Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
No
acabo de entender muchas cosas de este país en el que a veces se siente uno
como un corresponsal extranjero, por no decir un explorador galáctico. La
insistencia de algunos con parecerse a Grecia me parece que roza ya la tontería,
por no decir otra cosa. De repente —no es la primera vez—, la prensa se nos
llena de declaraciones de gente que quiere parecerse a Grecia o auguran futuros griegos. Es la Grecia positiva y la Grecia negativa. Pero la Grecia completa y real que es, la tenemos delante de los ojos. La que pueda ser, ya la veremos. Lo que tengo claro es que no soy griego ni tengo pretensiones de serlo. España no es Grecia (al menos eso está claro) y tampoco debería tener interés en serlo.
En el
2013, Sánchez Camacho ya especulaba que Cataluña se parecería a Grecia. "Camacho:
“Una Cataluña independiente habría acabado como Grecia” ", titulaba el
diario El País (27/9/2013). Entonces se hacía intervenir a Grecia como ejemplo
del mal camino independentista. La deriva posterior la sabemos, aunque el final
está por escribir.
En la
parte económica, vertiente sindical, unos meses antes, a primero de junio,
Cándido Méndez también advertía a todos que acabaríamos como Grecia. Europa
Press lo recogía con el titular "Méndez avisa de que España puede acabar
como Grecia":
El secretario general de UGT, Cándido Méndez,
ha alertado de que si España acepta las contrapartidas que Bruselas le ha
planteado a cambio de relajar el objetivo de déficit hasta el 6,5% del PIB en
2013, podría acabar en la misma situación que sufre Grecia.
Durante su participación en el 'Fórum
Europa', el líder ugetista ha asegurado que en tanto que el anterior gobierno
socialista y el actual de Mariano Rajoy han renunciado a ejercer su autonomía
frente a Bruselas y el deterioro de la economía española es
"acelerado" como consecuencia de las actuales políticas de ajuste,
existe un paralelismo con Grecia de forma que "el destino final podría ser
el mismo con algunas diferencias en el tiempo".*
El
tiempo pasado desde entonces, un año y
medio, ha dejado claro que la profecía (entre otras muchas) no se ha cumplido por más que se insista
en ella. Grecia le ha fallado como descripción de futuro. Los griegos, sin
duda, firmarían ahora mismo cambiar su posición con nosotros. Y el que diga lo
contrario no hace sino insultarlos a ellos y a los demás.
Ahora
la moda griega es saber quién se parece más a Syriza. El País titulaba ayer
"IU y Podemos pugnan por ser el Syriza español". ¡Genial! Hubo una
época en que queríamos ser suecos, en otra alemanes. Ahora, por algún motivo
extraño, queremos ser un partido griego, que ya es elegir. Mientras Europa
advierte de las consecuencias que pueden tener los programas económicos de
Syriza si se llegan a aplicar, nosotros debatimos cómo parecernos a un país al que
afortunadamente nos parecemos cada vez menos.
El
diario El País señalaba ayer:
Pablo Iglesias, que el día de su proclamación
como secretario general estuvo arropado por su líder, Alexis Tsipras, recibió
con entusiasmo la convocatoria de elecciones anticipadas en Grecia. “2015 será
el año del cambio en España y en Europa. Empezaremos en Grecia”, pronosticó
tras conocer la decisión de Atenas el pasado lunes.
La formación de Iglesias, que pretende
centrar sus esfuerzos en las elecciones generales, necesita establecer un
calendario de hitos para llegar con fuerza a esa cita. En este contexto la
dirección de Podemos cree que el resultado de Syriza en los comicios griegos,
convocados para el 25 de enero, supondrá de entrada un impulso a su agenda. La
primera cita en España llegará menos de una semana después, el sábado 31, con
la manifestación en la que Iglesias y los suyos pretenden llenar las calles de
Madrid bajo el lema La marcha del cambio.**
Mucho
me temo que si la política española hay que hacerla con un ojo puesto en Grecia
y si hay que estar pendiente de los resultados de lo que ocurra allí para saber
qué es lo que hay que hacer aquí, no vamos por el buen camino. La situación de
Grecia no tiene nada que ver con la española y ponernos a hacer política a la
griega es absurdo, como es hacerlo a la venezolana, la alemana o la
estadounidense. Que la agenda política española de un partido dependa de lo que
dice que va hacer un partido en
Grecia, me parece ridículo. Pero les funciona.
Lo
llamativo de este planteamiento es que necesita de un escenario griego para que funcione. Necesitamos repetir hasta la saciedad
"soy griego y estamos en Grecia" para que el sortilegio surta efecto.
