sábado, 17 de abril de 2021

La mentira como nueva normalidad

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Me da la impresión que los medios han empezado a perder la paciencia, que no el control. No es sencillo aguantar una campaña electoral, tener que escuchar una trola detrás de otra en estos tiempos. Quizá los medios, especialmente los televisivos, tienen que lidiar con la peor versión, la más histriónica y tremendista del candidato. Cuando se escribe, hay tiempo; en televisión, en directo, el tiempo es el de la reacción que los presentadores quieran. Si lo que les cuentan es mentira, ellos pueden poner cara de palo y dar por buena con su silencio lo que el candidato dice. Pero esto está cada vez más complicado con un público al que se le pide que participe a través de las redes sociales y que te puede acusar de complicidad o de ingenuidad, de que te la hayan colado.

Lo cierto es que los políticos son cada día más osados con sus palabras. Esta trifulca continua consiste en soltar cualquier cosa y que los demás lo acepten, sí o sí. La firmeza con la que se mantiene la mirada en las trolas que se cuentan hace dudar a los periodistas que les entrevistan. La situación es difícil, en primer lugar, por su papel de anfitriones. Hay ciertas normas de cortesía que distinguen al periodista y al periodista agresivo, que es una variante en la que muchos no quieren incurrir, ya sea por estilo propio, por miedo a las respuestas airadas o por temor a lo que pueda opinar su propia empresa.

Las campañas abren varias posibilidades comunicativas para los pretendientes al poder. La tradicional eran los artículos, que va a la baja porque cada vez se lee menos y menos todavía a los políticos. Los que no son de su cuerda lo ignoran o lo despedazan y, lo que es peor, deja huella visible, firmada y fácilmente almacenable y recuperable. La segunda opción son los mítines. Se han convertido es espectáculo, como el Club de la Comedia, un monólogo jaleado por los invitados y la familia ideológica. Se hacen ya para que los medios se fijen y ganar unos minutos diarios en los medios.

Vox ha introducido la peligrosa variante de sustituir el Club de la Comedia en zona tranquila por el estado de guerra en "zonas enemigas". Para Vox, los mítines más que monólogos son cuestión taurina, ocasión de muletazos y verónicas, pica y, si le dejan, dar la puntilla. Intentan salir a hombros, pero más bien ocurre lo contrario, división del respetable en el mejor de los casos cuando no salen con el ruedo cubierto de almohadillas. Con todo, consiguen lo que quieren, espectáculo y victimismo, con Abascal lanzando la muleta al suelo y arrodillado, desafiante, sacando pecho de atleta frente a las astas del público. Una parte del público va a aplaudir, pero la otra va a pitar y lanzar cosas al ruedo, como estaba previsto.



La televisión es el tercer espacio comunicativo, el que requiere más control; tiene más riesgo, pero también es más provechoso. Esos minutos que te ofrecen, si tienes un buen día pueden ser muy rentables en una campaña como la de Madrid, que se resolverá con decimales.

El cuarto tipo de situación está también mediatizado por la televisión: el debate electoral. Es el más arriesgado porque ya no hay sonrisas sino ladridos y mordiscos del contrario, que es tan perverso y retorcido como tú. Recordemos lo ocurrido con los debates televisivos entre Trump y Biden, la vergüenza del primero especialmente. Los contendientes acumulados en Madrid hacen que sea muy complicado un debate porque a los que ya les va bien los huyen, mientras que los que quieren recortar distancias recurren a cualquier cosa, ya que no tienen nada que perder. Los que van muy por detrás quieren robar protagonismo a los que van por delante, etc. Todo esto conjunto de estrategias en conflicto, compitiendo por la atención en un tiempo concentrado, en un escenario político multipartidista, caracterizado por el ascenso de la mala educación, hace que no sea tan deseado por muchos. ¿Por qué arriesgarte si te va bien?

Como decían hace unos días en un programa, es una vergüenza que los políticos en España hayan conseguido que los debates sean cosa suya y no una exigencia democrática de que expliquen sus programas e intenciones ante los electores, pero así es. Ellos, como siempre, deciden lo que le favorece y no lo que tiene interés público. En efecto, esto es un déficit comunicativo que hace que mucho candidato llegue arropado por sus asesores y no quede su mediocridad al descubierto en un debate público. Pero ya hay poco debate merecedor de este nombre incluso en el parlamento. Peleas, todas las que quieras; pero debates sobre problemas y soluciones, muy pocos.

La situación actual parece que es la pérdida de la paciencia ante los abusos de los políticos, ante sus constantes faltas a la verdad, ante el crecimiento del trumpismo olímpico español, es decir, una mezcla de desprecio y de descaro.

