Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las
televisiones dedicaban esta mañana su atención diaria a las portadas de la
prensa nacional, impresionantemente unánimes con sus titulares sobre el fútbol
para ricos. Vaya por delante que esto no es un intento de entrar en debate
alguno por distanciamiento del tema en sí. Pero es causa de cierta depresión informativa ver esta reacción ante
un suceso de este tipo con la que está cayendo informativamente.
Con las
tropas rusas estacionadas en el borde de Ucrania, la "batalla
electoral" de Madrid, con los muertos por el coronavirus, las vacunas de
ida y vuelta, con todo lo que está pasando en el mundo... ¡todo se aparca en el
nombre del fútbol!
La
actualidad manda, se suele decir, pero el salto unánime, el respingo
informativo dado por la prensa general, nos orienta sobre aquello que nos
conmueve y sacude.
Me
llama la atención el titular confeccionado con palabras de Florentino Pérez,
augurando un "todos muertos" en 2024 si no se toman "medidas".
En RTVE, el titular explica las reacciones del organismo europeo: «La UEFA
se planta sobre la Superliga: "Los jugadores que participen no podrán
representar a sus selecciones"». El diario El País modera su espacio, pero
le concede el editorial, en el que se describe "El mal sabor de la
Superliga".
El
fútbol ha superado la quejas y lamentos generales por el turismo, a los
trombos, a la campaña de Hacienda... a todos los demás deportes a los que les
tocaba un poco de portada. Tanto esfuerzo para ser desplazados de un codazo.
La
respuesta explosiva a esta cuestión en la que están implicados múltiples
agentes y muchos miles de millones de euros anuales confirma las dimensiones
del espectáculo mediático generado alrededor del fútbol.
La
respuesta general de los medios nos confirma algo que ya sabemos sobre esta
sociedad de espectáculos continuados y diversos. El deporte es uno de los
flujos energéticos que ponen en marcha el sistema mediático. Dentro de este
marco deportivo, el fútbol es el rey. Es un mundo donde el deporte en sí importa
cada vez menos y más el rendimiento económico del espectáculo. No se ha
levantando ni una décima parte de revuelo con la paralización de las Olimpiadas
de Tokio el año pasado y su destino en este.
Repaso
alguna prensa internacional y veo que en Le Monde hay un artículo sobre ello en
la 5ª posición de más leídos y que el tema se queda reducido a la zona baja de
la portada, la de "Sport". Se tarda en llegar a ella. En cambio, en
la BBC tenemos en primera línea una noticia pequeñita, apenas un recuadro. Más
abajo, en plenas "News" nos espera una imagen de Florentino Pérez
compartiendo línea con el caso Floyd de Estados Unidos y Vladimir Putin.
Inmediatamente debajo, la cuestión de la Superliga vuelve a reaparecer con dos
noticias amplias.
Hace
mucho que el fútbol pasó a ser un negocio, con gigantescas inversiones y
presupuestos, con contratos millonarios, con las televisiones y sus contratos
publicitarios. El fútbol que quiere salvar Florentino Pérez merece ser
explicado para saber de qué estamos hablando realmente.
Los
medios han saltado al cuello porque ellos viven de las expectativas que generan
con el deporte. Esto es especialmente señalado en España, de ahí la
espectacular reacción mediática ante la propuesta que podría crear un
espectáculo para ricos y otro para pobres. Saben quiénes mueven la atención de
los espectadores y cómo esto se refleja en sus diferentes niveles. Con los
campos cerrados al público, cualquier cambio que excluya a la mayoría en
beneficio de los que no tienen problemas para concitar grandes audiencias se ve
como un arrojar lastre para que el globo pueda subir y sostener sus
presupuestos multimillonarios.
El
grado de respuesta está en función de muchas cosas, pero especialmente del
grado de dependencia. Las amenazas a clubes y jugadores son graves. El
dirigente de la UEFA que han recogido hoy los medios comparaba lo hecho por los
clubes de élite, de manera muy gráfica, con haber sido escupidos a la cara.
El
editorial del diario El País finaliza así:
No caben ingenuidades: esto no es otra cosa
que un pulso de poder. Los grandes clubes quieren sacar mejor provecho de su
posición dominante; al otro lado, se halla una institución muy desprestigiada
como la UEFA. En el medio, un deporte que hace soñar en todo el mundo a
legiones de aficionados, y en cuya base está la épica de que la vía está
abierta siempre y hasta el final para los equipos que lo merecen. Este proyecto
destruye ese concepto. Harían bien sus promotores en reconsiderarlo.*
Tampoco
hay que ser ingenuos con los intereses mediáticos, que se verían renegociados
con los problemas derivados de las audiencias divididas. Un sistema cerrado, como el que
se presenta, también funciona con selección de medios de pago. El diario habla
del "fin de la épica" del fútbol, pero hace mucho que esa
"épica" se perdió en ciertos niveles
En
España, lo que no es promoción del turismo o política, lo ocupa el deporte. Cuenten
el tiempo dedicado al deporte en los programas informativos y verán. Los medios
viven en gran medida de esas expectativas que producen con cada encuentro que
se celebra, por eso esta lucha promete ser larga y a muerte. La ampliación reduce el pastel
*
"El mal sabor de la Superliga" El País 20/04/2021
https://elpais.com/opinion/2021-04-20/el-mal-sabor-de-la-superliga.html
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