Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Ayer regresó de China otra de mis alumnas. "—Ya estoy de vuelta, profe —me dice. Voy a pasar 14 días en casa. Escribí toda mi experiencia en los diarios, y te adjunto aquí. Pero no sé si te interesa o no. Necesito ¨bloquearme ¨en casa 14 días para la observación, por ello, de momento, no puedo verte. Pero, estoy sana, creo."
Leí con detalle y emoción los dos archivos que me envió. Recogen el recorrido desde su casa hasta llegar. Lo detallan paso a paso y lo documenta fotográficamente. Es un testimonio que no conocemos y que deberíamos conocer, saber el esfuerzo, la fuerza de voluntad de quien intenta llegar al lugar del que salió hace unas pocas semanas sin problema y al que regresar se le convierte en una carrera de obstáculo.
Lejos de lo que se nos cuenta desde fuera, el relato nos muestra la solidaridad y el esfuerzo que une a las personas que han paralizado su vida para evitar que un virus se expanda en su comunidad trayendo muerte y dolor a las personas. Es el relato de una persona sana que tiene que demostrarlo muchas veces al día para poder avanzar un pasos, subir a un transporte, avanzar en un lento superar una y otra barrera.
Las fotografías nos muestran el recorrido, desde la limpiadora fumigando una y otra vez los vagones del tren hasta las estaciones y calles con vigilancia para conseguir reducir al coronavirus 2019-CnV, el enemigo común contra el que luchan. El pueblo chino se lo ha tomado como una cuestión de unidad nacional. Desde fuera no es fácil llegar a entender el sentimiento. Mientras nosotros nos preocupamos por la suerte del Word Mobile Congress, los chinos están luchando contra un virus en un país de 1.400 millones de habitantes, aislando barrios, ciudades, provincias enteras para evitar mayores malos.
Luchan además contra la manipulación. A veces estallan en las redes sociales ante lo que leen en la prensa extranjera —incluida la española—, contra lo que oyen comentar o contra las miradas que les dirigen, la gente que cierra las puertas. Es el miedo en vez de la solidaridad, que surge con cuentagotas. Es el alarmismo como truculencia informativa, muchas veces sin saber de lo que se está hablando. Sorprende a veces la profunda ignorancia de las personas que dirigen programas y que "explican" la situación a millones de personas diariamente. Comprendes la incompetencia del modelo hecho para informar basándose en la atracción morbosa.
Ya hemos resaltado las líneas de la prensa norteamericana y de la británica, la insistencia en crear asociaciones militaristas, la presencia constante de la bandera china asociada a las situaciones, etc. Se sigue informando como si de una guerra se tratara, como un peligro exterior que acecha a los países sembrando el miedo que queda asociado al país y no al virus. Es un mundo lleno de ejércitos y banderas donde se repiten una y otra vez las mismas situaciones en cuidadosa sintonía.
El diario de mi alumna me ha hecho ver el caso desde dentro, la lucha que vive cada persona en un país de 1.400 millones de personas. Cuando damos los casos exteriores a China y su situación algunos se empeñan en no entender lo que China está viviendo respecto a lo que llega al exterior. Aquí hemos dado algunos ejemplos de informaciones dadas en tonos irresponsables y agresivos que encubren otro tipo de conflictos —económicos esencialmente, pero también políticos. Algunos no quieren perder la oportunidad.
Trump, decían los titulares, "presume" de haber cerrado Estados Unidos a China. No lo ha hecho a China, sino a las personas, una diferencia importante. Las personas no son ni "países" ni "gobiernos"... ni "virus", como nos ha tenido que recordar un hashtag. Ya es malo padecer enfermedades para hacerlo encima con las discriminaciones, las xenofobias, las guerras políticas y económicas.
El caso del Coronavirus 2019-CnV está siendo un caso ilustrativo, una prueba moral, como lo fue el SIDA en su época. Donde entonces salió a relucir la homofobia (el virus del SIDA había sido enviado por Dios como una nueva plaga para castigar a los pecadores); ahora le toca a la xenofobia, a la lucha contra China que, les guste o no, es la segunda potencia económica mundial.
La guerra contra China había comenzado antes que aparecieran los coronavirus y algunos se subieron a la cresta de la ola cuando apareció el brote en la ciudad de Wuhan. Les faltó tiempo. Hoy la situación ya no admite esos juegos interesados por muchos motivos de todo orden. Los efectos en cadena son imprevisibles sobre el conjunto.
Ver la situación desde dentro, desde el que padece, y no solo la del que teme verse "atacado" (las metáforas de la guerra, de las que hablamos en un post anterior) es importante.
Me quedo con unas frases del diario que reflejan su forma de sentir ante lo que ve: "A decir verdad, lo que veía toda la mañana era una China con solidaridad, para luchar juntos contra el virus. Agradecía todos los esfuerzos del personal frente de esta lucha. La policía, guardias, el personal de la estación, la señora de limpieza, todos, todos los que estaban en sus puestos, sacrificando sus propios intereses para protegernos. Imagínate, a 2 grados estaban afuera para examinar, tomar notas, controlar la carretera para minimizar al máximo la separación del virus. Si se había producido el desastre, sea como sea la causa, lo que necesitamos hacer es enfrentarnos juntos, con solidaridad, con medidas adecuadas y eficaces."
Otros se empeñan en dividir, pero creo que la lucha une y la incomprensión distancia. En el futuro se verá lo que cada uno ha sembrado y lo que recogerá en cada caso. Hoy es el sentimiento de solidaridad y también de desesperación al ver cómo se ven externamente sus esfuerzos por combatir al coronavirus.
Agradezco el envío de esos dos archivos con el texto contando la odisea personal, el sentido de la responsabilidad demostrado en todo momento, el orgullo de formar parte de una lucha que les une. Si tienen que criticar algo, ya lo harán. Ahora es otro momento, el de hacer desparecer el coronavirus 2019-CnV, vencerlo definitivamente.
Esos 14 días pasarán rápido. ¡Ánimo!
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