jueves, 19 de agosto de 2021

El liderazgo implosivo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Las consecuencias del caos generado por la retirada en Afganistán se están dando en todos los planos y en todos los lugares del mundo. Las consecuencias son de tres tipos: 1) las dramáticas consecuencias para la parte del pueblo afgano que ha querido modernizar el país en los últimos 20 años; 2) las consecuencias para Estados Unidos en las relaciones con los aliados; y 3) las consecuencias para la política bipartidista doméstica norteamericana. El primer tipo nos angustia y preocupa; el segundo nos irrita y preocupa; y el tercero, visto lo visto, no nos sorprende y apenas nos preocupa.

La visión del aeropuerto y de lo que está ocurriendo a su alrededor es una muestra del más absoluto fracaso de la inteligencia norteamericana, pero también del Ejército, que se concentra en un especio reducido, el aeropuerto, y deja libre la totalidad del territorio, mostrando que su único interés era salir como fuera sin la más mínima preocupación por el resto. El fallo de inteligencia, del que se habla, es una maniobra de distracción, una cortina de humo, puesto que todo el mundo sabía desde hace años lo que ocurriría. Basta con revisar la hemeroteca para leer todo tipo de advertencias sobre esto. Desde La historia militar, tampoco es posible hacerlo tan mal, pues la más elemental estrategia señala que el perímetro no tenía que ser el aeropuerto, sino un cinturón protegiendo la ciudad hacia la que ya sabían que todo el mundo se dirigía para salvar la vida ante el avance talibán.

Esto plantea una cuestión espinosa, ya que es tan clamorosa la estrategia errónea que puede pensarse que no fue un error de cálculo y fue intencionado, es decir, que sabiendo que todo el mundo lo había se protegía el aeropuerto no de los talibanes sino de los propios afganos en su huida desesperada. De hecho, son los talibanes los que han establecido ese segundo cordón alrededor del aeropuerto. Son ellos los que controlan quiénes pasan y quiénes no, dejando para el control de "seguridad" norteamericano a aquellos que han decidido primero que pasen. Esa es la queja que escuchamos en nuestras televisiones de los colaboradores afganos del Ejército español, que ellos y sus familias no pueden acceder al aeropuerto, ya que no hay puestos de control militar de nuestro ejército.



El aspecto que moralmente nos pueda producir el ejercicio puramente pragmático norteamericano ha sido ya calificado por los propios medios norteamericanos como "egoísta", desinteresándose por el destino de los que quedan atrás. El discurso de Joe Biden ha terminado de arreglar las cosas con sus dosis de cinismo, que ya comentamos, diciendo que lo que ocurra allí no es cosa suya e insultándoles llamándoles cobardes por no defender su país. Quizá no hayan visto tantas películas norteamericanas como debían para motivarse.

En la CNN se va más allá y se habla del cambio del dialogante Biden a la nueva situación, inexplicable para todos, dentro y fuera. Con el titular "Biden promised allies 'America is back.' Chaotic Afghanistan withdrawal is making them fear it's still 'America First.'" , Kevin Liptak y la redactora Jefe en la Casa Blanca, Kaitlan Collins, ponen el dedo en la herida mostrando tanto la sorpresa de los aliados como de los propios norteamericanos ante esta actitud del "nuevo" Biden:

 

Visiting Brussels earlier this summer, President Joe Biden was single-minded in his message to American allies.

"America is back," he declared in the lobby of the European Union's headquarters, repeating a mantra he had uttered at nearly every stop of his first trip abroad, during which leaders welcomed him as a salve to four years of Trump-era angst.

"It's overwhelmingly in the interest of the United States of America to have a great relationship with NATO and with the EU," Biden said. "I have a very different view than my predecessor did."

