Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¿Cómo
es posible tanta ceguera en un país que lleva 20 años en tierras de otro? Si
alguien se ha llevado una sorpresa por lo que está ocurriendo en Afganistán es
porque ha querido, pero es un ejemplo más de la ceguera norteamericana para
entender el mundo. Encerrados en su propia burbuja hermenéutica, la incapacidad
para entender las mentalidades es ya un fenómeno recurrente desde la II Guerra
Mundial, momento en el que los Estados Unidos salieron de su continente y
empezaron a considerarse los líderes del "nuevo mundo", desplazando
el centro de Europa a América.
Ese liderazgo tiene riesgos y un coste elevado. Biden habló de los miles de millones "invertidos" en Afganistán, planteando un enfoque "ejecutivo" sobre la eficacia de la inversión. Es un error que revela que los cuatro presidentes que se han mantenido Afganistán tampoco entendieron lo que estaban haciendo. Ahora, el castillo de naipes sobre el que se basaba la retirada norteamericana, la existencia de un país, un ejército, un sistema defensivo, se ha venido abajo mostrando una cara muy diferente a la esperada. Ahora es cuando deja de tener sentido todo lo hecho, que ha sido circunstancial y alejado de una realidad que había que transformar por modos diferentes a los empleados, que se han mostrado claramente inútiles.
Como "un momento oscuro y sin esperanza" califica en su entrevista con RNE —a través de la web de RTVE.es— el ex diplomático afgano Hamed Ahmadzada la situación, una visión que amplia al conjunto de los afganos.
La pregunta entonces es ¿qué han construido en veinte años los que ahora se van? La respuesta es sencilla: el miedo al día en que se fueran. Y eso se paga porque lo que has hecho no es más que aplazar el miedo y construir sabiendo que volverán un día y lo arrasarán todo. Esa perspectiva de tu impotencia futura lleva a un compromiso débil con el presente porque se mezcla con un concepto que el norteamericano genéticamente no entiende: el destino, la fatalidad, que es lo que representan los talibanes en su impostura religiosa. Ellos sí entienden la mentalidad local, en qué se basa el convencimiento de que volverán.
El norteamericano cree tener el futuro en sus manos, una construcción hecha de decisiones y acciones; el afgano no, él no se guía por sus decisiones, sino por lo que Dios quiere. Y los talibanes no dudan del lado de quién está Dios. Es la misma política hecha por el Al-Qaeda y por el Estado Islámico, con todas sus diferencias. Todos ellos rivalizan por ser la mano de Dios, una mano que no tiembla y cuyo convencimiento es esencial para la sumisión requerida.
Los afganos saben que ese convencimiento de actuar siguiendo la voluntad de Dios no puede estar en manos de los "infieles" llegados de lejos, por eso demonizan "occidente", al que responsabilizan de todos los desastres. Eso vale para el feminismo o cualquier otra idea infiel a lo dicho por Dios, de quien se declaran incuestionables seguidores.
Los talibanes no son un grupo invasor, un partido político; como tampoco lo son los miembros de Al-Qaeda o del Estado Islámico. Son ejércitos de Dios. Su función no es negociar, sino ser los que dirijan la vida del país conforme a lo prescrito hace siglos. Todo el vocabulario —"negociación", "progreso", "futuro", "derechos", "individual"...— que forma parte de nuestra cultura, no tiene sentido para ellos. Lo que nos dice RTVE.es que están negociando es la "transición del poder", no otra cosa. Es decir: cómo van a dejar el poder central en sus manos. Se puede negociar con Rusia, con China, con Andorra, pero nunca con quien se considera la "mano" mediante la que se ejecuta la voluntad divina. Da igual la muerte, porque esta es un premio, un honor para la familia, que pasa a tener el prestigio del mártir.
Huir es la condena a muerte, pues es rechazar a Dios y el destino que nos enseñó. Los que quedan atrás solo pueden ser "sumisos", la aceptación del destino prescrito, la obediencia. Por eso, los que intentan huir saben que si no lo logran no hay otro destino que la muerte, que es lo que espera a los que se alejaron.
El presidente Biden se preocupa por la retirada, por proteger la retirada de los que se van. Tanto el mundo islámico como el anti norteamericano lo ven como una "derrota" de los Estados Unidos, lo que agravará la situación en otros lugares. El destino de muerte que espera a miles de afganos será utilizado —como los vídeos del Estado Islámico— como forma de allanar futuros caminos de resistencia. Ver lo que ocurre a los que se oponen tiene una función didáctica, como lo vídeos de las decapitaciones. No hay perdón. Es la vieja táctica, ancestral, del terror para que los ejércitos, como ahora ocurre en Afganistán, no tengan resistencia.
