lunes, 21 de febrero de 2022

El golpe

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


La tensión en el PP va a más y o a menos, como algunos —y solo algunos— querían. En este contexto, Pablo Casado ha dado un mal paso estratégico al dar por buenas las explicaciones ofrecidas. Esto hubiera bastado ante otro rival, pero el estilo bronco de Díaz Ayuso lo ha tomado como una oportunidad para ganar terreno rápidamente en el campo de batalla.

La manifestación del otro día ante Génova pidiendo la cabeza de Pablo Casado y Teodoro García Egea es un movimiento que tiene poco de espontáneo y muestra las técnicas populistas de Díaz Ayuso y los que están detrás en un doble movimiento de tenaza, la calle y los medios.

El editorial del diario ABC, con el titular "Casado, una dimisión obligada", no deja espacio a otro tipo de reflexión más que pedir la cabeza del presidente del partido y de la directiva nacional: 

La guerra civil en el Partido Popular se ha hecho tan insostenible y carente de salidas negociadas que Pablo Casado debe dimitir como presidente nacional del partido en las próximas horas. Ya no se trata de que sea mejor o peor candidato, sino de que no ha sabido resolver una crisis que ya ha contagiado al partido, a las bases, a la militancia y a millones de votantes en toda España. No es un episodio que afecte a Madrid. Es la marca electoral la que irreversiblemente seguirá marcada e inutilizada mientras Casado continúe en ella. Ese es el sentir de la inmensa mayoría de los dirigentes territoriales del PP, que exigen un cortafuegos definitivo y drástico como único remedio para salvarse de una sangría.

Es el partido lo que está en juego. Esto ya no va de liderazgos, y cualquier salida negociada de Teodoro García Egea ha quedado desfasada por los acontecimientos, por la incomprensible tardanza de Génova en atajar el conflicto, y porque todo se ha revelado absolutamente inútil y dañino.

Lo ocurrido en Madrid ha extendido por toda España un divorcio real de las bases con su presidente, que por el bien del partido debe renunciar en cuestión de horas. Ya no se trata de intentar recabar apoyos autonómicos, seguir midiendo fuerzas en su pugna con Díaz Ayuso, o buscar soluciones creativas de intercambio de cromos en forma de dimisiones. El perjuicio causado es mucho mayor del que ni siquiera hace tres días podía preverse. Cuando más de 4.000 personas se personan ante la sede del PP exigiendo su dimisión no se trata de un teatro preparado para seguir convulsionando el partido. Es la evidencia de una indignación real que comparten muchos militantes en todo el territorio español. La ingratitud de la política y la vertiginosidad con que hoy en día los militantes y votantes exigen respuestas hace ya incompatible que se pierda un solo minuto más en el PP.*

 


Lo que sigue es la petición de un congreso nacional extraordinario en el que rematar la faena acabando con la dirección del partido. Sorprende la clarividencia del editorialista en la extensión de su análisis a toda España. La idea de la "indignación real" y de la defenestración de la directiva excluye a la principal causante del desaguisado.

Si Casado ha cometido un error grave ha sido precisamente el de creer que aceptando las explicaciones de Díaz Ayuso el asunto se iba a detener. No lo hace porque la propia Díaz Ayuso no está interesada en ello, por un lado, y porque por mucho que Casado "acepte", las investigaciones están en marcha, por lo que se decidirá en los tribunales finalmente quién estaba en lo cierto. Pero mucho me temo que todo esto pase a un segundo término en la clave interna del PP, donde no hay que confundir la lucha y la excusa. La lucha es más amplia que la excusa para el estallido.

