Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¿Cuánto
cuesta saltar a la fama en el país de la fama, de los "15 minutos de
gloria", los Estados Unidos? En el campo de la política, el camino está
claro. La conexión con un público violento requiere de violencia en un
ejercicio de retroalimentación: tú les das lo que quieren y ellos te piden más.
De esta forma, se sabe cómo empiezan las cosas, pero difícilmente cómo acaban.
Estas espirales suelen romperse de forma violenta con un acto exterior que
deshace la fascinación por el crescendo producido, una especie de subidón
político que te lleva al exceso sin apenas darte cuenta. El asalto del 6 de
enero al Capitolio es una muestra de ello: se comienza diciendo que te han
robado, le sigues diciendo que son patriotas y cuando te quieres dar cuenta te
han llevado en volandas hasta las puertas de edificio tratando de "salvar
a los Estados Unidos". Por el camino, te han llevado de forma calculada
asegurándote que todo está el peligro, que los que están dentro son una secta
de pedófilos peligrosos, izquierdistas que quieren hundir al país y alejarlo de
Dios.
Cuando
te quieres dar cuenta estás aplaudiendo el asalto como si se tratará de una
partida del videojuego "Asalto al Capitolio", gritando y jaleando a
aquellos miles de héroes que hacen lo que a ti te gustaría hacer. Es su versión
del "yes we can". ¿Y por qué no?
Vivir
de fantasías es peligroso, muy peligroso. El asalto al Capitolio dejó 5 muertos
y múltiples heridos. No hubo más porque decidieron no repeler a tiros el
ataque, dejando a los asaltantes campar por el edificio a sus anchas. Hicieron
lo que quisieron. Lo hemos podido ver gracias a este mundo de cámaras en el que
vivimos, con ojos múltiples observando cada escena, registrándolo todo,
reenviándolo todo.
Esas
imágenes las ven uno como signos de una victoria del "pueblo" frente
al peligro de traidores y cobardes burócratas; otros, como una vergüenza para
la historia norteamericana, como un aviso de lo que ocurre cuando el país se
deja en manos de los demagogos y gente sin escrúpulos.
Antes
una fotografía podía zanjar una discusión, convertirse en la clave de la
explicación del hecho. Ahora, inundados de imágenes, lo importante ha pasado a
ser el "pie de foto", la explicación que nos dice qué debemos ver en
ella. Y esos pies de foto son de todo tipo, del medio convencional al tuit y el
retuit pasando por las cadenas, las webs y cualquier espacio difusor
disponible.
Si ayer
hablábamos de la fuga de los abogados de Trump ante la negativa a seguir la
estrategia del ex presidente, hoy los medios norteamericanos y algunos
españoles ya nos hablan de los difusores políticos de su estrategia, que
consiste en ir hasta el final.
En La
Vanguardia, Francesc Peirón informa desde los Estados Unidos de la situación
que se vive, de la petición de protección ante las amenazas cada vez más
directas y graves:
El Partido Republicano, bajo el yugo del
expresidente, está sometido a una dinámica de guerra interna. El legislador
ultra trumpista Matt Gaetz viajó la pasada semana a Cheyenne, capital de
Wyoming, para hacer campaña contra su enemiga Liz Cheney, elegida por esa
circunscripción y número tres del GOP, denominación del partido de los
conservadores, porque votó a favor del impeachment a Trump por incitar el
asalto al Capitolio.
A Cheney la atacan –dicen que el expresidente
ha dado la consigna de echarla– mientras callan con Greene, cuya radicalidad la
alinea con el terrorismo.
Guardan silencio a pesar de saberse que
Greene dio apoyo a las propuestas en las redes de “meterle un tiro en la
cabeza” a Nancy Pelosi. Consideró que era la vía más fácil para acabar con la
presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, a la que acusa de traición
por acoger “a los enemigos de la patria”. También le pareció adecuado
“ejecutar” a agentes del FBI que “trabajaban” en las cloacas para derrocar a su
idolatrado Donald Trump.*
El
fenómeno del que hemos hablado en diversas ocasiones se está produciendo e
intensificando. ¿Es una locura colectiva? Tiene muchos de sus síntomas. Es el peligro
de idolatrar a un narcisista. ¿No choca este gregarismo infame con la
tradicional idea del "individualismo norteamericano? Puede que no, que sea
una consecuencia de la forma de argumentación usada. Se ha adelantado mucho con
la conjunción de la neo retórica primero y de las ciencias de la manipulación
comunicativa a través de la indagación en las emociones.
