Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las
quejas por los incendios se acumulan. Están los lamentos por los incendios,
pero las quejas son otra cosa. Los lamentos van hacia el calor, la naturaleza,
los vientos, etc. los factores que nos llegan de la Naturaleza, por más que
sobre ella actúen las fuerzas del ser humano. Es indudable que actuamos sobre
lo que nos rodea y que lo que nos rodea nos devuelve el trato. No hay mucha
fatalidad, sino poica responsabilidad. Queda claro que la inercia de nuestro
mundo mercantil e industrial no será fácil de detener, que lo que hemos hecho
no se parará de golpe y que nuestros males están condicionados por nuestros
intereses.
Pero lo que estamos viendo en nuestros informativos son cosas añadidas a lo que ocurre. A los lamentos se unen las quejas, que son precisas, como las que RTVE.es nos traslada de los profesionales, con el titular "La precaria lucha de los bomberos contra el fuego: "Te contratan tres meses, te pagan 1.000 euros y a la calle"". Añaden dos destacados: "Muchos brigadistas denuncian la situación en Castilla y León, donde trabajan bomberos de 60 años en primera línea" y "Piden más estabilidad y critican sueldos mileuristas, jornadas maratonianas y una formación de solo 16 horas." En el inicio del artículo se indica:
La ola de incendios que está azotando España no solo es inusualmente intensa ––ya se ha quemado en lo que va de año más superficie que en todo el año pasado-, sino que ha sorprendido por su extensión. Los fuegos han ardido casi simultáneamente en Galicia, Extremadura, Aragón o Cataluña, lo que ha provocado que los servicios de extinción se hayan visto desbordados. En algunas comunidades, además, se ha puesto de relieve una precariedad laboral y una falta de medios que arrastran desde hace años, según denuncian muchos bomberos.
En Castilla y León, dos tercios de los agentes trabajan solo en la temporada de verano. "Te hacen un contrato en julio, trabajas hasta septiembre o hasta octubre como mucho, y luego a la calle hasta el año siguiente", critica Carlos Martín, bombero en la comunidad desde hace siete años, un periodo en el que ha tenido que combinar este trabajo con otros, "porque con 1.000 euros al mes durante tres meses no puedes vivir".*
Esto
nos da una idea clara de la forma en que se tratan los incendios, como algo que
es propio del verano, un trabajo de temporada. Pero, por lo que estamos viendo
y lo que se nos augura, gran parte de lo que ocurre en verano se decide en invierno.
Mientras los políticos responsables de las administraciones locales y autonómicas
no entiendan esto estaremos condenados a la destrucción sistemática del
entorno.
No se
trata solo de las condiciones laborales de las personas que se juegan la vida
en los incendios, que ya son malas. Se trata de lo que se deja de hacer el
resto del año en la prevención no ya por falta de medios, sino de presupuestos
para evitar que todo esto se repita cada año y que, como se nos dice, unas
condiciones peores y que seguirán empeorando, agravarán, haciéndolos más
destructivos y peligrosos para las personas.
Las
imágenes que se nos han mostrado de los incendios de Castilla y León nos
muestran una realidad. Cuando vemos las personas refugiadas constatamos que la
gran mayoría de ellas son personas de la tercera edad. Es la España vaciada en
la que solo va quedando una población dispersa y envejecida, que no genera
prácticamente negocios que atraigan inversiones.
Es la
misma España a la que hemos dejado sin trenes, sin bancos, sin internet, sin
escuelas... ahora sin casas ni árboles. Es la España que se extingue ante la
dejadez de las administraciones, que solo les ven como una carga de pensiones,
pero apenas gasto porque esas pensiones no dan para más, ni para apuntarse a
los viajes del IMSERSO, que es la forma de sacarles provecho en esta España
dura y negociante, la España de "p'a la saca", de los comisionistas y
de los amigos y familiares políticos.
La
España que nos muestran en los incendios, en los pabellones habilitados es una
España residual, envejecida, una carga para las administraciones, la España que
se contabiliza en el COVD-19 y se cuentan los muertos, esos que no le importan
a nadie porque apenas consumen.