El editorial de ABC se posiciona claramente en un bando, contra Casado, en uno de los casos más flagrantes de partidismo informativo que se han visto en estos lares:

Su fallida embestida a Díaz Ayuso lo ha privado de margen de maniobra. Apostó a todo o nada, y perdió desde el momento que se presentó ante los micrófonos de la cadena Cope mal preparado, mal informado, mal asesorado y mal documentado. Y fiándose de unos datos bancarios y fiscales sobre el hermano de Díaz Ayuso que nunca debieron haber llegado a sus manos. Casado tiene que oír tanto el clamor de los indignados de su partido como el silencio de los que no le apoyan. Debe irse, hoy, ya, mejor que mañana.

Es difícil ver a un diario con este grado de propaganda política hacia una persona en una confrontación como es el caso. ¿Qué quiere decir "que nunca debieron llegar a sus manos"? Todo forma parte de la elevación de la figura de la presidenta madrileña a las cumbres del victimismo. La teoría de la conspiración, en este caso del "espionaje", contra ella ha sido su principal arma de defensa: celosos de su éxito, las fuerzas oscuras del PP han trabajado para derrocarla. Este es el argumento que desde el principio han elaborado sus equipos de defensa y ataque. Por eso Casado ha hecho mal en aceptar de mala manera las explicaciones que le dejan en mal lugar. Es la forma de decir que "no había nada" en lo que no está claro todavía y que se seguirá investigando por parte de otros grupos políticos y la fiscalía.

El editorial se adelanta a los hechos para exigir la eliminación de Pablo Casado con el argumento del daño al PP en las futuras contiendas:

Casado ha perdido la confianza de su propio partido, y cunde el pánico a que cualquier opción que tuviese el PP de ganar las elecciones a Pedro Sánchez se haya disipado. Su intervención en la Cope días atrás no fue la de un líder pacificador del partido, dispuesto a encabezar una solución. Solo ofreció la sensación de dirigir un equipo débil cuya única salida posible es renunciar definitivamente a su proyecto y dar paso a uno nuevo. Todo el partido ha quedado en ‘shock’, todo el partido está contaminado, y es todo el partido el que se juega su futuro.

En esto han vuelto contra Casado sus propias argumentaciones. Casado ha estado hablando de la inevitable llegada del PP a La Moncloa. Es uno de esos argumentos retóricos y absurdos, la creencia en ciclos, destinos, etc. que hacen inevitable la llegada al poder. Ganar en Madrid se convirtió en una insignia del PP, al que iban a suceder un éxito tras otro. Sin embargo, eso depende de muchas otras cosas.

Si Casado era la cabeza visible de la victoria, tras del debilitamiento de las expectativas (anunciado por las encuestas y mostrado en los resultados de Castilla y León), se producen los conflictos internos sobre la forma de llegar a La Moncloa. Ya no vale lo que antes valía. El final del demoledor editorial es rotundo: "El Partido Popular está en una nueva fase. El tiempo de este equipo que sucedió al de Mariano Rajoy se ha agotado. No hay solución de continuidad. Casado debe marcharse hoy mismo." 

En RTVE, la interpretación, en cambio, es más salomónica. No dan la batalla por ganada a Díaz Ayuso, como hace el editorial de ABC. Eso sí, señalan la evidencia el peligro de cara al futuro por el daño causado: 

"Ninguna de las dos partes enfrentadas ya es la solución y esto solo lo salva una tercera vía", han asegurado a TVE voces del PP, que añaden que ambas partes "tienen responsabilidad" pero "¿quién vela por la imagen del partido?", se preguntan.

Sobre la manifestación de este domingo, voces críticas de peso afirman que es "muy gráfico lo de hoy. No es que Casado ya no pueda salir de la sede sino que ni siquiera puede entrar" e interpretan que el cierre del expediente a Ayuso supone que la dirección "se ha echado atrás".

Estas fuentes afirman que  "casi todo el mundo en el partido da por hecho que habrá congreso".

