viernes, 13 de agosto de 2021

El jinete eléctrico apocalíptico

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Coronavirus, calor, electricidad e incendios, ¡vaya cuarteto! Como si fueran los jinetes del Apocalipsis, nos están amargando la vida, por decirlo finamente, golpeando todos en el mismo dedo sobre el que martillean sin piedad.

El primero de ellos ha sido el coronavirus, claro, que ya se ha hecho un habitual del paisaje que ahora se complementa con los tres colegas que han tejido todos ellos una alianza fatal que nos lleva hacia unas situaciones cada vez más difíciles de solventar.  El verano, que todos esperábamos con ilusión y ganas, después de nevadas nunca vistas al comienzo del año, nos ha apuñalado por la espalda con su exceso de calor, continuado, sin respiro. Encadenado con el calor, los otros dos jinetes caminan firmes. El calor provoca incendios (cuando no son pirómanos) pavorosos, como los que estamos viendo en Turquía, Italia y Grecia, ahora ya en Túnez. Los de España, a su lado, son moderados.

Las imágenes de los cielos rojos, de la gente huyendo de islas devastadas van a quedar gravadas en retinas y mentes, en pesadillas coincidentes con el futuro anunciado. Hemos cambiado el concepto de "accidente" al de "anticipo", "advertencia", adelanto de lo que el futuro nos depara. El fondo teórico se lo ha dado el informe de la ONU sobre el cambio climático —según Trump, un "invento chino" para frenar a unos Estados Unidos gloriosamente industriales—, que nos ha acabado de arreglar el día con el anuncia de que en un par de décadas tendremos que intentar comernos los codos por falta de alimento.

Calor e incendios se vinculan. Las olas de calor provocan los incendios y los incendios, en su devastación acaban produciendo nuevas olas de calor en el futuro. Todo está revuelto en este sistema cada vez más interdependiente que es el planeta. Si queremos rizar el rizo, podemos decir que los expertos señalaron al inicio de la pandemia que era un productos del estrés producido por el cambio climático sobre la naturaleza, provocado —como sabemos— por la propia acción humana. Todo estaría, de esta forma, ligado, lo que es malo en la medida en que no estamos dispuestos a corregir nuestra tendencia a destruir el medio ambiente.



De poco han servido esas imágenes del comportamiento de la naturaleza —de osos o ciervos a las plantas—, modificado cuando nos encerramos todos en las casas por la llegada de la epidemia de coronavirus. Estas epifanías deberían mostrarnos lo perjudicial de nuestras acciones sobre el conjunto de la naturaleza, a la que arrinconamos con malas maneras pese a todas las advertencias. Pero no queremos escucharlas, ya vengan de boca de los científicos o de los nuevos líderes que, como Greta, no es casual que sean niños y adolecentes de una generación que, sin la anestesia alcohólica o de otro tipo equivalente, son conscientes de que no les quedará futuro en el que vivir.

Es algo peor que fatalismo; es un conformismo egoísta el que hace que despilfarremos en un sistema cada vez más destructivo y que se come lo que de futuro nos pudiera quedar. Quizá a algunos les quede ahorrar para irse en ese lujo energético que será el turismo espacial, según celebran nuestros medios, donde los hombres más ricos del mundo vuelan para sentir la ingravidez por unos minutos, gastando lo que serviría para alimentar a millones de personas condenadas a la pobreza y al hambre. Pero, como diría Trump, de qué te sirve el ser asquerosamente rico si no lo puedes gastar. Es sorprendente que esto se pueda aplaudir y celebrar acríticamente. ¡Los asquerosamente ricos compiten!

Nos queda el tercer jinete apocalíptico, la electricidad. Este es una naturaleza distinta, pero igualmente dañino, porque se está comiendo nuestros recursos. Esos ahorros que tanto preocupaban a nuestros economistas y banqueros que se habían producido por el menor gasto durante la pandemia se van a ir ahora, imprevisiblemente con la factura de la luz de los hogares en aquellos países en los que se nos dice que no pueden hacer nada y nos lo explican de forma poco convincente.



Se está empezando (ya rutinariamente a cada carencia) el término pobreza energética a aquellos que no van a poder afrontar la factura de la energía eléctrica. Los medios lo enfocan desde la perspectiva del momento: ¿cómo van a combatir el calor extremos si hay precios extremos? Acostumbrados a otro tipo de subidas, lo que los medios y los usuarios nos muestran es una aberración, sin justificación, pero ¿quién mete mano a las grandes empresas energéticas? Si queremos, esto es inicialmente una consecuencia de nuestro abandono de la energías basadas en el petróleo y nuestra redirección hacia la energía eléctrica como menos contaminante. Hemos mirado tanto al petróleo, que se nos ha colado una millonaria factura eléctrica. ¿Qué ocurre ahora con los que tengan que cargar con electricidad sus modernos coches híbridos o directamente eléctricos, sus ecológicos patinetes y bicicletas eléctricos? Lo peor no es ese récord diario imparable. Las voces que nos dicen que no se "estabilizará" hasta 2023, ¿saben lo que están diciendo?

