lunes, 14 de febrero de 2022

El localismo político

 Joaquín Mª Aguirre (UM)

Cada uno hace la lectura de cómo los ha ido en las elecciones de Castilla y León. Se juntan alegrías reales y sonrisas aparentes por lo que ha salido y por lo que queda por delante. Desde un vuelo de más altura, el panorama es otro.

La dispersión del voto nos deja unos escenarios en lo que se pasa del cero al infinito, como es el caso de Vox, como llave de la gobernabilidad. La fragmentación, como hemos señalado ocasiones, tiende a dar más poder que el que las urnas muestran. Una cosas son los votos y los escaños y otra el relativo poder que representan dentro del conjunto.

La fragmentación ha hecho cantar victoria a los partidos mínimos que se han creado desde formaciones locales y localistas con resultados sorprendentes porque se han llevado el voto de alguna que otra provincia de forma poderosa. Otros han caído, como el caso de Ciudadanos o de Unidas Podemos y han quedado de forma testimonial. Los primeros han lanzado un mensaje de "gran alianza", sabedores que la gente abandona el centro y se va hacia el extremo mientras que Unidas Podemos, paga caro sus puñaladas políticas, quedando reducido a un escaño; su mensaje habla de reflexionar sobre lo ocurrido, algo que nunca viene mal aunque sirva de poco.

El caso más evidente es el de Soria, donde "¡Soria Ya!" ha conseguido el 42% de los votos, lo mismo que PP y PSOE juntos, lo que da mucho que pensar en lo que ha ocurrido. Peor suerte han tenido los de "España vaciada", que apelaban a una idea más amplia de lo local, como sí presentaba "Soria", sin difuminación alguna.

El fenómeno emergente es el "localismo", es decir, cómo los grupos ciudadanos se agrupan al margen de los partidos, porque han dejado de creer en ellos o porque consideran que sus intereses son otros, alejados de la realidad del día a día.

No es bueno que en una democracia lo ciudadanos tengan que organizarse como rechazo a las políticas seguidas por los propios partidos del sistema. Es frecuente que puedas no identificarte ya con lo que los partidos suponen, ya sea juntos o por separado. Pero cuando esto sucede con el éxito que han obtenido localmente en Soria es un signo de hartazgo e incluso de desesperación ante los problemas que no se resuelven.

Quizá este sea el mensaje que el electorado envía a los políticos profesionales, a los que empiezan a percibir en su conjunto como "casta", un término que unos comenzaron a aplicar a los que les antecedían y que ahora aplican al conjunto, con ellos incluidos. No debe ser saludable que te consideren "parásito", que es lo que la gente está empezando a pensar de muchos, a la vista de las luchas que ven desarrollarse cada.

Estas elecciones han quedado marcadas por esas apariciones locales que, sin duda, propiciarán apariciones en otras comunidades. De esta forma, se pasó del bipartidismo al multipartidismo y ahora al localismo. Es cierto que queda una prueba de fuego: la de las elecciones generales, donde será muy difícil tener el mismo peso político, pero es probable que algunos puedan pasar el filtro autonómico y dar el salto nacional. Eso no preocupa mucho a los partidos nacionales porque ven en ello una atomización que les refuerza.

Cada día se nos vende optimismo, pero los que viven los problemas no lo perciben así. Eso favorece la unión de los afectados, forma en la que parece que deberemos hablar ya de los electorados, cuya segmentación se irá haciendo cada vez más a través de sus problemas específicos. Estos se perciben más como desatendidos en sus reivindicaciones de problemas que como participantes de los proyectos políticos que se les presentan, cada vez más basados en la "comunicación" que en la gestión real.

Si en cada autonomía el voto se decide conforme a la reivindicación pendiente de solución, el panorama se irá definiendo sobre las frustraciones. Esto implica, como ocurrió con Podemos, que serás sustituido por otros más beligerantes. Lo que empezó saliendo de las filas de un movimiento ciudadano de frustración, lo que podríamos concretar en el 15-M, acaba convirtiéndose en un partido más del sistema que acaba en los ministerios y busca sus fórmulas de poder. Su descenso ha sido notable, máxime teniendo en cuenta el altavoz del gobierno con el que contaba. No ha servido de mucho o incluso ha podido ser contraproducente.

El voto localista recela de los políticos y partidos nacionales, implica un cierto rechazo. Su programa no es general ni tienen que ponerse de acuerdo con nadie. Es un listado de problemas y reivindicaciones tomados a pie de calle. Eso facilita la conexión y es visible si se resuelven algunos de ellos.

Por más que casi todos se sientan satisfechos, la clara excepción son Vox y Ciudadanos, los demás han pasado a diferentes formas de éxito, del mantenimiento al crecimiento, pasando por la pérdida con excusa.

Lo cierto es que cada elección nos muestra una mayor debilidad del sistema, que se hace más complicado de gobernar. Algunos dirán que una alianza PP y Vox garantiza la gobernabilidad y es cierto. Lo que no garantiza es que no ocurra como en el gobierno central y comiencen las disputas para asegurarse la mejora propia en las siguientes elecciones. Estos resultados hacen que el más feliz esté en La Moncloa, pues se le han dado argumentos en su propia lucha: descenso de Unidas Podemos, casi segura alianza del PP con Vox y seguir manteniéndose como segunda fuerza política, aunque se hayan perdido siete diputados autonómicos.

Preocupados por la supervivencia, las luchas internas y la campaña mediática constante, a los partidos les queda poco tiempo para los problemas reales, por lo que el localismo es la salida natural. Su argumento electoral y existencial son los problemas reales sin atender. Lo que era testimonial, ¿puede convertirse en tendencia en otros lugares? Dependerá mucho de cómo lo gestionen, de si los ciudadanos ven resueltos parte de sus problemas.

Con todo, el reto serán las elecciones municipales, que son las que les darán poder "local". Por ahora, el éxito en Soria queda diluido en el parlamento autonómico, 3 diputados. Es un aviso al conjunto de los partidos, algo que deberán tener en cuenta por lo que representa.


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