Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
activación de protocolos nucleares por parte de Putin es una muestra más de la
locura a la que este ha llegado, el síntoma final. Es además, la evidencia de
que tendrá que ser el pueblo ruso quien le pare. Putin ha logrado convertirlo
en la segunda víctima, en la más duradera. Mientras Ucrania recibe la
solidaridad del mundo, la Rusia de Vladimir Putin solo recibe rechazo y
condenas. Ha dejado a la vista esas parodias de países que son Bielorrusia y
Chechenia, dictaduras ahijadas de la Gran Madre Rusia. Ellas son el espejo
caricaturesco del destino de Ucrania si se rinde a Putin. No hay otro destino a
la vista. De ahí que la resistencia sea máxima y Putin se haya topado con ella.
Putin
ha dibujado y firmado el futuro de las relaciones con Rusia por décadas. No será
la súper potencia que espera ser, sino simplemente un monstruo marginal que
verá cómo se hunde su economía arrastrando a su pueblo a una pobreza creciente
ante el aislamiento mientras él y sus sucesores se encuentren en el poder. De
ahí que tengan que ser ellos los que lo frenen en algún momento. Las imágenes
de disidencia y de brutalidad contra ella son cada vez más frecuentes y crece
el número de detenidos por manifestarse.
Los
efectos en Europa ya se están comenzando a producir. El más significativo es el
tremendo aumento del presupuesto militar alemán, anunciado ya por el presidente
Olaf Scholz. Como era previsible, Putin ha logrado lo contrario de lo que
quería. Si su objetivo era la "seguridad" rusa, lo que ha conseguido
es que todos los países europeos tengan que aumentar su inversión en seguridad
en una nueva fase de la llamada carrera armamentística provocada por la amenaza
de Rusia.
Ya la
inseguridad que Donald Trump creó hizo plantearse a Europa la creación de un
sistema de defensa no basado exclusivamente en la OTAN. Las exigencias del
presidente Trump creaban la necesidad de organizar un ejército propio en la
Unión Europea. Esta necesidad era obvia y aquí la hemos tratado en varias
ocasiones, pues planteaba escapar de la dinámica peligrosa que el gobierno
norteamericano planteaba con la creación de zonas de conflicto próximas para
exigir a los defendidos una mayor participación y compra de armamento
norteamericano. Cuando Europa decidió invertir en las compras de su propio
armamento producido aquí, Trump montó en cólera. Ahora Trump no está, pero
hemos heredado el sistema de la creación de conflictos. Espero que se haya
aprendido algo del funcionamiento de este peligroso juego de los amagos que finalmente
acaban produciéndose.
Alemania anuncia un enorme presupuesto en la modernización de su defensa. Hasta el momento, Europa se ha mantenido bajo el paraguas norteamericano, lo que nos crea una dependencia que se traduce en inseguridad ante la amenaza rusa, que puede engullir Ucrania y seguir amenazando a demás países europeos con la relativa seguridad de que no habrá una intervención norteamericana directa por temor a una guerra a "gran escala". Eso significa que a Putin le convendrá espaciar sus invasiones y siempre tendrá la excusa fronteriza para actuar contra otros países, como ya ha señalado. Lo que se juega en Ucrania es mucho y los ucranianos tendrán que realizar una resistencia heroica ante la mirada impotente de una Europa que no significa nada para Putin.
En Antena 3 se entrevista al general retirado del Ejército del Aire español Juan Antonio Moliner, al que se le pregunta sobre el riesgo de que Putin use realmente las armas nucleares en este conflicto como respuesta a las amenazas verbales de Occidente y la OTAN:
¿Alguien cree que vaya a hacer uso de esas
armas?
Nos ha querido meter miedo y yo creo que lo ha conseguido. Occidente, temeroso, tiene una gran fortaleza, que es el deseo y la búsqueda de la paz, pero cuando viene un conflicto esa fortaleza se convierte en una debilidad y eso Putin los sabe y lo está utilizando. *
No se
trata ya de que Putin sepa que el objetivo de Europa es la paz, algo que está en su propia genética, pues la Unión tenía
como objetivo evitar nuevas guerras como las ocurridas en el siglo XX. La
realidad de Europa se basaba en una paz
vigilada durante la Guerra Fría. La vigilancia, claro está, era la OTAN y
su sistema de defensa aliada. Hoy es la OTAN precisamente el argumento de Putin
para sentirse amenazado, pero es una amenaza que responde a su política de
invasión y anexiones previas.
