Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Antes
los grandes momentos se inmortalizaban en una frase, lo que había dicho
Napoleón al ver las pirámides o lo que dijo cuando Goethe salió de la estancia
en la que ambos que se encontraron. Cosas así. Pero muy mal debe estar el mundo
cuando la gente se sienta a dialogar y no solo no hay acuerdo sobre lo que se
ha discutido, sino serias dudas sobre la frase con la que inmortalizar el
momento. La inmortalidad ha quedado para la Marvel; a nosotros solo nos queda
la efímera guerra mediática de las cabeceras de los informativos.
Lo
primero que vi en la mañana fueron las caras de circunstancias que Euronews nos
mostraba al finalizar la reunión entre el ministro griego de Economía y el
presidente del Eurogrupo. Se dieron la mano porque el griego, que maneja menor
la propaganda, le forzó a estrecharla. El holandés aprovechó el momento para
decirle algo que las cámaras no captaran y los micrófonos no recogieran, lejos de los formalismos diplomáticos. Y
es aquí donde comienza la controversia:
“Acabas de matar a la Troika”. Según la
prensa griega así se ha despedido el presidente del Eurogrupo, Jeroen
Dijsselbloem, del ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis. Sin embargo,
Bruselas asegura que la frase exacta ha sido: “Esto fue un gran error”.*
Tal
divergencia, primero acústica y luego semántica, es un mal augurio de la que se
avecina. Es más: la divergencia es en sí misma un vaticinio. Creo que jamás he
escuchado una discrepancia mayor ni más interesada en la interpretación de
algo. Indudablemente, lo que la prensa griega reproduce y Bruselas dice que
dijo, obedecen a motivaciones muy distintas. De forma particular, me creo la
versión de Jeroen Dijsselbloem y no la
de Yanis Varoufakis. Tiene mucho más sentido en el contexto en el que se
desarrolla el encuentro. En lo que parece que sí hay acuerdo es en lo que dijo
Varoufakis como respuesta: "¡Guau!".
"Acabas
de matara a la Troika" es una frase que no se corresponde, en primer
lugar, con la cara del holandés ni con los hechos. Es segundo lugar sería absurdo que la muerte
de la Troika la decidiera la parte griega. La Troika, si se muere, no lo hará
por el efecto verbal, casi mágico, de Varoufakis. Guau no es una palabra mágica, solo una impertinencia. La frase es claramente para el
consumo interno griego, no representa lo dicho por el holandés en nombre de
Europa, sino lo que le hubiera gustado al griego que hubiera dicho. La pretensión de los políticos europeos de convertirse en mata gigantes cada vez que se presenta a las elecciones comienza a ser cansina. Todos usan en sus campañas nacionales la pretensión de "doblegar" a Europa o Alemania, si quieren personificar. Eso vale para Hollande, Tsipras o nuestras versiones locales.
La negativa
griega y su deseo de negociar con los "países" es un intento claro de sembrar la división en Europa y encontrar gobiernos a los que les
pueda interesar hacerse una foto populista para salir adelante de sus propias
miserias ante la opinión pública. Más en concreto: la erosión de predominio
alemán. No es de extrañar que haya sido François Hollande, el gobernante más
impopular en país propio, el que haya mostrado simpatías hacia la nueva Grecia. Hollande necesita recuperar algo del prestigio perdido, que es mucho, ante su electorado. Probablemente sea una de las jugadas más absurdas que haya hecho en su vida política y solo conseguirá debilitar la idea de Europa, haciendo ganar posiciones a su querida Marine LePen, la inesperada admiradora de Grecia y de todo lo que haga hundirse a Europa. ¡Hollande no aprende nunca!
La
política griega ha entrado en una extraña senda que nos afecta a todos. Grecia
es el principio y el final de la crisis europea, un punto crucial sobre el
futuro común, un problema que no se acaba de resolver y que sirve para poner en
cuestión la eficacia del funcionamiento conjunto del sistema, de sus
instituciones y sus decisiones.
