La vida
cotidiana se compone de innumerables rutinas y automatismos. La llegada de un
elemento como el COVID-19 produce una alteración y por ello una desautomatización
de lo que se hacía a través de la consciencia de los actos que se hacen
visibles, muchos de ellos, por su imposibilidad. El COVID-19 divide la vida en nuevas
secciones de lo que se puede o no puede hacer, de lo que se debe o no debe
realizar. Este hecho obliga a una situación dolorosa en la medida en que se es
consciente de la necesidad de nuevas rutinas que tardan en instalarse en lo
cotidiano.
Euronews
nos muestra el conflicto, que antes no lo era, por la celebración de un partido
de fútbol de la Eurocopa entre el italiano Juventus de Turín y el Lyon francés.
Lo que antes era una bienvenida a los visitantes que realizaban gastos en el
lugar de celebración, ahora se ve como amenaza:
Los responsables de dos distritos de Lyon han
pedido que se cancele el viaje de unos 3.000 seguidores de la Juventus de Turín
de la ciudad francesa para el partido de la Liga de Campeones del miércoles por
la noche que finalmente se disputará.
El equipo italiano sostuvo que "no hay
restricciones particulares" para sus seguidores, que son libres de viajar
sin "ningún problema".
El presidente del Olympique de Lyon
Jean-Michel Aulas, aseguro que los aficionados italianos se mantendrían
separados de los demás seguidores en el estadio.
A diferencia del partido en Francia, la
Juventus jugará su próximo partido de la liga italiana a puerta cerrada debido
al coronavirus. El partido contra el Inter de Milán del domingo es uno de los
cinco partidos de la Serie A que se enfrentan a tales restricciones.*
Los
partidos, los viajes acompañando al equipo, etc. forman parte de esas rutinas
que son sometidas a inspección, cuestionadas en función del sentido que
adquieren en las nuevas circunstancias. Las incongruencias se producen. ¿No lo
es celebrar a puerta cerrada en Italia y que se trasladen 3.000 aficionados a
Francia? Cuando las autoridades francesas son preguntadas se alarman por la
llegada, así se manifiesta la alcaldesa de la ciudad cuando es entrevistada.
Cuando los aficionados de la Juventus que recorren la ciudad francesa son
preguntados no consideran que la situación sea preocupante y creen que se
exagera.
El
fútbol sale por otro lado en el diario El Mundo. Con el titular "La
Sanidad valenciana desconocía que el Valencia jugó en Milán: "No teníamos
ninguna información""** nos muestra otro caso de incongruencia. La actitud
de la subdirectora general de Epidemiología de Sanidad de la Generalitat
Valenciana, Hermelinda Vanaclocha, en el vídeo que acompaña a la información no
parece la más adecuada para una rueda de prensa. No sé si es lo más adecuado
decir que "ellos son sanitarios y no tienen porqué saberlo", poniendo
como ejemplo de confirmación que "tampoco sabían que se había celebrado
una fashion week"**. No sé si la
señora Vanaclocha tiene claro que su función es estar al tanto de todas estas
cosas pues la epidemiología, su especialidad, tiene "algo" que ver
con este tipo de situaciones. Lo primero que deberían es recabar información de
este tipo —lo que se celebra y puede ser problemático— para evitar no solo la
preocupación excesiva sino también otro elemento peligroso, el relativismo que
solo mira en el ojo ajeno, pero no en el propio. Es característico del ser
humano ocultarse los problemas cuando le interesa y, viceversa, agrandarlos
cuando no le interesan.
Evidentemente la responsable de Epidemiología de Sanidad de la Generalitat Valenciana siente que la han lanzado a los pies de los caballos en la rueda de prensa donde queda en evidencia que no ha sido informada de algo que debería saber.
Son
estas pequeñas rutinas, como ir a ver un partido, las que demuestran el grado
de autoconciencia y de responsabilidad individual y colectiva. Es ahí donde se ve
el civismo. El COVID-19 se mantendrá o expandirá en función del grado de
civismo y responsabilidad de los diferentes países y personas.
