sábado, 9 de julio de 2022

La utopía escuchadora de Yolanda Díaz

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Las declaraciones de Yolanda Díaz señalando que lo que pretende crear "no va de partidos, ni de siglas, sino de sumar un país mejor", sino de la sociedad nos dejan una vez más en cierto estado de perplejidad, no tanto por ella, sino por lo que se pueda proponer más allá de las metáforas.

Decíamos hace unos días que desde que se perdieron por el camino las identidades políticas clásicas, de la extrema derecha, la derecha, el centro (izquierda y derecha), la social democracia, el socialismo, el comunismo y todo lo que se les ocurra pensar como etiquetas que tienen historia e ideas, programas y fundadores, líderes.

Pero la llegada de la Nueva Política (sea lo que sea) lo desbarató todo. Debemos entender que era un ataque desde la base (no las bases) a lo que se llamó la "clase política" etiquetada directamente como "la casta" por alguien que acabó recibiendo la misma medicina.

Lo cierto es que desde que se perpetró aquel ataque al sistema en el nombre de metáforas más o menos líquidas "Podemos", "VOX", incluso "Ciudadanos" y ahora "Sumar" no ha mejorado nado, sino que se ha ganado en inestabilidad del sistema y ha aumentado el desacuerdo entre los próximos, por más que estén juntos en coaliciones. Se ha visto que el efecto en el electorado es dividirse y, gracias al sistema español de reparto, forzar a coaliciones en las que se buscan tanto acuerdos como desacuerdos, es decir, se justifica la unión pero se rechaza la identificación que pueda llevar a esa pérdida de nitidez del grupo.

Esto lo estamos viendo cada día en la alianza del gobierno, donde socialistas y "podemitas" buscan la confrontación conforme cada uno de ellos trata de asegurarse la rentabilidad electoral de unas u otras acciones. Lo ocurrido con el presupuesto adicional de Defensa, el último episodio, es solo uno más en lo que se ha convertido en una mecánica constante. Menos llamativos, pero igualmente molestos, son los que ocurren y seguirán ocurriendo entre el Partido Popular y VOX en el gobierno de Castilla y León, donde se han visto forzados a cohabitar. Los continuos excesos del vicepresidente castellano leonés de VOX han creado un malestar que en cualquier momento traerá problemas más graves, ya sea por ellos mismos o por la presión exterior cada vez que VOX abra la boca en cualquier lugar de España donde busque hacerse con el electorado proclive.


Mientras que VOX surgió de diversos desmarques del PP unidos a otras fuerzas residuales de la ultraderecha fuera del sistema en forma de fundaciones u otros tipos de entidades no definidas como "partidos", por la izquierda el movimiento ha sido de varias intentonas de frenar su atomización, para lo que se agruparon los restos y divergentes del Partido Comunista de España, en lo que se llamó Izquierda Unida, que posteriormente se agruparía junto a otros en el ente Podemos.Sean unos u otros, por la derecha y la izquierda, todos se basan en dos principios: a) no parecer un partido político y, como consecuencia, b) tener unos liderazgos fuertes de corte populista.

En RTVE.es leemos sobre el acto de comienzo que tuvo lugar ayer:

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ha lucido músculo en el arranque de 'Sumar', la plataforma que impulsa para reconfigurar a la izquierda alternativa al PSOE, con multitud de apoyo ciudadano, nutrido con representantes de colectivos sociales, personalidades de la cultura y ONGs, y una amplia presencia de representantes políticos pero sin los líderes de los partidos.

"'Sumar' no va de partidos, no va de siglas. 'Sumar' va de sumar un país mejor y de querernos y de decidir qué país queremos para el futuro" ha explicado Díaz durante su discurso. "Pensemos el país que queremos, desde las trabajadoras del hogar hasta la psiquiatría", ha añadido.

Aunque ha reconocido que "es un momento difícil" por la "desafección política" ha reivindicado el diálogo y acabar con el "ruido".

Durante su intervención ha pedido hablar de una "democracia económica" de justicia social y de "cambiar" Europa para fomentar los derechos humanos y la paz. 

La asistencia ha desbordado las previsiones iniciales fijadas en un aforo de 1.500 sillas. Según los organizadores, la presencia ha superado a más de 5.000 personas. *


 

"Plataforma", "reconfigurar", "colectivos sociales", "sumar un país mejor", etc. y esa banda ancha del "desde las trabajadoras del hogar hasta la psiquiatría" (en referencia a una de las presentes) representan un despegue claro (expresado directamente) de cualquier cosa que huela a partidos, convertidos una vez más en el "coco" de la política.

Los partidos, que fueron una fuerza esencial para reconducir la transición, que tenían una entidad jurídica, unos representantes electos en su interior, unos representantes electos por la ciudadanía, personas capaces de sentarse alrededor de una mesa y de discutir sobre algo, con programas electorales y publicaciones en las que reconocían su adscripción o sintonía con otros partidos del entorno democrático europeo o de más allá, etc. pasaron a ser el gran mal.

De esto se encargaron los propios partidos, que cuando se hundían, renacían de sus cenizas convertidos en otro tipo de entidad, esencialmente carismática, donde en vez de desarrollar una ideología (palabra maldita en el nuevo escenario) intensificaban el carácter carismático, propiciando a líderes cada vez más carismáticos, más centrados en su propia figura, de la que se encargaban los eficaces gabinetes de imagen y comunicación. Hacia el exterior menos ideología y más carisma, menos aparto y más camarilla, que es el proceso que siguió en casi todos los partidos, que aunque discrepen en las ideas coinciden en los métodos, salidos todos de las escuelas de mercadotecnia electoral, del neuromárketing, psicología social, estudios constantes del electorado y del análisis del Big Data. Por más que tiren algunos de la pana, lo cierto es que las consultas a estos Lab de análisis y prospectiva son constantes.

