Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Coronavirus,
calor, electricidad e incendios, ¡vaya cuarteto! Como si fueran los jinetes del
Apocalipsis, nos están amargando la vida, por decirlo finamente, golpeando
todos en el mismo dedo sobre el que martillean sin piedad.
El
primero de ellos ha sido el coronavirus, claro, que ya se ha hecho un habitual
del paisaje que ahora se complementa con los tres colegas que han tejido todos
ellos una alianza fatal que nos lleva hacia unas situaciones cada vez más
difíciles de solventar. El verano, que
todos esperábamos con ilusión y ganas, después de nevadas nunca vistas al
comienzo del año, nos ha apuñalado por la espalda con su exceso de calor, continuado,
sin respiro. Encadenado con el calor, los otros dos jinetes caminan firmes. El
calor provoca incendios (cuando no son pirómanos) pavorosos, como los que
estamos viendo en Turquía, Italia y Grecia, ahora ya en Túnez. Los de España, a
su lado, son moderados.
Las
imágenes de los cielos rojos, de la gente huyendo de islas devastadas van a
quedar gravadas en retinas y mentes, en pesadillas coincidentes con el futuro anunciado.
Hemos cambiado el concepto de "accidente" al de "anticipo",
"advertencia", adelanto de lo que el futuro nos depara. El fondo
teórico se lo ha dado el informe de la ONU sobre el cambio climático —según
Trump, un "invento chino" para frenar a unos Estados Unidos
gloriosamente industriales—, que nos ha acabado de arreglar el día con el
anuncia de que en un par de décadas tendremos que intentar comernos los codos
por falta de alimento.
Calor e
incendios se vinculan. Las olas de calor provocan los incendios y los
incendios, en su devastación acaban produciendo nuevas olas de calor en el
futuro. Todo está revuelto en este sistema cada vez más interdependiente que es
el planeta. Si queremos rizar el rizo, podemos decir que los expertos señalaron
al inicio de la pandemia que era un productos del estrés producido por el
cambio climático sobre la naturaleza, provocado —como sabemos— por la propia
acción humana. Todo estaría, de esta forma, ligado, lo que es malo en la medida
en que no estamos dispuestos a corregir nuestra tendencia a destruir el medio ambiente.
De poco
han servido esas imágenes del comportamiento de la naturaleza —de osos o
ciervos a las plantas—, modificado cuando nos encerramos todos en las casas por
la llegada de la epidemia de coronavirus. Estas epifanías deberían mostrarnos
lo perjudicial de nuestras acciones sobre el conjunto de la naturaleza, a la
que arrinconamos con malas maneras pese a todas las advertencias. Pero no
queremos escucharlas, ya vengan de boca de los científicos o de los nuevos
líderes que, como Greta, no es casual que sean niños y adolecentes de una
generación que, sin la anestesia alcohólica o de otro tipo equivalente, son
conscientes de que no les quedará futuro en el que vivir.
Es algo
peor que fatalismo; es un conformismo egoísta el que hace que despilfarremos en
un sistema cada vez más destructivo y que se come lo que de futuro nos pudiera
quedar. Quizá a algunos les quede ahorrar para irse en ese lujo energético que
será el turismo espacial, según celebran nuestros medios, donde los hombres más
ricos del mundo vuelan para sentir la ingravidez por unos minutos, gastando lo
que serviría para alimentar a millones de personas condenadas a la pobreza y al
hambre. Pero, como diría Trump, de qué te sirve el ser asquerosamente rico si
no lo puedes gastar. Es sorprendente que esto se pueda aplaudir y celebrar
acríticamente. ¡Los asquerosamente ricos compiten!
Nos
queda el tercer jinete apocalíptico, la electricidad. Este es una naturaleza
distinta, pero igualmente dañino, porque se está comiendo nuestros recursos.
Esos ahorros que tanto preocupaban a nuestros economistas y banqueros que se
habían producido por el menor gasto durante la pandemia se van a ir ahora,
imprevisiblemente con la factura de la luz de los hogares en aquellos países en
los que se nos dice que no pueden hacer nada y nos lo explican de forma poco
convincente.
Se está
empezando (ya rutinariamente a cada carencia) el término pobreza energética a
aquellos que no van a poder afrontar la factura de la energía eléctrica. Los
medios lo enfocan desde la perspectiva del momento: ¿cómo van a combatir el
calor extremos si hay precios extremos? Acostumbrados a otro tipo de subidas,
lo que los medios y los usuarios nos muestran es una aberración, sin
justificación, pero ¿quién mete mano a las grandes empresas energéticas? Si
queremos, esto es inicialmente una consecuencia de nuestro abandono de la
energías basadas en el petróleo y nuestra redirección hacia la energía eléctrica
como menos contaminante. Hemos mirado tanto al petróleo, que se nos ha colado
una millonaria factura eléctrica. ¿Qué ocurre ahora con los que tengan que
cargar con electricidad sus modernos coches híbridos o directamente eléctricos,
sus ecológicos patinetes y bicicletas eléctricos? Lo peor no es ese récord
diario imparable. Las voces que nos dicen que no se "estabilizará" hasta
2023, ¿saben lo que están diciendo?
