Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Una
información del diario El País, firmada por Juan Carlos Sanz desde Jerusalén,
con el título "No viajarás sola desde Gaza sin permiso de tu guardián
masculino", vuelve a poner en el punto de mira la situación de las mujeres
en los países islámicos, en este caso se trata de la Franja de Gaza en
Palestina.
La
Franja está controlada por Hamás, un partido islamista, lo que supone una forma
de vida específica para sus habitantes, una vida llena de limitaciones sobre lo
que se puede y no se puede hacer. A las imposiciones y controles de Israel en
la Franja, se han de superponer las condiciones que los varones imponen a las
mujeres bajo su mano, una forma de dominación más antigua.
El diario
El País nos cuenta lo sucedido:
“Las mujeres vírgenes (solteras) o que
estuvieron casadas (divorciadas y viudas) de cualquier edad no podrán viajar
sin permiso de su guardián masculino (padre, abuelo o hermano)”. Hasan al Jojo,
presidente del Consejo Supremo de la Sharía (ley islámica) en la franja de
Gaza, publicó hace una semana este edicto tras declararse preocupado por el
creciente número de “muchachas que se marchan sin el consentimiento de sus
padres”. En su dictamen se sobreentendía que las casadas solo van donde les
deja su marido.*
Ninguna
una mujer libre; siempre ha de haber alguien responsable que vigile sus vidas y
les marque el rumbo. El sendero de lo permitido es estrecho en estos casos.
Reivindicar la libertad de decidir es enfrentarse al aparato social y
religioso, cuestionar lo que está dicho de una vez por todas, que la mujer
depende del hombre, que debe ser vigilada porque, de no hacerlo, el mundo
ordenado se dirigirá al caos y a la destrucción.
Vigilar
a la mujer es un mandato y un deber, Quien lo incumple, desobedece las leyes de
Dios.
La
última frase del párrafo nos recuerda que la mujer casada ya es sumisa, que
tiene su propio guardián. El recordatorio se extiende a todas las demás, a las
que creen que están libres de control por no tener marido, un estado lamentable
que se arregla con los matrimonios infantiles o, más tarde, simplemente
forzados. Las familias saben elegir mejor que las mujeres. Tienen en cuenta los
beneficios y los lazos que se crearán entre familias, rechazando cualquier
romanticismo pernicioso.
En el texto se recoge el carácter "tradicional" de la sociedad de la Franja:
“La sociedad de Gaza es tradicional, pero no
tanto como la gente cree”, precisa Bárbara Demurtas, delegada en Palestina de
la ONG española Mundubat, que este domingo ha podido viajar por primera vez al
enclave costero desde el inicio de la pandemia, cuya declaración cerró el
territorio a la mayoría de los observadores internacionales y a toda la prensa
extranjera. “Después de las protestas, el presidente del Consejo anunció que
iba a revisar el edicto, pero las organizaciones de mujeres de Gaza no tienen
constancia de que se haya derogado e insisten en que no es jurídicamente
aplicable”, refiere Demurtas.
“Tanto las mujeres como los hombres quieren
viajar para buscar trabajo, y eso no siempre está bien visto, especialmente si
hablamos de las mujeres”, destaca la representante de la fundación vasca
Mundubat. Muy pocas gazatíes—algunos centenares de cristianas y un puñado de
laicas— no se cubren con el pañuelo o velo islámico.*
La idea
de "tradición" es compleja y complicada porque es un arma de doble
filo. Hay muchas veces en que estas se invocan como parte de la
"identidad", creando un conflicto. Cuando lo que nos "identifica"
va contra la libertad o la salud de otros, sencillamente es una "mala
costumbre". Llamar "tradición" a lo que impide a otros vivir es
casi un sarcasmo. "Tradiciones" son también, en este sentido, las
lapidaciones, flagelaciones o las decapitaciones. Un crimen terrorista no es
menos crimen ni menos terrorista porque te corten el cuello en vez de darte un
tiro. Llamar "tradición" a la condena de las mujeres a la
dependencia, al control de los hombres es tener un pobre sentido de la
tradición.
En la actualidad, como reacción quizá a los
fenómenos globalizadores y al contacto intercultural más intenso, se está
produciendo un neo tradicionalismo que muchas veces solo es un encubrimiento
del integrismo. En modo alguno, el refuerzo de este tipo de situaciones
referidas a la mujer pueden ser reivindicadas como una forma de identidad
femenina sino más bien del refuerzo de la dominación masculina, un refuerzo del
sistema patriarcal que ha sido ejercido durante miles de años y contra el que
cuesta mucho avanzar.
El
hecho de que, como se señala en el texto, muy pocas mujeres de la Franja de
Gaza no se cubran no es más que un signo precisamente de la imposición de
restricciones. La tradición evoluciona, pero no cuando es impuesta, que es lo que
ocurre en estos casos. Técnicamente, el mandato implica convertir la Franja en
una cárcel de mujeres, un espacio del que solo se puede salir con una
autorización expresa.
El
artículo hace referencia a la clausura de esta fórmula de autorización del
guardián en Arabia Saudí en 2019. Planteada como una forma de limitación de
salida, no se suele comentar tanto que también lo es de entrada. Ninguna mujer
podía entrar a suelo saudí sin estar acompañada por un varón. Y recordemos que
es donde se encuentran los lugares de peregrinación, por lo que el trasiego es
constante.
Conforme
el mundo se fue haciendo más global e intercomunicado, los sectores islámicos
más conservadores fueron creando dos fuerzas: por un lado, el intento de
levantar un cerco de aislamiento informativo aumentando la censura allí donde
podían controlarla; por otro lado, calificar como ataques a la identidad lo que
eran posibilidades de desarrollo de las mujeres.
El
control inicial es la casa, por lo que la prohibición de salir del país no es
más que una ampliación de ese espacio inicial doméstico. Pero el cambio de los
tiempos hace más difícil evitar que la mujer pueda salir del controlado ámbito
del hogar, convertido ya en cárcel. Los impedimentos a que la mujer tenga
carnet de conducir o que condujera (son dos cosas diferentes) son una muestra
equivalente más de lo que representa el "confinamiento" femenino.
Todos son variantes del mismo principio.
El
artículo se cierra con la reacción a lo expresado por el Presidente del Consejo
Supremo de la Sharía. Los grupos de derechos humanos han armado un gran
revuelo. No es para menos. Pero la señal está ya dada. Los
"tradicionalistas" tienen el camino marcado y saben lo que tienen que
hacer.
* Juan
Carlos Sanz "No viajarás sola desde Gaza sin permiso de tu guardián
masculino" El País 22/02/2021
https://elpais.com/internacional/2021-02-21/no-viajaras-sola-desde-gaza-sin-permiso-de-tu-guardian-masculino.html
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