Las
imágenes de los afectados, su llanto por haberlo perdido todo en esas casas
quemadas que, realmente, era todo lo que les quedaba. Aquí no se trata, como
veíamos hace unos días, de montar un consorcio de empresas para hacerse con los
fondos de rehabilitación de casas para hacerlas más "eficientes"
energéticamente hablando. Aquí son solo material para la llamas.
El
juego político ya no puede seguir escondiendo su ineficacia, su incapacidad de
valorar las situaciones reales de la gente y dejarse de cálculos electoralistas
entregando cheques, dando discursos, poniendo parches al abandono. En lo que hay que invertir es en la
prevención; hay que dejar de calcular que es mejor invertir allí donde hay
jóvenes que nos votarán y no ancianos que no estarán en la próxima legislatura,
los que son percibidos como un "gasto", "como una carga",
los que se aparcan en residencias, muchas de ellas infames, donde se les saca
el dinero hasta que den el último suspiro.
Les
hemos dejado sin atención médica, sin transportes, sin escuelas ni bancos.
Ahora es patético verlos acumulados, concentrados en pabellones en espera de la
vuelta a lo que pueda quedar de sus casas.
Hemos
asumido que los incendios son algo del verano, que ocurrirán, lo inevitable.
Pagamos tres meses de trabajo a los que se juegan la vida intentando, sin
apenas medios, salvar lo que puedan de montes, de casas, de recuerdos... Y cada
vez queda menos.
Como es
habitual, cuando el escándalo por lo quemado es de estas proporciones, nuestros
políticos —unos y otros— juegan a echarse la culpa y acusarse entre ellos de
ineptitud y desidia. ¿Cómo es posible que no haya unos gastos acordes con los
servicios necesarios para prevenir lo que sabemos que ocurrirá? ¿Cuántas
muertes tienen que producirse, cuántas hectáreas quemadas?
Sin
embargo, lo único que hemos escuchado en estos más de dos años es quejarse por
la situación del "ocio", sobre los viajes de vacaciones, etc. Solo
existen esos problemas. Esa España que se quema no le importa a nadie. Esas
personas apiladas en polideportivos son los restos de algo que se extingue,
algo en lo que no merece la pena invertir porque desaparecerá.
Tampoco importan los que luchan contra el fuego. Las fotos de la que están comiendo es una nueva vergüenza que debería sonrojar a quienes disponen de este servicio. Que haya que llamar al Che José Andrés para que les alimente de forma decente es realmente clamoroso. Miren las cuentas de esos bocadillos, no está suministrados por amigos o familiares de alguien. Cosas peores se han visto.
Da
vergüenza verlo. Da vergüenza ver cómo a nadie le importan esos municipios,
esos bosques, esas personas que intentan luchar contra el fuego hasta la
extenuación, con equipos limitados, pocos y teniendo que multiplicarse.
El artículo citado deja claramente las evidencias de la desidia, la mala o nula planificación, el olvido de leyes sobre prevención pendientes de aprobación, del abuso laboral, la falta de preparación de muchos porque apenas duran tres meses en sus empleos tras unos días de formación. Son despedidos a la vuelta del verano y vuelta a empezar. Hemos creado un juego de manos en el que una distrae de otra para evitar ver las enormes carencias, chapuzas y desidia de personas que están al frente de servicios sin tener que estar ahí porque les importa poco lo que ocurre. No es de extrañar la rebelión de los ciudadanos en lugares como Castilla y León para intentar recuperar su propios problemas para tratar de solucionarlos. Ellos o nadie. Es una prueba más del fracaso.
Estos incendios tienen responsables más allá de los incendiarios de los que siempre se habla pero que nunca aparecen, que actúan en la más completa impunidad. Hay que invertir en prevención, en vigilancia, en mantenimiento. ¿Pero a quién le importa?
*
Álvaro Caballero "La precaria lucha de los bomberos contra el fuego:
"Te contratan tres meses, te pagan 1.000 euros y a la calle" RTVE.es
20/07/2022
https://www.rtve.es/noticias/20220720/precariedad-bomberos-lucha-incendios-contratan-tres-meses/2389555.shtml
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