De lo que se trata es de eliminar cualquier tufillo a "casta" y devolver el poder robado al pueblo. La palabra "partido" queda prohibida, al igual que "clase" o "cargos". Leemos las palabras de Díaz en el diario ABC: 

«Hoy es un día importante porque os hablo de futuro, es un día importante porque impulsamos un movimiento ciudadano y lo hacemos desde la sociedad como protagonista -ha reivindicado la vicepresidenta segunda-, Sumar no va de partidos, no va de siglas, va de sumar inteligencias colectivas, va de pensar un país mejor, de presentar un proyecto de país para la próxima década».

Díaz borró a todos los líderes políticos de la puesta de largo de Sumar. Pero Podemos, Izquierda Unida, Comunes, Más País, Más Madrid y Compromís estaban invitados. Sumar pidió a las dirigencias que dieran un paso atrás para que el protagonismo fuera de la sociedad civil. «Sé que pensáis que la política no sirve porque la política os ha dejado atrás, justamente por eso el reto es más importante, la desafección es nuestra responsabilidad», ha expresado Díaz; y ha añadido: «Hay desafección ciudadana. Lo dicen todos los estudios demoscópicos. Y creedme, me da igual lo que digan los estudios demoscópicos».**

"Hablar de futuro" es borrar la responsabilidad en el propio pasado, los restos de lo que se ha dejado por el camino, en donde la responsabilidad por el estado actual es evidente. Hablar de "movimiento ciudadano" no es original. En Italia acaba de descarrilar el Movimiento 5 Estrellas, liderado por un cómico, que igualmente trató en su momento de desmarcarse de las castas. También Berlusconi era antisistema, como lo era Donald Trump. Todos eran la conexión directa con el pueblo, una especie de mediadores semi divinos capaces de entender al pueblo, que siempre es uno., y cuya voz única interpretan frente a los otros, lo que pasan a ser enemigos del pueblo. No gobernar, como en el caso extremo de Trump, es siempre fruto de un robo, de mentiras, de planes siniestros, etc. Podemos mirar igualmente hacia Latino América y comprobar en qué se han quedado los visionarios, los que gobiernan para el futuro.

Hasta ahora a Yolanda Díaz la han tratado con guante blanco, pero veremos cuánto dura esto desde el momento en que todos esos líderes que no han sido invitados manifiesten que ellos también ven el futuro y que es de otra manera, de una manera diferente a como lo ve ella.

Los problemas reales de los partidos comenzaron cuando empezó a perseguirse a los que hacían críticas a los dirigentes y veías el futuro de otra manera, cuando se pasó de las asambleas —de las de barrio a las nacionales— de debate real a las de aplauso al líder sin oposición.

La base de la democracia es el debate, la crítica, no la unanimidad ni el considerarse una especie de profeta unido a un pueblo mítico. Eso ya lo dice al-Sisi en Egipto o Putin o incluso Trump. El mal de los partidos fue precisamente abandonar las divisiones de opiniones, considerarlas como negativas y buscar la unanimidad constante ante la posible pérdida de popularidad y liderazgo por debatir. Al eliminarse los sistemas internos de corrección de problemas, todo pasó a ser un problema, el sistema mismo. La "desafección política" de la que habla Yolanda Díaz es real, lo que no significa que la alternativa a la eficacia sean los "movimientos populares". El ejemplo de lo ocurrido en el PP con la defenestración sumarísima de Pablo Casado nos muestra de forma clara la jungla política.

El artículo de Gregoria Caro en ABC comenzaba así: «Nadie echó de menos a Pablo Iglesias, Ione Belarra, Irene Montero, Ada Colau, Íñigo Errejón o Alberto Garzón este viernes en Matadero, en Madrid. »** Puede que nadie los echara de menos, pero puede que ellos sí echaran de menos el "baño de masas". Depende desde dónde se mire.

Este intento caminante de comprender al país, de comprender sus problemas, etc. está muy bien, pero ¿servirá de algo, realmente de algo? Es loable que a Yolanda Díaz le preocupe lo que piensa el "país"; es lo que deberían hacer todos los políticos. Más allá de la utopía escuchadora está la realidad visible, los problemas palpables, las piedras en los zapatos. Veremos hasta dónde la dejan llegar con la metáfora del sumar que empieza restando. No sé si son metáforas lo que hace falta.

Falta por establecer si este "Sumar", que llama a las "inteligencias colectivas"  (sea esto lo que sea en términos humanos), es un final de algo o el principio. Hay que saber si es el penúltimo intento de desmarcarse del poder de los partidos pese a que nuestra democracia se basa en ellos o, si por el contrario, será la enésima refundación de lo mismo.


* "Yolanda Díaz lanza 'Sumar' ante 5.000 personas: "No va de partidos, ni siglas, va de sumar un país mejor"" RTVE.es 8/07/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220708/diaz-lanza-sumar/2387469.shtml

** Gregoria Caro  "Yolanda Díaz se da un baño de masas y se olvida de Podemos: «Sumar no va de partidos»" ABC 8/07/2022 https://www.abc.es/espana/yolanda-diaz-presenta-proyecto-politico-sumar-20220708194240-nt.html

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