Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario El País utiliza a dos de sus pesos pesados, la crema periodística, Ángel
Sánchez-Harguindey y Juan Cruz, para el análisis de los programas de Fin de año
y comienzo del siguiente, que suele ser un género único, afortunadamente,
porque suelen ser insufribles. No es cómo hacer crítica del Festival de Salzurgo o Bayreuth, desde luego, y el género requiere la buena voluntad del que se impone un ritual. El artículo —titulado pomposamente "el imperio de la simulación", con un toque Baudrillard— termina abruptamente, con el
abandono de la trinchera mediática, al escuchar, dicen sus autores, la pregunta fatídica: « “¿Al
año nuevo qué le pides?” Entonces apagué la tele, lo siento si luego me perdí
más de lo mismo.»* Esto no se hace. El problema no es la pregunta, sino las
respuestas. En un país que necesita ideas, emprendimientos y demás actitudes
creativas, la respuesta suele ser "salud, dinero y amor", es decir,
lo mismo de siempre. Nadie espera escuchar cosas como "un nuevo tramo de
la autovía" o "la instalación de un polígono industrial" o
"la incorporación de alguna palabra al DRAE", etc. Eso suele quedar
para otro tipo de programas que se reparten por el año.
El párrafo con el que nuestros dos analistas abren
su informe sobre lo acontecido en la Nochevieja hispana es el siguiente:
Anne
Igartiburu y Ramón García: dos clásicos. En la promoción del Feliz 2015 ella
tenía, con sus rizos, un aire de los años 50 del siglo pasado, y él, con su
capa, entre Raphael y el siglo XIX. El programa: intemporal. Lo dijo el poeta:
"todo pasa y todo queda". Pasan los artistas, queda la cutrez. La
sensación del fin de fiesta de ayer es que no había presupuesto y que el que
había -poco- se gastó en el vestuario de los estajanovistas del ballet.
Desde
la intuición, todo parecía indicar que los cantantes estaban allí para
promocionar su último disco, es decir, que era más una cuestión de marketing
que de calidades, con el consiguiente ahorro para esa televisión pública
gestionada privadamente (el presupuesto es de todos, la gestión, del PP).*
¡Para
un año en que Anne Igartiburu sale sin "rizos", con el pelo
manifiestamente alisado! Pero si Anne y Ramón y su capa son ya unos "clásicos",
¡nada hay más clásico que meterse con los programas de Fin de Año! Seguro que
si repasamos los de años anteriores nos encontramos con las mismas palabras,
muy parecidas sobre lo que han visto, incluso hablar de los rizos, aunque lleve
el pelo liso. Y es que la memoria, incluso la visual, nos juega malas pasadas.
Afortunadamente,
se haga lo que se haga este año, por malos que sean los chistes, que suelen
serlo, este año todos quedan a salvo gracias a la pifia de Canal Sur, que dejó
a Andalucía con las uvas en la mano. Mientras la pareja de presentadores decían
lo de siempre, "¡muy atentos y no se preocupen, que les iremos avisando de
cada campanada!". Y comenzaron las campanadas, una, dos tres... Y alguien decidió meter la publicidad autonómica que nos
mostraba una maravillosa Andalucía, "que despierta para tomarse un
café". Al regreso del anuncio institucional, las botellas del refresco
patrocinador de la retransmisión (también es una televisión pública que se
financia como puede), estaban en la novena "botellita". A los
andaluces se les habían escamoteado cinco uvas intermedias.
Las doce campanadas, en Andalucía —al menos para su televisión
autonómica— se tradujeron en cinco menos, que ya es mucha austeridad.
Hoy es
noticia destacada y la España que busca responsables habrá pedido que se
cierren los aeropuertos, que se vigilen las estaciones y que en Ceuta o Melilla
se fijen bien por si alguien intenta saltar en dirección contraria. Un tuit de la dirección ya nos avisa de que esto no quedará así. El anuncio institucional se lee de otra forma en medio de una chapuza.
Los
presentadores han pedido disculpas —¡qué culpa tenían los pobres!— y ya tenemos
conversación para años, como ocurrió con esa gran profesional, Marisa Naranjo,
a la que todos invocan cada vez que hay un fallo en las retransmisiones. Esta
vez no podía ser menos. El País lo recoge en su sección "Verne", en
la que las dos primeras palabras son "Andalucía enfurecida". Tras el
primer párrafo en el que se recoge el desastre, sigue —en la mejor tradición
periodística— el repaso de las pifias históricas en las que a los españoles se
nos han sustraído uvas:
Cuando Marisa Naranjo dejó a España sin uvas
en 1989, al confundirse con los cuartos, ni las campan[a]das iban indicadas con
logos en la parte de abajo de la pantalla. A Irma Soriano le pasó en el 94
cuando ya había publicidad en cada campanada y al menos los espectadores podían
ir viendo que el dong, dong era señal
de uva. En 1994 fue cuando Carmen Sevilla deseó a todo el mundo un feliz 1964.
Pero entonces no había redes sociales y el enfado se pagaba gritando a la televisión
o comentándolo en la calle al día siguiente.**
La
Historia es la Historia y, como bien dicen, ahora la Historia se escribe a golpe
de indignación e ironía en las redes sociales. ¡Por fin el pueblo tiene voz! Lo
cierto es que todos esos nombres, a los que no se les perdona "darnos las
uvas", han causado menos desastres que algunos que tienen colgados sus
retratos en instituciones y sus estatuas y bustos en plazas y paseos, sus
nombres en calles. Pero... ¡así es la vida! El español lo perdona casi todo —es
decir, olvida pronto— menos lo que ocurre en esta fatídica noche en la que,
como dicen al alimón Sánchez-Harguindey y Cruz, cuando le preguntas a alguien
"¿qué le pides al nuevo año?", apagas y te vas. En este cruce de años
se juega uno el prestigio, se carga uno sus logros, como cometas el más mínimo
fallo.