Está
claro —y el ejemplo de China lo demuestra claramente— que solo el sacrificio y
la responsabilidad funcionan para la contención. Todo el mundo tiene en su mano
la prevención normalizada, que debe constituirse en nueva rutina, sin alarmas
pero con responsabilidad.
La
alteración de la vida diaria implica enormes costes económicos. Es sorprendente
que se cancelen ciertas rutinas mientras que otras se mantienen en función de
intereses económicos. No es la forma de traer no solo confianza sino seguridad.
El COVID-19 no necesita de "relaciones públicas" para mitigar sus
efectos económicos. Lo que necesita es mostrar seguridad real e información
correcta y fidedigna. Pero es duro tomar decisiones.
Modificar
ciertas rutinas y crear otras nuevas más seguras es necesario. Pero si se
percibe que hay demasiada "elasticidad" en ciertos casos, el mensaje
que se transmite no es bueno. Italia es la que está en el punto de mira. Antes
le tocó a China, cuyas decisiones fueron drásticas y a la que se criticaba. Si
en Italia se aislaba a 40.000 personas, en China lo han sido 40 millones. En
China decrecen los casos, mientras que aumentan en otros lugares y, algo
añadido, se traslada el conflicto a las calles, de las que no se hace
desaparecer el miedo, lo que provoca conflictos.
El
"no teníamos ni idea de que el Valencia jugó en Milán" de la señora
Vanaclocha, con todos mis respetos, no es un mensaje afortunado por mucha razón que tenga para su enfado. Imagino que es
una respuesta de persona que se encuentra en una tesitura en la que es
consciente de la falta de información. Pero sí debería saberlo. No se trata de
que no se vaya, sino de que se tomen las medidas a la ida y a la vuelta y que
haya recomendaciones a los que van, como las hay en casos de situaciones peligrosas en
determinadas zonas de riesgos climático, seguridad, violencia, etc.
El caso
actual debe servir para formar expertos en crisis futuras que sin duda
llegarán. Hay una parte que es naturaleza, biología, pero hay otra que es
plenamente humana, las migraciones, el turismo, las ligas internacionales, los
grandes eventos, etc. construyen nuestra vida cotidiana, pero también aumentan
los riesgos en un mundo en el que todo está a unas pocas horas de vuelo, en
donde se producen grandes concentraciones, de un domingo playero a unos Juegos
Olímpicos, de una asamblea de Naciones Unidas a un festival de cine. Debemos
aprender a informar, a no crear pánicos sino seguridad real, no palabras o
cuentos. Debemos aprender a ser solidarios con los que sufren y no esperar a
que nos llegue a nosotros.
Esta
crisis está sacando muchas cosas buenas, solidarias; pero también está sacando
escenas como la de los ciudadanos ucranianos atacando los autobuses en los que
se repatría a sus enfermos, el racismo y la xenofobia callejera y muchas conductas
individuales o colectivas que no llegan a aparecer en los medios.
Habrá que introducir nuevas rutinas y olvidar algunas de las viejas. Costará, pero se puede. Me gusta la imagen que abre este texto: representa una nueva normalidad rutinaria. Una cola de transporte, las mascarillas y el ramo de flores de alguna celebración que el COVID-19 no ha logrado alterar.
*
"Gol del fútbol al coronavirus: el partido Lyon-Juventus no se
cancela" Euronews 26/02 https://es.euronews.com/2020/02/26/el-coronavirus-obliga-a-cancelar-el-italia-irlanda-del-seis-naciones-de-rugby
**
"La Sanidad valenciana desconocía que el Valencia jugó en Milán: "No
teníamos ninguna información"" El Mundo TV
https://videos.elmundo.es/v/yIxG8tHdzXk-la-sanidad-valenciana-desconocia-que-el-valencia-jugo-en-milan-no-teniamos-ninguna-informacion
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