Two months later, the same group of allies is now wondering what happened to that Joe Biden. The humiliating end to the war in Afghanistan has fanned lingering concerns over an "America First" foreign policy that some allies fear did not completely disappear with former President Donald Trump. And the chaotic fall of Kabul, which caught American officials off-guard and prompted a major scramble by the US and other countries to evacuate diplomats and Afghans who assisted the war efforts, badly undercut Biden's promise to restore competence to American foreign relations.*

 


Evidentemente, si los propios norteamericanos no lo entienden, difícilmente podrán hacerlo los demás, incluidos los afganos. Nadie dice que Estados Unidos debería estar otros 20 años en Afganistán, pero entre eso y lo que hemos visto hay muchísimas posibilidades, lo que apunta precisamente a la hipótesis de que sabían perfectamente que medio país querría irse y no estaban dispuestos a asumirlo.

También se preguntan analistas y medios norteamericanos sobre el deterioro de la imagen, que tiene que ver precisamente con el siguiente grupo de consideraciones. Si Trump había dejado la imagen norteamericana por los suelos, Biden ha acabado de enterrarla al mostrar, como la propia CNN señala, que no existe diferencia en la política exterior norteamericana a la vista de los sucedido.

En el mismo texto, podemos leer algunas opiniones en este sentido:

 

"It's a lack of communications, of honesty, with the American people and with allies around the world who are deeply disappointed with a Biden administration that they felt would be much more multilateral, especially on an issue where the allies have been fighting with the Americans for 20 years now," said Ian Bremmer, director of the Eurasia Group. "The decision on how and when to leave was made unilaterally by the Americans, and that's not the way you treat your allies, frankly."*

 

El texto deja claro el descontento producido y sobre todo la falta de confianza en algo en lo que Estados Unidos utilizó las representaciones internacionales para crear esa imagen de "aliados" que se fue complicando al quedar reducidos a meros comparsas. En efecto, ¿en qué queda ese "America is back!" si no en un mero eslogan, en pura retórica?

Si la política de Trump respecto a China pronto se ha visto asumida en gran medida por Biden, la de Oriente Medio y de las zonas como Afganistán han tomado el mismo camino, mostrando que el desacuerdo interno norteamericano no lo es en política exterior, donde los demócratas han asumido la de los halcones republicanos, lo que equivale a decir que tienen unos mismos intereses detrás y unos mismos objetivos. Que el discurso de Biden sea "he hecho lo que los otros presidentes no se atrevieron a hacer", suena más a Trump que a otros. Y eso tiene sus consecuencias.


En textos anteriores hemos insistido en la pérdida del liderazgo norteamericano. Una cosa es ser una súper potencia y otra ser un líder. Estados Unidos puede seguir siendo una súper potencia, pero difícilmente puede ser considerado ya un líder. El liderazgo consiste precisamente en los contrario de lo que Biden ha hecho, es hacer sentir a los demás que forman parte de algo, que hay grupo. Biden ha pulverizado la poca confianza que Trump había dejado en pie y ha mostrado que poco ha cambiado en la Casa Blanca.

De nuevo nos encontramos con una forma de liderazgo implosiva. En vez de tratar de liderar hacia fuera, las fuerzas políticas se centran cada vez más en los aspectos internos, en distanciarse de los problemas del mundo, muchos de los cuales han contribuido a crear. El exterior se percibe como un territorio hostil y parasitario, sobre el que hay que imponer esa fórmula de los "intereses norteamericanos" que todo lo justifica. Recordemos cómo la primera misión de Donald Trump en el exterior —en Yemen— fue una fallida operación, precipitada y chapucera, que costó la vida a unos marines. 



En este sentido, Biden ha defraudado profundamente. Su discurso —que ya analizamos— planteaba Afganistán como una cuestión de gasto, que ya se había cumplido el objetivo de acabar con Bin Laden, sonaba más a Trump que a Biden, al menos al Biden que había hecho campaña. Pero las campañas son para llegar al poder; luego, lo objetivos pueden ser otros. De esto hemos tenido ya muestra incluso con la inmigración desde México a cargo de presidente y vicepresidenta, Kamala Harris.

