Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario egipcio Ahram Online se abría ayer con un conciso titular: "Egypt's
'war on atheism'". El
diario realizaba una entradilla sintética en la que explicaba el sentido del
prolijo artículo: «While the taboo around atheism has weakened, state and religious
authorities continue to treat it — and atheists — as a disorder, and even a
threat to national security».*
A continuación el diario comienza con la historia de las
vicisitudes de ser ateo en Egipto:
Ahmed Harqan, an Egyptian atheist who expressed
his views on television, went to a police station in Alexandria to report that
he and his wife were attacked on the street for his beliefs.
Instead of being seen as victims, Harqan and
his wife found themselves handcuffed and physically and verbally assaulted by
police personnel.
“They switched on the Quran and raised the
volume, as if by doing so they were torturing us. They called us names and kept
slapping us,” he told Ahram Online.
They were then moved to another police station
where a prosecutor asked Harqan: “Are you a believer in God?”
“I’m here to complain and not for you to
inspect my beliefs. I will not speak about [religion],” Harqan responded.
“You have to speak about [religion], even if
it’s by force,” the prosecutor told him and refused to discuss the attacks on
Harqan by strangers on the street and by the police.
Harqan and his wife were eventually allowed to
file a police report against those who beat them on the street, but were unable
to file a report against police personnel.
“We didn’t know any of their names, and their
police colleagues refused to tell us their names,” he said.
Not all atheists are as lucky as Harqan in
avoiding being charged with blasphemy. On Sunday, 11 January, 21-one-year-old
student Karim El-Banna was given three years in prison for announcing his
atheism via his Facebook account and for insulting Islam.*
El hecho de que sea Ahram Online —el diario oficialista de
los regímenes egipcios— quien cuente esto y en estos términos es significativo.
Apunta que la idea de "guerra al ateísmo" es más una cuestión mediática que de política real,
aunque se encarga de relacionar los casos producidos y su aumento. Deja en
suspenso que ese debate, no se ha planteado todavía oficialmente. ¿Es solo una invención mediática? ¿Y en qué sentido, alentándola o
denunciándola?
Creo que es esencial entender este juego de tensiones entre la
calle y el poder para comprender lo que en la distancia no es más que un
absurdo: Egipto se libra de una dictadura militar mediante una revolución para
caer en manos de una religiosa mediante las urnas, de la que se libran mediante
un "no-coup" para erigir un estado que persigue a los ateos, los
abofetea y encarcela cuando van a denunciar que son agredidos por las calles.
¿Tiene sentido?
El artículo de Ahram Online es un largo recorrido por un
movimiento que en vez de avanzar en las libertades individuales y la libertad
de conciencia, considera que no ser
religioso es una amenaza contra la "seguridad nacional" y crea
dotaciones especiales de psicólogos, sociólogos, educadores, etc., para
combatir "los peligros del ateísmo".
Y todo esto se presenta, además, como una forma de combatir
el extremismo de los islamistas (a
los que se derrocó por islamizar la
sociedad), el radicalismo del salafismo, la violencia del Estado Islámico, los
peligros de Al Qaeda, etc. ¿Cabe mayor despropósito? Sin embargo desde su
propia perspectiva les parece coherente. Ya no se trata de un grupo o secta,
sino de la conversión del Estado egipcio en perseguidor de conciencias. Pero
esta lógica coherente se desvanece en cuanto que traspasa las fronteras del
contexto que las genera. Visto exteriormente no es más que un estado represivo
que atenta contra los derechos humanos, que es lo que le han dicho, además de las
Naciones Unidas a través de las 300 observaciones sobre la situación de los
derechos humanos en Egipto, las organizaciones como HRW (Human Rights Watch)
que se lo ha especificado con claridad. Esta organización relataba otro caso
hace dos días, el del denominado "Café ateo":
(New York) – An Egyptian minor offenses court
on January 10, 2015, sentenced a student accused of writing Facebook posts that
insulted Islam to three years in prison. The sentence, one of several handed
down on blasphemy charges in recent years, came amid a coordinated government
crackdown on perceived atheists.
Authorities arrested the student, Karim Ashraf
Mohamed al-Banna, with a group of other people at a café in the Beheira
governate in November 2014, the Association for Freedom of Thought and
Expression reported.
