Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
informe publicado por Reporteros sin Fronteras ha levantado algunas ronchas en
diversos sectores, de los propios medios al poder. España, nos dice, se
mantiene en el puesto 29 en la lista que refleja la situación de la prensa,
pero hay cosas que no solo no mejoran, sino que empeoran debido a diversos
factores.
No es
sencillo hacer un análisis de los medios españoles, tan complejos en su
vinculación geográfica y empresarial. Podríamos decir, como un resumen
simplificado, que tenemos las condiciones para hacer buena información, pero
que nos complicamos nosotros mismos la vida.
Las
bases están sentadas, pero la calidad del resultado en el día a día depende del
respeto que seamos capaces de alcanzar. La palabra "respeto" es
esencial en cualquier sistema democrático, ya sea aplicada a la verdad y a los
acontecimientos o a las personas.
La
creciente fragmentación y polarización de la vida política española hace que
las quejas se hayan ido acumulando en este tiempo. No es casual que este
periodo haya coincidido con el máximo referente de malas costumbres en un país
democrático, el mandado de Donald Trump en los Estados Unidos, un país con
libertades consolidadas que ha dado ejemplo del mal uso de ellas al amparo del
poder. Trump declaró que los medios y periodistas eran los "enemigos del
pueblo", creó su propia estructura de difusión de información, se apoyó en
empresas que actuaban como cajas de resonancia (Fox News) y finalmente
estableció el odio a los periodistas y medios como una forma de actuación
política en el día a día. Los altercados con periodistas en sus mítines o en
las ruedas de prensa en la Casa Blanca se caracterizaron por este desprecio
constante al que muy pocos se atrevieron a plantar cara, como ocurrió con el
periodista Jim Acosta en plena rueda de prensa presidencial. La perversión trumpista de la política
conllevó su extensión a la información, planteando un ejercicio peligroso en
las relaciones con la prensa, una pieza esencial en el equilibrio democrático
de los países.
Declarar
a la prensa como "enemigo" forma parte de una estrategia político
comunicativa que se basa en el uso de otros vehículos de contacto,
especialmente los canales creados a través de las redes sociales. Gracias a
este mecanismo, se trata de anular las críticas que los programas o palabras
puedan merecer a los que están fuera del propio grupo. Las críticas negativas
son convertidas en "conspiraciones" y en "confirmación" del
valor de lo dicho. Se desarrolla así un principio en el cual el ataque es el
reflejo de la "verdad" transmitida. Cuanto más te atacan, mejor. La
provocación, como ocurrió con el propio Trump, crea una corriente de
información que después es aprovechada con la estrategia señalada.
La
estrategia, pues, consiste en separar al público de los medios, creando un
espacio quejumbroso y resistente de contacto político. El periodista es un
enemigo, una presencia de la que se recela, pues se da por descontado que es un
enemigo mentiroso cuya finalidad no es otra que la de perjudicarnos.
Son dos
los párrafos que el Informe anual de Reporteros sin Fronteras incluye sobre
España:
ESPAÑA (29º) |
Polarización creciente y falta de transparencia
La pandemia de Covid-19 ha puesto fin a tres
años de considerable violencia física contra periodistas por parte de la
policía, pero también de manifestantes, sobre todo en el marco del conflicto en
Cataluña y por el auge de la extrema derecha (el partido VOX). El clima de
polarización que persiste, y que incluso se intensifica en la vida política y
en el posicionamiento de los medios de comunicación desde la llegada al poder
de la coalición del PSOE y Unidas Podemos, está erosionando la confianza de la
sociedad en los periodistas y refuerza el discurso de odio contra la prensa.
VOX insiste en su estrategia de estigmatizar a los periodistas “enemigos”, endurece
sus maniobras de acoso en internet y de intimidación, y prohíbe a los
periodistas la cobertura de sus eventos.