En El Huffintong Post podemos leer el titular "Un presentador de TVE le saca los colores a Monasterio tras desmontar una mentira en directo"*, con la entrada siguiente "La candidata de Vox no sabe dónde meterse después de recibir un zasca en tiempo récord". En el texto se señala:

 

La hemeroteca puede meter en más de un apuro a cualquier político, pero generalmente tienen tiempo a buscar una excusa más o menos convincente. No tuvo esa fortuna Rocío Monasterio durante una entrevista, este jueves, en ‘La noche de 24 horas’. El presentador Diego Losada tuvo la oportunidad de desmentir en directo una afirmación de la candidata a las elecciones madrileñas de Vox.

Tras haber afirmado que la cadena pública no había cubierto uno de los actos electorales de Vox, TVE acabó emitiendo las imágenes de la pieza informativa que la política de la formación de Santiago Abascal consideró inexistente.

El rifirrafe había comenzado cuando el presentador le preguntó por si se responsabilizaba de los incidentes violentos ocurridos en la apertura de campaña de Vox en Vallecas. Monasterio negó cualquier responsabilidad y acabó comentando que “pero, bueno, ya sabemos cómo es TVE”. Entonces, Losada le propuso: “Dígamelo usted”. Y ella dejó caer que no se habían visto representados en los informativos.

“Nuestro equipo va a recuperar la información de ayer de la precampaña que hacemos todos los días y va a ver cómo sí estaba representada VOX. No pasa nada, todo el mundo se equivoca”, adelantaba el presentador del programa.*


 

La estrategia trumpista de "la prensa es el enemigo del pueblo" no tiene mucho sentido si lo sueltas dentro de un medio al que tratas de desprestigiar, en directo, cuestionando su labor. Eso se reserva para los mítines.

La osadía, por calificarla de algún modo, de Rocío Monasterio es demostrativa de esta forma de hacer y entender la política, basándose en la confrontación y el victimismo. Es como vivir en una constante conspiración en un universo paralelo y del que llegan en momentos puntuales para dar mensajes a los crédulos terrícolas. La política española, estado mal, creo que no ha llegado al descaro alcanzado con Trump y que ten buenos resultados le ha dado. ¿Tratan de conseguir poder a cambio de un universo alternativo? Tiene algo de pacto diabólico, desde luego, a venta del alma o equivalente.



La cuestión se podría resolver con un"#nostienenmania" aplicado al ente público. Pero la base del artículo en El Huffintong Post tiene dos enlaces a noticias con los siguientes titulares: "Tensión entre Susanna Griso y Rocío Monasterio: "Ese dato no sé de dónde lo saca usted"" y "Hasta Ana Rosa flipa con lo que Monasterio dice de Iglesias: "¿No le parece un poco excesivo?"" que indican que Rocío Monasterio tiene un serio problema, a elegir, con los presentadores y presentadoras de televisión o con la realidad. Ambas respuestas no son excluyentes.

Podríamos pensar que se trata de un problema de Rocío Monasterio, pero esto, desgraciadamente es más amplio. Quizá tenga que ver con una especie de derecho ilimitado a construirse una realidad a la propia medida. Si solo fuera un problema identitario, lo podríamos entender y hasta compadecer. Pero como obedece a una estrategias que se repiten por el mundo, es decir, tratar de convencer a los demás de nuestra cada vez más amplia y particular interpretación del mundo y de lo que ocurre en él, hay que tener cuidado y corregir para evitar el contagio. "¿No sé de dónde se saca usted esto?", "¿no dijo usted ayer lo contrario?", etc. son preguntas cada vez más frecuentes a nuestro políticos. Creo que no existe prácticamente en ningún otro grupo social o profesional.



La política como forma de ilusionismo continuado no acaba bien. Y no lo hace porque, a diferencia de otros campos en donde las mentiras se hunden solas, en la política se combinan con las ganas infinitas de creer. Lo ocurrido con Trump, una vez más, nos ilustra sobre un mundo plagado de mentiras verticales descendentes, un movimiento anti ilustrado, que, en vez de iluminarnos, sume en la oscuridad donde podemos ver todo aquello que la imaginación nos dicta. El político ha pasado a ser el que te lee el cuento antes de dormir, hasta que se te cierran los ojos y te incorporas a tus sueños.

Trump tenía una complaciente Fox News para reírle las gracias, ratificar sus mentiras y difundirlas para convertirlas en "verdades alternativas" en un "mundo alternativo". Nuestros políticos se agarran como pueden a los medios audiovisuales, a los que necesitan y ahora temen.

¿Por qué están incómodos? Las variaciones del público tienen mucho que ver con esto. En La Vanguardia se recogen los resultados del desplazamiento de sectores del público hacia YouTube para informarse frente a las televisiones y sus informativos. El titular es significativo "La proliferación de ‘fake news’ lastra la reconversión informativa de YouTube". El diario señala:

 

A diferencia de lo que ha sucedido tradicionalmente en la televisión convencional, pero como ya pasa en el presente en internet y las redes sociales, las empresas periodísticas reconocidas y los canales independientes compiten con organizaciones desconocidas e incluso particulares. Estos hablan e ilustran sus piezas sin más aval que los seguidores y las visualizaciones que acumulan con su material escandaloso.

