sábado, 19 de febrero de 2022

La seguridad rusa y las fronteras

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


El día en que Washington había anunciado "¡guerra!" esta no se produjo. Se decía tener todas las evidencias, todos los documentos, todos los informes, pero no se produjo. La Inteligencia norteamericana volvió a fallar en sus pronósticos; lo ha hecho como lo hizo en Afganistán, pero al contrario. Allí, lo que no iba a pasar, pasó para su sonrojo.

Quizá sea porque las guerras se hacen sin tantos fuegos artificiales, aprovechando la sorpresa y, sobre todo, para algo. Hemos insistido en un argumento: si el motivo de la guerra es la "seguridad" de Rusia, ¿qué se consigue volviendo la situación más insegura, más amenazante? La invasión de Ucrania no arregla el problema, sino que lo agrava. La invasión volvería sus fronteras las más amenazadas del planeta. ¿Es eso lo que quiere? Hay algo claro: invadiendo Ucrania, Putin no consigue ninguno de sus objetivos. Acabaría, en el mejor de los casos, en un absurdo final como el del ocupado Afganistán.


Al riesgo de la guerra se le suma el de las sanciones. Es evidente que tras una situación bélica todos los lazos con Occidente se verían cortados. Se habla mucho de la dependencia europea del gas ruso, pero se habla mucho menos de la dependencia rusa de Occidente y de lo que podría ocurrir en el caso de una rotura total. Las sanciones a los que mantuvieran relaciones serían elevadas. En cualquier caso supondría un corte radical con las conexiones con el este de Europa, que solo tendría posibilidad de girar hacia el Oeste.


Cuando Occidente ha aplicado sanciones a Rusia, la beneficiada ha sido China, que ha recibido más barato lo que Occidente no quería comprarle. Así ocurrió con la energía, que China recibió más barata cuando Europa sancionó a Putin. De suceder así, el conflicto acabaría afectando también a China, pues pondría la excusa perfecta para lo que Trump ya intentó, aislar sus productos. Los efectos dominó se pueden prever; los efectos mariposa, no.

La cuestión es si somos conscientes o podemos prever los efectos que se pueden producir al lanzar la piedra al centro del lago. Cualquier tipo de decisión excede las posibilidades de cálculo sobre lo que pueda ocurrir en un escenario complejo que abraca posiciones mucho más alejadas pero con los mismos agentes, como por ejemplo Oriente Medio, donde las posiciones rusas respecto a Siria pueden verse afectadas en el caso de conflicto.

En el análisis del diario Público sobre la nueva situación en las repúblicas secesionistas, María G. Zornoza concluye desde Bruselas:

Con esta coyuntura de alto voltaje se darán cita el lunes los 27 ministros de Asuntos Exteriores europeos. Al encuentro asistirá Dmytro Kuleba, responsable de Exteriores ucraniano. Aunque sobre el terreno la situación es más que cambiante, la estrategia europea no varía: la apuesta total es la diplomacia, pero un potente paquete de sanciones echaría a rodar "pocos días después" de un eventual ataque ruso a Ucrania. Los europeos insisten en que está preparado y que dañará enormemente a la economía rusa. Sin embargo, solo lo activarán si se produce un "ataque militar" de Rusia, pero no en caso de ciberataques o campañas de desinformación.

La UE y la OTAN asumen que la confrontación con Rusia, su vecino más importante, es y será la nueva "normalidad". Por ello, Bruselas ya abre la puerta a repensar su relación con la Rusia del siglo XXI asumiendo que este nivel de presión no puede mantenerse sine die. De seguir así, habrá que repensar la respuesta, reconocen.*

 


Qué sea esta "nueva normalidad" con Rusia es complicado porque el precedente bélico nos lleva a diferentes posibilidades desde el siglo XIX hasta llegar a las Guerras Mundiales y la Guerra Fría. Quizá fuera bueno intentar bucear en las profundidades de la genética cultural rusa, intentar por qué el país más grande la Tierra, el de mayor superficie —aquel al que los "inviernos" defendían— tiene un problema de "inseguridad" constante en casi cualquier frontera y tiene esas necesidades de manejarse siempre con la fuerza y la amenaza con sus vecinos, lo que hace que estos necesiten de los enemigos de sus enemigos para asegurarse su tranquilidad.