Me
preocupaba la coincidencia griega de la izquierda y la derecha nacionalista, a
cuyo frente han dejado el ministerio de defensa, algo con lo que todo
ultranacionalista sueña en sus noches de descanso, banderas y fanfarrias
incluidas. Me preocupaba también lo jaleada que ha estado la formación de
izquierda radical y antieuropea desde el Frente Nacional francés por boca de
Marine Le Pen, para la que todo lo que sea malo para Europa es bueno para ella
y su formación.
Ahora
me preocupa otra pieza del puzle: el acercamiento a Rusia de Grecia, que se ha
manifestado en el intento de boicot de las nuevas medidas de presión al
gobierno de Putin por su cínica política en la castigada Ucrania. Rusia se
encuentra en un momento crítico y la forma que Vladimir Putin tiene de
descargar el peso es mantener testimonio de su fuerza abriendo nuevos frentes.
Si Europa le presiona en lo económico y le aísla en lo político, Putin actúa en
la forma en que pueda hacer daño a Europa: manteniendo abierto el frente bélico
en Ucrania como demostración de fuerza y estableciendo alianzas estratégicas y
comerciales con aquellos presionados mediante sanciones.
Es lo
que Putin ha hecho, por ejemplo, en el caso de Egipto. Cuando aumenta la
presión sobre el gobierno egipcio y se producen embargos de armas, Putin manda
sus vendedores a El Cairo. Promete armas y recupera mercado ganando espacio de
influencia. Lo mismo ha hecho con las ventas de trigo a Egipto que le permitan
consolidarse en el terreno y la promesa de abrir un flujo de turismo con el que
compensar las pérdidas egipcias.
En
todos los conflictos que se abran con Occidente —Estados Unidos y Europa—
Vladimir Putin hace personarse a Rusia como aliado posible, vendedor con buenos
precios, vendedor con malas prácticas. Putin sabe que nada tienta más que unos
buenos precios, unos precios que ya se pagarán en el futuro, pero que crean
problemas en el presente al resto. Lo trató con la prohibición de productos
perecederos europeos en Rusia para sublevar en casa a los afectados y crear
problemas a los gobiernos que apoyan las sanciones por la invasión y anexión de
Crimea y la sublevación del Este de Ucrania, que permanecerá en guerra mientras
él lo desee. Es su forma de decir que él puede abrir frentes donde, cuando y como
quiera. Si Vladimir Putin ha empezado a lanzar sus tentáculos sobre Grecia, la
Unión Europea puede empezar a prepararse a nuevos acontecimientos y posturas
más radicales.
Señalan
en Euronews la nueva actitud del gobierno griego:
El nuevo Gobierno griego se ha quejado de que
la declaración de los líderes europeos sobre Rusia se había publicado sin su
acuerdo.
“Grecia está trabajando para restaurar la paz
y la estabilidad en Ucrania y al mismo tiempo está trabajando para prevenir que
se abra una grieta entre la Unión Europea y Rusia. Ahora voy a negociar”, ha
dicho el nuevo ministro griego, Nikos Kotzias.**
¿Una grieta?
Mucho me temo que Grecia ha votado algo más que unos problemas económicos. Lo
que los antieuropeístas y euroescépticos no han conseguido en el Parlamento
Europeo pueden intentarlo mediante los sistemas de boicot en las decisiones en
otros órganos. Grecia puede ser la primera embajadora de Rusia en Europa. Está
por saberse si es un farol para presionar por el otro lado, el económico, o se
trata del programa oculto o increíble. Grecia juega sus bazas pensando que
Europa va a tratar por todos los medios de mantenerla dentro del Euro y de la
Unión. Si esta percepción es correcta y lo manifestado hasta el momento por
todos los países es verdad o solo un deseo para animarla a cumplir sus
compromisos, podría verse pronto si se dedica a boicotear en nombre de una
"paz" con Rusia. Extraña prioridad para un país al borde de la
bancarrota.