En el último año, los periodistas han
criticado la falta de transparencia de Pedro Sánchez y su gobierno, así como la
hostilidad de Unidas Podemos y su líder, Pablo Iglesias, contra determinados
medios y reporteros. La profesión se mostró especialmente preocupada por las
ruedas de prensa en las que no era posible formular preguntas, o solo preguntas
validadas previamente por el ejecutivo, por las medidas adoptadas contra la
desinformación y por las trabas impuestas a los periodistas que cubrían la
llegada de migrantes a suelo español. Dicha falta de transparencia se vio
agravada por el estado de emergencia, el confinamiento draconiano y las feroces
restricciones aplicadas en España durante los primeros meses de la pandemia.
Los periodistas han tenido que luchar por cubrir la trágica realidad de los
hospitales y las morgues, así como para obtener cifras fiables y coherentes, a
menudo calculadas de forma independiente y sin ayuda del gobierno.*
Al
problema sobre la agresión y la polarización informativa se le añade el
problema de la "transparencia", que es también de enorme gravedad en
un sistema democrático porque impide a los ciudadanos tener acceso a la
información o a parte de ella. La capacidad de acceder a los datos reales y
poderlos transmitir a la ciudadanía son esenciales para que exista un opinión
pública correctamente informada.
Pero la
pregunta es ¿interesa una opinión pública correctamente informada o, por el
contrario, un opinión "correctamente desinformada"? Hay algo esencial
antes de hacer cualquier diagnóstico respecto a los problemas planteados, es
necesario comprender cómo ha cambiado el paradigma informativo con la llegada
de las redes sociales y los micromedios. Si el sistema ha cambiado, algo de lo
que no hay mucha duda, también han cambiado los agentes intervinientes y su
función y relación.
Hoy
vivimos en un ecosistema informativo, rodeados de reclamos, de llamados a
nuestra atención. Se han desarrollado
todo tipo de estrategias para poder llevar a un determinado punto a las
audiencias. Hoy los partidos tienen sus estrategas de comunicación y sus
pequeños o grandes ejércitos de operadores en las redes sociales. Reales y
ficticios, los mensajes circulan y llegan.
Esto ha
reducido el papel del periodistas al haberse, además, reducido su influencia en
un mundo de "influencers" de todo orden donde lo que se valora es un
clima de agresividad, de ingenio, antes que la reflexión o la opinión formada.
La información se ha desintegrado en unidades que van de una frase a unos
párrafos, alejándose de los formatos clásicos. Dispositivos de lectura, tiempos
a la baja, fragmentación, receptores... todo ha cambiado en un entorno
informativo que no tiene demasiado que ver
A los
problemas señalados hay que agregar el de los propios profesionales. No solo ha
cambiado la percepción exterior del periodista, sino que también ha cambiado la
propia forma en que el profesional se percibe en este entorno cambiante.
Hay dos
párrafos que recogen lo dicho por Alfonso Armada, presidente de Reporteros sin
Fronteras, reproducidos en la web de RTVE, que considero especialmente clarificadores:
"Los periodistas deberíamos hacer
autocrítica y reflexionar sobre en qué medida no nos hemos alejado lo bastante
del poder y hemos jugado a esta especie de polarización absoluta de no
perseguir la verdad, sino perseguir muchas veces el espectáculo y la
controversia", apunta el presidente de la organización.
Según RSF, el clima de polarización que
persiste, y que incluso se intensifica en la vida política y en el
posicionamiento de los medios de comunicación desde la llegada al poder de la
coalición del PSOE y Unidas Podemos, está erosionando la confianza de la
sociedad en los periodistas y refuerza el discurso de odio contra la prensa.**
En
efecto, la crisis de los medios, la crisis de la prensa y sus relaciones con
los agentes sociales, tiene también que ser considerada desde el punto de vista
del propio profesional, de su función, de su motivación y de sus compromisos.
Es alejamiento del poder obedece a dos circunstancias: a) el debilitamiento de
los propios medios tradicionales ante los cambios por aparición de nuevos
medios; y b) la presión política para expandir sus mensajes a las audiencias a
través de un entorno confuso. Esto afecta especialmente a los medios públicos, con
una presencia fuerte de la política, frente a la caída en el entretenimiento
trivial de los medios privados.