Con el titular "Kamala Harris afila su imagen con un franco mensaje sobre la migración" firmaba Zolan Kanno-Youngs un artículo en la edición en español de The New York Times. En él señalaba:

 

CIUDAD DE MÉXICO— Antes de volar a Guatemala y México en su primer viaje al extranjero, la vicepresidenta Kamala Harris enfrentó preguntas sobre cómo enfocaría su papel como emisaria del plan del presidente Joe Biden para apuntalar la región y disuadir la migración a Estados Unidos.

Tras semanas de críticas por parte de los republicanos y de algunos demócratas moderados que argumentaban que el gobierno carecía de una estrategia clara en materia de migración, Harris llegó a Centroamérica con una respuesta contundente: el gobierno se centraría en afirmar el control de sus fronteras, incluso si eso significa, por ahora, rechazar a aquellos que huyen de la persecución y la pobreza y a los que la vicepresidenta ha prometido ayudar a largo plazo.

Harris fue igualmente sincera en cuanto a la necesidad de abordar las causas fundamentales que impulsan a los migrantes a emprender el largo y peligroso viaje hacia el norte desde Centroamérica, a pesar de los cientos de millones de dólares gastados por Estados Unidos para mejorar las perspectivas en la región. En Guatemala, anunció que Estados Unidos ayudará a un panel anticorrupción que ha sido denunciado por el presidente Alejandro Giammattei, incluso frente al líder guatemalteco.

Pero fueron sus comentarios sobre la migración —al decir “no vengan” a los migrantes en Guatemala— los que provocaron una nueva oleada de críticas. Los defensores de la migración acusaron a la vicepresidenta de socavar la ley de inmigración y la promesa de Biden de restaurar un sistema de procesamiento de asilo en la frontera suroeste de Estados Unidos.**

 


A la luz de esto —ocurrido en junio de este año— quizás adquiere algo más de sentido lo realizado por Biden en Afganistán. En efecto, el mensaje es el mismo: a) ya hemos gastado mucho dinero; b) son ustedes unos corruptos; y c) no vengan.

Esto es ya algo más que un problema de liderazgo; es una cuestión dogmática en la que el mismo país que ha asaltado su propio Capitolio, que ha intentado corromper a su propia administración electoral y judicial, y en el que hay escándalos de todo tipo relacionados con la presidencia anterior (de económicos y políticos a sexuales), se erige en juez moral del mundo y decide qué ellos son el bien y los demás el mal, que solo debe escucharse a sí mismo y despreciar a los demás, de sus aliados europeos al pueblo afgano o de Río Grande hacia abajo. El mundo, como dijo Trump, está lleno de "pozos de mierda" y los "Bad Hombres" quieren venir aquí porque esto es el paraíso.



También Trump consideraba la OTAN y a los aliados como unos "parásitos" que se aprovechan de la fuerza y magnanimidad norteamericanas para vivir como vagos, para gastarse el dinero en lujos o corrupciones. De ahí que quisiera cobrar por la "protección" en la mejor tradición mafiosa que Estados Unidos ha mostrado al mundo en innumerables veces.

El de Estados Unidos es un liderazgo implosivo. Vemos que Trump no creó nada sino que se limitó a recoger y aprovechar ese nuevo integrismo norteamericano de la nación pura que debe aislarse del mundo para no ser contaminada por los vicios del mundo.

