viernes, 2 de abril de 2021

Antes del coronavirus

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



La CNN nos trae un reportaje sobre la caída de la compañía Huawei de su primer puesto en ventas mundiales de teléfonos inteligentes. Antes del Coronavirus estaba Huawei.

Antes de que saltaran las alarmas por el coronavirus, por el "virus chino" de Trump, estaba el desafió del liderazgo de Huawei en el sector de los teléfonos inteligentes. Y todo empezó a enrarecerse cuando Europa decidió apuntarse a lo que en China estaba más desarrollado que en el resto del mundo, las redes 5G, el futuro de la llamada "Internet de la cosas", la interconexión entre todos los elementos de nuestra vida cotidiana, para lo que se necesitaba superar el 4G y adentrarse en redes más potentes, redes capaces de canalizar toda esa información. El tráfico de datos se dispara con las posibilidades que se contemplan y se necesitan bandas más rápidas, casi instantaneidad de los contactos para que todo funcione como debe. El problema era que esa tecnología no llegaba desde Estados Unidos, sino desde China, el gran rival, convertido en segunda economía mundial, al que todos habían abierto las puertas por calidad y precisos, una vez superada a gran velocidad las reticencias sobre los productos provenientes de China debidamente utilizadas.



Pero el hecho que Gran Bretaña decidiera sumarse inicialmente a la tecnología de Huawei para sus 5G desató una tormenta política y comercial. 

El sentido de los negocios de Trump decía que cualquier arma en tus manos puede ser utilizada. Esta vez los poderes políticos serían usados como arma comercial. Tal como hizo con el propio Biden, cualquier rumor creado intencionadamente se convertía en excusa para desatar el sistema de vetos, aranceles y sanciones. No creo que se haya visto hasta el momento una política de tal agresividad en un mundo que hace del comercio una garantía de paz. Trump, una vez más, usaba sus armas para desatar batallas y ganar guerras. 

Conforme aumentaba la resistencia del mundo a aceptar sus puntos de vista, la estrategia de usar el poder político de Estados Unidos para imponer sus propios negocios aumentaba; eso iba desde ataques a la moneda turca a sancionar las importaciones de aceite español. Se llamó "proteccionismo", pero no deja de ser una política de matones, negadora del principio del mercado y de la competencia. A Trump le bastaba invocar la "seguridad nacional" y así frenar cualquier cosa. Sin necesidad de prueba alguna, solo invocando una seguridad vulnerada que supone simplemente que cualquier producto fabricado en China es sospechoso, de la misma forma que el Oscar a la película coreana Parásitos le parecía un desperdicio injusto y añoraba los viejos filmes como "Lo que el viento se llevó". Para Trump el poder era poder hacer lo que quisiera y, especialmente, no tener que dar explicaciones por ello.



Evidentemente esta política fue apoyada por las cámaras norteamericanas y ha llegado, como consecuencia última, a esos ataques a personas de rasgos asiáticos en las calles de sus ciudades. Lo que comienza en un punto, tiene consecuencias en otros. La mezcla de estrategias comerciales y de ataques indiscriminados ha causado un aumento del racismo convertido en "nacionalismo populista". "Tú no perteneces a este lugar", le gritaba el valiente patriota afroamericano a la ciudadana asiático norteamericana de 65 años mientras la pateaba brutalmente en el suelo. Las puertas se cerraban a su alrededor, indiferentes. Era una asiática

Con Trump, autor de El arte del acuerdo, el mundo ha aprendido sobre cómo hacen negocios los poderosos. En la CNN leemos:

 

Just eight months ago, Huawei reached its longtime goal of becoming the world's biggest smartphone maker. Now, it is not even in the top three.

On Wednesday, the Chinese tech giant acknowledged that its smartphone business was suffering as US sanctions continue to stifle its growth, cutting off the company's ability to obtain critical components for its devices.

"Because of the unfair sanctions placed on us by the US, our mobile phone business saw a revenue decline," Huawei chairman Ken Hu said at a press conference in Shenzhen following the release of the company's latest earnings report.

