lunes, 18 de julio de 2022

El ahorro energético, las casas y nuestras mentes

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Con esta crisis  (con toda crisis) salen a la luz una serie de problemas de los que no éramos conscientes o, sencillamente, no nos importaban. Una de esa ideas revisionistas de lo hecho en el pasado es precisamente la falta de previsión ante el futuro y de las consecuencias de lo que hemos hechos, que se nos manifiestan con toda virulencia en esos momentos críticos. Las crisis son el resultado de la falta de previsión, de un presente que no mira a las consecuencias de lo que hace sino solo a los beneficios del presente. Si los beneficios son muchos, las crisis serán más intensas porque aquello que se ha convertido en problemático es grande y pasa enorme factura.

Con la crisis energética actual estamos descubriendo que lo que parecía eterno y barato, la energía, no es ni una cosa ni otra, junto a un tercer elemento: no es nuestra, hay que comprarla por no producirla.

El debate capitalista es claro: ¿para qué producir energía si es más barato comprarla fuera? La respuesta, una vez pasada la euforia inicial que nos lleva a extender nuestra dependencia, es que quien nos la vende puede dejar de sonreír y se manifieste en toda su crudeza aplicando el siguiente principio de mercado, tan claro como el primero: ¿por qué vender barato cuando se puede vender caro?

Lo que hay de cierto en todo esto es que pagamos hoy nuestros errores y alegría de ayer. En el diario ABC se entrevista a Dolores Huerta, recién elegida directora general del Green Building Council Spain, un organismo privado que busca que las casas en las que vivimos sean más ecológicas, que hoy es decir que nos cuesten menos  al aprovechar los recursos y lo que no se ha hecho habitualmente, construir pensando en el futuro, algo que está cada vez más pegado a nosotros. Con un titular muy claro sobre la situación —«En España se ha construido como si la energía fuese gratis; ahora la prioridad es rehabilitar»—, nos es más fácil comprender la que se nos viene encima con la situación en la que nos encontramos y que tiene todo para seguir agravándose.

Como entrada, la autora de la entrevista, Rocío Mendoza, nos explica: 

La mayor parte de las viviendas españolas no están ni pensadas ni construidas para hacer frente a fenómenos climáticos extremos, como son las sucesivas olas de calor registradas este verano de 2022. Y no es por falta de aparatos de aire acondicionado. Su falta de adaptación se debe a que el grueso de hogares construidos en nuestro país (en la transición y durante el 'boom' antes de 2008) no tenían la obligación legal de atender a unas normas técnicas (el llamado 'Código Técnico de la Edificación') que prepararse bien a los hogares frente a las inclemencias del clima.

Tirar de energía y emitir más emisiones que contribuyen al calentamiento global con sistemas de calefacción y refrigeración fueron las únicas soluciones hasta hace una década. Ahora sí existe una normativa que obliga a tener en cuenta el gasto energético de un edificio, pero solo para los más recientes. ¿Consecuencia? La mayoría de las construcciones no son eficientes.

Así, y ante un escenario de cambio climático en marcha, revertir esta situación se impone. La necesidad de emprender la rehabilitación energética de las viviendas está en el debate social y en los planes económicos de los gobiernos.

El máximo exponente de esta realidad son las ayudas europeas para la rehabilitación de las casas con el fin de tener que consumir menos energía en verano o en invierno. A ellas también se suman las ayudas e incentivos locales para hacer obras que aíslen y mejoren el confort de los edificios. *

Podemos ir por la vía ecológica, hacerlos más eficientes invirtiendo; o podemos plantearlo por la vía económica: hay unos fondos europeos y nacionales destinados a la rehabilitación de los edificios para hacerlos menos gravosos para el medio ambiente y para el bolsillo de sus propietarios.

El Green Building Council Spain es, se nos dice, una entidad destinada a hacernos percibir la necesidad de construir en "verde". Como lo de la construcción se está complicando y la gente quiere casas más baratas, si es que es posible, en negocio está, evidentemente, en la asesoría y en la rehabilitación. Cómo y que de las casas.

Las casas del pasado no están diseñadas (ni pensadas) para consumir menos energía teniendo más luz y evitando perder calor en invierno y reducirlo en verano. Teniendo en cuenta que las perspectivas —este verano es un aperitivo— son bastante negras, la necesidad de ajustarnos a lo que viene son imperiosas. El ejemplo más claro lo tenemos en el aire acondicionado, un negocio que se planteaba cada verano de calor. Desde mi ventana observaba cada verano la instalación de aire condicionados en el edificio de enfrente. Cuando iba al mercado, veía a la gente salir con televisores grandes y aparatos de aire de diverso tipo. Son los indicadores más claros de que las vacaciones se pasarán en casa y que en casa hace mucho calor. Con la crisis energética, la solución eléctrica del aire acondicionado casi se puede equiparar con salir de viaje. Pero —de nuevo la crisis— los precios del turismo y la hostelería se han disparado. Quedarse en casa es caro y salir lo es más.


La solución —nos dicen— es acondicionar la casa para que su gasto energético, en invierno y verano, sea más reducido. Desde hace años, neveras, lavadoras, televisores, etc., llevan etiquetas de menos consumo, de ser más ecológicas. Unos se fijaban en eso y otro no. Ahora se nota en la factura.