Un detalle llama la atención: los niños desfilando junto a los talibanes victoriosos por los pueblos. No es un ejército invasor, no es gente que venga de otros lugares, por más que se hayan sumado miles de combatientes. Es un ejército que regresa a imponer el orden divino, a restaurar una osadía.
Del desastre vamos a saber lo que podamos, porque el castigo se hará selectivamente en los pequeños lugares, donde se ejercerá la crueldad y después se mostrará la magnanimidad con la que Dios perdona a los que vuelven al buen camino tras ese errar de 20 años por la desobediencia. Así, los talibanes serán recibidos con vítores, ante el miedo a ser escogido como ejemplo de lo negativo. Pero ellos ya saben a quiénes elegir, tienen sus informantes, deseosos de colaborar con los nuevos amos.
En la CNN se señala:
Four presidents have
overseen US war in Afghanistan
Biden formally announced in July that US troops
would fully withdraw from Afghanistan by August 31. The President has remained
steadfast in his decision to withdraw, telling reporters earlier this week that
he did not regret it and it was time for Afghans to "fight for themselves."
The deterioration has bolstered Biden's thinking in many ways, and he will
continue to be briefed over the weekend at Camp David by his national security
situation team.
Biden's statement on Saturday said he would not
pass the US war in Afghanistan over to a fifth president.
While US withdraw is largely a popular decision
at home, the pace of the Taliban takeover -- and the looming collapse of an
Afghan government that took two decades to build, with the backing of thousands
of US troops -- is becoming an increasingly large headache for the
administration.*
Y lo que queda por delante. La petición a los afganos de que "luchen por ellos mismos" es muy norteamericana, como antes veíamos, y lo que demuestra la burbuja hermenéutica a la que antes nos referimos. Los afganos difícilmente lucharán "por ellos mismos" cuando el mismo "Afganistán" es más una entelequia que una realidad, ante el fraccionamiento existente en todos los órdenes. Hay demasiadas cosas a medias en Afganistán para que ellos mismos tengan ese sentimiento que se les pide que tengan. Son mentalidades de supervivencia, es decir, cuya preocupación fundamental es sobrevivir a esa fatalidad que les castiga. Los talibanes son una opción clara, unas líneas firmes, sobre lo que se puede y no puede hacerse. Los países libres quieren hacer cosas; los países con mentalidad de supervivencia, acostumbrados a las alegrías de los amos, solo quieren saber cuáles son las líneas que no hay que cruzar para evitar ser eliminados. En estas situaciones, es mejor un amo cruel pero claro, que uno benevolente pero difuso.
Es sorprendente la ingenuidad de Biden sobre el escenario que se le plantea ahora. Pero es también muy norteamericana esa idealidad frente a la realidad, que suele ser tozuda. Las palabras de Biden, por supuesto, se volverán contra él y tendrán consecuencias en la forma de entender el liderazgo norteamericano, especialmente en Oriente Medio y países asiáticos próximos.
De poco servirán las preocupaciones expresadas en el interior de su propio partido, los demócratas, y mucho menos de las esperables críticas en cuanto que esto se complique más todavía. Por si acaso, algunos se curan en salud:
Pelosi praised the President in a statement
Saturday over his decision to withdraw from Afghanistan but expressed concern
over reports of the Taliban's treatment of women and girls.
"The President is to be commended for the
clarity of purpose of his statement on Afghanistan and the actions he has
taken," Pelosi said.
Pelosi called progress of women's rights
"one of the successes" of the US-NATO military operation in the
country.
"The Taliban must know that the world is
watching its actions," Pelosi continued. "The U.S., the international
community and the Afghan government must do everything we can to protect women
and girls from inhumane treatment by the Taliban."**
Es una pena que esos progresos sean los que condenen a muerte a muchas mujeres, que serán de las primeras en caer. Nos dicen que el 80% de los que huyen hacia Kabul son mujeres y niños. De nuevo, el sentido de la burbuja y la falta de sentido sobre la realidad. Pelosi puede felicitarse por la promoción de esos valores. También debe saber que van a desaparecer rápidamente y que serán las primeras víctimas. Y que muchos no moverán un dedo y dirán que "ellas se lo buscaron", como ocurre en otros lugares donde el integrismo se ha hecho con el poder.
Más ilusoria es la afirmación final, con aires de amenaza sobre la "vigilancia del mundo sobre sus acciones". Nada desean más los talibanes que ser "observados". En esa carrera por hacerse con el liderazgo virtuoso de los grupos terroristas e integristas, es así como desean ser vistos, como "preocupación de occidente". Es el signo de los poderosos ser vigilados por sus enemigos.