The private company declined to specify how much revenue the unit lost last year, but the admission came as little surprise. According to data from Gartner and Counterpoint, Huawei is no longer the market leader in China, let alone globally.

Sales of Huawei's other consumer electronics — including laptops, tablets and wearable devices -— jumped 65% last year compared to 2019. Huawei has expanded its lineup of connected devices in recent years, and the latest results gives "us more confidence in our strategy," Hu said.*

 


La caída de ventas de los teléfonos inteligentes de Huawei se produce ante la prohibición de que instale los sistemas operativos producidos por las tecnológicas norteamericanas. Sin esa pieza, el teléfono funciona, sí, pero deja de poder usar las apps con las que nos manejamos. Su plan de hacer un software compatible para que los usuarios no se vieran mermados en sus posibilidades y, lógicamente, condicionados en su decisión de compra, no ha funcionado, lo que ha supuesto la caída de las ventas. Pese a ello, la compañía ha aumentado las ventas de sus otros productos, altamente competitivos.

Me sorprende ver el doble rasero de los medios norteamericanos y británicos cuando tratan del boicoteo chino a los productos o marcas extranjeras. Demuestran una ingenuidad pasmosa o una desvergüenza insólita. Después de cercar los productos que provienen de China y compiten con los suyos, después de establecer gravámenes, difundir rumores para desacreditarlos, etc. ¿pretenden que los compren?



Las interpretaciones del boicot a las compras y otros aspectos de las relaciones comerciales son realmente sorprendentes, ya que parten del principio extraño de que todo lo que hacen los chinos es inducido por el gobierno y el Partido. Los 1.400 millones de ciudadanos chinos son marionetas en manos de un gobierno que les dice qué deben comprar, azuzados por lo que llaman una "ola nacionalista". Eso dicho después de cuatro años de "America First!" y de abrazar la bandera en los actos público con cara libidinosa puede parecer una ironía, pero sorprendentemente forma parte del marco interpretativo simplista que la política norteamericana tiene al interpretar el mundo, un planeta que, según sus términos, se divide en "chicos buenos y chicos malos".

El día 26 de marzo, la CNN interpretaba así el rechazo de muchas celebridades chinas a permanecer en marcas que atacan a su país o participan en campañas de boicot:

 

Chinese celebrities are finding it increasingly difficult to stay out of politics.

Due to China's tight restrictions on free speech, most of the country's stars have been outwardly apolitical by default. But as China embraces a new wave of apparent nationalism -- promoted by the ruling Communist Party and amplified by state media -- it seems staying silent is no longer a viable option.

Over the past two days, Chinese actors, singers and models have spoken up en masse to defend Beijing's policy on Xinjiang, as a nationalist-fueled backlash erupted against some international clothing brands for expressing concerns over allegations of forced labor, and refusing to use cotton produced in the western region.

Human rights groups have accused Beijing of detaining Uyghurs and other Muslim minority groups in internment camps across Xinjiang, and using them for forced labor, which they claim is part of global tech and retail supply chains, either directly or indirectly.

Recent sanctions from the United States and other Western countries over Xinjiang have sparked a renewed pushback from the Chinese government, which calls the camps "vocational training centers" designed to combat terrorism and religious extremism. China has repeatedly and vehemently denied accusations of forced labor in the camps.

In December, the US government said it would block imports of cotton produced in Xinjiang over concerns it "may have been made by slave labor in some of the most egregious human rights violations existing today."

However, in a striking move this week, more than 30 Chinese celebrities have ended their promotional partnerships or said they would cut ties with brands they accused of "smearing" cotton produced in Xinjiang, including H&M, Nike, Adidas, Puma and Calvin Klein.

The stars include A-list actress Yang Mi, top pop idol Wang Yibo, Uyghur actress Dilraba Dilmurat, Hong Kong Cantopop singer Eason Chan and Taiwanese cellist Ouyang Nana.