Lo peor, si se puede decir así, es empezar el
año ya enfadado. Me imagino que para algunos —los que se sientan ante el
televisor para ver "el clásico" y despotricar— no tiene porqué haber
transición de un año a otro, solo un suave deslizarse por el cabreo secular.
Para
que vean que esto de las uvas no es tan sencillo, les cuento mis "uvas".
Como tengo familia en los Estados Unidos, los que están allí celebran las
campanadas por el horario español peninsular. El año pasado montamos un
"operativo" complejo. Nosotros veíamos aquí las "uvas de la
Puerta del Sol" y ellos a través del Canal Internacional de RTVE. Colocábamos
una tableta conectada con ellos a
través de Skype y nos tomábamos las
uvas juntos. La cosa se complicaba algo más, pues como ellos tienen familia
americana allí, se conectaban a su vez con Michigan, que, a su vez tiene un
horario distinto. Teníamos pues una conexión trilateral con tres horarios
distintos teniendo como referencia la Puerta del Sol.
Este
año conectamos a las 11'40 nuestra videoconferencia y todo iba bien. Por algún
extraño motivo no lograban localizar ningún canal español de televisión. El
reloj avanzaba, como en las películas de intriga. En su desesperada búsqueda de
un canal con uvas, el momento del
cruce de año se iba acercando. Nosotros gritábamos desde nuestro salón que
nosotros las "cantábamos", que nos miraran, pero todo se convirtió en
un caos intentando encontrar en el ordenador algún canal que retransmitiera el
campanazo. Cuando faltaban apenas cuatro minutos, para tener una referencia
delante, quité unos dvd que me estorbaban la visión del reloj digital del
sintonizador y se me ocurrió moverlo. ¡Horror! Al moverlo se desconectó el
enchufe trasero y la pantalla se quedó de un negro recesión que asustaba. ¡Ni
allí ni aquí reloj con el que seguir las campanadas! ¡Fuimos conscientes
entonces de que el Atlántico nos separaba! ¡Peor!, éramos un islote sin campanadas
ni de la suerte ni de las otras.
Gritamos entonces que ellos, que por fin habían encontrado un canal
"canario" conectado con la puerta del Sol, nos las cantaran para
poder seguir sus indicaciones. Resumo la situación: mi familia americana veía
las uvas de la Puerta del Sol a través de una canal canario y nos iban diciendo
las uvas tal como ellos los veían: "una..., dos..."
El momento fatídico en que Canal Sur dejó de dar campanadas |
Mientras
mirábamos la pantallita de la tableta para ver cómo ellos se tomaban las uvas y
nosotros les imitábamos, el televisor, ya encendido, seguía cargando el
sistema, lentísimo. Se terminaron las campanadas y nos felicitamos, aunque
algunos en casa todavía tenían las uvas perdidas en los momentos de confusión.
Cuando el televisor cargó el canal y miré no me podía creer lo que veía:
¡todavía faltaba un minuto para las doce! Entonces, ¿qué campadas habíamos seguido? Reaccioné y me lancé sobre la caja
de uvas restantes y entre en el año 2015 con 24 uvas, que ya son uvas de la suerte.
¿Qué
había pasado? Las comunicaciones se cortaron con los Estados Unidos y nos
quedamos un rato incomunicados. Después me mandaron el enlace de aquella
extraña retransmisión de un chaval canario, con un pendiente en la nariz, que
se trabucaba al decir "redifusión", que juraba estar en la Puerta del
Sol, pero cuya croma cantaba más que todos los programas de fin de año juntos.
El video estaba colgado en YouTube y contaba esta mañana con 147 visitantes.
Las comunicaciones, además se habían cortado, porque estaban revisando el cable
de la televisión y lo habían cortado en esos momentos, algo de lo que se
enteraron después del corte, que no nos dejó incomunicados, sin uvas —ni
siquiera las del exótico canal canario del muchacho del pendiente en la nariz,
que afirmaba ser líder de audiencia, aunque no sepamos dónde—.
¿Empezamos
el año enfurecidos, como dicen de Andalucía en el diario El País? Pues no, la
verdad, más bien muertos de risa y será algo que recordaremos durante años como
un motivo de diversión. Hacía mucho tiempo que no nos divertíamos tanto en una
salida de año.
Los que
se han sentado delante del televisor como el juez de una competición de
gimnasia de suelo para levantar su cartulina a la mañana siguiente, allá ellos.
Pero la noche de Fin de Año es para olvidar lo malo un rato, mirar con
esperanza lo que tenga que llegar y dejarse de "clásicos" y demás
tópicos clásico.
En todas partes cuecen uvas, sí. Feliz año a todos y si les
ha faltado alguna uva o les ha sobrado, no se preocupen. Lo importante es que
ya estamos en 2015 y que 2014 quedó atrás. Un año más por delante.
*
"La Nochevieja en televisión: el imperio de la simulación" El País
1/01/2015
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/01/01/television/1420108416_702280.html
**
"Campanadas en Canal Sur: Nochevieja enfurecida tras cortar las uvas con
anuncios" "Verne" El País
01/01/2015
http://verne.elpais.com/verne/2015/01/01/articulo/1420071004_274300.html
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