Nuestro
descubrimiento del carácter pasional, de movimiento de las emociones como
básico frente a una pretendida racionalidad (lo que el neurólogo Antonio
Damasio, Premio Príncipe de Asturias, denominó el "error de Descartes",
dando título a una de sus obras más conocidas) ha hecho que se desarrollen técnicas
de manipulación muy eficaces. ¿Por qué reprimirse, por qué no decir el que "el
mejor demócrata es el demócrata muerto" y quedarse satisfecho? Para que se
llegue a esto, claro, hace falta un intenso proceso de arrastre hacia esa
conclusión.
Es ahí
donde entra el efecto de la Teorías de la Conspiración, las "fakes
news" y el culto a la personalidad, un fenómeno que convierte en Mesías al
líder. Trump es el "Charles Manson" de la actualidad. Posee muchas de
sus cualidades en su perfil y un efecto de arrastre similar, borrando lo que se
desea borrar, los pensamientos civilizados que frenan la barbarie.
Lo que
ocurre confirma las dos tendencias humanas, la del regreso a la violencia y a
la negación de todo aquellos que se opone a los deseos, por un lado, y nuestra
tendencia humanitaria a cuidar de los demás, a respetarlos y al diálogo, es
decir, de alejarnos de los instintos violentos. Puede parecer básico, pero el
mundo es cada vez más básico en sus raíces, primario, y complejo en sus
consecuencias.
¿Se ha llegado a un punto de inflexión en el desarrollo democrático? ¿Han dejado de confiar las sociedades democráticas en la democracia? ¿Es una nueva versión de la "tentación totalitaria", tal como se teorizó por JF Revel hace décadas? ¿Qué factores determinan el auge de la violencia en sociedades avanzadas? ¿Es la misma violencia de aquellos países que no han llegado a consolidarse democráticamente? Son muchas las preguntas y muchas posibilidades de respuestas. Lo cierto es que los fallos de las democracias consolidadas están dando alas al autoritarismo y reforzando las dictaduras, que explican a sus ciudadanos —como comprobamos en Egipto— los fallos de las aparentemente "perfectas" democracias occidentales. Ya no quieren aceptar lecciones de democracia, derechos humanos, etc. Les basta con mostrar el caos del Capitolio.
En la
CNN, el analista legal Elliot Williams publica el artículo titulado "If Republicans don't denounce
Marjorie Taylor Greene's extremism, they'll own it" en el que analiza el caso de la diputada republicana, que lleva toda la
legislatura lanzando amenazas de muerte a los demócratas. Tras exponer las barbaridades
que han salido de su boca y de sus manos a través de tuits, páginas de
Facebook, etc. el jurista y analista para la CNN cierra su artículo señalando:
If unrefuted revelations of online behavior
calling for murder are not enough for a member of Congress to be asked to
resign immediately, what is? Likewise, if using the power of the presidency to
subvert and obstruct the certification of election results, and -- if that
weren't enough -- to whip up a mob that attacked the seat of American
democracy, leading to a police officer's death, isn't disqualifying from future
office, nothing is.
There is a minority of the Republican party
that is willing to vote its conscience and defy the party's base. However, it
is clear that The Party of Lincoln has now become The Party of QAnon. We can
thank Republican leaders, and their terror at the response from the mob -- and
the former president -- for getting us to this point.**
Tiene razón. Si pedir que le metan una bala en la cabeza a Nancy Pelosi no es sancionable, ¿qué lo es? Dejar de ser el "Partido de Lincoln" y lanzarse en brazos de los conspiracionistas —no solo los que creen en las teorías de la conspiración, sino los que ya abiertamente conspiran para asaltar las instituciones, es una decisión que va más allá de lo personal. Se trata de arrastra personas llamando la atención con este tipo de propuestas y actitudes que incitan a la violencia. No hace falta tener conocimientos, no hace falta hacer grandes discursos, no hace falta preparar mucho. Estos discursos de odio son la panacea de los impresentables en un mundo en el que se trata de gritar más que los otros para llamar la atención, de decir barbaridades para que se fijen en ti... y subir posiciones en el partido, concentrar la atención de los medios. La impresentable Green está hoy en el editorial de The New York Times, en Th Washington Poste, en la CNN, en la prensa extranjera... ¡Solo con haber pedido que maten a los demócratas! ¡Un carrerón político trabajado durante un tiempo a base de este tipo de llamadas de atención!