The scale of the celebrity exodus is unprecedented -- so much so that on Chinese social media, March 25 has been dubbed "contract termination day" among China's entertainment circles.**

 


El texto es insólito desde su primera frase. Da por supuesto que todos los que rechazan los ataques a su país lo hacen forzados por su siniestro gobierno comunista. Boicotear productos chinos no es un "acto político"; abandonar las empresas o romper contratos, en cambio, sí lo es. Interesante forma de ver el mundo desde los medios de comunicación de un país que dice públicamente, por boca de su presidente, que hará todo lo posible para impedir que China sea un país rico y poderoso.

Ninguna de las acusaciones contra Huawei tuvo el más mínimo respaldo de pruebas. Es más, países como Alemania dijeron a través de sus agencias nacionales de Seguridad que habían repasado todo y no habían encontrado nada extraño. El Reino Unido de Boris Johnson cedió en no utilizar la tecnología 5G en sectores sensibles de seguridad para no enfrentarse a Trump.



Pero la ausencia de pruebas es indiferente para la administración norteamericana, que no se amilana. El argumento final es solo uno: Huawei podría dar datos al gobierno chino en el caso que estos se lo pidieran. De nuevo, el argumento surge en un país donde las empresas tecnológicas han tenido que recurrir a los tribunales para poder defenderse de las presiones gubernamentales para entregar datos, algo que las compañías tecnológicas norteamericanas han tenido que asegurar a sus clientes para asegurar su privacidad. El espionaje a los teléfonos de gobernantes como Lula o Merkel provino de las agencias norteamericanas de Inteligencia. Eran "aliados", pero ¿qué significa este término para los Estados Unidos ahora? Es una cuestión bastante peliaguda a la vista de los hechos de estos últimos años, agravados con Trump. El propio Obama se tuvo que disculpar en algunas ocasiones al quedar en evidencia.



Es patriótico negarse a comprar productos chinos. En cambio, es un acto servil de obediencia que los chinos boicoteen las marcas norteamericanas o de aquellos que se suman a las campañas contra ellas.

Ya hemos mencionado que mientras con Trump todo patriotismo era poco, para China solo se reserva la sumisión y el control. Todos actúan, nos vienen a decir, por miedo al todopoderoso Partido.  Si les dejaran, todos saldrían a besar tierras americanas. Por contra, gran parte de la responsabilidad del crecimiento nacionalista de China se debe a las presiones y acosos llevados a cabo por la administración norteamericana y ahora a los graves incidentes de xenofobia realizados contra los residentes asiático norteamericanos. Se lo están poniendo en bandeja, por usar un término claro. La idea del "sueño chino" les parece incompatible, casi ofensiva, ante la idea del "sueño americano".



La búsqueda de alianzas anti China que comentábamos ayer, están creando el sentimiento real de acoso y cerco al país. El gran error es que esto que hacen es contraproducente y logra el objetivo contrario, además de aumentar el riesgo en muchas zonas.

Las mejoras en la situación de China no van a venir en absoluto de estas maniobras económico políticas. Por el contrario, estas condiciones servirán para crear nuevos conflictos y restricciones. Los errores en las estrategias de desarrollo de estas décadas pasadas son responsabilidad de quienes los cometieron, no de quienes los aprovecharon.

La estrategia de Trump, repartir conflictos por todo el globo e intensificar los ya existentes, ha sido asumida por la administración Biden. Desgraciadamente, esto nos trae a todos más inseguridad cada día, tanto en lo económico como a medio plazo en la seguridad. Los conflictos y crisis económicas acaban traduciéndose a otras formas conflictivas.

 


* Michelle Toh "Huawei has lost its smartphone crown. It may never get it back" CNN 31/04/2021 https://edition.cnn.com/2021/03/31/tech/huawei-earnings-smartphone-business-intl-hnk/index.html

** Nectar Gan "Chinese celebrities rush to defend Beijing's Xinjiang policy by cutting ties with international brands" CNN 26/03/2021 https://edition.cnn.com/style/article/chinese-celebrities-xj-cotton-intl-hnk/index.html

 






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