Aquí lo
hemos señalado en diversas ocasiones: concedemos demasiada atención a los
políticos. Lo malo es que, para ellos, nunca es suficiente. Han creado un
sistema sin respiro, de campaña permanente, agresivo en su competencia y que
prefiere al periodista sumiso al crítico.
¿Se
puede conceder demasiada atención a la política? Sí si esta se olvida lo que es
la verdadera política y se convierte en un espectáculo zafio cuya finalidad es
llamar la atención mediante el insulto a los demás. La política es la política,
no su caricatura. Sin embargo, para esa caricatura se exige máxima atención.
"Distanciarse
del poder", sí, es necesario. Pero no es fácil si los propios
profesionales lo ven como una tabla de salvación y convierten a los medios en
partidistas, estableciendo así un público que coincide con una parcela del
electorado.
Quizá
estas cosas hayan pasado siempre, pero nunca en un universo tan mediatizado
donde la polarización se convierte en un valor, donde la atención es buscada
cada día por todos los medios disponibles.
La
función del Periodismo es mostrarnos una realidad con tendencia a ocultarse,
escudriñar en recovecos desconocidos que están junto a nosotros pero en los que
no fijamos la mirada, siempre seducida por otros elementos que nos reclaman.
Es
momento de volver a la ética y a la deontología profesional; es el momento de
revisar prioridades y procedimientos, de exigir una prensa cada día mejor y no,
como señala el informe, estancada.
Hay que
cortar con la palabra esos dedos acusadores que tratan de convertir a los
informadores en enemigos; hay que recuperar la confianza de los públicos
variados y recuperar los medios evitando que se conviertan en portavoces
sectarios de poder y oposición, que los usan a su gusto. La independencia del
profesional y de los medios es la garantía para los que se acercan a ellos.
Desgraciadamente,
este nuevo paradigma —como en tantos otros aspectos— se mueve por el interés
traducido a diversas monedas, del beneficio a la influencia. Las acusaciones
apuntan al mundo político como el causante de la violencia contra la prensa, la
falta de trasparencia y la tentación del profesional, que corre a ser fiel
acólito del poder o de quien le garantice buenos resultados.
Por
todo ello, el verdadero profesional y el verdadero Periodismo, el de la
honestidad personal y el respeto a quien te lee o escucha, el que se ajusta a
los hechos, deben pasar a primer plano. Hay que mantener la confianza en lo que
se cree y resistir las tentaciones que nos rodean.
En estos tiempos en que todo el mundo entiende económicamente la cuestión del "salvamento", es necesario salvar a la prensa en otra dimensión, la ética, el compromiso con hechos y lectores. Haciéndolo así nos salvaremos todos de este gigantesco agujero de desinformación que se forma a nuestro alrededor y amenaza con tragarnos. El buen Periodismo es cada día más necesario precisamente para defendernos de una "realidad" cada vez más teatralizada, convertida en espectáculo, que nos pide insistentemente que creamos en ella, que la aceptemos.
Salvar la Prensa es abogar por su independencia y la de sus profesionales; abogar por su criterio, aunque en ocasiones no nos guste lo que nos muestran. Tendremos que decidir si queremos ver solo lo que nos gusta y tendremos que elegir si solo mostramos lo que quieren ver y escuchar.
* "CLASIFICACIÓN 2021 | ANÁLISIS GENERAL: Periodismo, una vacuna contra la desinformación vetada en más de 130 países" Reporteros sin Fronteras 20/04/2021 https://www.rsf-es.org/clasificacion-mundial-de-la-libertad-de-prensa-2021-periodismo-una-vacuna-contra-la-desinformacion-vetada-en-mas-de-130-paises/
**
"Reporteros sin Fronteras alerta de la falta de transparencia en España
durante la pandemia y un creciente "odio al periodista" RTVE.es 20/04/2021
https://www.rtve.es/noticias/20210420/rsf-denuncia-polarizacion-falta-transparencia-covid-odio-periodista-espana/2086804.shtml
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