Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Me da
la impresión que los medios han empezado a perder la paciencia, que no el
control. No es sencillo aguantar una campaña electoral, tener que escuchar una
trola detrás de otra en estos tiempos. Quizá los medios, especialmente los
televisivos, tienen que lidiar con la peor versión, la más histriónica y
tremendista del candidato. Cuando se escribe, hay tiempo; en televisión, en
directo, el tiempo es el de la reacción que los presentadores quieran. Si lo que
les cuentan es mentira, ellos pueden poner cara de palo y dar por buena con su
silencio lo que el candidato dice. Pero esto está cada vez más complicado con
un público al que se le pide que participe a través de las redes sociales y que
te puede acusar de complicidad o de ingenuidad, de que te la hayan colado.
Lo
cierto es que los políticos son cada día más osados con sus palabras. Esta
trifulca continua consiste en soltar cualquier cosa y que los demás lo acepten,
sí o sí. La firmeza con la que se mantiene la mirada en las trolas que se
cuentan hace dudar a los periodistas que les entrevistan. La situación es
difícil, en primer lugar, por su papel de anfitriones. Hay ciertas normas de
cortesía que distinguen al periodista y al periodista agresivo, que es una
variante en la que muchos no quieren incurrir, ya sea por estilo propio, por
miedo a las respuestas airadas o por temor a lo que pueda opinar su propia
empresa.
Las
campañas abren varias posibilidades comunicativas para los pretendientes al
poder. La tradicional eran los artículos, que va a la baja porque cada vez se
lee menos y menos todavía a los políticos. Los que no son de su cuerda lo
ignoran o lo despedazan y, lo que es peor, deja huella visible, firmada y fácilmente
almacenable y recuperable. La segunda opción son los mítines. Se han convertido
es espectáculo, como el Club de la Comedia, un monólogo jaleado por los
invitados y la familia ideológica. Se hacen ya para que los medios se fijen y
ganar unos minutos diarios en los medios.
Vox ha
introducido la peligrosa variante de sustituir el Club de la Comedia en zona tranquila
por el estado de guerra en "zonas enemigas". Para Vox, los mítines
más que monólogos son cuestión taurina, ocasión de muletazos y verónicas, pica
y, si le dejan, dar la puntilla. Intentan salir a hombros, pero más bien ocurre
lo contrario, división del respetable en el mejor de los casos cuando no salen
con el ruedo cubierto de almohadillas. Con todo, consiguen lo que quieren,
espectáculo y victimismo, con Abascal lanzando la muleta al suelo y arrodillado,
desafiante, sacando pecho de atleta frente a las astas del público. Una parte
del público va a aplaudir, pero la otra va a pitar y lanzar cosas al ruedo, como estaba
previsto.
La
televisión es el tercer espacio comunicativo, el que requiere más control; tiene
más riesgo, pero también es más provechoso. Esos minutos que te ofrecen, si
tienes un buen día pueden ser muy rentables en una campaña como la de Madrid,
que se resolverá con decimales.
El
cuarto tipo de situación está también mediatizado por la televisión: el debate
electoral. Es el más arriesgado porque ya no hay sonrisas sino ladridos y
mordiscos del contrario, que es tan perverso y retorcido como tú. Recordemos lo
ocurrido con los debates televisivos entre Trump y Biden, la vergüenza del
primero especialmente. Los contendientes acumulados en Madrid hacen que sea muy
complicado un debate porque a los que ya les va bien los huyen, mientras que
los que quieren recortar distancias recurren a cualquier cosa, ya que no tienen
nada que perder. Los que van muy por detrás quieren robar protagonismo a los
que van por delante, etc. Todo esto conjunto de estrategias en conflicto,
compitiendo por la atención en un tiempo concentrado, en un escenario político
multipartidista, caracterizado por el ascenso de la mala educación, hace que no
sea tan deseado por muchos. ¿Por qué arriesgarte si te va bien?
Como
decían hace unos días en un programa, es una vergüenza que los políticos en
España hayan conseguido que los debates sean cosa suya y no una exigencia
democrática de que expliquen sus programas e intenciones ante los electores,
pero así es. Ellos, como siempre, deciden lo que le favorece y no lo que tiene
interés público. En efecto, esto es un déficit comunicativo que hace que mucho
candidato llegue arropado por sus asesores y no quede su mediocridad al
descubierto en un debate público. Pero ya hay poco debate merecedor de este
nombre incluso en el parlamento. Peleas, todas las que quieras; pero debates
sobre problemas y soluciones, muy pocos.
La
situación actual parece que es la pérdida de la paciencia ante los abusos de
los políticos, ante sus constantes faltas a la verdad, ante el crecimiento del
trumpismo olímpico español, es decir, una mezcla de desprecio y de descaro.
