Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Mientras
para los sociópatas seguidores de Trump, el asalto al Capitolio ocurrido el 6
de enero tras las instrucciones dadas por el ex presidente para que se
presentaran allí, para los miembros de seguridad que les tocó intentar defender
a los que estaban dentro, supuso un hecho en muy alto grado traumático.
Se nos
ha dicho que hubo cinco muertos en el asalto. Lo que no hemos recogido es la
cadena de suicidios que siguió al asalto entre el personal policial que
guardaba el Capitolio. ¿Qué terribles efectos ha tenido aquel hecho para que
esto ocurriera?
En The
Washington Post leemos sobre estos terribles casos:
Smith, 35, shot himself on Jan. 15 while
driving his Ford Mustang along with George Washington Memorial Parkway near a
scenic overlook on the Potomac River. It was the day after he had been ordered
back to work by the Police and Fire Clinic, the first stop for most injured or
sick officers seeking treatment.
Capitol Police Officer Howard Liebengood, 51,
had taken his life three days after the riot. Two other D.C. officers also took
their own lives in July. Their families have not spoken publicly.
Relatives of Smith and Liebengood have said
they believe the riot led to the suicides and are pushing for their deaths to
be recognized as having occurred in the line of duty.*
Los
intentos de las familias de que estos suicidios sean considerados en actos de
deber son importantes para ellos, más allá de los aspectos económicos.
Del
asalto al Capitolio nos hemos quedado en gran parte con el circo montado, que
es la lectura que Trump ha querido imponer, la del acto festivo e intranscendente, una manifestación
lúdica de patriotismo tal como él
lo ve y quiere que otros lo evalúen para evadir responsabilidades. Sin embargo,
el acto tuvo una dimensión intimidatoria, una manifestación de fuerza en la que
el ex presidente recordaba que bastaba con algunas palabras suyas para que
gente armada asaltara cualquier edificio. Ya lo hizo anteriormente en Michigan,
cuando lanzó a sus huestes a ocupar el palacio de la gobernadora del estado,
"esa mujer de Michigan".
Considerar
a Trump un "irresponsable" es quedarse muy corto. Los Estados Unidos,
institucionalmente, han estado en manos de un sociópata, de alguien capaz de
hacer cualquier bellaquería. La historia de sus cuatro años ha sido la de
relevos de personas que creían que podrían controlarlo, de militares a
ejecutivos. Por eso es también la historia de una cadena de renuncias, de
arrojar la toalla, por parte de casi todos ellos. Finalmente, Trump quedó con
un reducido grupo que le jaleaba, que buscaba poder a su sombra.
Los
miembros de las fuerzas de seguridad, los que tuvieron que dar la cara,
sufrieron críticas inicialmente hasta que se empezaron a ver las imágenes
tremendas de lo que muchos, la mayoría, tuvieron que pasar durante el asalta.
No hay preparación para esto, para las vejaciones que tuvieron que soportar.
Los fallos de seguridad se habían producido muchos de ellos por connivencia de
los propios republicanos con los responsables. El dispositivo estaba mal
diseñado porque se trataba de crear un gran acontecimiento, lo que hicieron,
una vejación a la institución en sí, a los despachos y mesas que fueron los
objetos que simbólicamente sufrieron el desprecio absoluto de los asaltantes.
Sillas, mesas, hasta los baños fueron usados para dejar huellas de la barbarie,
para hacerles ver que ellos podían llegar hasta cualquiera de ellos. De eso se
trataba, de crear una situación de miedo, de terror ante esas "hordas
patrióticas".
Todo
esto ocurre en un país donde se da el fenómeno de las "milicias",
grupos armados paramilitares que reniegan de los gobiernos, a los que consideran
como conspiradores al servicio de Rusia o de cualquier otra potencia. Ellos son
los "verdaderos americanos" y ellos tienen las armas para ocupar las
instituciones cuando se necesaria.
El
mismo país que envía a la Luna a seres humanos, lo niega con la vehemencia del
loco dogmático. De Waco al Capitolio solo hay una distancia teórica que Trump y
los suyos han aprovechado en sus cuatro años para llevar la violencia a las
calles de diversas ciudades y en especial en el tramo final, cuando ya se había
perdido todo. Estos son los que siguen diciendo, con un arma en las manos, que
Trump ganó, que sigue siendo "su presidente". Toda esa barbarie se
lanzó contra el Capitolio el 6 de enero, una fecha negra en la historia de los
Estados Unidos y en su democracia.
Los
suicidios producidos entre las fuerzas de seguridad son resultado de esas horas
de tensión destructivas, de auténtico miedo, desbordados y sin ayuda.
Perseguidos por escaleras, pasillos, despachos, etc. la presión y la vergüenza
que vivieron esas personas es imposible de medir y explica esos cuatro
suicidios hasta el momento. Evitaron lo que podía haber sido una masacre, pero
quedaron destruidos por dentro, mutilados mentales, quebrados.
Es
difícil sobrevivir a algo así, vivir tu vida arrebatada, Estados Unidos es el
país de los suicidios de soldados, una purga constante que es imposible de
parar. Muchos veteranos vagan por las calles, muchos dejaron sus casas
intentando encontrar algún tipo de soledad reconstructora sin conseguirlo. Aquí
hemos tratado un par de veces este problema norteamericano.
El
asalto al Capitolio es el equivalente a las guerras que otros vivieron. Los que
tomó meses en otros, aquí se produjo en una horas. Quizá porque para alguien
que cree en lo que hace, le resulta imposible asimilar el asalto a las
instituciones de todos, a las que representan al país. S ha debatido si aquello
fue un intento de "golpe de estado" o no. Creo que fue algo más, fue
la destrucción de la auto imagen norteamericana como una democracia, el
descubrimiento de lo más sórdido que vive en las cloacas de un país capaz de
grandes cosas y de las peores cuando se liberan sus instintos de violencia.
Trump es la representación viva de esas fuerzas negativas, su concentración en
una sola persona. El gran problema es que hay ochenta millones de personas que
lo ven de otra forma, que han asumido que es preferible pisotear las
instituciones antes que estén ocupadas por minorías, como lo fue Obama y, peor,
la fusión de minorías y mujeres, como en el caso de Kamala Harris, atacada por
las fuerzas retrógradas religiosas, llamándola Jezabel, como tuvimos ocasión de
recoger también aquí.
Esos cuatro
suicidios pueden no ser los últimos: "A therapist who counseled many of
the D.C. officers who responded to the riot and led group sessions for hundreds
has said she fears many suffered long-term head injuries that have gone
undiagnosed."*
Mientras tanto, Trump sigue sin que nadie consiga hacerle responsable de nada, gracias a los republicanos, que tratan de frenarlo todo. El Capitolio fue su "fiesta" del 6 de enero.
* Peter
Hermann y Rachel Weiner "Family of
D.C. officer who died by suicide after Capitol riot files lawsuit against
alleged attacker" The Washington Post 14/08/2021
https://www.washingtonpost.com/local/public-safety/dc-officer-suicide-lawsuit-capitol-riot/2021/08/13/5601aedc-fc5b-11eb-943a-c5cf30d50e6a_story.html
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