“Atheists are one of Egypt’s least-protected
minorities, although the constitution ostensibly guarantees freedom of belief
and expression,” said Sarah Leah Whitson, Middle East and North Africa
director. “Egyptian authorities need to be guided by the constitution and stop
persecuting people for atheism.”
Al-Banna’s sentencing is part of a wider
government push to combat atheism and other forms of dissent. It came after
police closed a so-called atheists café in downtown Cairo on December 14, and
one of the country’s highest Sunni authorities issued a survey that purported
to document what religious officials described as a worrying number of atheists
in Egypt.**
Egipto vive en un estado de permanente contradicción entre
lo que dicen sus instituciones y lo que se hace en ellas. Predica libertades
que incumple o limita mediante restricciones que atentan contra la diversidad.
El sistema legalista egipcio consiste
en etiquetar como forma de exclusión. Primero se determina que son un
"peligro para la seguridad nacional" y después, por su lógica, se
persigue y detiene. Se limitan a cumplir las leyes, dicen. Pero son las leyes
las que causan los problemas en su aplicación.
Para que esa persecución sea vista como un beneficio para la seguridad antes hay
que estigmatizar a las personas haciéndolas responsables de todos los males
habidos y por haber, que caiga sobre ellos las responsabilidades de destruir
familias, arruinar estados, corromper naciones. Eso afecta, según los días, a
ateos, homosexuales, feministas, etc. Todos los que tienen un discurso
divergente del oficial.
Es necesario construir un discurso vociferante que los
muestre como peligrosos, como plagas de las que hay que defenderse. De nuevo
aquí el papel de los medios pasa a ser determinante. Hemos tenido estos días el
infame juicio contra los detenidos en los baños de El Cairo acusados de
"libertinaje". Formaba parte de la campaña, esta vez contra la "homosexualidad".
Los jueces los liberaron porque no encontraron pruebas, algo que no había sido
problema anteriormente, al dar por buenas las versiones de la policía
justificando las detenciones. También, al igual que contra los ateos, todos los
peligros llegan de ahí. Esta vez era la moral egipcia, su religión y el SIDA,
lo que justificaba hipócritamente la participación esencial en la redada policial,
al grabarla y difundirla, de la periodista Mona Iraqi.
Hemos tratado aquí en varias ocasiones esta cuestión pues es
de capital importancia para muchas de las que se encuentran en cima de la mesa
en estos momentos, una crisis global en la que vemos que existe un radicalismo
al que se llama por su nombre y otro que se enmascara de discurso
institucional, pero cuyos efectos prácticos
son los mismos a largo plazo: la reducción de la libertad de las personas y su
estigmatización por sus creencias.
Decimos que en Occidente ha sido posible desarrollar un
sistema de libertades y de convivencia desde el momento en que se separaron las
instituciones del estado de la religión. En el mundo islámico también han sido
complejas las relaciones entre poderes civiles y religiosos, pero de otra
manera. Lo poderes "civiles" no han sido los mismos que concebimos
nosotros, ni los "religiosos" (una Iglesia) tampoco. En el mundo
islámico el gobernante corre el riesgo de ser considerado un blasfemo
permanentemente en función de las críticas que provienen desde cualquier punto
del atomizado mundo del poder religioso.
Son los chiitas los que mantienen unificado el gobierno de los clérigos, los ayatolas,
como personas verdaderamente capaces, desde la perspectiva de la ortodoxia
religiosa, de guiar a la sociedad. Y
no hay más camino que el religioso.
En el islam suní, el mayoritario, la cuestión es diferente y
el liderazgo no se plantea desde un gobierno
de clérigos pero sí desde el gobernante "piadoso", que es aquel
que acepta el poder que le transmite
la comunidad de creyentes para guiar al conjunto. La obediencia que le deben está
en función de su seguimiento de las leyes coránicas. Alguien que no sigue esas
leyes queda deslegitimizado, aunque le haya votado la mayoría de la población,
puesto no es una cuestión de número de votos sino de fidelidad a la religión y
lo que de ella se deriva, que es todo.
