martes, 5 de julio de 2022

La ampliación de la agresión híbrida

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Cada vez es más complicado definir un conflicto. Aquello que en el pasado se nos mostraba con cierta claridad —o al menos así lo suponíamos— se nos ofrece hoy con una dificultad conceptual o de definición. Las interacciones y las múltiples dependencias entre agentes hacen que sea posible condicionar sus actuaciones, y que, de una manera mucho más oscura, padezca situaciones de crisis.

La idea de "guerras híbridas" parte de la idea central de guerra, pero es el concepto de "lo híbrido" lo que nos deja abiertas las puertas a la confusión, a las dificultades de identificar si lo que ocurre es fruto de una dinámica propia o si ha sido deliberadamente respaldado, provocado, favorecido, etc. por un tercero que nos ataca a través de hechos muy variados.

Que la OTAN haya considerado el uso de los flujos migratorios como una forma intencional de ejercer la violencia sobre los estados nos da muestras de la variación que esto admite. La amenaza de cortes energéticos es una forma directa ya que tiene efectos destructivos, consecuencias en cadena sobre la población.

El hecho de que la desinformación, las noticias falsas, etc. hayan crecido es porque forma ya parte de esa hibridación o de la guerra por otros medios. Las intensas conexiones y dependencias que se han construido en estas décadas de globalización, las reestructuraciones de las economías, etc. pueden hacer que necesites la ayuda de tu mayor enemigo, que ha utilizado los lazos para poder presionarte.

BBC 20 mayo 2019

"Dependencia" es hoy un grito de alarma cuando vemos que se tuercen las relaciones que parecían estables hasta llegados a un punto de ruptura en el que comprendemos que estamos en el interior de la telaraña. Eso le ha pasado a Alemania con su dependencia energética de Rusia. A los años de buenas relaciones con Merkel, de confianza en la Rusia de Putin como suministrador fiable, le siguen estos años oscuros en los que el flujo de gas es utilizado como arma.

El hecho de que una huelga del transporte revele que no podemos alimentar al ganado, que no podemos fabricar coches por falta de chips que se fabrican en China, o que no tengamos mascarillas para cubrir una pandemia, etc. nos revelan quiénes son hoy tus aliados, pero también quién puede ser tu rival o tu enemigo.

China ha protestado airadamente por la descripción que el documento de la OTAN da de ella. Pero la pandemia ha revelado la enorme dependencia que existe respecto a la gran fábrica del mundo. Si hay un conflicto de algún tipo, las consecuencias pueden ser aterradoras para las economías o para la vida al completo del país.

9/11/2021

Sabemos que Rusia juega a la desestabilización a través de la creación o la incentivación de conflictos internos en Europa. Ya sea con desinformación (inundando las redes con noticias y bulos) o con la financiación (alentando a grupos conflictivos, como los separatistas de diversos países), Rusia lleva mucho tiempo interfiriendo en la vida de otros países. Por su manipulación informativa, determinados países europeos crearon legislaciones específicas para protegerse de las manipulaciones rusas durante sus campañas electorales. La campaña para llevar al seno del Parlamento Europeo a grupos anti europeos ha sido un éxito creciente de Putin, debilitando así las instituciones.

Todo esto es cada vez más diverso y complejo en su identificación como "conflicto". Hoy se amplía porque al haber estallado finalmente la guerra, es más fácil desenmascarar otro tipo de acciones agresivas que recurran a medios indirectos.

Hoy vemos cómo se juega con el trigo para crear presión en distintas zonas, a veces con dos o tres grados en la carambola de los efectos, es decir, golpeas en un punto que tendrá efectos sobre otro punto que te afectará finalmente. La creación de una hambruna puede dar lugar a un golpe de estado ante el descontento social, que provoque a su vez una nueva ola migratoria que afectará a los países receptores creando, por ejemplo, un mayor apoyo a los grupos xenófobos y populistas, que tendrán más proyección.

2/03/2022

Las jugadas a tres o cuatro bandas pueden ser extraordinariamente complejas y pueden tener —de hecho tienen— efectos incontrolables, pero lo importante es lograr la causalidad principal, el objetivo que se busca. Usar los flujos migratorios, como ha hecho Marruecos o Turquía como forma de presión, por ejemplo, tiene unas enormes consecuencias humanas que son despreciadas por esta nueva forma de maquiavelismo.

En un mundo de lazos no es complicado manipularlos y aprovechar las dependencias. La solución no es fácil pues los países que pueden practicar este tipo de acciones desde la sombra necesitan ser ellos los que controlen aquello que sirve de fuerza en la dependencia. Es decir, hay que tener el gas, el trigo, la frontera. Hay que tener la falta de escrúpulos para jugar a este tipo de manipulaciones, algo que llegados a un punto les debe importar poco. Hay que tener, especialmente, un control autoritario de tu espacio para evitar que las consecuencias que se deriven de tus acciones sean negativas para ti. Pero el aumento de los regímenes autoritarios y la percepción de que las democracias son manipulables por su propia debilidad nacida de la opinión pública son claros. Para los que controlan con mano de hierro sus países, la democracia es una forma de debilidad. Ellos se mantienen en el poder mediante el ejercicio de la acción combinada de la represión y la propaganda. Las democracias, en cambio, son manipulables y los que ocupan el poder temen perderlo por los cambios de opinión.

Cómo se pueden proteger las democracias frente al aumento del autoritarismo y de todas estas formas híbridas de agresión manipuladora o directa es una cuestión en la que hay que empezar a pensar. La idea de lo híbrido no es nuevo, evidentemente; lo que ha ocurrido es que han aumentado nuestras dependencias abriendo puertas a nuevas formas de agresión y desestabilización. Esto abre nuevos escenarios de presión más allá de la guerra convencional, que sería el último peldaño de la agresión. Hay que ver los grados inferiores al hecho bélico y detectarlos como formas de agresión.

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