Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si no
teníamos bastante con los desencuentros creados a raíz de la pandemia, las
administraciones autonómicas y centrales se disponen a darnos un nuevo
espectáculo de ineficacia y reproches. Me refiero al desastre producido en el
Mar Menor, desastre anunciado y del que nadie se quiere hacer responsable con
los argumentos fijos que los contendientes exhiben: unos mandan la pelota hacia
arriba, desde donde la devuelven inmediatamente.
Las dos
líneas argumentales son siempre las mismas: el gobierno autonómico exige lo que
no le van a dar, competencias, mientras que el gobierno central responde siempre
que las Autonomías tienen competencias suficientes. Es lo que se ha hecho con
el COVID-19 y es lo que se va a hacer con el Mar Menor. El gobierno autonómico
dice no tener competencias para solucionarlo, mientras que desde el gobierno
central dicen que sí.
Los
políticos responsables son los que asumen responsabilidades por las decisiones
que deben tomar y aquí nadie quiere tomar decisiones porque se trata de un
claro conflicto de intereses en el interior de la Región de Murcia, por un
lado, y un problema de desgaste por parte del gobierno central que no tiene
ganas de tomar decisiones que posteriormente serán utilizados contra ellos.
Aquí no
se evalúa lo necesario sino lo rentable. Hemos desarrollado una clase política
multicolor que se identifican por ese constante cómputo de los efectos. Nada se
hace sin que los asesores evalúen los resultados en términos de opinión pública,
es decir, de posibles efectos lectorales. No hay otra. Incluso entre los socios
de gobierno, las desavenencias vienen de esa necesidad de rentabilizar las
opciones de hacer o no hacer y mostrar hacia el exterior las discrepancias.
Esto no se produce ya al final de las legislaturas, donde cada uno se enfrentará
a su destino en las urnas, sino que se produce desde el primer momento.
Nos
enfrentamos a unas situaciones muy graves que requieren decisión y honestidad.
Por "decisión" entiendo la claridad en la evaluación de las
situaciones y en la respuesta con soluciones; por "honestidad", el
pensar por encima del partidismo haciéndolo por el bien público, por todos los
españoles.
Las
informaciones que nos dan sobre lo ocurrido en el Mar Menor evidencian que no
ha habido ni "decisión" ni "honestidad". La inoperancia,
por ejemplo, ante casos como el abuso del precio de la energía eléctrica, un
auténtico atraco a la ciudadanía en momentos críticos que se está trasladando
ya a todos los sectores, de la producción transporte a la cesta de la compra o
los servicios de los consumidores y usuarios. Es vergonzoso que no se tomen medida
y que se usen las mismas excusas, ya endémicas en nuestros políticos: la culpa
de lo malo la tienen los otros; lo bueno es resultado de mi acción. Esto ya es
insostenible porque se repite en cada ocasión, cuando se tienen que enfrentar a
las fuerzas económicas y empresariales que sobrevuelan la vida española, como
ocurre en el caso del Mar Menor.
La fuerza de la agricultura en Murcia es enorme. Los resultados nos lo dejan bien claro: la derogación en 2001 de la Ley del Mar Menor, que ha estado fuera hasta 2020, según recogen los medios.
La
Región de Murcia es un espacio de enorme riqueza a la que su propia codicia
está destruyendo. La agricultura, las fábricas conserveras, el turismo, entre
otras, son fuerzas poderosas que se concentran en un espacio muy concentrado y
específico, pero que finalmente acaba en las costas, entre ellas, en el Mar
Menor. Los desastres urbanísticos, la sobre explotación agrícola, la extracción
indebida de agua, etc. se deben a fuerzas muy poderosas y a las que es difícil
llevar hacia el interés común. Agricultores, conserveros y zonas turísticas son
una combinación explosiva si no se sabe armonizar y, sobre todo, asumir que
producen un desgaste medio ambiental enorme. Si otras regiones más grandes han
sabido repartir, mejor o peor, en Murcia se concentran. Basta pasar los
terrenos de las urbanizaciones apiñadas cerca del mar y que se han ido
introduciendo en el interior, para encontrarse con las zonas de cultivo
explotadas al máximo y sin demasiado control sobre el medio ambiente.
Como en
otros casos, esto estaba advertido, anunciado desde hace tiempo, pero ¿quién le
pone el cascabel al gato? ¿Quién llama la atención o sanciona, quién cierra
instalaciones en una Comunidad en la que todos se conocen, quién frena a
determinados municipios poderosos en lo político y en lo económico, cuyos
representantes están en las formaciones políticas precisamente para frenar
cualquier intento de recorte que se les pueda hacer.