Acondicionar la casa para las próximas olas de calor parece que va en contra de la tendencia a salir tras las reclusiones y limitaciones de la pandemia. Pero salir tiene sus riesgos. El turismo se ha encarecido al querer recuperar en poco tiempo lo perdido. Eso obliga a muchos a quedarse en casa o salir menos. Cuando vas a una cafetería y terrazas, como veíamos ayer, la "moda" (así lo llamaban en algunos medios) es la de los servicios cronometrados, media hora para un refresco y de una a hora y media para las comidas. Si quieres salir con una caravana, algo que el coronavirus puso de moda, los precios igualmente se han disparado en los precios de compra y alquileres; eso sin contar el gasto de la gasolina. Como comer tenemos que seguir comiendo, si no salimos a comer fuera por los aumentos de los precios, el mercado nos pone los pelos de punta con los precios de verduras, aves, carnes y frutas, por no decir los quesos, fiambres, etc.

Para colmo, el cambio climático nos apunta con su escopeta de cañón recortado. Sí, estamos en una crisis en la que las acciones que se toman no hacen sino incrementarla. Hemos lanzado a la gente a las calles a consumir, pero esto ha disparado una importante inflación en todo. Todo el mundo se siente por debajo de costes, que es la fórmula que nos lanza a la escalada de precios. Unos y otros, todos contribuyen a que esta escalada sea espectacular, batiendo récords. Y, una vez más, nos lleva a matar la gallina, haciéndonos menos competitivos. La esperanza de movilizar al turismo nacional, si no viene el extranjero, es cada vez más reducida por la sencilla razón de que estamos en esta crisis que nos da ya tasas de ahorro negativo. No te puedes gastar lo que no tienes. Corrijo, te puedes llevar por delante la economía con una crisis hipotecaria gastándote lo que no tienes, como ya nos ocurrió y estamos con todos los números para que nos vuelva a ocurrir si lo olvidamos. Pero el olvido es la materia con las que están tejidas las crisis.


Habrá que hacer muchos cálculos para saber cuál es el orden correcto de inversiones para mejorar nuestro maltrecho estado. ¿Empezar en invertir en nuestros hogares para poder resistir en ellos? Las ayudas y diversos tipos de medidas podrían hacer recuperarse, más allá, del sector a las economías domésticas limitando los gastos, aprovechando lo que es negativo y que puede pasarse a positivo. ¿Por qué no aprovechar la energía solar para calentar o como ahorro de luz? ¿Por qué no aislar mejor para evitar los enormes gastos de las calefacciones? Más allá de la economía doméstica, está el planeta, en el que también ahorramos si lo cuidamos mejor.

La última respuesta de Dolores Huerta en la entrevista deja claras las cuestiones:

-Nos encontramos con la pescadilla que se muerde la cola: en la sociedad hay una inquietud por ser sostenible, pero pocos tenemos las soluciones en la mano. Además, algunas propuestas pasan por cambios que no gustan (menos coche, menos carne...) y tendemos a mirar hacia otro lado porque un cambio en la forma de vida genera rechazo. En el caso de la rehabilitación también pasa: ¿Quién se quiere meter en obras y encima poniéndote de acuerdo con la comunidad? Son cambios que no generan una adhesión masiva. En mi comunidad, por ejemplo, hemos tardado un año solo en ponernos de acuerdo. La sociedad necesita tiempo para procesar los cambios, pero las velocidades que necesita la ciudadanía no están acompasadas con el proceso burocrático. Estos fondos europeos a la rehabilitación vienen con el tiempo muy acotado. Se pueden gastar hasta 2026 pero solo se pueden pedir hasta finales de 2023. Hasta ahora, ha habido retraso en abrir las ventanillas salvo en tres comunidades autónomas. Así, se da el efecto perverso de que hay obras paralizadas pendientes de las subvenciones. En cuanto a los propios fondos, son un chollo. Ahora mismo, si tienes un poco ambición, puedes llegar a cubrir hasta un 80% de la inversión, al día siguiente empiezas a ahorrar y con el tiempo la vivienda se puede revalorizar.*

Evidentemente, la entrevista tiene la finalidad de apresurar a la gente a que solicite esos fondos para rehabilitar las casas antes de que caduquen y se pierdan. En estos momentos en que todo el mundo llama nuestra atención para que gastemos con unos y no con otros, es importante tomar las decisiones correctas, ajustar las prioridades porque se acercan tiempos difíciles y hay que saber elegir bien.

Por supuesto, el mercado aprovechará nuestros deseos de ahorrar para apretarnos las clavijas. Ahorrar nos saldrá más caro que antes. Pero lo cierto es que habrá que empezar a hacer algo porque lo que nos viene encima es complejo y complicado. No habrá soluciones al gusto de todos, ni al tiempo de todos.

En España, es cierto, se ha construido como si la energía fuera gratis. También se ha consumido como si fuera nuestra y no se la tuviéramos que comprar a enemigos y vecinos poco fiables. Además de acomodar las casas para el futuro, sería bueno corregir malos hábitos del presente, formas de despilfarro que vemos cada día por todas partes. En tiempos en los que sobra poco, es buen momento para esa revisión de malas costumbres, de cambiar pequeños detalles materiales en lo que nos rodea.

Las rehabilitaciones de casas pueden ser pocas por motivos evidentes, pero hay mucho en su interior que se puede mejorar y corregir. Como siempre, el principal elemento somos nosotros, rehabilitar nuestras mentes y consumir energía de otra manera. Los que no lo hacían por el planeta tendrán que hacerlo por su propio bolsillo. 

 

* Rocío Mendoza, entrevista a Dolores Huerta. "«En España se ha construido como si la energía fuese gratis; ahora la prioridad es rehabilitar»" ABC 17/07/2022  https://www.abc.es/antropia/abci-vivienda-consumo-energia-rehabilitacion-ayudas-europeas-20220717141616_noticia.html




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