Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En
estos años de observación próxima de la vida en algunos países musulmanes,
especialmente de Egipto, hemos tenido ocasión de constatar el uso que se hacía
en ellos del término "Occidente". En muchos momentos nos ha llamado
la atención el uso/construcción del término con fines de manipulación.
"Occidente" es percibido como algo más que un espacio geográfico,
como unos países; es concebido esencialmente como un foco de perversión de los
valores de todo orden, de los religiosos a los familiares. La invocación
negativa de "Occidente" se alienta como un elemento negativo incluso
por países que mantienen unos estrechos lazos militares o comerciales.
A las
feministas, por ejemplo, se las considera agentes infiltradas por Occidente
para destruir las raíces familiares del islam, destructoras de las tradiciones.
Muchos de sus dirigentes anti occidentales han estudiado en Occidente.
En RTVE.es tenemos un interesante artículo de Anna Bosch, titulado "Doctrina Putin: la confrontación de Moscú con la OTAN "es solo el principio"", cuyo comienzo hace referencia a esa idea de "Occidente":
Запад (Zapad) significa oeste, Occidente, en ruso. Y es un concepto ubicuo en la retórica gubernamental rusa. El imaginario que se ha construido es que Occidente mantiene con Rusia la obsesión que tuvo con la URSS (no les falta razón) y que a partir de ahí casi todos los males que aquejan a la sociedad rusa tienen su origen de una manera u otra en la maldad del Zapad. Occidente, sostiene esa lógica, no cesará hasta acabar con Rusia como lo hizo con la URSS.*
Más allá de la clásica definición del "otro opuesto", el enemigo hacia el que se dirige odio y acción, la idea de un "Occidente" se ha convertido en el gran monstruo para una parte importante de la población mundial. Esto debería inquietarnos y hacer que viéramos el sentido negativo que tiene y, si es posible, tratar de rectificarlo.
Saber si es posible no es fácil. Hoy vivimos en un universo manipulado desde múltiples fuentes. Es un hecho que los grandes avances en comunicación han tenido siempre una corriente paralela negativa de manipulación. La idea ingenua de que aumentando la comunicación tenemos más acceso a la verdad se viene abajo ante los hechos de cada día. Los diferentes medios con los que podemos modelar a la opinión pública son una tentación muy poderosa. Putin ha prohibido, bajo amenaza de "traición" usar palabras como "guerra", "invasión" o "víctimas civiles". Rusia es en estos momentos el lugar peor informado.
Desde hace décadas, las colecciones de Sociología, Filosofía o Historia, también las de economía, se han llenado del término "decadencia". No hace falta ir tan atrás como para llegar a Spengler, que ya heredó una preocupación que se había ido expandiendo en el seno de los imperios decimonónicos, en especial el británico, en expansión, y el español hacia el final de sus días hasta llegar al 98. Las preguntas sobre por qué los imperios entraban en decadencia eran constantes, en unos para reflexionar sobre su pasado, en otros para evitar ese final.
En el texto de Anna Bosch se explica cuál es la doctrina que sirve de fundamento a lo que Putin está haciendo:
Esa es la tesis, que "Occidente está en un lento pero inevitable declive, tanto en la política internacional como en la economía", por eso, sigue la argumentación, Occidente ha empezado una nueva Guerra Fría. Una guerra que esta vez perderá, sostiene, y se convertirá en "un socio más razonable".
Simultáneamente, "Rusia deberá equilibrar su relación con una China cada vez más poderosa". Desde su perspectiva es "Occidente" y no Rusia quien está usando Ucrania como mero instrumento en esta pataleta para evitar el declive. ”Tenemos que convencer a Occidente de que se está auto lastimando”.
Resumiendo: Rusia tiene que aprovechar una doble oportunidad: el declive de Occidente y que el mundo ha virado a Oriente y eso sitúa Rusia en un lugar idóneo para recuperar peso en la escena internacional y vengar las sucesivas traiciones de la OTAN en estos últimos 30 años.*
Nos puede parecer delirante, pero le funciona. Escuchamos lo que queremos oír y en esto los rusos no son diferentes al resto de la humanidad. Los intentos de romper es corriente de creencias se pagan con la muerte, el exilio o la cárcel. Por eso Putin no solo controla las voces oficiales, sino que necesita cortar de raíz cualquier disidencia. Los que se resisten son, como ya ha dicho de los que se opongan, saboteadores y terroristas.