Por contra, los barones y dirigentes del partido se han mantenido en silencio, salvo el presidente del PP de la Región de Murcia y jefe del Ejecutivo autonómico, Fernando López Miras, quien ha defendido a García Egea y ha asegurado que no debe dimitir, ya que ha hecho un buen trabajo rearmando al partido, y ha subrayado que Casado es el único presidente y alternativa.**

 


Lo que se debate en el PP es algo más que una cuestión entre egos, que son el continente y no el contenido. El estallido de la dirección contra Díaz Ayuso se produce precisamente tras las tensiones creadas por las elecciones en Castilla y León. La falta de una mayoría contundente que permitiera gobernar hace que se pongan sobre la mesa distintas posibilidades. Paga entonces el PP sus maniobras para la destrucción de Ciudadanos, que se ve reducido en todos los ámbitos... para beneficio no del PP sino de Vox, que es el partido que crece condicionando el propio desarrollo del PP, al que no le queda margen de pactos, obligados a dirigirse hacia el partido de la ultraderecha.

La única voz que se escucha a favor del pacto con el partido de Abascal es la de Díaz Ayuso. Pocas horas después, estalla el conflicto cuyas consecuencias vemos ahora.

La dirección del PP ha estado en guerra abierta con Vox tratando de evitar que el peso creciente de la ultraderecha marque una distancia con lo que es un partido democrático y europeísta. Apoyar o apoyarse en Vox tiene unas consecuencias claras, como lo manifiesta lo que Abascal puso sobre la mesa en la noche misma del recuento. Es el mismo Vox que se manifiesta en Europa junto a Hungría y Polonia, los dos países sancionados por la Unión Europea por sus déficits democráticos, por su retroceso en el Estado de Derecho, como acaban de dictaminar los tribunales europeos. Esta es la derecha populista y reaccionaria que pide retirar la normativa de género por considerarla una "ideología". Es la ultraderecha que hace encuentros con Marine LePen y otros dirigentes de la misma ralea. Con esas alianzas, ¿cómo estar en Europa?

Pero ese es el modelo del pragmatismo populista de Díaz Ayuso, lo que encandila a esos seguidores que la reivindican en la calle pidiendo que sean ellas, Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo, las que lleguen al "poder". La campaña callejera ya la señala como "presidenta"; es el momento de mover todas las fichas para dar el golpe de mano y hacerse con la dirección del partido, y a la vez deshacerse de sus enemigos.

Sorprende así la radical postura del diario ABC, al que el incidente le permite eliminar de un plumazo a toda la directiva del PP, a todos los que siguieron después de Mariano Rajoy y de los que la propia Díaz Ayuso forma parte.

Los que piden una "tercera vía", en cambio, buscan no verse absorbidos por lo que Díaz Ayuso representa. Ha sido una pieza movida con habilidad para llegar al poder de Madrid, una comunidad que no logra librarse de sus constantes parásitos y fantasmas. Parece que nada crece aquí sin ellos.

En otro punto del espectro informativo, el diario El País, en su editorial, explica:

El presidente del partido acude a la misma sede nacional del PP ante cuyas puertas se manifestaron ayer unas 3.000 personas pidiendo su dimisión, la dimisión de García Egea, y reclamando que Isabel Díaz Ayuso ocupe su lugar como lideresa del partido y candidata a La Moncloa. Una intensa campaña en las redes sociales había extendido durante las últimas horas la convocatoria ante las sedes populares de toda España, pero solo en Madrid las protestas de apoyo a Díaz Ayuso tuvieron éxito. El trumpismo español —muy concentrado en la capital como pudo apreciarse ayer— se revuelve contra el dirigente elegido en primarias por la militancia del partido hace cuatro años. Cualquier otro candidato que se postule a poner remedio a la implosión popular habrá tomado buena nota de hasta qué punto ha llegado la alimentación del monstruo populista en su seno. El partido del orden dirimiendo en la calle sus conflictos orgánicos sin que la beneficiaria de la agitación callejera —el nombre de Díaz Ayuso figuraba en la convocatoria anónima— hubiera desautorizado el aquelarre. La pérdida de institucionalidad alcanza de manera abrasiva desde ayer al Partido Popular, contagiados sus dirigentes de los modos que exporta la derecha radical norteamericana. La degradación de la conversación pública española tiene mucho que ver con el uso permanente que los portavoces populares han hecho de las hipérboles, los insultos, las descalificaciones personales y la desinformación. Esa escalada verbal que alegremente han aplicado a sus adversarios políticos se la están dedicando ahora entre ellos y la reciben, asombrados, de algunos de sus soportes mediáticos habituales.*** 