La energía, como sabemos repercute en todo lo demás. Ya aparecen en los medios empresarios que muestran la factura del año pasado y la de este, con más del doble de gasto. Eso para una empresa es fatal, pero sabemos la factura acabará traduciéndose en los precios. ¿Cuánto tiempo está en las cámaras frigoríficas, en plena ola de calor, ese tomate que se tomará en una ensalada y que ha duplicado su precio, como la mayor parte de los alimentos que necesitan de refrigeración?

¿Es real que se va mantener esta escalada de precios hasta 2023? ¿Sabemos las implicaciones que esto tiene y tendrá, especialmente en economías tan precarias como la nuestra?

Ahora, nuestros dramas son el aire acondicionado, las cámaras frigoríficas, etc. Pero cuando llegue el invierno serán las calefacciones y la oscuridad a media tarde. ¿Lo vamos a soportar?

Ninguna de las explicaciones (si es que se ha dado alguna más allá de tópicos manidos) es clara. Cuando eso ocurre, no suele haber una explicación fácil, que no es lo mismo que "clara". Y es difícil solucionar aquello que no se entiende demasiado bien, por unas causas u otras.

En Antena 3 leemos:

Detrás de estos elevados precios están el encarecimiento del gas, 5 veces más caro con respecto al año pasado, que lo usan los ciclo combinados y marca el precio del pool en la mayoría de las horas. Ahora mismo el gas tiene un precio muy elevado tanto en el día de hoy como en el mercado de futuros. Pero no solo es el gas el que encarece la luz sino que la política europea medioambiental que tiene como objeto cuidar el Planeta y tener energías cada vez más limpias por lo que está incrementando el precio de los derechos de emisiones de CO2. También influye el incremento de la demanda por la recuperación económica y las altas temperaturas.*

 


Mucho me temo que los efectos sobre la energía no va a ser limpiar más, sino lo contrario. Una de nuestras ministras ha tratado de ver en la subida del gas la mano de Putin, que no "bombea" lo que debe, por lo que se habría encarecido. Eso habría que analizarlo con detalle y ver hasta qué punto estaría encareciendo el precio del gas que suministra a Europa a través de los famosos gaseoductos del norte europeo hasta Alemania, que también tiene disparados sus precios. ¿Está Putin cobrando los gastos de los enormes incendios de Rusia? De ser así, habría que intentar sacar gas de otro sitio. Tener a tu enemigo-rival como suministrador de energía puede crear una peligrosa dependencia, de la que hemos sido varias veces advertidos. No es la primera vez que juegan con el precio de la energía, como ocurrió con la "guerra del petróleo", de tristes consecuencias para el mundo. Los que tenían el control del combustible les aplicaban sus presiones a los que eran compradores natos. ¿Habrá algún tipo de "guerra de la electricidad"? Si es Putin el que está presionando creando esta situación dramática, algo habrá. Las sanciones a Rusia son constantes. Quién sabe si esto es parte de la contestación rusa. Lo que sí está claro, desde luego, es que

Si es la subida de los costes de emisión de CO2 lo que está produciendo esto, nos estamos disparando tiros en un pie. Esto lo que hará es recortar las inversiones en nuevos productos adaptados, de menos gasto, y que la gente siga con los que tiene que irán envejeciendo y siendo menos eficientes. Habrá menos capacidad de innovar energéticamente por la sencilla razón de que habrá menos recursos para producir y para comprar si las facturas (no solo la energética, sino todas) siguen consumiendo los recursos y ahorros.

La idea de que la causa es el aumento de la demanda por la recuperación económica es cuestionable. Hemos tenido otras "recuperaciones" y nunca se ha dado una subida de estas características. Sí es cierto que existe cierta voracidad por hacerse con el ahorro, pero este tipo de voracidad va al mismo sitio y se carga la propia recuperación al disparar los precios por los costes energéticos.

Las altas temperaturas, el último factor señalado es también dudoso por la desproporción de la subida respecto a otras olas de calor.



