Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Tras comentar unos cuantos casos en los que personas conocidas se han dado de baja de las redes sociales, tras mencionar algún suicidio por la misma causa, la periodista y conocida presentadora de Antena 3, Susanna Griso, se hace la siguiente pregunta: «¿Cómo puede ser que las televisiones seamos responsables de nuestros contenidos y las redes no? ¿Por qué estas plataformas no tienen horarios protegidos ni una especial protección de la infancia? ¿Por qué siguen amparando a quienes atacan e insultan desde el anonimato?»
La respuesta es obvia: la empresas periodísticas trabajan en dentro de un marco legal medianamente claro y, especialmente, se dedican a informar. Las redes, por el contrario, son unas infraestructuras que posibilitan que sean los usuarios los que produzcan informaciones bajos unos criterios personales. Las redes son distintas a los medios porque son medios en un sentido diferente a lo que lo son las llamada redes "sociales".
Los medios de comunicación ofrecen informaciones con criterio de servicio a la comunidad que produce una respuesta a los acontecimientos; las redes sociales son un espacio de interacción múltiple, no verticales como ocurre con los medios tradicionales en donde existen líneas editoriales y práctica profesionales con límites éticos.
Si un medio tradicional —la cadena de Susana Griso, por ejemplo— dedicará todos los días media hora en sus noticiarios a hundir a la cantante Chanel, está se sentiría igualmente abrumada y descorazonada por los ataques.
El problema de las redes es que no son medios de comunicación en el sentido empresarial y profesional que hoy le damos al término, sino espacios definidos por los receptores: el tamaño es el número. Una red son sus conexiones y estas trabajan en muchas direcciones.
Griso escribe: «[...]
mi pregunta es: ¿A qué están esperando los CEO de Facebook, Instagram, Tiktok o
Twitter para pedir una identificación, DNI o pasaporte, detrás de cada usuario?» La respuesta es que es un
negocio que ha surgido en el mismo país en donde es posible comprar decenas de
armas porque es legal. Lo que hagas después con ellas no afecta (por el
momento) a quien las usa, ya sea para una matanza en un instituto, un asalto a
un banco o disparar a latas y botellas en la parte trasera de tu casa.
El
problema de las redes es el problema de la sociedad y de sus motivaciones, de sus propios límites. El
peligro de las redes proviene de algo que consideró el gran novelista Kurt
Vonnegut Jr en una de sus obras: todos los países pueden tener 40.000 locos; el
problema es si se junta. Y eso es precisamente lo que las redes sociales les permiten
a los locos, unirse.
Hay
maldad porque hay gente mala y no al contrario. Esta cosa tan sencilla nos
lleva a problemas complejos sobre nuestro estado actual. Puede que haya
existido siempre y que el porcentaje de malas personas, como el de idiotas, sea
estable en la historia de la Humanidad. No lo sé. Pero sí podemos comprobar que
se pueden juntar, unir sus esfuerzos y buscar sus víctimas, a las que atacan
sin piedad, como grupos de hienas. Desgraciadamente eso les produce la maldad
destructiva. La mayoría son personas sin más ilusión ni entretenimiento que
ese. También debemos reconocer que el mal produce placer a determinadas cosas,
que disfrutan pateando, golpeando y usando las redes para hacerlo virtualmente,
lo que les produce una enorme y malsana satisfacción.
Lo que
plantea Susana Griso es la cuestión del anonimato y de la impunidad, que no es
nueva, pero sí ha adquirido una intensidad relevante al darles la herramienta
perfecta, las redes.
En la
obra de Balzac, Papá Goriot, se presenta
un diálogo entre el joven Rastignac y su amigo Blanchon. Ambos dialogan sobre
algo que han leído en Rousseau, la posibilidad de matar a otros a distancia,
sin que nadie sepa que has sido tú, tan solo con desearlo. La pregunta se concreta:
«Vamos, ¿si tuvieras pruebas de que es algo posible, que basta con hacer una
seña con la cabeza, lo harías?»
El
dilema, planteado hoy en las redes es ¿hundirías sin piedad a una persona solo
por el placer de hacerlo porque nadie te identificará en la distancia? Eres un "nick", un apodo, difícil de
rastrear, escondido en una muchedumbre. ¿Lo harías?
Los que
atacan diariamente a cientos de miles de personas desde el anonimato han tomado
su decisión. Los que se fabrican falsos perfiles para no ser rastreados lo
hacen y se cambian las veces necesarias para seguir su inmunda labor. No les
importa el daño que causan; no es su problema, es su placer.
El
mundo que estamos creando camina cada vez más al anonimato poderoso. Unos
quieren ser anónimos para que nadie se fije en ellos. Otros, en cambio, buscan
un protagonismo tras sus apodos. Es la impunidad deseada porque saben que se
esconden en los grupos masivos que atacan como mandas de lobos; es el daño del
sádico, el placer de causar dolor.