En El
Huffintong Post podemos leer el titular "Un presentador de TVE le saca los
colores a Monasterio tras desmontar una mentira en directo"*, con la
entrada siguiente "La candidata de Vox no sabe dónde meterse después de
recibir un zasca en tiempo récord". En el texto se señala:
La hemeroteca puede meter en más de un apuro
a cualquier político, pero generalmente tienen tiempo a buscar una excusa más o
menos convincente. No tuvo esa fortuna Rocío Monasterio durante una entrevista,
este jueves, en ‘La noche de 24 horas’. El presentador Diego Losada tuvo la
oportunidad de desmentir en directo una afirmación de la candidata a las
elecciones madrileñas de Vox.
Tras haber afirmado que la cadena pública no
había cubierto uno de los actos electorales de Vox, TVE acabó emitiendo las
imágenes de la pieza informativa que la política de la formación de Santiago
Abascal consideró inexistente.
El rifirrafe había comenzado cuando el
presentador le preguntó por si se responsabilizaba de los incidentes violentos
ocurridos en la apertura de campaña de Vox en Vallecas. Monasterio negó
cualquier responsabilidad y acabó comentando que “pero, bueno, ya sabemos cómo
es TVE”. Entonces, Losada le propuso: “Dígamelo usted”. Y ella dejó caer que no
se habían visto representados en los informativos.
“Nuestro equipo va a recuperar la información
de ayer de la precampaña que hacemos todos los días y va a ver cómo sí estaba
representada VOX. No pasa nada, todo el mundo se equivoca”, adelantaba el
presentador del programa.*
La
estrategia trumpista de "la prensa es el enemigo del pueblo" no tiene
mucho sentido si lo sueltas dentro de un medio al que tratas de desprestigiar,
en directo, cuestionando su labor. Eso se reserva para los mítines.
La
osadía, por calificarla de algún modo, de Rocío Monasterio es demostrativa de
esta forma de hacer y entender la política, basándose en la confrontación y el
victimismo. Es como vivir en una constante conspiración en un universo paralelo
y del que llegan en momentos puntuales para dar mensajes a los crédulos
terrícolas. La política española, estado mal, creo que no ha llegado al descaro
alcanzado con Trump y que ten buenos resultados le ha dado. ¿Tratan de
conseguir poder a cambio de un universo alternativo? Tiene algo de pacto
diabólico, desde luego, a venta del alma o equivalente.
La
cuestión se podría resolver con un"#nostienenmania" aplicado al ente
público. Pero la base del artículo en El Huffintong Post tiene dos enlaces a
noticias con los siguientes titulares: "Tensión entre Susanna Griso y Rocío
Monasterio: "Ese dato no sé de dónde lo saca usted"" y "Hasta
Ana Rosa flipa con lo que Monasterio dice de Iglesias: "¿No le parece un
poco excesivo?"" que indican que Rocío Monasterio tiene un serio
problema, a elegir, con los presentadores y presentadoras de televisión o con
la realidad. Ambas respuestas no son excluyentes.
Podríamos
pensar que se trata de un problema de Rocío Monasterio, pero esto,
desgraciadamente es más amplio. Quizá tenga que ver con una especie de derecho
ilimitado a construirse una realidad a la propia medida. Si solo fuera un
problema identitario, lo podríamos entender y hasta compadecer. Pero como
obedece a una estrategias que se repiten por el mundo, es decir, tratar de
convencer a los demás de nuestra cada vez más amplia y particular interpretación
del mundo y de lo que ocurre en él, hay que tener cuidado y corregir para
evitar el contagio. "¿No sé de dónde se saca usted esto?", "¿no
dijo usted ayer lo contrario?", etc. son preguntas cada vez más frecuentes
a nuestro políticos. Creo que no existe prácticamente en ningún otro grupo
social o profesional.
La
política como forma de ilusionismo continuado no acaba bien. Y no lo hace
porque, a diferencia de otros campos en donde las mentiras se hunden solas, en la
política se combinan con las ganas infinitas de creer. Lo ocurrido con Trump,
una vez más, nos ilustra sobre un mundo plagado de mentiras verticales
descendentes, un movimiento anti ilustrado, que, en vez de iluminarnos, sume en
la oscuridad donde podemos ver todo aquello que la imaginación nos dicta. El
político ha pasado a ser el que te lee el cuento antes de dormir, hasta que se
te cierran los ojos y te incorporas a tus sueños.
Trump
tenía una complaciente Fox News para reírle las gracias, ratificar sus mentiras
y difundirlas para convertirlas en "verdades alternativas" en un
"mundo alternativo". Nuestros políticos se agarran como pueden a los
medios audiovisuales, a los que necesitan y ahora temen.
¿Por
qué están incómodos? Las variaciones del público tienen mucho que ver con esto.
En La Vanguardia se recogen los resultados del desplazamiento de sectores del
público hacia YouTube para informarse frente a las televisiones y sus informativos.
El titular es significativo "La proliferación de ‘fake news’ lastra la
reconversión informativa de YouTube". El diario señala:
A diferencia de lo que ha sucedido
tradicionalmente en la televisión convencional, pero como ya pasa en el
presente en internet y las redes sociales, las empresas periodísticas
reconocidas y los canales independientes compiten con organizaciones
desconocidas e incluso particulares. Estos hablan e ilustran sus piezas sin más
aval que los seguidores y las visualizaciones que acumulan con su material
escandaloso.
