viernes, 26 de febrero de 2021

Cuidado con la salud mental

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



La causalidad nos marca para entender el mundo, por lo que se pierden muchos efectos producidos en las relaciones del sistema. Hay muchos resultados que surgen de interacciones, de combinaciones inesperadas.

La pandemia es un estado que acoge muchos efectos y provoca el desencadenamiento de reacciones combinadas que cada uno experimenta de forma diversa. Están los efectos directos del contagio, pero hay muchos otros en diferentes dimensiones que también se ven se manifiestan de otra forma.

Uno de los más evidentes es la salud mental. El miedo al contagio, la tensión vivida, los temores laborales, los diferentes tipos de incertidumbres... todo ello afecta a las personas individualmente y en grupo. Nada está aislado y todo llega hasta nosotros.

En el diario El país, Carmen Sánchez-Silva titula "La pandemia silenciosa: la salud mental de los trabajadores empeora a gran velocidad". Las enfermedades mentales son siempre complejas, pero esta vez lo son más; han pasado a ser colectivas y, al igual que el coronavirus, se crea un entorno "favorable" cuando estas se expanden.


Aunque no hay datos oficiales sobre el deterioro psicológico de los trabajadores (ya que este tipo de patologías no están incluidas en el catálogo de enfermedades profesionales y causan bajas que se contabilizan dentro del compendio de contingencias comunes), no hay duda de que la covid está afectando al estado mental de las plantillas, asegura Ana García de la Torre, secretaria de Salud Laboral y Medio Ambiente de UGT. Esta experta ve una clara correlación entre este deterioro provocado por el miedo al contagio, el aislamiento, la disponibilidad permanente y la crisis económica, entre otras causas, y la siniestralidad laboral.

 


Efectivamente, nada causa un mayor deterioro que una situación prolongada de estrés por la inquietud, por el miedo. Es ya mucho tiempo el que llevamos. Muchos miedos se han enterrado para no tener que vivir conscientemente con ellos, pero siguen ahí, actuando desde la sombra. No por negarlos desaparecen. Hay mucho de negación del propio miedo en los negacionistas, que tratan de controlar el proceso de esta forma. Pero por mucho que se niegue, el coronavirus está allí, demasiado extendido.

Desgraciadamente, sé directamente de personas que han muerto de coronavirus en la UCI cuando llegaron al hospital con otras patologías. Los familiares han quedado sumergidos en una especie de burbuja de sinsentido, de la que no es fácil salir. Tengo compañeros en la UCI  que entraron pocos días después de hablar con ellos virtualmente. ¿Por qué bajaron la guardia solo unas horas? Nuestra mente no engaña y protege nuestro deseo dotándolo de razones, justificándolo.

Las empresas, nos dicen, están empezando a tomarse en serio medidas colectivas para proteger la salud mental, no solo medidas de control de coronavirus. Podemos establecer una distancia física de seguridad, pero nuestra mente está en pleno centro del problema. Estamos físicamente distantes, pero psicológicamente encerrados con el virus y sus efectos.



Al final del texto en que se nos ha mostrado esa conexión entre las enfermedades mentales y la angustia prolongada, hay una intervención de un experto en Psiquiatría: 

 

El catedrático de psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid, Carmelo Vázquez, está investigando mediante mediciones periódicas entre 2.000 personas el crecimiento personal postraumático derivado de la covid. Sus conclusiones son que entre el 75% y el 80% de las personas son resilientes desde el punto de vista emocional. Mientras que el resto tiene síntomas importantes de depresión, estrés y trauma, que se mantienen más en el tiempo que durante otras catástrofes o actos terroristas pasados.

Lo que conduce a esa sintomatología, dice, es la ansiedad en torno a la muerte y las ideas de sospecha, ideas conspiratorias que persiguen a una parte de la población y que alientan mucho los políticos. "El cainismo que hay en este país tiene mucho impacto en la salud mental de la gente. Sobre todo entre los más vulnerables y menos informados, que pueden llegar a la paranoia. La conspiración es enormemente dañina", sostiene.

El 60% de las personas salen fortalecidas de la crisis. Según Vázquez, el mejor antídoto para lograrlo es el optimismo o una mayor orientación hacia el futuro en conjunción con la vinculación a los demás.*

 

No creo que sea una exageración ni en la cifra (1 de cada 4-5) ni en el efecto pernicioso. Los estallidos de algunos personajes que saltan a las páginas de los periódicos convencidos de las conspiraciones internacionales, como el que refleja hoy mismo la prensa con las manifestaciones de la actriz Victoria Abril, francamente irresponsables y en la línea de las realizadas en su día por algún que otro actor.



¿Busca de notoriedad? Creo que más bien un proceso de deterioro provocado por la angustia que provoca la información constante, su variación de enfoques y la multitud de fuentes. Nada crea más incertidumbre que la falta de unidad informativa.

El papel de los medios tiene una parte positiva, evidentemente, pero también existen muchas acciones informativas contraproducentes. Los criterios informativos periodísticos no son siempre los más adecuados desde el punto de vista de la salud y las emociones. Es mucho tiempo el que llevamos con el COVID19 en primer término y eso hace que ya la información recurra en ocasiones a fórmulas más emocionales para presentar la información diaria.



Los juegos constantes con las expectativas de curación, las angustias por las llegadas o no de la vacunas, de a quién le toca o no, de lo que es posible y no posible tras ser vacunados, los conflictos entre políticos, etc., todo ello afecta la salud del conjunto especialmente a aquellos más sensibles por determinadas circunstancias, de la exposición del transporte a las laborales, pasando por las familiares.

Esto está prolongándose mucho y nuestras sociedades modernas no están acostumbradas a la contención, sino más bien a lo contrario, al impulso, a conseguir lo que se desea inmediatamente. Y el coronavirus es un freno constante, un recordatorio de lo frágil que es el mundo en que vivimos y nosotros mismo. Eso crea inseguridad. Hay que trabajar en el sentido contrario, en la confianza y en saber que hay una serie de medidas firmes que son eficaces, olvidarse de los cantos de sirena que nos rodean.

 


* Carmen Sánchez-Silva "La pandemia silenciosa: la salud mental de los trabajadores empeora a gran velocidad" El País 26/02/2021 https://elpais.com/economia/2021-02-25/la-pandemia-silenciosa-la-salud-mental-de-los-trabajadores-empeora-a-gran-velocidad.html




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