Hace
unos días señalábamos que el COVID-19 entraba en la política norteamericana.
Dijimos entonces que la orientación cambiaba del aprovechamiento para
encabalgar la política económica norteamericana con la salud para atacar a
China en un momento de plenitud de la política anti China. Señalamos que con la
aparición de casos fuera de China y conforme se iba acercando a los Estados
Unidos, la cuestión ser invertiría, restándole importancia. Eso se ha ido
cumpliendo. Estados Unidos deja de preocuparse por la salud y lo hace por lo que
Donald Trump considera su mejor activo para la reelección, la economía.
El
artículo que el economista y Premio Nobel, Pau Krugman, columnista habitual de
The New York Times, es demoledor y confirma todo lo anterior, la evolución del
caso, con un nuevo añadido: la puesta al frente del vice presidente, Mike
Pence, cuyo mejor activo para ese puesto deben ser las oraciones.
El
artículo de Krugman se titula "When a Pandemic Meets a Personality Cult"
y lleva junto a él el añadido aclarador "The Trump team confirms all of
our worst fears". Escribe Krugman al comienzo de su artículo:
So, here’s the response of the Trump team and
its allies to the coronavirus, at least so far: It’s actually good for America.
Also, it’s a hoax perpetrated by the news media and the Democrats. Besides,
it’s no big deal, and people should buy stocks. Anyway, we’ll get it all under
control under the leadership of a man who doesn’t believe in science.
From the day Donald Trump was elected, some of
us worried how his administration would deal with a crisis not of its own
making. Remarkably, we’ve gone three years without finding out: Until now,
every serious problem facing the Trump administration, from trade wars to
confrontation with Iran, has been self-created. But the coronavirus is looking
as if it might be the test we’ve been fearing.
And the results aren’t looking good.
The story of the Trump pandemic response
actually began several years ago. Almost as soon as he took office, Trump began
cutting funding for the Centers for Disease Control and Prevention, leading in
turn to an 80 percent cut in the resources the agency devotes to global disease
outbreaks. Trump also shut down the entire global-health-security unit of the
National Security Council.
Experts warned that these moves were exposing
America to severe risks. “We’ll leave the field open to microbes,” declared Tom
Frieden, a much-admired former head of the C.D.C., more than two years ago. But
the Trump administration has a preconceived notion about where national
security threats come from — basically, scary brown people — and is hostile to
science in general. So we entered the current crisis in an already weakened
condition.*
Esto es algo más que el impeachment, algo más que una cadena
de tuits insultado a la gente o mofándose de los rivales. Como señala Krugman,
Trump es el peor escenario posible.
Lo señalado por el artículo plantea algo más. Es importante
la idea de un Trump desencadenador de conflictos que pretende controlar para
perjudicar a terceros y beneficio propio. Este, dice Krugman, no lo ha creado
él y no lo puede controlar porque entonces entra el segundo aspecto, la desprotección
médica de los Estados Unidos, una realidad provocada —esta vez sí— por los
recortes en sanidad que impiden una política real de enfrentamiento. Ante esto,
Trump responde ignorando el problema real y creando un nuevo caso que se ajuste
a su retórica de respuesta: todo es una ficción de demócratas y medios
liberales para hundir su exitosa candidatura a la reelección.
En la CNN se recoge la denuncia de un funcionario: "HHS
whistleblower claims US workers received coronavirus evacuees without proper
precautions". La cadena
explica:
A whistleblower at the Department of Health and
Human Services is seeking federal protection after complaining that more than a
dozen workers who received the first Americans evacuated from Wuhan, China,
lacked proper training or protective gear for coronavirus infection control.**
La denuncia está servida y abre otro foco de
responsabilidad, que Trump no asumirá con los mismos argumentos que rechaza el
resto: todo son campaña contra él. Es la egolatría que le impedirá asumir la
responsabilidad política de liderar al país. La elección de Mike Pence es un síntoma claro
de esta impotencia. Recordemos que Trump ha puesto al frente de los grandes
servicios públicos, agencias, etc. a personas cuya finalidad no era
desarrollarlos sino recortarlos. Trump ha puesto personas contra las escuelas
públicas en Educación o contra la sanidad pública al frente de la Salud. Y eso
se paga porque su función era reducirlas a mínimos. Lo que está claro ahora es
que no será la Asociación Nacional del Rifle la que sirva para cazar los
COVID-19 sueltos. The
Washington Post recuerda hoy mismo "Coronavirus pushes Trump to rely on
experts he has long maligned". El negacionista Trump y sus equipos
no tienen la capacidad de establecer más que barreras de palabras ante la
incapacidad manifiesta de ir más allá de la demagogia en un caso real. Cuando
se trataba de crear una guerra comercial con China, Trump recurrió a todos los
especialistas en el campo difamatorio. Ahora necesita algo más que sus asesores
del Tea Party o de Breitbart. Necesita expertos, científicos especialista capaz
de frenar lo que será difícil en un servicio nacional debilitado.