La
energía, como sabemos repercute en todo lo demás. Ya aparecen en los medios empresarios
que muestran la factura del año pasado y la de este, con más del doble de
gasto. Eso para una empresa es fatal, pero sabemos la factura acabará
traduciéndose en los precios. ¿Cuánto tiempo está en las cámaras frigoríficas,
en plena ola de calor, ese tomate que se tomará en una ensalada y que ha duplicado
su precio, como la mayor parte de los alimentos que necesitan de refrigeración?
¿Es
real que se va mantener esta escalada de precios hasta 2023? ¿Sabemos las
implicaciones que esto tiene y tendrá, especialmente en economías tan precarias
como la nuestra?
Ahora,
nuestros dramas son el aire
acondicionado, las cámaras frigoríficas, etc. Pero cuando llegue el invierno
serán las calefacciones y la oscuridad a media tarde. ¿Lo vamos a soportar?
Ninguna
de las explicaciones (si es que se ha dado alguna más allá de tópicos manidos)
es clara. Cuando eso ocurre, no suele haber una explicación fácil, que no es lo
mismo que "clara". Y es difícil solucionar aquello que no se entiende demasiado bien, por unas causas u otras.
En
Antena 3 leemos:
Detrás de estos elevados precios están el
encarecimiento del gas, 5 veces más caro con respecto al año pasado, que lo
usan los ciclo combinados y marca el precio del pool en la mayoría de las
horas. Ahora mismo el gas tiene un precio muy elevado tanto en el día de hoy
como en el mercado de futuros. Pero no solo es el gas el que encarece la luz
sino que la política europea medioambiental que tiene como objeto cuidar el
Planeta y tener energías cada vez más limpias por lo que está incrementando el
precio de los derechos de emisiones de CO2. También influye el incremento de la
demanda por la recuperación económica y las altas temperaturas.*
Mucho
me temo que los efectos sobre la energía no va a ser limpiar más, sino lo contrario. Una de nuestras ministras ha
tratado de ver en la subida del gas la mano de Putin, que no "bombea"
lo que debe, por lo que se habría encarecido. Eso habría que analizarlo con
detalle y ver hasta qué punto estaría encareciendo el precio del gas que
suministra a Europa a través de los famosos gaseoductos del norte europeo hasta
Alemania, que también tiene disparados sus precios. ¿Está Putin cobrando los
gastos de los enormes incendios de Rusia? De ser así, habría que intentar sacar
gas de otro sitio. Tener a tu enemigo-rival como suministrador de energía puede
crear una peligrosa dependencia, de la que hemos sido varias veces advertidos.
No es la primera vez que juegan con el precio de la energía, como ocurrió con
la "guerra del petróleo", de tristes consecuencias para el mundo. Los
que tenían el control del combustible les aplicaban sus presiones a los que
eran compradores natos. ¿Habrá algún tipo de "guerra de la
electricidad"? Si es Putin el que está presionando creando esta situación
dramática, algo habrá. Las sanciones a Rusia son constantes. Quién sabe si esto
es parte de la contestación rusa. Lo que sí está claro, desde luego, es que
Si es
la subida de los costes de emisión de CO2 lo que está produciendo
esto, nos estamos disparando tiros en un pie. Esto lo que hará es recortar las
inversiones en nuevos productos adaptados, de menos gasto, y que la gente siga
con los que tiene que irán envejeciendo y siendo menos eficientes. Habrá menos
capacidad de innovar energéticamente por la sencilla razón de que habrá menos
recursos para producir y para comprar si las facturas (no solo la energética,
sino todas) siguen consumiendo los recursos y ahorros.
La idea
de que la causa es el aumento de la demanda por la recuperación económica es
cuestionable. Hemos tenido otras "recuperaciones" y nunca se ha dado
una subida de estas características. Sí es cierto que existe cierta voracidad
por hacerse con el ahorro, pero este tipo de voracidad va al mismo sitio y se
carga la propia recuperación al disparar los precios por los costes
energéticos.
Las
altas temperaturas, el último factor señalado es también dudoso por la
desproporción de la subida respecto a otras olas de calor.
