martes, 31 de agosto de 2021

Final

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


La imagen del último militar norteamericano que sale de Afganistán, reproducida por casi todos los medios, tiene algo de fantasmagórica, de irreal. Es una imagen en la que un ser verdoso asciende por una rampa, se supone que la del último vuelo. Los militares norteamericanos ha eliminado el último día, hoy 31 de agosto, presumiblemente para evitar el atentado contra los últimos y, a la vez, evitar la avalancha de la desesperación de las decenas de miles de personas que todavía albergaban la esperanza de poder salir de allí. El lanzamiento de cohetes contra el aeropuerto logró ser contrarrestado con un sistema antimisiles, pero un ataque masivo el último día podría haber sido difícil de interceptar.

De esta peculiar forma se completa una retirada que quedará para la historia y, como se sigue repitiendo en la prensa norteamericana, marcado lo que va a ser el "legado" de la presidencia de Joe Biden, algo que hemos venido analizando en estos días pasados y que será bienvenido si sirve para lograr entenderlo, aunque mucho me temo que esto sea difícil de olvidar, especialmente con la muerte de esos soldados veinteañeros que dejaron su vida en el primer atentado terrorista, entre 170 personas, la cifra oficial de víctimas.



Tampoco deja un buen sabor el dron que ha matado a una familia de nueve miembros que tuvieron la mala suerte de que estuviera junto a su casa el coche cargado de explosivos para un nuevo atentado. El uso de los drones en espacios tan cerrados como esas ciudades ratoneras tiene muchos riesgos. No hay cirugía limpia cuando el terrorismo usa sin piedad los espacios poblados para camuflarse. Se puede entender el uso del dron, pero no se podrán olvidar sus efectos y la propaganda talibán, desde luego, lo usará contra Estados Unidos. Los talibanes ya se han quejado, aduciendo que han realizado "operaciones" en su territorio sin "su consentimiento".



Con todo, la máxima preocupación es saber qué va a ocurrir ahora. A la euforia por la victoria, por la retirada de los enemigos extranjeros, le sigue el drama de qué hacer con un país en un estado lamentable al que las oraciones diarias no van a sacar del hambre, la pobreza, la corrupción y la falta de todo tipo de recursos.

En RTVE.es se recoge en su titular la celebración talibán, "Los talibanes celebran la retirada de Estados Unidos: "Hemos hecho historia"". Pero hacer Historia es sencillo; lo importante no son los hitos, sino el día a día, la supervivencia. En el artículo se nos dice:

 

Ahora que tienen el control total del país, los talibanes deben reactivar una economía destrozada por la guerra, pero sin poder contar con los miles de millones de dólares en ayuda extranjera que fluyeron a la anterior de la élite gobernante y que alimentó la corrupción sistémica.

Sin unos 9.000 millones de dólares en reservas extranjeras y sin miles de especialistas formados que se han unido al éxodo, la nueva administración, sin experiencia, debe enfrentarse a un colapso de la moneda afgana y la creciente inflación de los alimentos.

Los bancos siguen cerrados, a pesar de las promesas de reapertura, y las dificultades económicas de los que se han quedado atrás han empeorado dramáticamente.*


 

Y esto no es más que una pequeña parte del panorama. La amenaza de que el país se convierta en receptor de terrorismo, lo quieran o no, es una posibilidad. Basta que comience a haber atentados en países occidentales para que las miradas vayan a Afganistán. Probablemente, algo más que las miradas.

Ahora llega el gran dilema: ¿hay que premiar a los talibanes para que su toma del poder no lleve al caos humanitario? En el artículo se mencionan 9.000 millones de dólares, señalando que una gran parte se perdió por el camino y es probable que no esté ahora en esos bancos que permanecen cerrados para evitar que la gente saque todo su dinero ante la situación que se está creando y las expectativas, que también cuentan.

Las agencias internacionales, ONG, etc. avisan del caos humanitario en el interior y el conflicto migratorio que se está ya produciendo con las salidas. Europa ya se ha puesto a pensar en qué se puede hacer. ¿Repetir el modelo turco, pese a sus complicaciones y chantajes?



Lo que parece evidente es que no se va a premiar a los talibanes por su "conquista" sin obstáculos. Hasta ahora, como dicen ellos, "han hecho Historia"; ahora hay que hacer un país, lo que no parece fácil desde ningún sentido que se mire. Sería irónico que a los mismos que han tenido que salir entre atentados y amenazas se les pidiera financiar a los vencedores, máxime cuando estos con considerados como "terroristas" por la mayor parte de la comunidad internacional. ¿Financiar el "terrorismo", el integrismo islámico? ¿Quizá quieran cobrar por evitarlo, en cuyo caso les viene muy bien tener por allí unos cuantos grupos terroristas con los que hacer alguna escaramuza para la limpieza de imagen? Pero para eso haría falta un gran atentado en algún país occidental.

A los que les parezca demasiado maquiavélico, bastaría con recordarles lo que ocurre desde hace años con el terrorismo "irreductible" en algún país musulmán en el que se producen atentados cada cierto tiempo para recordar que necesitan las ayudas exteriores y garantizar la tranquilidad de Occidente o de los países vecinos.



El negocio del terrorismo es rentable para terceros. Recordemos la forma de financiarse la Turquía de Erdogan, otro ejemplo clásico, con una frontera permeable por la que, según convenga, no pasa nadie, pasan terroristas o pasan refugiados.

Lo que está claro es que la territorialidad de "Eurasia" crean un continuo espacial por el que todos los flujos van inevitablemente hacia Europa, ya sea por huir de la miseria y violencia africanas —creada de nuevo por los grupos yihadistas, como Boko Haram— o desde el integrismo de Oriente Medio y desde allí su extensión al interior asiático. La lucha entre Irán y Arabia Saudí en escenarios localizados tampoco puede dejar margen para cualquier tipo de acuerdo porque son enemigos de dogma y lo seguirán siendo hasta la extinción del otro.

En estos días se han hecho algunas disquisiciones entre los gobiernos entre "negociar" y "reconocer". Estados Unidos no ha tenido más remedio que contactar para avisar sobre los atentados terroristas. Muchos hablan de necesidad de entrar en contacto para tratar de arreglar el desaguisado de la retirada.

Como ya señalamos en nuestro post "Un país de rehenes", mientras haya gente que se quiera ir de Afganistán, los talibanes tienen una importante materia prima, un "capital" con el que conseguir desde financiación a reconocimiento. Pronto costará un precio variable lograr salir de Afganistán, un precio que tendrán que pagar familiares en el exterior. El pobre es una boca más que alimentar y está acostumbrado a sobrevivir sin nada, por lo que no necesita irse. Pero aquellos que ya no puedan llevar la vida que llevaban, tendrán que pagar un precio en cuanto que controlen la situación. El ir casa por casa, no significa necesariamente la muerte, puede significar dinero para los talibanes y sus necesidades. ¿No les cobran a los inmigrantes que quieren cruzar el estrecho, llegar a Canarias o a Cádiz en una patera, motos náuticas o escondidos en los bajos de un camión? El negocio talibán no será solo el opio, sino toda está floreciente industria de la huida que permitirá la llegada de capital de forma rápida. Oferta y demanda.

 


* "Los talibanes celebran la retirada de Estados Unidos: "Hemos hecho historia"" RTVE.es 31/08/2021 https://www.rtve.es/noticias/20210831/afganistan-talibanes-celebran-salida-estados-unidos/2167005.shtml

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