Envuelta en una burbuja, una parte de la sociedad rusa ha crecido mirando con odio a un Occidente que, según se les dice, ha incumplido los pactos del final de la Guerra Fría y pretende monopolizar el mundo. Lo incongruente es que no solo no lo consigue sino que ha entrado en decadencia, desplazándose el centro hacia Asia, con quien Putin está siempre interesado en mostrar buena sintonía. De allí pretende abastecerse cuando se le cierren los mercados y allí pretende vender igualmente cuando nadie le compre.
En la historia del pensamiento ruso siempre ha habido ocasión para la reflexión sobre su posición intermedia entre dos culturas, la de oriente y la de occidente, tomándose el cristianismo como el hecho diferencial, de ahí la idea de la "santa Rusia", lo que supone otra incongruencia para la "nueva alianza" con la que Putin cuenta para el futuro.
Pero puede que esto no resulte como tiene previsto y que lo que ha hecho haya sido justo lo contrario. Armado con la compañía de Bielorrusia y, a última hora, de Chechenia, no parece que el porvenir sea muy halagüeño. Son países sicarios, dependientes de él, con gobiernos dictatoriales Sin embargo, Putin tiene una ventaja: la falta de escrúpulos. Es decir, Putin no se va a parar ante nada y sus nuevas amenazas a países europeos son claras y no deben ser tomadas a broma.
Lo ocurrido en estos días se viene gestando y ya tuvo su primera versión en Oriente Medio, donde la falta de perspectiva de los Estados Unidos creó una sensación de debilidad. Esto se ha agravado con la desastrosa retirada de Afganistán de los Estados Unidos con Joe Biden al frente.
Todo esto se ha tomado como una debilidad y los huecos que quedan libres, como ocurrió en Siria, son rápidamente ocupados por Rusia. La idea de mostrarse un aliado fiable ha estado en la estrategia de Putin. Mientras Occidente se debatía sobre permanecer o no en función de los diversos panoramas, Putin se ofrecía como el apoyo que no duda, que no critica, que no juzga, que solo busca apoyos claros, lo que le ha permitido hacer buenas migas con dictadores. La palabrería de Donald Trump con los dictadores, sus abrazos, no eran nada en comparación con lo que Putin les ofrece: seguridad y duración.
El panorama en Ucrania no es bueno, solo un escenario de resistencia y heroicidad, un drama terrible ante el que estamos con las armas de las que podemos disponer. Si Putin temiera una respuesta militar conjunta, no lo habría hecho. Pero Putin lleva dos décadas de crímenes y acoso a las personas y libertades mientras que todo el mundo lo considera "normal", porque es Rusia y es Putin. La lista de los negocios con Rusia es bastante sonrojante, especialmente después de que hayan salido a la luz la lista de los "amigos personales" de Putin, la de los políticos occidentales que están a su sueldo en grandes compañías bajo su control, la financiación de partidos democráticos, etc.. Es el mismo proceder de países como Arabia Saudí, que les basta esparcir su dinero para que se les disculpen sus atrocidades y evitar sanciones. No son los únicos.
El pago a todo esto, ya lo hemos dicho, es esa imagen de debilidad, de anteponer el dinero a cualquier otro principio, el transigir con los dictadores si nos abren las puertas de sus negocios. Esto lo hicieron de Sadam Husein a Gadafi, como bien sabemos, financiando, por ejemplo campañas presidenciales como las de Nicolás Sarkozy.
Ahora hay que encontrar "algo" que asuste a Putin, algo que le haga pensar antes de actuar, aunque no se ve fácil. Perder no está en su cabeza; solo cuando Ucrania esté lo suficientemente machacada como para no levantar cabeza. Es un aviso al mundo, a los países próximos. Pero es también un plan de futuro. Hay que distanciarle de aquello con lo que cuenta y espera atraer a su fantasía.
Debemos reflexionar sobre esta imagen de Occidente que una parte del mundo tiene. Somos el objetivo del terrorismo islámico y del rechazo popular de aquellos cuyos dirigentes nos sonríen a la cara pero se ríen después. Ahora la Rusia de Putin se lanza a morder el extremo de Europa, buscando aliados y colocando títeres, amenazando a países libres. Su sueño de dominio no tiene límite. Ve ante él a los enemigos debilitados, indecisos, discutidores. Él representa lo contrario. Putin ha demostrado lo que quería demostrar: que es fuerte, que Occidente es débil.
Una vez dinamitada la idea de que la guerra era imposible, solo queda lo posible. Y no es bueno.
* Anna
Bosch "Doctrina Putin: la confrontación de Moscú con la OTAN "es solo
el principio"" RTVE.es 27/02/2022
https://www.rtve.es/noticias/20220227/doctrina-putin-confrontacion-moscu-otan/2297922.shtml
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