Los datos son reveladores en potencias
audiovisuales como Estados Unidos. Allí, una cuarta parte de los adultos afirma
haber recibido noticias a través de YouTube. Pero solo una minoría añade que
esta es la vía que sigue principalmente para mantenerse al día. Aunque algunos
admiten que podría llegar a serlo en el futuro porque gradualmente le han ido
concediendo más importancia.
Para llegar a estas conclusiones, los
analistas se han valido de un método en el que se combina el seguimiento
automático del consumo en esta página con la codificación humana de miles de
horas de vídeos por parte de expertos. Los responsables de esta investigación
se han percatado de que las cadenas de televisión cuelgan en YouTube muchas más
noticias que el resto de autores. Pero las piezas que difunden los productores
alternativos son más extensas: tienen una duración media de 12 minutos, frente
a los cinco de las emisoras más populares.*
Lo
recogido en La Vanguardia tiene trascendencia futura si efectivamente se está
produciendo un desplazamiento de los medios convencionales hacia esas
plataformas que compiten con los medios tradicionales. Hay que explicar aquí el
verbo "competir". No se trata de una competencia por el beneficio
económico (también lo es), sino de una competencia por instaurar una versión de
la "realidad", la alternativa.
Vemos
el mundo mediatizado; hemos pasado de unos filtros estables en la sociedad a
una avalancha de filtros mediadores que muchos han comprendido muy bien cómo
utilizar para manipular y controlar a las personas. Las inversiones en conocer el
comportamiento de los otros van de las encuestas a las cookies en nuestros
ordenadores. Hoy es posible no solo conocer los comportamientos globales, sino
precisar mucho. Eso permite saber lo que los demás quieren escuchar, fabricar
los discursos y sus pruebas, mejores o peores. De "las armas de destrucción
masiva" a las fotos de hace años presentadas como de ayer, estamos
sometidos a un permanente careo con la mentira interesada que se instala en
nuestra cabeza y se convierte en miedo a algo o a alguien, al inmigrante, al
que está en otro continente, al que está en otro barrio de tu ciudad.
Los múltiples
"escándalos Villarejo" son de control de información; la denuncia
contra los directivos del Barça fue por haber contratado campañas para
desprestigiar a sus propios jugadores.
Lo que
nos dice el texto es que la gente empieza a preferir mensajes narcóticos a mensajes críticos,
es decir, que cuestionen nuestros propios puntos de vista. Esto significa que nos
hacemos más intransigentes, que estamos más polarizados.
Para
los seguidores de Monasterio, todas las televisiones conspiran para acabar con
ella. En la medida en que se desplace hacia los canales menos exigentes o,
directamente, más baratos, menos comprometidos con los hechos, la política
empezará a usarlos para difundir sus visiones alternativas, lo mismo que hizo
Trump con sus tuits, que se convirtieron en "verdades alternativas"
que tuvieron que ser desmontadas cada día por miles de periodistas de todo el
mundo obligados a comprobar toda palabra que salía de él.
¿Es
este el futuro español? Si es el efecto de la expansión ilimitada por fragmentación de los efectos masivos previos y
seguimos deteriorando a los medios absorbidos por los nuevos "medios sociales", sin duda.
Los medios tradicionales buscaban el prestigio informativo por su seriedad
frente al sensacionalismo y la credibilidad de lo afirmado. Pero hoy nos
encontramos con un mundo deseoso de creer, que acepta mesías como Trump o
Bolsonaro o tantos otros que hacen de los hechos una burla accesoria, que no
dudan en contradecirse, y de unos destinatarios con memoria de pez, deseosos de
que les confirmen sus pensamientos, por alocados que estos sean.
La solución de las mentiras en los medios está en los mismos medios. Los periodistas que han parado las fantasías de Rocío Monasterio (y de otros) en directo han hecho su trabajo. Deberán aplicarlo a todo el que quieran mentir a la audiencia aprovechando el tiempo que se les concede. Los políticos tendrán que aprender a ser honestos o tendrán que construirse sus refugios alternativos para adoctrinar a sus seguidores. Podemos comprender la importancia de medios independientes y de profesionales bien formados y éticamente conscientes de su responsabilidad social. La mentira no es un cuestión tecnológica; es una acción intencionada que busca algo, como defensa o como ataque y usa cualquier medio disponible. Los medios son el vehículo y ahora tenemos una flota entera con muchos conductores peligrosos al volante.
La información podría hacernos más libres, pero también más esclavos si así lo
queremos. El gran misterio de la esclavitud mental es la gente que disfruta
poniéndose grilletes. Y hay mucha más de la que pensamos.
* "Un presentador de TVE le saca los colores a Monasterio tras desmontar una mentira en directo" The Huffington Post 16/04/2021 https://www.huffingtonpost.es/entry/desmontan-mentira-monasterio-tve-directo_es_60794f06e4b058846f22a3f2
** "La proliferación de ‘fake news’ lastra la reconversión informativa de YouTube" La Vanguardia 17/04/2021 https://www.lavanguardia.com/television/20210417/6922199/youtube-google-noticias-fake-news.html
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