El gobernante depende, pues, de la percepción que del cumplimiento
de la ley coránica y aplicación tengan los "fieles". Cuando un
gobernante hace algo que los fieles perciben como un desvío, algo contra la
religión y sus enseñanzas, inmediatamente se levantan las voces irritadas de
cualquier clérigo en cualquier mezquita que lanza una fatwa contra él considerándolo un "enemigo del islam",
que es el equivalente al "enemigo del pueblo". Esas condenas implican
que sus seguidores quedan liberados de seguirle, que debe dejar de obedecerle.
Piénsese en términos de lo que supondría declarar un gobierno o a su presidente
como un "infiel", un apóstata, un desviado de la religión que
arrastra al error a un pueblo entero. No hay que imaginar demasiado; basta con recordar
asesinatos como el Anwar El Sadat.
De igual forma se entiende las reticencias de los islamistas
a participar en las primaveras árabes
por temor a que llevaran al poder a sus verdaderos enemigos, los "ateos",
liberales, socialistas, demócratas, etc. Es decir, todos aquellos que tienen
una concepción en la que la religión juega un papel distinto al que ellos
proponen. Los islamistas nunca pueden ser demócratas,
aunque puedan llegar al poder democráticamente; no reconocen los derechos de
los demás en muchos ámbitos. Una vez llegados a él, irán desmantelando el
estado hasta hacerlo manejable y acorde con su visión. No es otra cosa la
llamada deriva autoritaria de Erdogan. Cuanto más apoyo electoral tiene más se
radicaliza, es decir, cumple su programa de islamización social y de reducción
del espacio de los otros.
La salida que se dio a las relaciones entre religión y
estado fue el control, asimilándolas al estado, de instituciones como la
Universidad de Al-Azhar. Esa fue la jugada de Nasser, que desplazó a los
islamistas mandando a los Hermanos Musulmanes a la cárcel o al exilio y
controló la institución, asegurándose de que respaldaba al estado. Para que el
control de las instituciones religiosas funcione es necesario que la religión
juegue un papel central.
En estos días complejos se ha producido una noticia que ha
pasado prácticamente desapercibida en nuestros medios, pero que considero
importante dentro de lo que estamos exponiendo. El día 11 de enero, el diario Egypt
Independent (Al-Masry Al-Youm) traía una escueta noticia sobre una intervención
del Ministro de Asuntos Religiosos egipcio:
At a meeting discussing the modernization of
religious discourse on Sunday, Minister of Religious Endowments Mohamed Mokhtar
Gomaa quoted the prophet as saying that God sends a scholar or a ruler every
100 years to modernize religion.
He said religious discourse can be modernized
while keeping the basic constants and taking into account time and place,
hoping that Egypt would modernize religion for the whole Islamic nation in
collaboration with scholars and intellectuals of the Arab country.***
Esto se produce en el contexto de los atentados de París. Las
palabras de Mohamed Mokhtar Gomaa adquieren un sentido preciso uniendo los
discursos "anti extremismo islámico" y el refuerzo del papel de las
instituciones. ¿Quién es ese "gobernante", ese
"legislador", que renovará el discurso religioso modernizándolo,
según las palabras del profeta? No hay que tener demasiado imaginación para
entenderlo viniendo de un ministro religioso del gobierno actual.
Desde que se produjo la subida al poder de Al-Sisi, los
signos para convertirse en ese "dirigente virtuoso" y no ser acusados
de "faraones", es decir, un poder sin legitimidad religiosa, por lo
antes señalado, son constantes. Desde el "sueño de Sadat"
anunciándole que sería "presidente", como él mismo contó tras su llegada
al poder a las distintas muestras atacando a los "enemigos de la
religión", que quedan fuera de lo dispuesto constitucionalmente. Solo las
tres religiones abrahámicas están amparadas por la ley. Todo lo demás está
fuera de la ley y es peligroso. Eso hace que la única forma de manifestar su
"piedad" sea perseguir ateos, grupo contra el que todos los demás
grupos en Egipto están en contra, especialmente, musulmanes y cristianos
coptos. Los judíos egipcios son caso aparte. La visita de Al-Sisi, la primera
de un presidente egipcio, a la celebración de la misa de Navidad copta ha sido
resaltada por todos los medios como una forma de integrar a todos los
"creyentes" egipcios, cristianos y musulmanes, como una fórmula
nacional-religiosa. Los ateos, es evidente, quedan fuera. De esta forma se
ganan puntos ante la comunidad que aprecia el virtuosismo del dirigente y la
solidez del estado en el nuevo régimen.