Los partidos políticos están demasiado preocupados por Podemos. ¡Que lo vote
quien quiera! Pero si no se dedican a hacer lo que tiene que hacer cada uno
serán devorados no por Podemos, sino por su propia ineptitud. Y para ello tienen
que cambiar los discursos, no dejarse inundar por ellos.
Por
algún extraño motivo en este país no se puede pensar que se ha mejorado, que no vamos a peor y que nos estamos recuperando y
que Grecia no es nuestro camino. En el momento que alguien lo dice, sea
político o no, las miradas asesinas, algún insulto incluso, caen sobre él.
Sí, nuestras
cifras actuales son peores que las de antes de la crisis, como sucede en toda
larga enfermedad, de la que no sale uno para correr la maratón sino haciendo
recuperaciones hasta fortalecerse. Por eso es importante cambiar los discursos
de catástrofes a los de recuperación sin que se vea en ello una
cuestión partidista. No es la "recuperación c'est moi", sino somos todos.
Esto el
efecto secundario de haber pasado lo peor de la crisis sin acuerdos que
hubieran mostrado que había voluntad común de salir del desastre, algo que la
ciudadanía hubiera agradecido y visto como la parte de sacrificio que todos han
hecho. Pero se eligió el camino contrario y ahora no se sabe cómo salir de los
propios discursos.
Los principales
periódicos españoles titulan hoy "España crea empleo en 2014 por primera vez en los últimos
siete años" (El País), "El paro registra en 2014 su mayor
bajada desde 1998" y "La Seguridad Social cerró diciembre con un
aumento histórico" (ambos de El Mundo), "España crea empleo por
primera vez desde el inicio de la crisis" y "Crece un 21,6% en 2014
la confianza del consumidor" (ambos de La Vanguardia), " España
crea empleo en 2014 por primera vez en siete años" (ABC).
Sin
embargo, esto —que debería ser un motivo de satisfacción para todos— se sigue
convirtiendo en una especie de "insulto". No se trata ni del
"España va bien" del señor Aznar o de la "¿crisis, qué
crisis?" del señor Rodríguez Zapatero. Se trata del sacrificio de muchos
españoles gracias a los cuales ha sido posible que se produjera ese aumento de
la "confianza" que reflejaba el titular de La Vanguardia. Todavía sigue por debajo de los 100 puntos, pero se
acerca al positivo con 90'6 y ha mejorado más de un 20% en 2014. Los
economistas se hartan de decirnos que la confianza genera confianza, ¿por qué
no generarla?
El
problema es otro. La crisis española ha sido dura y muy larga, algo que ha
servido para instituir sus propios géneros discursivos, sus figuras retóricas,
sus frases hechas, sus tonos apocalípticos y sus tonos defensivos. Grecia también forma parte de esas
figuras retóricas como símil y alegoría del destino
fatal al que puede llevar la crisis, el independentismo, los recortes, la
corrupción, etc. Todo acaba ahora en Grecia, igual que se nos decía en el
bachillerato que todo había empezado allí.
El
desastre griego nos impactó profundamente. De allí llegaron las imágenes más
duras de la crisis económica; de allí el primer suicidio, las primeras
barricadas. España no era Grecia, pero rondaba el rescate y el tamaño de su
economía era un riesgo grave. Pero con todo, las condiciones de Grecia no eran
las nuestras por muchos motivos. Los europeos del norte nos metieron en los
PIGS. La "G" era por Grecia y la "S" por España.
Todavía
hoy, la prensa nos trae declaraciones de François Hollande hablando de
"España y Grecia" como una pareja
unida en las mentes europeas. Eso es lo que le interesa a Hollande establecer
en la mente de sus votantes, pero los resultados aquí y allí son muy distintos.
España crece al 1'5% y Grecia sigue en el agujero, desgraciadamente, con una
clase política divida, enfrentada, con partidos de ultraderecha y brotes de racismo
y xenofobia, con antieuropeísmo, la izquierda divida y fracturada y con un
populismo radical y demagógico ascendente. No somos Grecia, ni a mí, al menos,
me interesa serlo. Y habría que recordárselo a Hollande cuando necesite excusas
ante su defraudado electorado.
¡Olvídense
de Grecia! ¡Estamos aquí!
*
"Méndez avisa de que España puede acabar como Grecia" Europa Press
3/6/2013 http://www.europapress.es/economia/noticia-mendez-avisa-espana-puede-acabar-grecia-20130603123851.html
**
"IU y Podemos pugnan por ser el Syriza español" El País 5/01/2015
http://politica.elpais.com/politica/2015/01/04/actualidad/1420398961_278925.html
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