Firmado por la AFP, el diario egipcio Egypt Independent
titula " Trump downplays epidemic fears as virus spreads around world"***
y señala la misma actitud en Trump:
President Donald Trump has played down fears of
a major coronavirus outbreak in the United States, even as infections ricochet
around the world, prompting Saudi Arabia to ban pilgrims from visiting Islam’s
holiest sites.
China is no longer the only breeding ground for
the deadly virus as countries fret over possible contagion coming from other
hotbeds of infection, including Iran, South Korea and Italy.
There are now more daily cases being recorded
outside China than inside the country, where the virus first emerged in
December, according to the World Health Organization.***
Trump se ha empeñado en diseñar los escenarios de sus
guerras y conflictos. Pero el COVID-19 se le resiste y es difícil que logre
llevar el agua a su molino. La guerra que plantea no es la que se necesita para
resolver el problema. La cuestión es que Trump es unidimensional, como lo es su
administración. Los especialistas en repetir sus consignas a través de los
medios han quedado huérfanos de palabra. Ya no es posible la difusión de sus
ideas porque las propuestas son incongruentes e indefendibles.
Paul Krugman recuerda en su artículo la trayectoria de
algunos defensores del presidente:
The first reaction of the Trumpers was to see
the coronavirus as a Chinese problem — and to see whatever is bad for China as
being good for us. Wilbur Ross, the commerce secretary, cheered it on as a
development that would “accelerate the return of jobs to North America.”
The story changed once it became clear that the
virus was spreading well beyond China. At that point it became a hoax
perpetrated by the news media. Rush Limbaugh weighed in: “It looks like the
coronavirus is being weaponized as yet another element to bring down Donald
Trump. Now, I want to tell you the truth about the coronavirus. … The
coronavirus is the common cold, folks.”
Limbaugh was, you may not be surprised to hear,
projecting. Back in 2014 right-wing politicians and media did indeed try to
politically weaponize a disease outbreak, the Ebola virus, with Trump himself
responsible for more than 100 tweets denouncing the Obama administration’s
response (which was actually competent and effective).
Todavía nos quedan muchas cosas por ver en la política
norteamericana referidas al COVID-19. Trump se ha escondido tras Pence, algo
que lamenta en su interior, pues desvía el protagonismo natural en él. Habrán
tenido que convencerle de que quede en segundo término para evitar el desgaste
cara a las próximas elecciones.
Uno de los problemas que se plantea es la transformación de
todo en política y economía. Las preocupaciones por los efectos económicos son
naturales, pero no deben anteponerse a las medidas de seguridad. A las crisis
económicas se sobrevive; a la otra, muchos no lo hacen.
La forma de vencer al COVID-19 es la sensatez, la
responsabilidad y la buena información. No pasa nada por perderse el encuentro
de su equipo de fútbol en una zona peligrosa o si se celebra a puerta cerrada.
No es posible que escuchemos a los expertos y sindicalistas indicar —como acabo
de escuchar— que si estás "enfermo" no se te descuenta nada, pero que
si estás en "cuarentena preventiva" se te descontarán los días o los
tienes que negociar como "días libres", "vacaciones", etc.
porque es la mayor incitación a que la gente no haga las esenciales cuarentenas.
Los países que descuentan a los trabajadores los días de
enfermedad o de aislamiento son en los que más se difunden las enfermedades
contagiosas. La gente va a trabajar enferma porque les descuentan o despiden.
Eso hoy es llamar al desastre. El miedo al contagio puede ser menor al miedo a
ser despedido en estos tiempos precarios.
Veremos cómo se adaptan las instituciones, las personas,
etc. a las nuevas normas que hay que modificar para permitir vencer a este
COVID-19. La actitud de Trump y los suyos, al frente de la administración, debería cambiar por el bien de todos. De no ser así, las consecuencias sociales irán mucho más allá de la salud y resonarán muchos tambores.
* Paul
Krugman "When a Pandemic Meets a Personality Cult" The New York Times
27/02/2020 https://www.nytimes.com/2020/02/27/opinion/coronavirus-trump.html
**
"Trump downplays epidemic fears as virus spreads around world" Daily
News Egypt 27/02/2020
https://www.egyptindependent.com/trump-downplays-epidemic-fears-as-virus-spreads-around-world/
**
"HHS whistleblower claims US workers received coronavirus evacuees without
proper precautions" CNN 27/02/2020
https://edition.cnn.com/2020/02/27/politics/hhs-whistleblower-coronavirus/index.html
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