE de cara a un 2023 electoral en el que se lo juega todo" RTVE.es 22/07/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220722/sanchez-refuerza-nucleo-duro-rearma-psoe-ciclo-electoral-2023/2390301.shtml
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