Cabe la
posibilidad de que todo ello sea sumado y que el efecto final sea exponencial. La
última explicación, la no dicha, que sea un movimiento especulativo sin
precedentes, pero ¿quién tiene la capacidad de hacer esto a tal escala? ¿Quién
tiene la capacidad de multiplicar brutalmente el precio del gas coincidiendo
con la subida de las temperaturas para conseguir unos precios sin precedentes
históricos? Aquí nadie le pone nombre, con la excepción de la ministra (en un
desliza, quizá); los demás, prefieren hablar del "mayorista".
En
mayo, El Confidencial Digital (ECD) analizaba así la situación del gas parea
España llegado desde el norte de África:
Fuentes del sector eléctrico recuerdan a ECD que la entrada de gas desde Argelia se redujo a una cuarta parte, según datos de Enagás, durante los días que la borrasca ‘Filomena’ azotó con fuerza al centro de la Península el pasado mes de enero.
En aquel momento, la caída del suministro de gas argelino tensionó el mercado y provocó que se registrasen precios récord. El fenómeno se atribuyó a que la estatal Sonatrach estaba vendiendo más caro a China o Japón el gas que tenía que suministrar a España, aprovechando que allí también sufrían entonces una ola de frío importante.
Hasta el punto de que hubo barcos gaseros que habían partido rumbo a la Península Ibérica y fueron desviados a China sobre la marcha y en el último momento.
Una situación que España se ha apresurado ahora a evitar y ha conseguido el compromiso de Sonatrach, accionista de Naturgy, para reducir el envío de barcos gaseros a Asia mientras el suministro al sistema gasista español no esté garantizado, evitando tensiones en el mercado que disparen los precios.**
¡Decimos
de las farmacéuticas y las vacunas, pero las energéticas no sé si van delante o
detrás! A la especulación durante Filomena con la ola de frío, le siguen ahora
las especulaciones eléctricas (y del gas ruso) con las olas de calor. Pero no
es exactamente esto lo que se nos anticipa si vamos a tener estos precios
durante meses o años por delante, según los cálculos. Hemos visto grandes
oscilaciones especulativas con el petróleo, ¿es el momento del gas y de la
electricidad? ¿Nadie puede frenarlo? ¿Es cierto que son estas empresas
energéticas las que están destinadas a jugar con el mundo y llevarlo al borde
de conflictos gravísimos?
Con
todo, hay una gran distancia entre aprovechar
para especular sobre una situación existente y crear una situación conflictiva que provoque el beneficio. Lo
primero está en los males del sistema de mercado; lo segundo es una forma de
guerra por otros medios, una forma de agresión que busca la destrucción.
Tenemos ejemplos de ambos casos.
Pero
hay un último factor que nos afecta, el psicológico. Como saben los aficionados
al teatro de Tennessee Williams, el calor pasa a ser un personaje más en la
obra representada. Desde que comenzó la pandemia, el aumento de la violencia
está conectado con el nerviosismo y la tensión de los encierros, la sensación
de angustia por la muerte de otros y la sensación de riesgo propio.
Estamos
recibiendo demasiada presión, en diferentes formatos, pero que todas se
soportan sobre el mismo pilar: nosotros. En un sistema no se sabe exactamente
por dónde van a fluir los efectos ni las interacciones, no en un sistema tan
complejo como el creado por la globalización, poniendo en contacto todos los
escenarios, de la cueva donde haya un murciélago al parqué de Wall Street, de
la familia que pierde todo en el incendio de California a la que sufre el suyo
propio en Turquía.
Lo que
está claro es que toda esta tensión no va a traernos paz ni armonía social,
sino el crecimiento de la violencia y la mayor actividad de los que quieren
aprovecharla mediante la manipulación.
Como decíamos al inicio, lo que era el ansiado verano, la libertad de moverse, la capacidad de dejar atrás la presión, se ha transformado en un escenario infernal con la presencia de ese jinete inesperado, el jinete eléctrico, por parafrasear la película de Sidney Pollack (1979), con Robert Redford, Jane Fonda y Willie Nelson. Es el jinete que recorre el escenario de muerte y fuego de la pandemia y el calor, sembrando angustia, pobreza y miedo.
* Miriam Vázquez Vázquez "Los motivos por los que hoy el precio de la luz marca, por cuarto día consecutivo, un nuevo máximo histórico" Antena 3 12/08 https://www.antena3.com/noticias/economia/motivos-que-hoy-precio-luz-marca-cuarto-dia-consecutivo-nuevo-maximo-historico_202108126114b4f251c7e3000144027b.html
** José
Antonio Frauca "España garantiza
con Argelia el suministro de gas amenazado por la crisis de Marruecos" El
Confidencial Digital 20/05/2021
https://www.elconfidencialdigital.com/articulo/dinero/espana-garantiza-argelia-suministro-gas-amenazado-crisis-marruecos/20210519170602243346.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.