Las palabras incontroladas —habría que decir "conscientemente incontroladas"— que llaman a la violencia, a la negación e incluso a la persecución ya han tenido su parte de sangre derramada. A lo largo de su mandato, Trump es responsable directo de diversas muertes causadas por sus llamadas. Nuestra visión de la política se está volviendo demasiado elástica y va admitiendo cada vez más la violencia y la mentira como pilares de su sostén. Y esto es muy peligroso porque nos lleva a una palabra que daba miedo decir pero que cada vez, llamada por las graves circunstancias, se repite con más intensidad: fascismo.
Hoy nos han despertado con la noticia del golpe de estado militar en Myanmar. La excusa parece ser el "fraude electoral" en sus últimas elecciones. Suena con demasiada frecuencia últimamente. Habrá sin duda fraudes en el mundo, pero lo malo es lo rápidamente que se aplica el "modelo norteamericano": no hace falta probarlo, basta con repetirlo. Las armas salen pronto a la calle. Los gobiernos permiten que la gente se arme (como en Filipinas) para asegurarse que no van a salir del gobierno ni por las buenas ni por las malas. Bastará con invocar el fraude si pierde. Si lo norteamericanos lo hacen, dicen ya algunos.
De nada ha servido que todas las instituciones, todas, hayan certificado que las elecciones fueron legales. La mentira se sostiene bien sobre una sola pata cuando cuenta con el deseo de que sea verdad. Solo la determinación de muchas personas, de militares a congresistas, de funcionarios a gobernadores, muchos de ellos republicanos, impidieron los manejos de Trump con los cambios en las instancias militares y de la seguridad nacional. La idea era militarizar la situación, según parece. Pero, afortunadamente, nadie se atrevió a seguirle en ello. Unos por miedo, otros por principios. Nadie quiso ser la persona que hundió la democracia norteamericana.
La toma de posesión de Biden quedará como una imagen recordatoria de la locura creada por Trump y una mayoría del Partido Republicano. La Historia les juzgará como lo que son. Trump ya se ha ganado el suyo, ampliable por lo próximo que haga. Estas heridas tardan décadas en cerrarse y pueden reabrirse al más mínimo roce.
El trumpismo y lo que representa —antes de Trump y después de Trump— es una enfermedad, una patología destructiva, capaz de hacer pudrirse las instituciones que han permanecido como garantía de la democracia arrastrando a todos a un peligroso pozo profundo.
No hay señales positivas. Crece el desconcierto ante lo que parece moverse solo pero que tiene conexiones variadas y profundas en la sombra. Las sociedades tenían antes ciertas posibilidades de frenar las mentiras. Hoy es imposible. Hay que atenerse a las consecuencias. El odio te puede hacer ganar un puesto público; el puesto te puede permitir crearte un ejército airado que puedes manejar a golpe de tuit lanzándolo contra los que se oponen a tus ideas,
Lo más terrible de esto es la constatación del valor de la mentira y de la energía del odio como motor social y personal. Personajes pequeños, sin grandeza de ningún tipo, como la congresista mencionada, logran esa fama que alcanza los que dejan de tener inteligencia, moral o principios, pero se convierten en gloriosos faros de los que van ciegos de ira por el mundo. Y armados.
* Francesc Peirón "Los republicanos callan ante el alegato de una congresista de matar demócratas" La Vanguardia 1/02/20221 https://www.lavanguardia.com/internacional/20210201/6213076/greene-disparar-cabeza-tiro-congresista-republicana-republicanos-democratas-estados-unidos.html
** Elliot
Williams "If Republicans don't denounce Marjorie Taylor Greene's
extremism, they'll own it" CNN 28/01/2021
https://edition.cnn.com/2021/01/27/opinions/gop-responsibility-marjorie-taylor-greene-williams/index.html
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