Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
Watergate dejó una importante secuela, la costumbre de ponerle "gate"
a todo. Si hay "gate", hay caso. Ahora Europa se enfrenta al
"sofagate", que es una versión morbosa del "juego de la
silla", aquel en el que los participantes son uno más que el número de
sillas existentes.
En la
política hay que empezar a utilizar, como en el Fútbol, el VAR (Video Assistant
Referee), ya saben ese dispositivo que permite ver al detalle y comprobar si
fue mano o no, si fue voluntaria o no, si fue dentro del área o no. Pues el
VAR, aplicado al "sofagate", no deja ningún tipo de dudas. Tarjeta
roja para Erdogan, el presidente turco, que ha jugado sucio y es reincidente.
Le han
bastado dos sillas y un sofá para dejar en evidencia la inconsistencia europea
o, cuando menos, su ingenuidad. Nos olvidamos que en comparación con los cargos
democráticos, que apenas tienen tiempo de sacudirse la bisoñez en los mandatos,
los gobernantes pseudodemocráticos, como Erdogan, acaban sabiéndoselas todas
por sabérselas todas. Erdogan, como Putin, y otros de su ralea política, son
zorros astutos y con mala baba. Lo revela el VAR.
Hace
mucho tiempo que sabemos cómo se las
gasta Recep Tayyip Erdogan. ¿Se acuerdan la que le jugó a nuestro Mariano Rajoy
cuando este se encontró, sin saber adónde iba, en mitad de un mitin de su
partido, exhibido como una rareza y aval europeo? Rajoy salió de inaugurar un tren
sin saber que el tren le llevaba directo a una encerrona. Podrían citarse todo
tipo de maldades en todos estos años de mandato o reinado, según se mire.
Erdogan tiene vocación de califa y se presenta ante los suyos como el nuevo emperador
otomano, dispuesto a reconquistar lo perdido y, sobre todo, el hombre (léase en
sentido machista) que es capaz de humillar a los infieles desafiando a todos,
Estados Unidos, la Unión Europea o al faraón egipcio de su misma ralea, el
mariscal al-Sisi, un rival al otro lado del imperio que echó de su sillón a su
amigo islamista, Mohamed Morsi.
El VAR nos muestra con claridad la jugada al ofrecernos el ángulo adecuado, el que nos muestra la comunicación no verbal, cómo Erdogan baja la mirada y ralentiza el paso para que sus dos invitados contemplen la situación, una silla y dos traseros, con perdón. El VAR muestra, igualmente, el acelerón infantil de Charles Michel hacia la silla libre en ignominiosa competencia con Ursula Von der Leyen, que como la señora educada que es, debió pensar que estas cosas se discuten en privado. Pero en política, la idea de "privado" tiene un sentido algo más que relativo.
Igualmente,
el VAR nos muestra la cara de satisfacción de Michel, ganador parcial del juego
de Erdogan y perdedor del otro juego, el político y sobre todo personal. Michel
ha quedado como un grosero, por un lado, y se ha hundido políticamente. Su
postura relajada y satisfecha en la silla de la discordia, no anticipaba la
cantidad de patadas que recibiría en su trasero soberano.
En La Vanguardia
leemos:
El sofagate va convirtiéndose en un viacrucis
para Charles Michel, que va a ritmo de disculpas diarias, y en una palanca para
Ursula von der Leyen para apuntalar su estatus en la Unión Europea. Esta tarde,
Michel ha reiterado sus excusas púbicas, esta vez ante los jefes de los grupos
políticos del Parlamento Europeo.
“Ha insistido en la unidad de la Unión
Europea y el espíritu de equipo”, dicen fuentes de su equipo. Lo ha hecho ante
los representantes de un parlamento que, desde el primer momento, en su mayoría
calificaron de humillación el trato recibido por Von der Leyen en su visita a
Turquía, y que lo consideran un ataque tanto a la institución como a las
mujeres.
Por su parte, la presidenta de la Comisión
Europea sigue con una posición más contundente, a la ofensiva. “Esto no volverá
a pasar”, les ha dicho a los eurodiputados, subrayando algo en lo que todos
coinciden, la necesidad de evitar tropiezos similares que implican un desgaste
en la imagen de la Unión Europea.
“Como mujer, como europea y como
socialdemócrata le he aceptado las disculpas porque yo me sentí ofendida por
esa imagen”, ha dicho la presidenta de los socialistas europeos, Iratxe García.*
Erdogan,
misión cumplida. Eso también lo muestra el VAR y será el chiste turco de la
semana, el "saben aquel que dice que vienen dos europeos a ver al
presidente..." Pues así se las gasta el emperador otomano cuando juega en
casa. Gran parte de su liderazgo consiste en este juego de astucias y
desprecios que caracterizan al dirigente islamista que devuelve con este tipo
de jugadas el rechazo al comportamiento turco.
Las
críticas europeas y de algunos otros países a la retirada del acuerdo sobre la
violencia contra las mujeres, llamado precisamente "de Estambul", las
devuelve Erdogan con este tipo de jugadas, como una bofetada en el doble rostro
institucional.
No
tengo las más mínima duda sobre la intencionalidad de lo realizado por Erdogan.
El fallo de los servicios diplomáticos, que se debían haber olido algo así, es
grande. Podemos llamarlo ingenuidad o buena fe, pero eso con Erdogan no
funciona, porque él es de otro cuero y lo que hace lo hace para espectáculo de
sus seguidores, para que estos puedan presumir de cómo su jefe humilla a la
poderosa Europa.
A
Erdogan solo le ha puesto freno en Europa, Angela Merkel cuando este intentó
presentarse en Alemania a dar mítines a los millones de turcos que residen
allí. Pero Merkel es más lista que todos y a experiencia no le gana nadie. Ir a
Turquía, ahora lo saben ya, tiene sus riesgos. Con maldad a su altura solo ha estado Trump, ya que son tal para cual.
Pero aquí la bronca no se la lleva Erdogan, se la lleva Charles Michel, cuyo gozo infantil se quedó en un pozo y bastante profundo. Como explica la socialista española, Iratxe García, la ofensa ha sido triple: ha ofendido a las mujeres, a los europeos y, no contento con ello, a los socialdemócratas. No se entiende muy bien esto último, pero el orden está claro. La tontería es de Michel, la ofensa es nuestra. La maldad es, por supuesto, del dueño de la sillas, del manipulador que se ríe por dentro.
Pero puestos a reírse, la batalla de los memes —un importante frente hoy— la ha ganado Ursula Von de Leyen, ya sea por la vertiente de crítica al machismo de los dos colegas o al simple oportunismo grosero de Michel, cuya relajada forma de sentarse queda en evidencia en las fotografías, o por la reivindicación de su papel institucional. Charles Michel va a tener que cargar con esto toda su vida política, que puede ser corta. Más complicado está lo de Erdogan, pero ya se encontrará alguna forma de ponerle en su sitio. Su chantaje permanente con los refugiados dejará de funcionarle algún día.
La que
ha salido reforzada ha sido Ursula Von der Leyen, demostrando algo que la
historia ya había demostrado, que las bicefalias dan dobles dolores de cabeza.
* Jaume
Masdeu "No habrá otro sofagate, dice Von der Leyen" La Vanguardia
13/04/2021
https://www.lavanguardia.com/internacional/20210413/6670649/von-der-leyen.html
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