Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El mundo se ha convertido en un denso tejido de oscuros y no tan oscuros intereses en el que alguien le saca rendimiento o beneficio a cualquier cosas que se haga o se deje de hacer.
Sobre casi todas nuestras desgracias y peligros hemos sido avisados, pero como ya sabemos desde los tiempos bíblico, los avisos caen en saco roto y solo un puñado de prudentes y obsesos se los toman en serio.
En el caso de los incendios de este verano, hemos tenido caso de importantes quemas producidas por las negligencias de agricultores, empeñados en ignorar las órdenes de no trabajar en determinadas horas. Chispas que han saltado de las cosechadoras han hecho estragos por ignorar los avisos.
En RTVE.es leemos el titular "Incendios y cambio climático: un problema que irá a más y que nos afecta a todos", en cuyo texto se nos dice en su inicio:
"No somos simplemente los causantes del destrozo del ecosistema. Es que nos estamos suicidando". Así de tajante se muestra la Catedrática de Análisis Geográfico Regional de la Universidad Complutense de Madrid, Cristina Montiel.
La ola de incendios de las últimas semanas no es ninguna novedad para ella. Es un problema del que han advertido desde hace décadas, pero no se ha actuado en consecuencia. En 1994 hubo una ola de calor y una situación de incendios forestales en España "que casi se ha olvidado", recuerda Cristina.
En la misma línea se expresan los otros dos expertos consultados por RTVE.es: Beatriz Pérez, profesora de la Universidad de Castilla–La Mancha especializada en ecología de los incendios, y Víctor Resco, profesor de ingeniería forestal en la Universitat de Lleida y autor de varios artículos al respecto. "Ahora mismo estamos frente a una imagen previa del mundo que le estamos dejando a nuestros hijos y a nuestros nietos", señala Resco.
Ante la pregunta de si estos incendios van a ir a más, la respuesta es un rotundo sí ante el escenario de cambio climático, altas temperaturas y menor humedad relativa.*
Es difícil ser más claro, pero pese a ello, lo cierto es que cada uno actuará según sus intereses o su dejadez, según se tercie en cada caso. Eso del "futuro", del mundo para "hijos" y "nietos", ha quedado muy diluido. La gente quiere presente porque es lo único que ha aprendido a pensar. "Si hago caso a todo", piensan "no haría nada". Y por ahí no pasan.
En este mundo frívolo y consumidor de trivialidad, pensar en el futuro a muchos no les parece sensato. Con el COVID hemos escuchado de todo. Recuerdo las palabras de uno señalando "que les estaban quitando la vida" al no poder irse de "marcha", "¿cómo iba a recuperar lo que le estaban quitando"? Si se piensa un poco en estas palabras, percibimos un gran desorden en lo que deberían ser las prioridades. Pero es lo que caracteriza nuestro tiempo, la confusión de las prioridades, la capacidad de cada uno de hacerse su propio sistema y actuar conforme a él.
La desesperación de la catedrática Cristina Montiel es la de muchas personas que han avisado, advertido, informado... de lo que iba a pasar, de lo que pasará, de las consecuencias de lo que hacemos. Hablar de "suicidio" es correcto porque es el resultado de nuestras propias acciones. Pero vivimos en el mundo del autoengaño y de la seducción: si no te convences tú mismo siempre habrá otro que lo haga. La Retórica ha desplazado a la Filosofía, por ponerles nombre; la seducción gana al razonamiento, incluido el auto convencimiento de que no puedes dejar de hacer lo que quieres hacer.
Eso es lo que se enseña en muchas Facultades de Comunicación, a cómo vencer las resistencias para que finalmente en nuestra mente surja la idea de lo inevitable. Solo hay un lado de las cosas, el positivo.
Los avisos y advertencias son mensajes que nos intranquilizan, que siembran angustia, que producen ansiedad. Es mejor no escucharlos, ponerlos en duda. Son aguafiestas del presente en nombre de lo que no sabemos si quiera si llegará a producirse. La forma de vivir es como si mañana un meteorito chocara contra la Tierra, precisamente el día en que habías dejado de comer tu alimento favorito y te hubieras puesto a dieta. Ahora miras el pastel fijamente mientras una voz en tu cerebro te dice "¿Y si no hubiera mañana"?
El nihilismo moderno de la trivialidad no se plantea la duda de todo, sino que, por el contrario, se lo cree todo, incluido lo contradictorio, cuando le favorece o elimina un molesto obstáculo.
Hemos construido, derribado, arrasado, desplazado, etc. para poder hacer lo que queríamos desatendiendo los avisos, que han sido y seguirán siendo ignorados. Cuando debemos privarnos de algo, casi siempre lo reevaluamos considerándolo esencial.
Entiendo la desesperación de Cristina Montiel. ¿De qué sirven los avisos?, es la cuestión que se nos plantea. ¿Para qué investigar, publicar, dar conferencias... si solo los leen los convencidos y son ignorados por la inmensa mayoría que prefiere que no le amarguen la vida con tanto aviso?
Los que tienen la desgracia de percibir problemas y avisar de ellos, viven en la desesperación frustrada de ver el futuro que llegará inevitablemente, y tener que padecer por hacerlo. Pronto son mirados con recelo, como aguafiestas o, peor, antisociales.
La capacidad de hablar directamente y advertir de los peligros ha quedado reservada a los ámbitos del mundo investigador, aunque cada vez es más rentable seguir la corriente y dar los mensajes que se quiere escuchar.
Enfermedades, despoblación, incendios, inflación, etc. de casi todos estos males teníamos noticia y de muchos nos avisaron con mucha antelación. Pero los responsables no quieren comprometer su futuro imponiendo límites y los irresponsables tratan de evitar que se los pongan.
Así es el camino del mundo. Pase lo que pase, que te quiten lo bailado.
* Ainara Pérez Muñoz "Incendios y cambio climático: un problema que irá a más y que nos afecta a todos" 30/07/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220730/incendios-cambio-climatico-problema-ira-mas/2393060.shtml
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