Me imagino que las críticas contra Biden le harán entender el mensaje del mundo. Pero también el interno. Muchos políticos y analistas, como señalamos, consideran que al igual que Trump quiso presentarse como el hombre que sacaba a Estados Unidos de un caro "pozo de mierda" mediante un "maravilloso deal", su especialidad, Biden decidió evitar que Trump lo usara contra él, algo que no ha logrado evitar, ya que —como veíamos ayer— ya está pidiendo su dimisión. A Trump le falló el "acuerdo del siglo", encargado a su yerno, que debía llevar la paz a Oriente Medio; se quedó a medias cuando se dieron cuenta que intentaba sacar votos de ello. Lo trató con los talibanes, pero salir de la Casa Blanca le desbarató el acuerdo firmado que Biden trataba de rentabilizar para las propias elecciones norteamericanas por llegar.


Biden gano por unos millones de votos, pero los delegados en los estados adecuados, pueden dar un vuelco. Hay tres de ellos en los que la diferencia se reduce a unos 40.000 y que les darían el triunfo a los republicanos en su momento. No olvidemos que Hilary Clinton ganó, como lo hizo Al gore. Pero ambas presidencias se las llevaron los republicanos, Bush y Trump. No solo importa ganar, sino dónde.

En la CNN se cita a Angela Merkel refiriéndose a la retirada de las tropas:

 

"This is a particularly bitter development. Bitter, dramatic and terrible," Merkel said during a press conference this week.

Behind the scenes, people familiar with the matter say she has been more critical of Biden's decision, telling members of her party that "domestic political reasons" led him to decide on a withdrawal.*

 

Que esa creencia se extienda —y parece que ya lo está, justificad con creces— será un punto más en la ruptura del liderazgo y volverá a plantear con fuerza las alternativas que ya se vieron con Donald Trump.



No creo que sea tiempo de esperar a "recuperar la confianza". Hay unidad en lo que ocurre, lo que expresa una voluntad y una actitud firmes, una línea de actuación que se mantendrá. Con la profunda división existente en el interior de los Estados Unidos, no sé si la actitud de Biden hacia el exterior es la más adecuada. Si lo hace es porque cree que esto va a tener repercusiones positivas tratando de lo que fue su objetivo declarado ya en su toma de posesión, reunificar al pueblo norteamericano. ¿Implica esto el repliegue sobre sí mismos que anuncian las palabras de Biden y Kamala Harris? Pues si se ve que existe ese apoyo popular fuerte a dejar de estar por el mundo, una vez vistos los resultados, mucho me lo temo.

Ese repliegue ha ido acompañado de la fuerte campaña contra China (ya Trump lo ha había hecho), a la que responsabilizan de haber crecido mientras los norteamericanos menguaba. ¿Hará Biden de forma más discreta lo que Trump hizo descaradamente, sancionar a todo el que negocie con China? Parece que ese es el camino, otro discurso que el público doméstico aplaude. Con Trump ya no había liderazgo, solo amenazas directas. ¿Ocurrirá con Biden lo mismo?

Ahora Biden y Harris tienen que intentar reconstruir algo que ellos mismos han derribado, porque después de Trump, era difícil encontrar una actitud más receptiva al cambio. Pero todo ha quedado en palabras. Y de los hechos, mejor no hablar. The Washington Post habla de "error épico" de Biden, señalando que no es el primero, y de la caída de las valoraciones del presidente, señalando que debería preocupar a los demócratas. ¿Será esto lo que guíe el liderazgo implosivo en un intento de hacerse con la opinión pública norteamericana, cada vez más "doméstica"?

Puede que por querer deshacerse del lastre de lo exterior le acabe costando la presidencia. Las relaciones con medio mundo y el liderazgo ya le han costado.

 


* Kevin Liptak and Kaitlan Collins "Biden promised allies 'America is back.' Chaotic Afghanistan withdrawal is making them fear it's still 'America First.'" CNN 19/08/2021 https://edition.cnn.com/2021/08/18/politics/america-is-back-joe-biden-afghanistan/index.html

** Zolan Kanno-Youngs "Kamala Harris afila su imagen con un franco mensaje sobre la migración" The New York Times 8/06/2021 https://www.nytimes.com/es/2021/06/08/espanol/kamala-harris-mexico.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.