En 2017, se publicó en la revista UNISCI, de la Unidad de Investigación sobre Seguridad y Cooperación Internacional (UCM), el artículo titulado "La evolución de Afganistán: sus efectos sobre el futuro de la región. Lo firmaba Mario Laborie, Coronel del Ejército de Tierra, y en sus conclusiones —que transcribimos al completo— se señalaba:
Quince años después de la caída del régimen talibán, el futuro de Afganistán sigue condicionado por un gran número de retos simultáneos.
Los indicadores e informes oficiales señalan un progresivo deterioro de los niveles de corrupción, narcotráfico y fragmentación étnica. Aunque, la competencia del gobierno de Kabul ha aumentado significativamente desde 2001, los desajustes en el ámbito local siguen siendo generalizados. Asimismo, el empeoramiento de la situación de seguridad y sus consecuencias para la población civil han profundizado la crisis humanitaria. Todo ello daña a la gobernanza del país lo que revierte en beneficio de los grupos antigubernamentales y facilita la violencia que ejercen.
Habida cuenta de los problemas persistentes de seguridad y de las limitaciones institucionales, será sumamente difícil para Afganistán hacer progresos tangibles en su
desarrollo socioeconómico. Así, el compromiso de la comunidad internacional con el futuro del país seguirá siendo imprescindible, sin que se puedan establecer fechas para su hipotético final.
En cualquier caso, la seguridad sigue siendo el principal reto para la reconstrucción del Estado afgano. Mientras el número de víctimas civiles aumenta, decrecen los efectivos de las fuerzas de seguridad afganas muy golpeadas por una insurgencia cada vez más capaz y violenta. Los talibán controlan más distritos que nunca antes de su derrocamiento en 2001, imponiendo su visión radical de vida y de gobierno.
Así las cosas, un acuerdo negociado de paz parece una mera utopía. La fortaleza del Daesh y la falta de unidad de mando entre los talibán son obstáculos, de momento, insalvables para que estas negociaciones puedan llegar a buen puerto.
Por otro lado, es muy improbable que la nueva estrategia de Estados Unidos y la OTAN, carente de una auténtica visión política a largo plazo, sea capaz de revertir la situación actual. Además, la carga económica y el hartazgo de las opiniones públicas occidentales hacia este conflicto olvidado no resultan alentadores. El deseo estadounidense de debilitar a la insurgencia para obligarla a algún tipo de acuerdo choca con los intereses contrapuestos de otros países. Rusia, China y, sobre todo, Irán y Pakistán parecen apostar, en cierto sentido por una vuelta del movimiento talibán al poder. Solo India parece dispuesta a mantener la alianza con Occidente, aunque únicamente cuando los intereses de ambas partes coincidan.
La estabilidad de Afganistán se encuentra encadenada a la de su vecindario. Peligros como el terrorismo o los tráficos ilícitos de todo tipo no conocen fronteras influyendo de forma inequívoca sobre todos los Estados sin excepción. Y, sin embargo, esta colaboración para resolver los problemas comunes no resulta fácil. Sus propias dificultades internas y la pugna geopolítica entre las superpotencias son retos de primer orden para la estabilidad regional.
En resumen, bajo las actuales circunstancias, Afganistán sigue siendo un enigma estratégico de imposible solución.**
No le faltaban razones al coronel Laborie para decir estas cosas. El análisis es fino y detallado y de hace ya cuatro años. Es previsible que todo lo dicho se haya visto a gravado, pero en lo esencial la descripción sigue siendo correcta.
Lo comentamos aquí hace unos días. El abandono de Afganistán a su preestablecida suerte tendrá fuertes repercusiones en toda la zona y allí donde haya movimientos islamistas, que celebran hoy cada ciudad tomada sin resistencia como una bendición.
En el tiempo que se ha tomado en escribir este post, los titulares de la prensa han ido cambiando. La entrega de Kabul es ya un hecho. Solo queda por negociar quiénes se van de allí vivos. Un destino oscuro, un futuro demasiado parecido a un pasado que se hará eterno.
Ya surgen preguntas en USA, en Reino Unido sobre si no habrá sido precipitado, tirar 20 años de esfuerzo.
* "Un exdiplomático afgano, en RNE: "Hay pánico, nadie sabe lo que nos depara en Afganistán"" RTVE 15/08/2021 https://www.rtve.es/play/audios/espana-a-las-8-fin-de-semana/exdiplomatico-afgano-rne-hay-panico-nadie-sabe-depara-afganistan/6059879/
** Donald
Judd y Barbara Starr "Donald Judd and Barbara Starr" CNN 15/08/2021
https://edition.cnn.com/2021/08/14/politics/biden-afghanistan-troops/index.html
***Mario Laborie, Coronel del Ejército de Tierra, "LA EVOLUCIÓN DE AFGANISTÁN: SUS EFECTOS SOBRE EL FUTURO DE LA REGIÓN" Revista UNISCI / UNISCI Journal, Nº 45 (Octubre/October 2017)
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