Pero el anuncio de esa llegada de un legislador modernizador
profetizado para cada cien años por el ministro tiene las reacciones lógicas en
aquellos que comprenden cuál es el sentido, la absorción del poder religioso
por el Estado dejando fuera de las mezquitas a los predicadores no autorizados
y supervisados por Al-Azhar. La necesidad de modernización, señalada por el
ministro, no era más que un eco a lo señalado por el mismo Al-Sisi, que nos traía
el mismo día 11 el Daily News Egypt
con más extensión:
The president emphasised the importance of
“correcting religious speech so that it is in accordance with the tolerant
Islamic teachings”, which “should eliminate sectarian disputes and confront
extremism and militancy”.
He stressed the need for a “religious
revolution” to confront extremism. “It is illogical that the way of thinking,
which this nation adopts, be the source of unrest, danger, and destruction all
over the world. Here I don’t mean the religion, but its interpretation.”
This interpretation, Al-Sisi said, “has been
followed for hundreds of years and has made enemies of the whole world.”
The three major Sunni Muslim institutions in
Egypt have been supporting the Egyptian state in its efforts to reverse the
spread of Islamic militancy, preaching the need to support the state and the
current government or by addressing radical opponents of the government, such
as the so-called “takfiri” elements.****
La estrategia elegida, creemos que hay pocas dudas, es el
control de los extremismos no mediante una atenuación
del mensaje religioso, sino mediante la intensificación del mismo cambiando la
orientación. Egipto no avanza hacia la libertad de conciencia, sino hacia la
religión de estado. Eso implica —es lo que vemos— que todos aquellos que no la
compartan, ya sea por su extremismo religioso o por ser ateos, pasan a ser
enemigos del estado, es decir, como se ha señalado expresamente: peligros para
la seguridad nacional. Los ateos son un peligro, dicen, porque no creen en
nada. Significan que no son carne de adoctrinamiento y control, que nadie se
puede dirigir a ellos como autoridad. Gran error porque es excluirles de la
"ciudadanía" y de su lealtad a un estado que les respete como
miembros libres de la sociedad.
Los presupuestos religiosos que no entren en el nuevo diseño
saben que serán los próximos en engrosar las cárceles o el exilio. De ahí se
explica la reacción de los salafistas que es una buena muestra de lo que hemos
explicado anteriormente:
In several different occasions, the ministry
called members of ISIS “Kharijite”, as well as condemning its violent actions.
The term “Kharijite” is used by Islamic scholars
to describe groups who go against religious leaders or traditional religious
institutions. The term originated in the 8th century in Arabia, when it was
used to refer to Muslims who rejected the leadership of the Islamic Caliphate
of Ali ibn Abi Talib.
However, Al-Sisi’s call to renew religious
discourse has sparked some controversy, especially among ultra conservative
Salafi preachers and groups.
The Islamist political organisation Salafi
Front condemned the speech, describing it as “an attack on Islam” that included
many “insults” to the religion.
Even the former advisor to the Al-Azhar Imam,
Salama Abdel Qawi, was critical of the speech. Abdel Qawi said on the privately
owned channel Mekameleen that the speech was “a violation to the religious
texts that have been present for years,” adding that whoever “denies any of the
religion’s constants is an infidel, and should be asked to reconsider his
thoughts.”****
Quedan aquí al descubierto esos movimientos por no perder el
eje de la religión, el centro normativo y de obediencia. Desde el poder se llama
“Kharijite” a los extremistas para separarlos de sus seguidores y actuar contra
ellos legalmente, convirtiéndolos en enemigos de la religión. Y aquellos que se
presentan como verdaderos defensores de la ortodoxia, los salafistas,
consideran que se trata de un "ataque al islam" y de "insultos a
la religión", que es la forma de hacer que sus piadosos seguidores se
vuelvan contra el estado acusándolo de impío.
