sábado, 12 de febrero de 2022

Siguen las puñaladas

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


La estrategia de Unidas Podemos estaba cantada y así lo escribimos ya hace meses. La campaña desarrollada en las elecciones de Castilla León ha sido clara, un mensaje más allá de las regionales: ellos son la izquierda y el PSOE solo es un partido tibio, que busca pactar con la derecha. Así lo manifestaron con descaro ante su público Ione Belarra y demás presentes en el cierre de campaña ayer. Ellos son ellos y no existe otra posibilidad.

Todo esto no es más que la verbalización de lo que han estado haciendo con burda estrategia desde hace meses y con el fondo de la debilidad de Sánchez en el gobierno. Nunca un grupo pequeño le ha sacado tanto provecho a sus votos contados y nunca se hizo con tanto descaro.

Las campañas electorales tienen un indudable fondo teatral, pero también un punto de apuesta, un órdago en el que hay que poner sobre la mesa lo que se tiene. Y lo que tiene podemos es una arma fácil y una lengua descarada. Durante estos meses últimos, los enfrentamientos entre ambas facciones del gobierno han sido claros y rotundos, cada vez más venenosas. Las propuestas que salían de los ministerios gobernados por Podemos eran cada vez más imposibles. La estrategia era sencilla: no se trataba de llevarlos a cabo sino de cortar la hierba a los pies del PSOE, dejarlos en evidencia ante el electorado. Ellos son los serios, los que apuestan claramente por la "izquierda", mientras que el PSOE es un partido "cobarde", incapaz de llevar adelante reformas claras, tendente a pactar con todo el mundo en cualquier momento. En esto ha sido bastante claro lo ocurrido con la rocambolesca Reforma Laboral, un auténtico zafarrancho político, no por el despiste del diputado popular Casero, sino por el mapa de alianzas que puso sobre la mesa.


El hecho de haber sacado adelante la Reforma al margen de los pactos de investidura tiene posibles múltiples consecuencias, pero cuáles sean está por ver. Lo que parece evidente es que es un gol que se les ha colado en propia puerta al "socio parasitario" del gobierno.

¿Era esto la "nueva política"? Parece ser que sí. Esta se basa en un pragmatismo absoluto y en una retórica radical y agresiva. Cada punto que consiguen sacar adelante es coreado como una victoria contra "la derecha" y a la vez contra "el conservadurismo socialista", al que no parar de ningunear y dejar en evidencia.

En estas semanas últimas hemos podido comprobar el ímpetu en las propuestas, en saltarse los ministerios y vocear las suyas. Saben sobradamente que no saldrán, pero de lo que se trata es que estén en los medios para así poder lanzar en sus proclamas la debilidad electoral congénita del PSOE.


En estos momento, el descaro es tal que casi podemos hablar de "estado de rebeldía", en donde el socio minoritario puede hacer lo que quiera a sabiendas que el mayoritario queda en evidencia ante el electorado. Unidas Podemos es gobierno y oposición: es gobierno cuando saca algo adelante, oposición cuando vocea sus propuestas aprovechando su posición. De esta forma se percibe la firmeza frente a la debilidad. Ya lo han dicho en Castilla-León: "¡somos la izquierda!".  Esto deja en una posición difícil a los que están tratando de hacer una labor más integradora. Mucho me temo que las luchas internas acaben marcando también a los que juegan doble.

¿Qué le queda al PSOE? Muy poco margen, desde luego. Creo que una cosa es segura: esta situación se irá incrementando conforme avance el tiempo y consumiéndose el periodo de mandato. A medida que se vayan acercando las elecciones generales, veremos a gran escala lo mismo que estamos viendo hoy en Castilla-León y cuyos resultados electorales se verán mañana.


Los peores ataques al PSOE, a su línea de flotación, van a llegar en el futuro desde su izquierda. Eso es lo que vemos y ahora. Lo que se trata de evitar es que el partido socialista pueda encontrar apoyos en el centro para cualquier otra ley importante, como ha ocurrido con la de Reforma Laboral. Si esto ocurre, pierden el control del partido mayoritario. Este juego —que hemos comentado en varias ocasiones — consiste en sacar rendimiento a la fragmentación; con pocos votos se tiene mucho poder, que se usa para conseguir más votos. De esta forma, gobernar es invertir en promoción para la siguiente, desprestigiar a los que te pueden disputar el voto y así mostrarse como la única opción futura.

¿Qué le queda a Sánchez? Muy poquito que hacer. La única jugada es muy arriesgada, que sería el adelanto de las elecciones unos meses con la excusa del propio Podemos; señalar que es imposible gobernar ante tanta deslealtad y abrirse a otro tipo de pactos futuros más fiables. Esto es un gran problema dada la naturaleza fragmentada del espacio político español, cuyas divisiones no son solo ideológica derecha-izquierda, sino nacionales e independentistas, parlamentarios o callejeros.

Muchos partidos han dejado de regirse por ideas (reducidas a eslóganes) y ahora lo hacen por fobias. Es más fácil manipular aspectos emocionales (la simpleza de Díaz Ayuso, "comunismo o libertad"), como son el odio o el miedo. De esta forma, se trabaja sobre polarizaciones muy diversas, cada vez más radicales y en ocasiones inesperadas (nación/separatismo, religioso/antirreligioso, carne/vegetariano, granja/macrogranja etc.). Esta radicalización se lleva hasta las macrogranjas o al Benidorm Fest, como hemos podido ver en fechas recientes. 

Todo es político, todo permite segmentar en dos, que es el objetivo de la nueva política frente al bipartidismo clásico. Esta fragmentación  radicalizada nos está bloqueando muchas cosas e impidiendo tener una presencia exterior que no haga el ridículo con sus llamadas lastimeras a Bruselas.

La política se ha convertido en un espectáculo en el peor sentido de la palabra. Lo ocurrido con la ley de Reforma Laboral es un episodio digno del vodevil. Se está produciendo un enorme desprestigio de los políticos, la política y las instituciones. Estas últimas son de todos y los ciudadanos podemos y debemos exigir un comportamiento más digno a su frente. Se nos está haciendo daño a todos.


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