De dónde venga esta hipersensibilidad ante la "amenaza" es un problema necesario de entender ya que forma un círculo vicioso: Ucrania se protege ante la amenaza de Rusia y Rusia se siente amenazada porque Ucrania se protege por temor a Rusia. ¿Cómo resolver este problema?

Evidentemente, solo hay una solución que no suponga la imposición a otros países de con quién se tienen que aliar o lo que deben hacer en su territorio. Recordemos lo ocurrido con la Cuba de los años 60 en adelante y la colocación de misiles frente a las costas norteamericanas. No sé porqué no se comenta más el caso, pero dio lugar a un peligrosos momentos, la llamada "crisis de los misiles" que tuvo al mundo en vilo durante un par de semanas. La tendencia de las súper potencias a defenderse suele ser acosta de sus vecinos, que son usados unas veces como punta de lanza y otras como cinturón de seguridad. Eso significa que las súper potencias siempre viven con el temor de ser atacadas y la consiguiente necesidad de  armarse para estar defendidas. Como esto es mutuo, la cuestión crea siempre una escalada a menos que se sienten, hablen y se produzca una reducción mutua de la amenaza, como ocurrió con el peligro nuclear.


Las súper potencias tienden a pelear en escenarios diferentes para no verse enfrentadas directamente. Pero era cuestión de tiempo que un caso de "proximidad" se produjera, Ucrania está en el límite ruso y europeo. Esto es una consecuencia de la pérdida del "cinturón de seguridad" tras la guerra fría y la caída del muro, con la salida del llamado bloque soviético de su influencia. El alejamiento de estos países del Este fue precisamente por ese carácter utilitario que Rusia les dio para su propia seguridad. Sabían que habían sido ocupados para crear esa franja de seguridad. Acabaron levantándose tras décadas de empobrecimiento y represión política. Algo hay en la mentalidad rusa que hace que salgan de un régimen autoritario para caer en otro similar en su corrupción y autoritarismo. Rusia exige privilegios de súper potencia en sus fronteras, pero el problema de la "sensación de seguridad" es de otro orden, psíquico-cultural, podríamos decir, que le ha llevado a diferentes crisis con todos los vecinos a los que no ha doblegado.

La necesidad de unas relaciones normalizadas y pacíficas con Europa se hace cada vez mayor. Que la "nueva normalidad" consista en una amenaza permanente de Rusia en sus fronteras —o más allá de ellas— es una situación compleja y peligrosa. Ya hay bastantes "zonas calientes" en el planeta como para extender la violencia hacia las que están en paz. Ukrania lleva ya mucho tiempo en una difícil situación por los manejos rusos y su idea de la "seguridad fronteriza". Los conflictos soterrados acaban saliendo a la superficie y arrastrando a otros hacia situaciones de tensión no deseadas.

Hay que repensar el concepto de "frontera" y de los límites espaciales, culturales políticos e ideológicos que en ella se concentran. El mundo es cada vez más pequeño y son necesarias otras políticas de vecindad. Sin embargo, cada vez es más complejo desarrollar una política de buena vecindad. Recordemos nuestros problemas con el sur de nuestras fronteras, otro punto de fricción. Populismos, colonialismos, separatismos, etc. nos complican el futuro.

 


* María G. Zornoza "La UE sube el tono contra los prorrusos del Donbás: "Están generando una narrativa de guerra"" Público 18/02/2022  https://www.publico.es/internacional/bruselas-sube-tono-prorrusos-donbas-generando-narrativa-guerra.html

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