No debe olvidarse que en Egipto las elecciones que llevaron
al poder a Mohamed Morsi las ganaron los Hermanos Musulmanes y los Salafistas
de Al Nour con una muy amplia mayoría, Es dudoso que se hayan transformado
todos en liberales o moderados.
Frente a las estrategias para conseguir el poder y demás
cuestiones internas, la cuestión relevante frente al exterior es que el
gobierno egipcio mantiene esa cruzada que atenta contra la libertad de
conciencia, que es una aberración considerar a un ateo un enemigo del estado, y
que es ridículo desarrollar planes "científicos" para combatir los
efectos del ateísmo.
El final del artículo que comenzábamos citando de Ahram
Online, después de sus análisis sobre la posible postura clara del presidente
Al-Sisi sobre el ateísmo, y de recoger las declaraciones de defensores de los
derechos de conciencia señalando la proliferación de casos y que no se trata de
casos aislados, concluye:
But while it’s debatable whether
or not the state is waging a war on atheism, there’s no doubt that society at
large is still not willing to accept atheists among its ranks.
Student
El-Banna, sentenced to three years in prison for blasphemy, was reported to the
police by his own father, which is not an unusual phenomenon, as most blasphemy
cases are reported by family members and neighbours.
Meanwhile,
Harqan has had to move homes three times since his public announcement. “I get
many threats on the phone … some people identify me on the street, but I deny
my true identity. I give a
different name, and I say I just look like him, so they won’t attack me.”*
Pocas veces ser revela de forma tan brutal lo que es el orden del patriarcado y su funcionamiento en todos los ámbitos, político,
familiar y religioso. Es la triple fusión del totalitarismo: quien cuestiona o
desobedece a padre, líder y religión está fuera. El hecho de que haya sido el
padre quien denunció a su hijo es revelador del funcionamiento del poder, que
va de la casa al gobierno y la mezquita en una línea de la que alejarse
significa condena y ostracismo social. Ahmed Harqan, el ateo detenido cuando
intentaba presentar una denuncia en comisaría por ser agredido en la calle,
tiene que cambiar de nombre y de domicilio. El estudiante detenido en el "Café
ateo" fue denunciado por su propio padre. Y se nos dice que no es inusual,
que son las familias las que denuncian muchos casos.
La pregunta que queda en el aire es qué sentido tienen en
este contexto hablar de "libertades", "modernización", "renovación",
lucha contra el "extremismo", etc., que pueblan los discursos mediáticos
egipcios. Por esta vía, además, no se excluyen los peligros del terrorismo, que
surgen de la misma intolerancia que se practica aquí bajo pomposos eufemismos.
Lo que sí se consigue es que una parte de la sociedad siga viviendo una doble
vida, fingiendo; se consigue también que aquellos que desean vivir más
libremente se marchen y no vuelvan, en busca de lugares en los que poder
levantarse sin miedo.
La respuesta al islamismo terrorista no puede ser un islamismo de estado en el que solo se siente
seguro el que no discrepa. Fortalecer al esta mantenerlo en guerras constantes
contra todo no es un buen camino. La labor debe ser abrirse a la convivencia y
a la tolerancia de lo que es diferente, fomentar ciudadanos que tengan ideas diferentes pero un objetivo común, el
progreso del país. Los países progresan por las libertades, por las ciencias,
por la convivencia, no por convertirse en sistemas cerrados, represivos, monocordes,
en los que la divergencia es penalizada.
Así solo se hará cada vez más difícil el diálogo con un
mundo que no entiende que a estos planteamientos se les llame
"modernización".
*
"Egypt's 'war on atheism'" Ahram Online 14/01/2015
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/120204/Egypt/Politics-/Egypts-war-on-atheism.aspx
**
"Egypt: 3-Year Sentence for Atheist" Human Rights Watch 13/01/2015
http://www.hrw.org/news/2015/01/13/egypt-3-year-sentence-atheist
***
"Minister of Religious Endowments: A ruler can modernize religion"
Egypt Independent 11/01/2015
http://www.egyptindependent.com/news/minister-religious-endowments-ruler-can-modernize-religion
****
"Religious Endowments minister vows to ‘renew religious discourse’"
Daily News Egypt 11/01/2015
http://www.dailynewsegypt.com/2015/01/11/religious-endowments-minister-vows-renew-religious-discourse/
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