Como muchos temían al hilo de la Historia, Rusia no tiene tradición democrática alguna en su historia. Su tradición es la de la fuerza y la expansión anexionándose territorios hasta convertirse en el país más extenso del planeta y que solo entiende la seguridad como hija de la invasión de los países limítrofes que acababa "repoblando" de campesinos rusos, que son los que hoy se consideran hermanos y justifican la invasión porque, según la falsa versión de Putin, estaban siendo masacrados por los ucranianos. En Ucrania hay "prorrusos" porque los rusos los plantaron allí; ha sido durante siglos su sistema más barato de defensa, una garantía de que las gentes que allí vivieran tenían lazos con la Madre Rusia. En Rusia no se suprime la "servidumbre de la gleba" hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XIX, lo que implicaba que los señores eran "amos" de los campesinos de sus tierras y decidían sobre sus vidas. Turgéniev nos dejó en su magnífica "Padres e hijos" testimonios sobre aquella forma de ver el mundo. Ya entonces existía la división entre los eslavófilos y los occidentalistas. Muchos rusos abandonaron una Rusia cerrada sobre sí misma, con su mística de destinos, y se instalaron, como el propio Iván Turgéniev, fuera de su país.
La
ausencia de tradición democrática ha hecho que Rusia vea el mundo desde la
perspectiva de la fuerza bruta. No entiende de políticas de buena vecindad más
que la que se pueda mantener con países como Bielorrusa o Chechenia o
cualquiera de las dictaduras títere que mantiene como satélites a su alrededor,
a las que arma y anima a practicar a sus tiranos la brutalidad contra cualquier
disidencia.
El
error europeo ha sido creer que Putin era un vecino confiable. Esto le ha
permitido en estas dos décadas ejercer una política subversiva sobre Europa, a
la que considera una pieza fácil. Rusia ha extendido sus mafias por medio
mundo, invirtiendo en la rentable Europa el producto de sus rapiñas. Nos hemos
acostumbrado a usar el término "oligarcas" como parte de una
peligrosa normalidad; hablamos de la corrupción que viven, pero es cosa de
ellos. Nosotros nos conformamos con venderles tranquilas villas de lujo en
nuestras discretas urbanizaciones de la Costa del Sol. ¡Mientras paguen!
Ahora les vemos la otra cara, las de los criminales que sustentan un régimen dictatorial y corrupto, mientras juegan con la demagogia de responsabilizar a Occidente de todos sus males. Putin se ha asegurado teniendo a muchos dirigentes europeos con sueldo; eran los conseguidores, lo que reciben financiación directa o indirecta desde el Kremlin y le eliminan obstáculos. Las listas han ido saliendo y contienen nombres ilustres de la política europea. Aquí hemos comentado en estos años los vínculos de Putin con el "Brexit" o sus conexiones con el independentismo catalán, por ejemplo, y con los ultraderechistas de todo el continente, fomentando los populismos a los que ha subvencionado. Todo lo que perjudicaba a la Unión Europea ha sido favorecido por Putin sembrando la desunión y el caos. Las redes de desinformación creadas por Rusia no son novedad, pero no íbamos a crear problemas con estas cosas nimias. Ahora se comienza a cortar la difusión de canales como Rusia Today, al que hemos señalado desde hace años como foco de desinformación en todo el mundo de habla hispana, especialmente en toda América.
Finalmente, no acabábamos de creer que Rusia haría lo que finalmente ha hecho. La
"debilidad" europea, como señalaba el analista militar, es que es
difícil negociar con alguien a quien
no le importa la guerra. Intentará llevara al límite y finalmente tendrás un chantaje permanente, una amenaza constante a tu seguridad. Es lo que ha mostrado y demostrado Putin.
La
reacción alemana no se ha hecho esperar y tendrán que seguirle otros países
para que Putin respete a alguien. El problema es que él sabe hasta dónde
podemos llegar y nosotros también hasta dónde puede llegar él. Eso distorsiona
las posibilidades de que negociar sirva de algo. Putin ha mentido en todas y
cada una de sus declaraciones sobre los límites. Le basta con cambiar los
nombres, pero da igual a cómo llame a la caída de misiles o a que un tanque te
pase por encima, es "guerra".
La
jugada de mezclar a los bielorrusos y a los chechenos es una forma de mostrar
su poder al jugar con los peones a su servicio y de hacer caer sobre ellos la
responsabilidad de los momentos que se avecinan. Es, además, una manera de
internacionalizar de forma directa el conflicto.
La
solidaridad con los ucranianos es algo más que un gesto empático. Es un gesto necesario
que muestre a Putin firmeza. Ya se escuchan voces de "afectados" por
cosas que no les llegan o se les encarecen. Desgraciadamente para algunos no
hay más frontera que las del bolsillo.
La guerra en Ucrania no es una fantasía, ni película o un videojuego. Es real, nos guste o no. Condicionará nuestra vida tranquila, tendrá efectos sobre nosotros. Pero todos ellos son muy inferiores a los que tendría no responder, mirar hacia otro lado. Solo la firmeza va a parar a Putin.
¡Solidaridad con el pueblo ucraniano!
* Alba
Gómez "El análisis del general del Ejército del Aire Juan Antonio Moliner
sobre Rusia: "El deseo de paz de Occidente es una debilidad""
Antena3 27/02/2022 https://www.antena3.com/noticias/mundo/analisis-general-ejercito-aire-juan-antonio-moliner-rusia-deseo-paz-occidente-debilidad_20220227621be3075bbac90001029cc9.html
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