El análisis del diario nos muestra otra perspectiva diferente a la de ABC —y El Mundo, en una línea similar— y las referencias al "trumpismo" y sus formas describen ese comportamiento que finalmente se ha ido adueñando de un sector del electorado radicalizándolo. La manifestación de la calle Génova tiene mucho de orquestado —es evidente—, como lo tienen las presiones en redes sociales o los medios afines que sobreviven gracias a la necesidad de fuentes de modulación informativa. La supuesta espontaneidad de Díaz Ayuso no es más que la interfaz populista que así la quiere presentar.


Son muchos los que han contribuido a la radicalización de la sociedad española. Lo han hecho de muchas formas. La eliminación de una posibilidad centrista, liberal, que pudiera moderar a derecha e izquierda con sus entradas en el poder, tal como hacían en su tiempo los Liberales británicos o algunos partidos en Alemania, se nos escapa en la España del voto fragmentado y radicalizado a derecha e izquierda, una España en la que es posible que partidos antidemocráticos, separatistas, ex partidarios del terrorismo, etc. entren en las quinielas del poder y en las alianzas de gobierno.

La radicalidad llama a la radicalización progresiva. El episodio madrileño es un intento más de hacer avanzar esa radicalización. Los partidarios de Díaz Ayuso han comprobado que el llamado "efecto Ayuso" no funciona en otras demarcaciones, pero quieren ampliarlo a las conexiones con Vox, un peligro real. El uso de grandes palabras —"patria", "libertad", "familia", etc.— no es garantía precisamente de grandes principios y ese es el camino del populismo.

La necesidad de un partido realmente liberal y no solo liberalmente económico es importante. Una democracia necesita cierto tipo de equilibrio y de opciones equilibradas para poder ser estable. Lo que nos están trayendo con estas luchas no es eso precisamente.

Para Díaz Ayuso y los suyos, la mejor defensa es un buen ataque. La aparición de pancartas y camisetas pidiendo su posición al frente del Partido Popular, proclamándola "presidenta" y llevándola a La Moncloa nos muestra un dudoso grado de espontaneidad y, por el contrario, una bien elaborada campaña para hacer retroceder a la dirección del partido, primero, para destruirla después. Es todo un golpe —callejero y mediático— diseñado con eficacia  y con el deseo de llevar el daño lo más lejos posible para que las reacciones vayan contra la dirección dinamitándola. ¿Lo logrará?

Sabiendo cómo trabajan Díaz Ayuso y los suyos, nadie querrá exponerse demasiado hasta llegar al congreso nacional extraordinario donde se puedan zanjar los asuntos con menos exposición. Los partidarios de una tercera vía que liquide el asunto deben ser discretos y no exponerse demasiado.

El Mundo

* "Editorial de ABC: Casado, una dimisión obligada" ABC 20/02/2022 https://www.abc.es/opinion/abci-editorial-abc-editorial-abc-casado-dimision-obligada-mismo-202202201451_noticia.html

** "Mas de 3.000 personas arropan a Ayuso y piden la dimisión de Casado y Egea frente a la sede del PP" RTVE.es 20/02/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220220/crisis-pp-cientos-personas-piden-dimision-casado-egea/2292900.shtml

*** Editorial "La pelea del PP baja a la calle en Madrid" El País 21/02/2022 https://elpais.com/opinion/2022-02-21/la-pelea-del-pp-baja-a-la-calle-en-madrid.html

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