Los datos son reveladores en potencias audiovisuales como Estados Unidos. Allí, una cuarta parte de los adultos afirma haber recibido noticias a través de YouTube. Pero solo una minoría añade que esta es la vía que sigue principalmente para mantenerse al día. Aunque algunos admiten que podría llegar a serlo en el futuro porque gradualmente le han ido concediendo más importancia.

Para llegar a estas conclusiones, los analistas se han valido de un método en el que se combina el seguimiento automático del consumo en esta página con la codificación humana de miles de horas de vídeos por parte de expertos. Los responsables de esta investigación se han percatado de que las cadenas de televisión cuelgan en YouTube muchas más noticias que el resto de autores. Pero las piezas que difunden los productores alternativos son más extensas: tienen una duración media de 12 minutos, frente a los cinco de las emisoras más populares.*

 


Lo recogido en La Vanguardia tiene trascendencia futura si efectivamente se está produciendo un desplazamiento de los medios convencionales hacia esas plataformas que compiten con los medios tradicionales. Hay que explicar aquí el verbo "competir". No se trata de una competencia por el beneficio económico (también lo es), sino de una competencia por instaurar una versión de la "realidad", la alternativa.

Vemos el mundo mediatizado; hemos pasado de unos filtros estables en la sociedad a una avalancha de filtros mediadores que muchos han comprendido muy bien cómo utilizar para manipular y controlar a las personas. Las inversiones en conocer el comportamiento de los otros van de las encuestas a las cookies en nuestros ordenadores. Hoy es posible no solo conocer los comportamientos globales, sino precisar mucho. Eso permite saber lo que los demás quieren escuchar, fabricar los discursos y sus pruebas, mejores o peores. De "las armas de destrucción masiva" a las fotos de hace años presentadas como de ayer, estamos sometidos a un permanente careo con la mentira interesada que se instala en nuestra cabeza y se convierte en miedo a algo o a alguien, al inmigrante, al que está en otro continente, al que está en otro barrio de tu ciudad.

Los múltiples "escándalos Villarejo" son de control de información; la denuncia contra los directivos del Barça fue por haber contratado campañas para desprestigiar a sus propios jugadores.



Lo que nos dice el texto es que la gente empieza a preferir mensajes narcóticos a  mensajes críticos, es decir, que cuestionen nuestros propios puntos de vista. Esto significa que nos hacemos más intransigentes, que estamos más polarizados.

Para los seguidores de Monasterio, todas las televisiones conspiran para acabar con ella. En la medida en que se desplace hacia los canales menos exigentes o, directamente, más baratos, menos comprometidos con los hechos, la política empezará a usarlos para difundir sus visiones alternativas, lo mismo que hizo Trump con sus tuits, que se convirtieron en "verdades alternativas" que tuvieron que ser desmontadas cada día por miles de periodistas de todo el mundo obligados a comprobar toda palabra que salía de él.

¿Es este el futuro español? Si es el efecto de la expansión ilimitada por  fragmentación de los efectos masivos previos y seguimos deteriorando a los medios absorbidos por los nuevos "medios sociales", sin duda. Los medios tradicionales buscaban el prestigio informativo por su seriedad frente al sensacionalismo y la credibilidad de lo afirmado. Pero hoy nos encontramos con un mundo deseoso de creer, que acepta mesías como Trump o Bolsonaro o tantos otros que hacen de los hechos una burla accesoria, que no dudan en contradecirse, y de unos destinatarios con memoria de pez, deseosos de que les confirmen sus pensamientos, por alocados que estos sean.



La solución de las mentiras en los medios está en los mismos medios. Los periodistas que han parado las fantasías de Rocío Monasterio (y de otros) en directo han hecho su trabajo. Deberán aplicarlo a todo el que quieran mentir a la audiencia aprovechando el tiempo que se les concede. Los políticos tendrán que aprender a ser honestos o tendrán que construirse sus refugios alternativos para adoctrinar a sus seguidores. Podemos comprender la importancia de medios independientes y de profesionales bien formados y éticamente conscientes de su responsabilidad social. La mentira no es un cuestión tecnológica; es una acción intencionada que busca algo, como defensa o como ataque y usa cualquier medio disponible. Los medios son el vehículo y ahora tenemos una flota entera con muchos conductores peligrosos al volante.

La información podría hacernos más libres, pero también más esclavos si así lo queremos. El gran misterio de la esclavitud mental es la gente que disfruta poniéndose grilletes. Y hay mucha más de la que pensamos.



* "Un presentador de TVE le saca los colores a Monasterio tras desmontar una mentira en directo" The Huffington Post 16/04/2021 https://www.huffingtonpost.es/entry/desmontan-mentira-monasterio-tve-directo_es_60794f06e4b058846f22a3f2

** "La proliferación de ‘fake news’ lastra la reconversión informativa de YouTube" La Vanguardia 17/04/2021 https://www.lavanguardia.com/television/20210417/6922199/youtube-google-noticias-fake-news.html

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