viernes, 16 de abril de 2021

Las lenguas y sus mundos

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)




La CNN publica una página especial con formato muy gráfico y sonoro, titulada "Losing languages, losing worlds"* donde se nos da una visión de conjunto sobre un fenómeno cultural al que se le aplican los mismos procesos natural que afectan al mundo, las extinciones. Las lenguas desaparecen.

El papel que el lenguaje juega en nuestra especie es determinante. Somos seres comunicativos, en los que el lenguaje tiene dos funciones: la comunicación y el modelado de nuestras mentes y del mundo. No son procesos separados, sino profundamente interconectados. El lenguaje es, a la vez, personal y social. Ordena nuestro mundo interior mediante la aparición de palabras y conceptos y permite intercambiar informaciones sobre el mundo exterior (lo que ocurre o vemos) y lo que pensamos, es decir, nuestro mundo interior. El lenguaje es una herramienta personal y social, algo que recibimos desde fuera, de la comunidad, que nos transmite la cultura en que nos vamos a desenvolver. Y es también algo a lo que contribuimos con nuestras experiencias, con nuestras ideas y con la incorporación de palabras.

Cuando nacemos tenemos una capacidad lingüística; cuando crecemos nos adentramos en una comunidad lingüística de la que aceptamos sus manifestaciones, es decir, una lengua específica que es una forma de ver el mundo, un organizador espacio-temporal, un muestrario emocional (pone nombre a lo que sentimos), nos ofrece —más allá de las palabras— todo un sistema metafórico que implica un sistema de valores que aceptamos o con el que luchamos.



Todo lo que cuesta aprenderlo, lo olvidamos pronto. Una vez que nuestro cerebro aprende las reglas, las gramáticas, que son los mecanismos de construcción expresiva, nuestra memoria empieza a guardar datos para afinar las expresiones. Nuestro mundo depende de la cantidad de matices que cada palabra cubre. Todo ello no es exacto, por lo que está sujeto a lo que las palabras significan para unos y otros. Por eso hubo que fijarlas en diccionarios, para dar cierta estabilidad a algo que es terriblemente plástico y muchas veces personal porque vinculamos también la memoria de las palabras a la memoria de la vida, a la experiencia. El aspecto evocativo es importante en nosotros, animales sentimentales, para los que las emociones crean vínculos. Los antiguos comprendieron rápidamente el papel de la memoria; esta era esencialmente un arte asociativo en el que unas palabras se vinculan con otras y en donde las palabras se conectan con las cosas y hechos formado cadenas asociativas que les servían para recuperar información con más facilidad. Las palabras, las frases, los poemas... se fijan en nuestra memoria a momentos, creando emociones, el pegamento de nuestra mente.

Hay diferentes y variadas hipótesis sobre el origen del lenguaje, porque es evidente que debimos ser capaces de algún tipo de proceso simbólico —algo representa algo diferente de sí mismo— antes de crear los códigos más elementales. Qué fue antes, el signo o código, es plantear lo del huevo y la gallina en la comunicación. Hay lenguajes sin palabras, elementos que conectamos a la experiencia repetitiva y pueden ser comunes. De ahí a escribir el Discurso del Método, Anna Karenina o Hijos de la ira, va un largo trecho evolutivo y social. Puede que nuestro cuerpo no haya cambiado mucho en miles de años, pero nuestra mente desde luego que sí gracias a los conocimientos que unas lenguas nos han permitido intercambiar y, creo que importante, la capacidad de auto-percibirnos interiormente. Cuando a Agustín de Hipona o a Jean-Jacques Rousseau les dio por contarnos en sus confesiones cómo se percibían interiormente, cuando los poetas compartían su visión del mundo, también se produjo un gran suceso, pues comprendimos lo que era común y lo que era excepcional en la vida de cada uno.



Estos procesos de pérdida de las lenguas pueden deberse a diferentes motivos. En el texto de la CNN se barajan algunos. La forma más radical, evidentemente, es el exterminio. Es más frecuente la absorción por silencio. Cuando se prohíbe una lengua y se impone otra, también mueren los mundos que representaban y se rompen los lazos de la historia y la identidad. Hoy hablamos mucho de las identidades, casi siempre para establecer que están en crisis. Muchas de esas crisis tienen que ver con lenguas.

Pero hay una enfermedad de las lenguas antes de llegar a la extinción: su desconocimiento, la pobreza expresiva que es un mal que nos aqueja en un mundo que valora la brevedad y la prisa como rasgos de "excelencia", que nos pone a hablar con máquinas, las pone a escribir o sustituye el diálogo por "pulse la opción" correspondiente. Sí, las lenguas no solo mueren; también se estropean.

Todos los años, los informes detectan una pérdida de capacidad de comprensión que proviene en gran medida de la simplificación de la vida. Sin embargo, cada vez vivimos en sociedades más complejas, necesitados de herramientas para comprendernos a nosotros mismos y comunicarnos con los demás. Desgraciadamente, esto no siempre se consigue.

Hacer crecer nuestros límites en la lengua, ampliar el mundo verbal, es ampliarnos nosotros. Es también tener una mejor capacidad de comprender el mundo. La palabra, en cierto sentido, está en retroceso en favor de fórmulas gráficas, que son válidas si no produjeran una reducción de nuestra competencia verbal. Es el desequilibrio lo que produce el problema. Una cosa es un tuit y otra Crimen y castigo. Cada vez vemos más iniciativas simplificadoras que se presentan como ahorradoras de tiempo y dinero. Algunas, incluso, vienen de solemnes instituciones, como las universidades, que deberían fijarse en otros parámetros, pero es la moda y hay que ser modernos. En paralelo discurren las quejas sobre la falta de comprensión, la fatiga de los textos largos y la reducción del vocabulario. Todo esto acompaña al aspecto informativo, es decir, la falta de comprensión histórica, la capacidad de organizar los datos, las confusiones porque todo está con alfileres, etc.

No se trata solo de salvar las lenguas en peligro de extinción. Se trata también de salvarnos de la simplificación, del malentendido y de la ignorancia. Con estas tres alertas, seguro que no se extinguen nuestras lenguas... ni nuestras mentes.



* Maria Morava "Losing languages, losing worlds" CNN https://edition.cnn.com/interactive/2021/04/us/losing-languages/




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