Todo lo
que estamos construyendo avanza en el mismo sentido: el doble virtual. Hasta la
propuesta de Zuckerberg, Meta, es un mundo virtual en el que interactuar con
otros. El daño, los ataques, etc. son formas de interacción. Pensar que todos
unidos vamos a amarnos más es de una ingenuidad pasmosa. Lo que se está dando
es precisamente la ocasión de actuar mal desde el anonimato. Hay personas que
disfrutan haciendo el bien, otras, por el contrario, es el mal lo que les
produce ese placer malsano.
Lo malo
es que está generando unos hábitos que se extienden más allá de lo virtual.
Crece el narcisismo, la incapacidad de diálogo, aumenta la agresividad. Lo
percibimos cada día en todos los ambientes. El poder de destruir difamando es
gratificante para el que se siente con nueva vitalidad en todo su cuerpo tras
hacerlo. Ufano, lo comenta con sus amistades; presume de ello. Da muestras de ingenio en el
insulto y no desperdicia añadir sus líneas al final de cada artículo que mal lee. ¡Es su libertad!, dice. Busca precisamente los puntos en los que se concentra la atención para ser visto y admirado. Muchos
profesionales de la información han retirado la posibilidad de "comentarios" en las
ediciones digitales de sus medios. Los insultos y tonterías les desestabilizan,
les provocan un malestar que acaba siendo depresivo.
Por
temor a ser víctima de ataques, los prudentes desaparecen. Eso da un sesgo
negativo a la propia red. Si defiendes a alguien, eres la próxima víctima. En
eso se basa el acoso, en el miedo a ser el siguiente.
La
respuesta a la pregunta de Susanna Griso es muy evidente. Ella es una
profesional, pero las empresas que hay tras los medios son también responsables
de agitar la botella para que se provoquen más visitas. La polémica es hoy la
base de todo; es lo que se provoca o se permite desde todo un mundo que busca
el beneficio económico y la rentabilidad. Los medios, sí, son responsables afortunadamente; las redes también, pero son imposibles de controlar porque están diseñadas para eso. Una cosa es "responsables" y otras "culpables", que es muy diferente. A los medios se les pone nombre y cara; las redes son una masa amorfa, pero no por ello dejan de ser "culpables" y responsables, incluidos los que están detrás y lo fomentan.
Susanna Griso habla de los "contenidos" y su responsabilidad. Eso es solo una parte del gran pastel de las redes. El profesional, por serlo, asume una responsabilidad. Los que se dedican a intoxicar desde la redes, a difamar, a acosar, etc. Son —deberían serlo— distintos a los que pululan por las redes. La función del profesional es otra, pero cada vez muchos medios dejan de tener clara la diferencia y convierten al "columnista" en "influencer"; es "lo moderno", como diría un equivocado amigo mío. Si no se marcan las diferencias, si no se enseña en nuestras facultades la diferencia, pronto se tragarán al "soso" informador. Muchos programas de televisión dan entrada a las redes sociales. "Las redes están que arden...", les gusta decir. Son ellos mismos los que las potencian, las que los introducen. En la prensa escrita viene a hacer lo mismo. Los profesionales tienen que promover sus propios artículos para tener seguidores y ser valorados en sus propias empresas. Es ahí donde está el negocio y el público. Esto es peligroso porque es invertir el sentido. Y tiene consecuencias en muchos niveles.
Hoy se
habla de la salud mental en muchos campos, de los colegios a los festivales de
música. La exposición a las redes es el arma de doble filo. Quedarse fuera es
motivo de soledad y de peligro si estás dentro. Antes había personas que se
dedicaban a vigilar las redes para borrar comentarios, los moderadores reguladores
de la paz en los chats y demás tipos de foros. Hoy todo está abierto y
automatizado y que cada cual se juegue su suerte.
Vivimos
en una gigantesca burbuja informativa imposible de regular en su conjunto, pero
en la que es posible actuar individualmente. Es cuestión de que cada uno
intente no dejarse arrastrar por esas tendencias, evitarlas allí donde está en
nuestras manos. Es necesaria una mayor educación en valores, algo que no es
sencillo en un mundo cada vez más egoísta y con beneficios importantes para los
que viven del caos. Hay que eliminar esa tentación a la exposición constante a
la que esta nueva cultura no empuja.
Pero eso no lo vamos a ver ni usted ni yo.
*
"Susanna Griso: "¿Las televisiones somos responsables de nuestros
contenidos y las redes no?"" Antena3 4/02/2022
https://www.antena3.com/noticias/sociedad/susanna-griso-televisiones-somos-responsables-nuestros-contenidos-redes_2022020361fcc20d6f203000013d5147.html
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