El
diario El Mundo señalaba respecto a la actuación griega:
La tesis oficial es que lo ocurrido es únicamente
un desencuentro producto de cuestiones formales. Del desajuste y los problemas
de entendimiento con un Gobierno en formación que apenas ha tenido tiempo de
formarse y ocupar los despachos. Pero la oficiosa es que detrás del
desencuentro hay decisiones políticas. Bien como primer paso de lo que será una
larga renegociación con las instituciones europeas por asuntos económicos, bien
por discrepancias de fondo y un cambio de alianzas. Por lo que el encuentro
puede ser tenso y el preludio de una etapa de poco entendimiento.
"Lo que ocurrió ayer es un
desajuste interno en la delegación griega. Lo de ayer puede responder a la
precipitación con la que el cambio de poderes, el relevo, se ha
producido", quiso quitar hierro Margallo. Sin embargo, las dos primeras
horas de reunión han demostrado que el desencuentro va mucho más allá de
cuestiones técnicas, formales o de plazo, y que son de fondo. Políticas. Y que
abarcan a la totalidad de afrontar las relaciones con el vecino del este.***
Si Rusia consigue que sus —vamos a llamarlos así— "simpatizantes"
comiencen a boicotear las decisiones y líneas políticas desde distintos
frentes: Francia con el Frente Nacional o el alter ego español (por definición
propia) de Syriza, más los otros grupos aspirantes al cambio europeo, la Unión dejará de serlo pronto ante una crisis muy
superior a la del "euro", que será solo una anécdota ante la gran
crisis política.
El choque de los ultranacionalismos, nacionalismos y
populismos contra la idea de Europa en ambos frentes, político y económico,
solo beneficiará a una Rusia que se siente debilitada por las sanciones
derivadas de sus propias actuaciones. La intensificación de las respuestas rusas en diversos frentes hacen ver que no siente precisamente que esté ganando el pulso a nadie. Putin creyó que el invierno doblegaría a Europa y dentro de nada está ya aquí la primavera. Se sobrevivió.
El diario El País también recoge en sus titulares la sorpresa
de muchos ante la entrada en tropel de un gobierno que ha ganado, sí, pero que
tiene que gobernar en coalición con un socio extraño, pero el menos extraño,
con el que lo único que le une es su antieuropeísmo. "Tres desafíos de
Syriza en cinco días"**** es su titular haciendo referencia al choque
frontal respecto al papel de la Troika, el rechazo a las sanciones a Rusia y,
otra señal, la primera reunión con el embajador ruso en vez de como era habitual con el
norteamericano, dada las relaciones con USA y la importante base militar existente allí.
Tres gestos y el aviso de que Grecia no se quiere presentar
como una víctima, sino como un belicoso interlocutor con amigos en el otro lado
de las trincheras. Si Grecia quiere practicar el quintacolumnismo, el espacio
político se va a enrarecer bastante. No solo allí, sino aquí. Curiosamente, la
primera víctima del gobierno griego será Ucrania si Grecia boicotea o
"suaviza" las sanciones a Rusia. ¡Misterios de la política
internacional!
El homófobo Putin, el autoritario Putin, el belicista Putin,
el devoto Putin, el nacionalista
Putin, el capitalista Putin, ejerce una extraña fascinación en personas que
dicen defender lo contrario. Cosas más raras se han visto o, como diría el ministro
griego de Economía en sintética frase inmortal, "¡guau!".
*
"Grecia: “Acabas de matar a la Troika” o “Esto fue un gran error”"
Euronews 29/01/2015
http://es.euronews.com/2015/01/30/grecia-acabas-de-matar-a-la-troika-o-esto-fue-un-gran-error/
**
"Los ministros de Exteriores debaten imponer más sanciones a
Rusia" Euronews
http://es.euronews.com/2015/01/29/los-ministros-de-exteriores-debaten-imponer-mas-sanciones-a-rusia/
***
"Grecia no vetará las sanciones a Rusia a cambio de que sean más
leves" El Mundo 29/01/2015
http://www.elmundo.es/internacional/2015/01/29/54ca49b122601d57488b457b.html
****
"Tres desafíos de Syriza en cinco días" El País 30/01/2015
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/01/30/actualidad/1422637002_744060.html
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