En un
magnífico reportaje de RTVE.es poniendo en antecedentes de los orígenes de este
problema que hoy vuelve a estallar, se nos señala:
La primera de las medidas que tomó el
gobierno murciano al conocerse el nuevo episodio de ecocidio en el Mar Menor fue pasar la "patata caliente"
de la responsabilidad al Ejecutivo central anunciando una denuncia contra la
Ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. El Estado reaccionó
acusando igualmente al gobierno regional de eximir sus responsabilidades. Según
declaró Ribera a RNE el pasado fin de semana, el Partido Popular murciano
"evita atacar el problema" y "la competencia es del gobierno
regional".
Los peces muertos continúan apareciendo en
las playas de La Manga del Mar Menor
La semana pasada y tras un Consejo de
Gobierno extraordinario, el presidente murciano, Fernando López Miras (PP),
exigió al Gobierno central más competencias para dar una solución a la
situación del Mar menor. El presidente aseguró que necesita controlar la cuenca
hidrográfica y la demarcación de costas para ampliar la entrada de agua del
mediterráneo al mar menor y así afrontar la crisis medioambiental que ahoga a
la albufera. Asismismo, anunció que prohibirá por decreto ley los vertidos al
Mar Menor por la rambla cartagenera del Albujón.
"Queremos poder contar con la
competencia para actuar en el acuífero de una vez por todas y desarrollar las
actuaciones pertinentes de forma urgente", denunció López Miras en unas
declaraciones recogidas por RNE. Recuperar el calado de la gola de Marchamalo
para intercambiar agua de la cubeta norte a la sur para oxigenar esta última
es, según los expertos del comité de asesoramiento científico de López Miras,
una medida esta "más que necesaria". Tal es así que el Gobierno
murciano ha amenazado con recurrir a los tribunales si el central no se lo
permite.*
Todo
esto no es más que marear perdices. Saben de sobra dónde están los problemas.
Lo que necesitan son excusas precisamente para justificar no haber intervenido.
Cuando se interviene es porque una causa de fuerza mayor te "obliga"
a hacerlo y así tener una justificación ante algo que encubre una serie de
prácticas constantes durante décadas, como denuncian medios y ciudadanos, que
se encuentran indignados ante lo que deben padecer y nadie soluciona.
El
problema, lo dicen todos, es la agricultura, el sector central en la Región, y
sus malas prácticas para sacarle provecho. Pero, de nuevo, ¿quién se atreve a
entrar contra los empresarios que están sacando agua de forma incorrecta y
donde no deben; quién contra los que abonan con sustancias que no deberían y
que acaban en las costas; quién contra las desalinizadoras?
Se acercan malos tiempos. El cambio climático va a hacer escasa el agua y se van a producir elevaciones de las temperaturas del agua. El problema del Mar Menor repercute en el turismo de la zona y en todo el sector involucrado. El reparto de las tierras entre cultivo y urbanizaciones, entre agricultura y turismo, se está convirtiendo en un conflicto que irá a más conforme las circunstancias se hagan más complicadas. Los testimonios de las personas que veranean en el Mar Menor son dolorosos. Dicen no haber visto algo igual a lo que están viendo este año. Esta circunstancia, no ver nada igual, se está convirtiendo con demasiada frecuencia en el estribillo escuchado en muchas otras canciones. Entramos en el mundo de los desastres que se superan cada día.
Ante
esto, hay que cambiar inmediatamente la práctica política, porque nos están
dejando sin espacio posible para tomar decisiones, es decir, lo que nos llega
es ya lo ineludible. Pero entre el egoísmo, la codicia y la inoperancia, tanto
de políticos como de responsables de las actividades económicas, cada vez nos
queda un margen más estrecho para soluciones que realmente lo sean. Vemos
montes arrasados y casas quemadas, aguas contaminadas, récords de calor,
enormes sequías e inundaciones...
Si no
cuidamos lo que tenemos, por encima de nuestros intereses, pronto no tendremos
nada. Hay que exigir a los políticos que piensen más en nosotros y el futuro,
que en ellos y su presente.
Desgraciadamente, los peces no votan y los turistas que vienen de fuera tampoco.
*
"¿Qué está pasando en el Mar Menor? Claves para entender el desastre
medioambiental" RTVE.es 24/08/2021
https://www.rtve.es/noticias/20210824/esta-pasando-mar-menor/2163403.shtml
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