lunes, 22 de febrero de 2021

Cuando las tradiciones son prisiones

Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Una información del diario El País, firmada por Juan Carlos Sanz desde Jerusalén, con el título "No viajarás sola desde Gaza sin permiso de tu guardián masculino", vuelve a poner en el punto de mira la situación de las mujeres en los países islámicos, en este caso se trata de la Franja de Gaza en Palestina.

La Franja está controlada por Hamás, un partido islamista, lo que supone una forma de vida específica para sus habitantes, una vida llena de limitaciones sobre lo que se puede y no se puede hacer. A las imposiciones y controles de Israel en la Franja, se han de superponer las condiciones que los varones imponen a las mujeres bajo su mano, una forma de dominación más antigua.

El diario El País nos cuenta lo sucedido:

 

“Las mujeres vírgenes (solteras) o que estuvieron casadas (divorciadas y viudas) de cualquier edad no podrán viajar sin permiso de su guardián masculino (padre, abuelo o hermano)”. Hasan al Jojo, presidente del Consejo Supremo de la Sharía (ley islámica) en la franja de Gaza, publicó hace una semana este edicto tras declararse preocupado por el creciente número de “muchachas que se marchan sin el consentimiento de sus padres”. En su dictamen se sobreentendía que las casadas solo van donde les deja su marido.*

 


Ninguna una mujer libre; siempre ha de haber alguien responsable que vigile sus vidas y les marque el rumbo. El sendero de lo permitido es estrecho en estos casos. Reivindicar la libertad de decidir es enfrentarse al aparato social y religioso, cuestionar lo que está dicho de una vez por todas, que la mujer depende del hombre, que debe ser vigilada porque, de no hacerlo, el mundo ordenado se dirigirá al caos y a la destrucción.

Vigilar a la mujer es un mandato y un deber, Quien lo incumple, desobedece las leyes de Dios.

La última frase del párrafo nos recuerda que la mujer casada ya es sumisa, que tiene su propio guardián. El recordatorio se extiende a todas las demás, a las que creen que están libres de control por no tener marido, un estado lamentable que se arregla con los matrimonios infantiles o, más tarde, simplemente forzados. Las familias saben elegir mejor que las mujeres. Tienen en cuenta los beneficios y los lazos que se crearán entre familias, rechazando cualquier romanticismo pernicioso.

En el texto se recoge el carácter "tradicional" de la sociedad de la Franja: 

“La sociedad de Gaza es tradicional, pero no tanto como la gente cree”, precisa Bárbara Demurtas, delegada en Palestina de la ONG española Mundubat, que este domingo ha podido viajar por primera vez al enclave costero desde el inicio de la pandemia, cuya declaración cerró el territorio a la mayoría de los observadores internacionales y a toda la prensa extranjera. “Después de las protestas, el presidente del Consejo anunció que iba a revisar el edicto, pero las organizaciones de mujeres de Gaza no tienen constancia de que se haya derogado e insisten en que no es jurídicamente aplicable”, refiere Demurtas.

“Tanto las mujeres como los hombres quieren viajar para buscar trabajo, y eso no siempre está bien visto, especialmente si hablamos de las mujeres”, destaca la representante de la fundación vasca Mundubat. Muy pocas gazatíes—algunos centenares de cristianas y un puñado de laicas— no se cubren con el pañuelo o velo islámico.*

 

La idea de "tradición" es compleja y complicada porque es un arma de doble filo. Hay muchas veces en que estas se invocan como parte de la "identidad", creando un conflicto. Cuando lo que nos "identifica" va contra la libertad o la salud de otros, sencillamente es una "mala costumbre". Llamar "tradición" a lo que impide a otros vivir es casi un sarcasmo. "Tradiciones" son también, en este sentido, las lapidaciones, flagelaciones o las decapitaciones. Un crimen terrorista no es menos crimen ni menos terrorista porque te corten el cuello en vez de darte un tiro. Llamar "tradición" a la condena de las mujeres a la dependencia, al control de los hombres es tener un pobre sentido de la tradición.



En la  actualidad, como reacción quizá a los fenómenos globalizadores y al contacto intercultural más intenso, se está produciendo un neo tradicionalismo que muchas veces solo es un encubrimiento del integrismo. En modo alguno, el refuerzo de este tipo de situaciones referidas a la mujer pueden ser reivindicadas como una forma de identidad femenina sino más bien del refuerzo de la dominación masculina, un refuerzo del sistema patriarcal que ha sido ejercido durante miles de años y contra el que cuesta mucho avanzar.

El hecho de que, como se señala en el texto, muy pocas mujeres de la Franja de Gaza no se cubran no es más que un signo precisamente de la imposición de restricciones. La tradición evoluciona, pero no cuando es impuesta, que es lo que ocurre en estos casos. Técnicamente, el mandato implica convertir la Franja en una cárcel de mujeres, un espacio del que solo se puede salir con una autorización expresa.



El artículo hace referencia a la clausura de esta fórmula de autorización del guardián en Arabia Saudí en 2019. Planteada como una forma de limitación de salida, no se suele comentar tanto que también lo es de entrada. Ninguna mujer podía entrar a suelo saudí sin estar acompañada por un varón. Y recordemos que es donde se encuentran los lugares de peregrinación, por lo que el trasiego es constante.

Conforme el mundo se fue haciendo más global e intercomunicado, los sectores islámicos más conservadores fueron creando dos fuerzas: por un lado, el intento de levantar un cerco de aislamiento informativo aumentando la censura allí donde podían controlarla; por otro lado, calificar como ataques a la identidad lo que eran posibilidades de desarrollo de las mujeres.

El control inicial es la casa, por lo que la prohibición de salir del país no es más que una ampliación de ese espacio inicial doméstico. Pero el cambio de los tiempos hace más difícil evitar que la mujer pueda salir del controlado ámbito del hogar, convertido ya en cárcel. Los impedimentos a que la mujer tenga carnet de conducir o que condujera (son dos cosas diferentes) son una muestra equivalente más de lo que representa el "confinamiento" femenino. Todos son variantes del mismo principio.

El artículo se cierra con la reacción a lo expresado por el Presidente del Consejo Supremo de la Sharía. Los grupos de derechos humanos han armado un gran revuelo. No es para menos. Pero la señal está ya dada. Los "tradicionalistas" tienen el camino marcado y saben lo que tienen que hacer.

 


* Juan Carlos Sanz "No viajarás sola desde Gaza sin permiso de tu guardián masculino" El País 22/02/2021 https://elpais.com/internacional/2021-02-21/no-viajaras-sola-desde-gaza-sin-permiso-de-tu-guardian-masculino.html

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