Cabe la posibilidad de que todo ello sea sumado y que el efecto final sea exponencial. La última explicación, la no dicha, que sea un movimiento especulativo sin precedentes, pero ¿quién tiene la capacidad de hacer esto a tal escala? ¿Quién tiene la capacidad de multiplicar brutalmente el precio del gas coincidiendo con la subida de las temperaturas para conseguir unos precios sin precedentes históricos? Aquí nadie le pone nombre, con la excepción de la ministra (en un desliza, quizá); los demás, prefieren hablar del "mayorista".

En mayo, El Confidencial Digital (ECD) analizaba así la situación del gas parea España llegado desde el norte de África:

 

Fuentes del sector eléctrico recuerdan a ECD que la entrada de gas desde Argelia se redujo a una cuarta parte, según datos de Enagás, durante los días que la borrasca ‘Filomena’ azotó con fuerza al centro de la Península el pasado mes de enero.

En aquel momento, la caída del suministro de gas argelino tensionó el mercado y provocó que se registrasen precios récord. El fenómeno se atribuyó a que la estatal Sonatrach estaba vendiendo más caro a China o Japón el gas que tenía que suministrar a España, aprovechando que allí también sufrían entonces una ola de frío importante.

Hasta el punto de que hubo barcos gaseros que habían partido rumbo a la Península Ibérica y fueron desviados a China sobre la marcha y en el último momento.

Una situación que España se ha apresurado ahora a evitar y ha conseguido el compromiso de Sonatrach, accionista de Naturgy, para reducir el envío de barcos gaseros a Asia mientras el suministro al sistema gasista español no esté garantizado, evitando tensiones en el mercado que disparen los precios.**

 


¡Decimos de las farmacéuticas y las vacunas, pero las energéticas no sé si van delante o detrás! A la especulación durante Filomena con la ola de frío, le siguen ahora las especulaciones eléctricas (y del gas ruso) con las olas de calor. Pero no es exactamente esto lo que se nos anticipa si vamos a tener estos precios durante meses o años por delante, según los cálculos. Hemos visto grandes oscilaciones especulativas con el petróleo, ¿es el momento del gas y de la electricidad? ¿Nadie puede frenarlo? ¿Es cierto que son estas empresas energéticas las que están destinadas a jugar con el mundo y llevarlo al borde de conflictos gravísimos?

Con todo, hay una gran distancia entre aprovechar para especular sobre una situación existente y crear una situación conflictiva que provoque el beneficio. Lo primero está en los males del sistema de mercado; lo segundo es una forma de guerra por otros medios, una forma de agresión que busca la destrucción. Tenemos ejemplos de ambos casos.

Pero hay un último factor que nos afecta, el psicológico. Como saben los aficionados al teatro de Tennessee Williams, el calor pasa a ser un personaje más en la obra representada. Desde que comenzó la pandemia, el aumento de la violencia está conectado con el nerviosismo y la tensión de los encierros, la sensación de angustia por la muerte de otros y la sensación de riesgo propio.


Estamos recibiendo demasiada presión, en diferentes formatos, pero que todas se soportan sobre el mismo pilar: nosotros. En un sistema no se sabe exactamente por dónde van a fluir los efectos ni las interacciones, no en un sistema tan complejo como el creado por la globalización, poniendo en contacto todos los escenarios, de la cueva donde haya un murciélago al parqué de Wall Street, de la familia que pierde todo en el incendio de California a la que sufre el suyo propio en Turquía.

Lo que está claro es que toda esta tensión no va a traernos paz ni armonía social, sino el crecimiento de la violencia y la mayor actividad de los que quieren aprovecharla mediante la manipulación.

Como decíamos al inicio, lo que era el ansiado verano, la libertad de moverse, la capacidad de dejar atrás la presión, se ha transformado en un escenario infernal con la presencia de ese jinete inesperado, el jinete eléctrico, por parafrasear la película de Sidney Pollack (1979), con Robert Redford, Jane Fonda y Willie Nelson. Es el jinete que recorre el escenario de muerte y fuego de la pandemia y el calor, sembrando angustia, pobreza y miedo.


 

* Miriam Vázquez Vázquez "Los motivos por los que hoy el precio de la luz marca, por cuarto día consecutivo, un nuevo máximo histórico" Antena 3 12/08 https://www.antena3.com/noticias/economia/motivos-que-hoy-precio-luz-marca-cuarto-dia-consecutivo-nuevo-maximo-historico_202108126114b4f251c7e3000144027b.html

** José Antonio Frauca  "España garantiza con Argelia el suministro de gas amenazado por la crisis de Marruecos" El Confidencial Digital 20/05/2021 https://www.elconfidencialdigital.com/articulo/dinero/espana-garantiza-argelia-suministro-gas-amenazado-crisis-marruecos/20210519170602243346.html

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